19 de agosto de 2013

Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna (3ª Parte)





Autora: Mª Carmen Cascón Matas

Publicado: Especial de Béjar en Madrid, diciembre de 2009


            Antes de morir, el capitán y general de infantería  Juan de Bolaños estipuló la fundación de una capellanía dotada con rentas, censos y beneficios para celebrar misas en su nombre y en el de sus descendientes. Su testamento se fecha en la Villa y Corte de Madrid el día 12 de febrero de 1585. Unos días después su sobrino, el doctor y clérigo Nicolás López de Bolaños, se presentó ante el alcalde de Madrid, el Licenciado Arce de Otalora, del Consejo de Su Majestad, aduciendo que, como capellán y albacea de su tío Juan de Bolaños, exigía la apertura oficial de su testamento para establecer de manera adecuada la capellanía fundada por él, una vez producida su muerte el día 25 de febrero.


Foto antigua del desaparecido sepulcro del Capitán Bolaños
Iglesia de El Salvador (Béjar)
Foto de Juan Requena aparecida en "Béjar en Madrid"


            El testamento nos muestra a un personaje curtido por la guerra, humilde a pesar de sus riquezas, solitario, viajero y religioso. Una de sus primeras decisiones postreras fue que “si Dios fuese servido de sacarme de esta presente vida me entierren en el Colegio de la Compañia de Jesus de esta presente Villa de Madrid donde tengo devocion y suplico al Rector y Padres deella me recojan y den sepultura como a un hermano de la dicha Compañia como a ellos les pareciere (...) y se den 1.000 reales por misas en el altar privilegiado dela iglesia de la Compañia” Posteriormente aclara “mando que siempre que yo muriese me entierren sin pompa con solo lo acostumbrado, llanamente (...) con el habito de san Francisco”. Su enterramiento en la iglesia jesuita madrileña estipuló que fuese temporal “hasta tanto que puedan llebar mi cuerpo en hueso deel a Bexar y enterrarme en la yglesia de san Salbador della donde mando que se funde una capellania”. En efecto, el sepulcro del templo bejarano se hizo posteriormente a la muerte del capitán, sufragado de las numerosas rentas que dejó tras su fallecimiento.




            La presencia de la fecha exacta del óbito en la lauda sepulcral nos hace pensar que fueran sus hermanos o sobrinos quienes pagaran, de los réditos de los censos legados en la capellanía o en su propio testamento, la construcción de su sepulcro. Se trataba de un lucillo o hueco horadado en la pared del lado del Evangelio de la iglesia, enmarcado por dos pilastras estriadas que sujetaban un frontón partido, coronado por el escudo familiar. El hueco albergaba la estatua orante del militar, barbado, serena la mirada, pero no exenta de fiereza, protegido su cuerpo con la armadura, presto para entrar en batalla. El casco empenachado, símbolo de sus hazañas e hidalguía, reposaba sobre el suelo junto al cojín mullido en que hundía sus rodillas guarnecidas. Bajo su efigie, su tumba y la de sus descendientes escoltada por la lauda sepulcral que hemos trascrito más arriba.

 Vista de Madrid, Villa y Corte por Wyngaerde


La construcción de un sepulcro de tales ínfulas se prolongaría durante años. Si tenemos en cuenta que se tomaron como modelo las estatuas orantes encargadas por Felipe II al escultor italiano Pompeyo Leoni para el monasterio de El Escorial y que no se instalaron de manera definitiva hasta 1597, en el caso del grupo del Emperador y hasta 1598, para el de la familia de Felipe II, podríamos concluir que el sepulcro de nuestro capitán sólo pudo llevarse a cabo posteriormente a esas fechas, después de la muerte de Juan de Bolaños cuando el modelo escurialense se comenzase a extender por España. En el caso de Béjar, tal forma de enterramiento tuvo un predicamento especial, pues se puede hacer referencia a la existencia de al menos cuatro de este tipo. Dos se conservan: el sepulcro del canónigo Bartolomé López Dávila en la iglesia de san Juan Bautista y el del contador mayor del duque de Béjar, Juan Núñez Burgalés, en la del Salvador[1]. Dos han desaparecido: el de nuestro capitán, Juan de Bolaños, en la del Salvador, y el de Pedro Fernández de Castañares, cura de santa María la Mayor, en dicha iglesia[2]


 Iglesia de El Salvador (Béjar)



Pero, continuemos con el testamento. A pesar de legar parte de su capital económico a obras piadosas (500 ducados fueron repartidos entre varios hospitales de Madrid al igual que una cantidad no especificada se legó a la iglesia de la Compañía de Jesús), el grueso de su pecunio engrosó la capellanía que se había de fundar en la iglesia de El Salvador de Béjar.Del remanente de todos mis bienes muebles (...) instituyo y dexo por heredera de todos ellos a mi Anima y que para ella y por las Animas de mis Padres y difuntos se funde una capellania en la Villa de Bexar en la Yglesia de San Salbador que es en la plaza de dicha Villa (...) y se digan cuatro misas cada semana a saber los Domingos y martes y Jueves y Sabado de la fiesta o feria que cayere con conmemoración de difuntos y que estas se digan a las diez horas (...)”.

 Ejemplo de testamento del siglo XVI


Las capellanías se basaban en la cesión de bienes, ya sean propiedades y réditos de tierras como de dinero, con el fin de celebrar de misas para la salvación de las almas difuntas. El sustento debía de ser amplio económicamente hablando, pues se hacía preciso mantener un capellán con un sueldo, además del pago de cera para velas, pan, y vino para las misas. Cada capellanía se regía por un poseedor, propietario o patrón, cargo que conllevaba su administración económica. En la mayoría de los casos los finados estipulaban que ambos cargos, patrón y capellán, se mantuviesen dentro de la familia. Así no era extraño que alguno de los miembros varones de linajes nobiliarios, desde su más tierna infancia, fuera destinado al clero para regentar el cargo de una capellanía fundada por un antepasado o familiar. 

 
 Colegio de San Antonio de Portacoeli (Sigüenza, Guadalajara)


Juan de Bolaños nombró como primer poseedor de la capellanía a su sobrino Nicolás de Bolaños, doctor eclesiástico en 1585 y colegial del Colegio de San Antonio de Portacoeli de Sigüenza, aquél que se presenta ante el alcalde para abrir el testamento. En sus manos estaba el difícil encargo de nombrar patrón de la capellanía, dentro de la familia Bolaños, y establecer los estatutos de la institución religiosa fundada. Uno de ellos decía que “el Patron no sea descendiente de Moros ni Judios ni castigados por el caso de Ynquisicion en el santo oficio ni infame y si fuese varon de mas del susodicho sea hijodalgo (...) no sea loco ni mentecato sino persona de buen juicio (...) debe residir en la Villa de Bejar y tener en ella Casa y familia(...) ser persona Noble que no tenga oficio vajo ni mecanico” . Además en el caso de que el cargo recayese en una mujer lo anterior se exigía al marido.  



 Batalla de Lepanto


            Los bienes destinados a mantener la capellanía procedían del resto de remanente una vez sufragadas las mandas pías y los legados a familiares, y que tales  bienes los tenía el capitán y general en “el Banco de Juan Ortega de la Torre y Compañia 13.800 reales y en el Banco de Antonio Blazquez 1.010 reales” y que un tal Josepe Fenollet “que esta en Oran” le debía 2.200 reales castellanos por un préstamo que le hizo en 1582. Asimismo el capitán Cristóbal de Cáceres, alcalde de Mahón, debía reintegrarle 375 reales que le costó su rescate estando ambos en Argel. No olvidemos que estamos en una época en que era un hecho frecuente que piratas berberiscos atacaran naves españolas en el Mediterráneo, haciendo prisioneros a sus tripulantes y exigiendo rescates millonarios. Cervantes fue uno de estos cautivos. Quién sabe si no coincidió en algún momento con nuestro capitán...

Continuará




[1] CASCÓN MATAS, M. C.: El Contador Mayor Juan Núñez Burgalés de Prado y el Canónigo Bartolomé López Dávila. Béjar en Madrid, nº 4537 y 4538. 27 de febrero y 6 de marzo de 2009.

[2] CASCON MATAS, M. C.: Personajes bejaranos de la Edad Moderna: el Licenciado Castañares y la lucha por la preeminencia. Béjar en Madrid nºs 4451 y 4452. Julio del 2007.

13 comentarios:

  1. Curioso eso de dejar por heredera "a su Anima". En cierto modo es como si uno se dejase la herencia a sí mismo. No suena muy desprendido. Desde luego, estaba lo del más allá tan bien organizado como si hubieran sido antiguos egipcios.
    Ahora bien, imagino que toparían con algunas dificultades a la hora de encontrar a alguien que "no sea tonto ni mentecato, sino persona de buen juicio".

    Tal vez madame nos contará un día alguna de esas fascinantes historias de cautivos de los piratas berberiscos?

    Buenas noches

    Bisous

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  2. La historia testamentaria está llena de casos muy diversos y caprichosos. En el fondo de todo se esconde esa resistencia natural del hombre a no abandonar lo conocido, aunque la promesa de futuro sea de más calidad y eterna.
    Besos.

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  3. El testamento era una forma de expiar los pecados, con vistas al más allá. La fortuna no le iba a servir después de la muerte.

    Muy buenas noche amiga.

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  4. Un caso raro pero quizás corriente en aquellos tiempos, aunque el testamento implicaba una tarea laboriosa e exigente.
    Un abrazo

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  5. Me ha encantado lo de: "no sea loco ni mentecato sino persona de buen juicio"... jaja, resulta curioso leerlo hoy en día. Un saludo!

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  6. Por lo menos, gracias a Requena, contamos con una fotografía ya que, con incendio o sin él, la estatua orante desapareció. Un saludo,

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  7. RESULTA ASOMBROSA LA FORMA DE LEGAR LOS BIENES, UN TESTAMENTO ES ALGO TAN ESPECIAL PARA CADA PERSONA QUE A VECES, COMO EN ESTE CASO, SORPRENDE Y MUCHO.

    GRACIAS POR ENTREGARNOS TANTA HISTORIA PARA ENRIQUECER LA CULTURA DE QUIENES PASAN POR ESTE PRECIOSO SITIO. UN BESO ENORME.

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  8. Hola Carmen:

    Me ha parecido un tanto peculiar el testamento...Sin embargo, no está todo escrito en esto de los testamentos...

    Siempre me sorprendes con estas historias de Bejar

    Besos

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  9. Leyendo tu entrada confirmo que legar los bienes para que sean empleados en misas para la salvación del alma propia y la de los suyos, había sido una constante durante siglos. Pero sé que aunque en la actualidad sigan donándose bienes para obras benéficas, Cáritas, etc., lo de procurar la salvación del alma parece que ya no importa tanto, porque hoy no es corriente dejar una dotación para ese fin. Antonio Gaudí sí debía creer en la vida eterna, ya que dejó dispuestas unas pequeñas rentas para tales misas por las almas de su familia en Reus y Riudoms.

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  10. Interesante ese deseo de comprar la salvación o por lo menos acortar el tiempo de purgatorio a base de dinero. Siempre el hombre desea comprar aquello que no logra por su propio comportamiento.
    Como siempre una historia interesante y llena de enseñanzas.
    Un abrazo.

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  11. Anda que no miraban para nombrar patrón...
    Por la época que cuentas, casi seguro que conoció a Don Miguel:))
    Buen fin de semana.
    Un beso.

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  12. Querida Carmen, tanta precaución me hace pensar en "cuántas albardas para tan corto viaje"; no cabe duda que el humano deseo de dotar al alma de la mejor situación posible en la Otra Vida, empuja a buscar cualquier tipo de viático.
    Mil bicos, cara amica.

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  13. Hola Carmen,
    has escrito otro sensacional documento sobre una epoca mas inocente, mas espiritual a la vez que dura, dificil y muy romantica.
    Bune fin de semana.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.