Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2012, pp. 53-59.
IV. Un regalo para los bejaranos
(1850)
En
1850, y en la cúspide de su carrera (era entonces Director General del
Tesoro), José Sánchez Ocaña quiere hacer un regalo a Béjar, su ciudad de nacimiento.
Dada su cercanía a la reina y siendo diputado por Salamanca, realiza las
gestiones pertinentes para que se le otorgue el título de Ciudad. ¿Orgullo?
¿Vergüenza de que su lugar de origen sólo fuese una pequeña, aunque
industriosa, villa al sur de Salamanca?
Plano de Béjar de Francisco Coello (1867).
Extraído de wikipedia
Una respuesta al dilema nos la ofrece
el progresista Juan Muñoz Peña en su libro Béjar, reseña al vapor de sus hechos
políticos pasados y presentes, 1868 [1].
Su opinión no tiene desperdicio y, aunque no se dan nombres, las
pistas que nos ofrece se dirigen certeramente hacia Sánchez Ocaña y al poder que éste había ido acumulando por obra y gracia del sistema caciquil.
«Cierto es que del año 43 al 52,
en que yo regresé de Madrid, siempre estuvo apegada (Béjar) a ciertos hombres del
moderantismo, sin que en las elecciones para Diputados a Cortes hubiera aquel
calor que años atrás por sacar los de ideas progresistas, siendo reemplazado
por el indiferentismo más absoluto; así es que en todo este tiempo tuvieron
siempre su candidato moderado, que ocupando luego altos puestos en la
gobernación del Estado, parecía que los destinos de la Nación eran solo
patrimonio de su familia, declinando Béjar de lo que había sido, ingiriéndose
un materialismo tan repugnante, que hacía temer por las ideas liberales de sus
hijos. Para mas adormecerla se la dio el título de Ciudad, con lo que se la
quiso elevar al rango de Aristócrata» [2].
Matasellos de Béjar (1850)
En
sesión del consistorio de 4 de enero consta que “habiendose ofrecido a esta Corporacion la
probabilidad de conseguir de S. M. la real gracia de que esta noble, leal y
antigua Villa reciba el dictado de Ciudad que merece ya en población y el
renombre de su industria fabril de lanas, después el Ayuntamiento que para
resolver si esta pretensión es o no conveniente al común de vecinos, se
conozcan a un numero igual de mejores contribuyentes. Habiendo verificado con
la devida antelación y puesto en discusión esta asunto se acordó por unanimidad
hacer la solicitud mencionada y dar mas expresivas gracias al Exmo. Sr. Don
Jose Sanchez de Ocaña, Subsecretario del Ministerio de Hacienda y recientemente
Director General del Tesoro, que generosamente ha hecho al Ayuntamiento el
obsequio esta población de su naturaleza” [3].
José Sánchez Ocaña consiguió el título de Ciudad para Béjar seguramente con la complicidad de su buen amigo Juan Bravo Murillo (en la imagen), Ministro de Hacienda y posteriormente Presidente del Consejo de Ministros
Dos versiones de un mismo hecho: la primera progresista, la segunda moderada. En
todo caso se trata de la voluntad de un solo hombre y no de los representantes
de la población. El 27 de mayo de ese año Béjar consigue de mano de Isabel II
el título de Ciudad (seguramente gracias a la intercesión de su amigo Bravo
Murillo, entonces Ministro de Hacienda, ante el general Narváez, y con posterioridad presidente del
Consejo de Ministros) y la noticia llega el 4 de junio. Diez días más tarde, el
consistorio se reúne para concretar los regocijos y festividades emplazados para
el 17 y 18 [4].
Mariano Miguel de Reinoso, ministro de Fomento,
quien concedió a Béjar el permiso para fundar una Escuela Industrial en 1852
Lienzo de la Sala de Concejales del Ayuntamiento de Béjar
Garci-Mar apunta la hipótesis de que don José hubiese terciado en la fundación de la
Escuela Industrial de Béjar en 1852 dada su amistad con el Ministro de Fomento
de entonces, Miguel de Reynoso. Sin embargo, y a pesar de las pruebas que
existen de la camaradería entre ambos, no existen pruebas de una implicación
directa de Sánchez Ocaña en este asunto, aunque pudo intervenir indirectamente
para que se hiciese posible. En todo caso la aprobación se hizo durante el mandato como Presidente del Consejo de Ministros de Bravo Murillo, a quien tenemos de nuevo en el ojo del huracán en las peticiones de José Sánchez Ocaña ante Reinoso, como antes había procedido ante Isabel II.
Continuará
[1] MUÑOZ PEÑA, J.: Béjar, reseña al vapor de sus hechos
políticos pasados y presentes, 1868. Salamanca, 1868.
[2] Ibídem, pp. 10 y
11.
[3] A.M.B.: Libro de actas de sesiones de 1850. Acta de sesión de 4 de enero (Sign.
1621, f. 4.)
[4] A.M.B.: Libro de actas de sesiones de 1850. Acta de sesión de 14 de Junio (Sign. 1621, f. 38 v.)
¡Y es que nunca llueve a gusto de todos!
ResponderEliminarSaludos
No apuntaban mal los tiros de don Juan Muñoz Peña pues, aún hoy día, somos muchos los bejaranos que presumimos de ese título de ciudad, así como los tan rimbombantes que lo preceden, tratando posiblemente de ocultar nuestra cruda realidad. Un abrazo,
ResponderEliminarBuena reflexión, Miguel. Como dice Dissortat en el anterior comentario nunca llueve a gusto de todos y es totalmente cierto. Cuando un político consigue algo siempre hay una oposición que critica la medida, pues es posible que hubiera unos intereses particulares en la consecución del título de Ciudad para Béjar. Lo que está claro es que el beneficio perdura hasta la actualidad.
EliminarUn abrazo
Me inclino más por la idea de que detrás del título había un interés por dotar el origen del político bejarano de un mayor relumbrón, puro complejo del señor Sánchez Ocaña. Y de paso, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, también algo de peloteo a sus paisanos.
ResponderEliminarUn saludo.
Sánchez Ocaña, no hay que olvidarlo, como diputado conservador por Béjar defendía los intereses de la oligarquía industrial bejarana (no en vano era un miembro de esa casta política, que diríamos ahora) y a ésta le interesaba que su población adquiriera un status diferente y de mayor esplendor que los pueblos circundantes. No en vano la villa había adquirido una importante población y era el motor económico de su área, casi a la par que una Salamanca todavía inmersa en la agricultura.
EliminarSaludos
Pues la pequeña villa ya había demostrado sobradamente su importancia mucho antes de convertirse en ciudad, como bien nos ha venido explicando usted en sus artículos. Pero precisamente por ello bien merecía el regalo.
ResponderEliminarFeliz tarde, madame
Bisous
La pequeña villa contaba, según Madoz, con 300 fábricas en su mayor parte pequeñas, pero fábricas al fin y al cabo. No había otra población en el entorno que se le pudiera comparar en mano de obra inmigrante, desarrollo económico y esplendor (por entonces y unas décadas después, se construía el Teatro Cervantes, se fundaba el Casino de Obreros, la residencia Buen Pastor, la escuela Industrial, se intentaba traer el ferrocarril). La burguesía ansiaba tener una ciudad digna a sus aspiraciones y status.
EliminarUn beso
Hola Carmen:
ResponderEliminarComo dice Cayetano, algo había detrás del título.
Independientemente de títulos, Béjar ha demostrado con creces lo importante que ha sido para el desarrollo social y contemporáneo de España.
Besos
No me parece descabellada la idea de dotar en su momento a la villa el título de ciudad(...): pues, tenía un gran volumen de gente y sobre todo una industria lanar que en esos tiempos era un prestigio para el lugar.-También era una forma de curarse en vanidades pues quien no lo es, con esos cargos otorgados a dedo y siempre de los de su misma condición.
ResponderEliminarNos leemos Carmen muy interesante esta crónica.
Besos feliz día de San Juan.
Una industria floreciente, población suficiente y una burguesía con aires de grandeza. Esas pueden ser las tres claves de la consecución del título de Ciudad, más allá de las artes y el orgullo de Sánchez Ocaña, es cierto.
EliminarMuchas gracias.
Un beso y lo mismo te deseo
Es un buen regalo, sea cual sea la causa por la que se otorgó, orgullo o vergüenza como tu apuntas o el intento de adormecer las ideas liberales como apunta Muñoz Peña.
ResponderEliminarUn saludo
Y el regalo nos dura hasta el día de hoy porque seguimos presumiendo de nuestro título de ciudad.
EliminarSaludos
Pues muy bien que hizo ese señor, por su ciudad.
ResponderEliminarY que cantidad hubo de hijos Ilustres en la Ciudad de Bejar.
Y es que aún siguen. Conozco una Historiadora, llamada Carmen......
manolo
No me saques los colores, Manolo.
EliminarUn saludo a mi sevillano preferido
Proceder de alta cuna siempre ha sido un medio importante para quienes, haciendo un buen trabajo, compatible con su preparación y cariño a la tierra chica, han ostentado un poder en el que siempre se oteaba sobre sus antepasados. Siendo ciudad tendría la posibilidad de ser grande de cuna y retocar su condición de solo terrateniente rico. Sin embargo casi siempre estos personajes han sido los que han cosechado más adeptos precisamente por su capitales y posesiones. Carmen, eres un pozo sin fondo en conocimientos de paisanos y gentes que les rodearon. Te felicito.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida amiga Carmen.
En su posición Sánchez Ocaña era el único capaz de hacerlo y la verdad es que lo consiguió. Otros ni se hubieran molestado en intentarlo si iban a responderles con el fracaso.
EliminarUn abrazo fuerte
No ha habido político en la historia de España que no haya querido favorecer en cierta medida la población que lo vio crecer. Todos tenemos predilección y un cariño especial a la ciudad donde nacimos por lo que no me extrañaría que a parte de otros motivos el fundamental sea este.
ResponderEliminarBesos
http://ventanadefoto.blogspot.com.es
Pues Sánchez Ocaña no iba a ser menos. Quería cumplir con las peticiones de la burguesía industrial bejarana a la que representaba y lo consiguió con esfuerzo.
EliminarUn besazo
Interesante entrada. Y el plano es de Francisco Coello, un célebre geógrafo nacido en Jaén y de linaje giennense.
ResponderEliminarSaludos.
Hombre, un paisano de la tierra. Nos hermanamos por asuntos que ni se nos ocurrirían.
EliminarSaludos
Creo que la categoría de Ciudad dada a Béjar fue más por interés propio de Sanchez Ocaña que por su población natal.
ResponderEliminarEn todo caso, en aquella época y con esa movilidad que ofrecía ese lugar, tampoco está de más esa consideración.
Los intereses partidistas y personales siempre aparecen en esta clase de concesiones.
Abrazos y Besines.
Pero mientras favorezcan a un pueblo entero y no sólo a una persona creo que el esfuerzo está bien empleado, ¿no te parece? Lo malo es que los intereses políticos y privados se destinen sólo al beneficio propio como estamos cansados de ver a nuestro alrededor.
EliminarUn abrazote
Lo importante es lo conseguido sea como sea.
ResponderEliminarComo siempre me sorprendes por la gran historia de tu ciudad.
Un abrazo.
Indiferentismo, moderantismo, materialismo.
ResponderEliminarDará igual que la noticia sea buena para el pueblo, si proviene de una tendencia rival hay que menospreciarla por norma. Tengo la sensación de que no avanzamos mucho.
Besos, Carmen.
La política no varía, en efecto, y más si bascula entre dos únicas fuerzas políticas con los roles marcados: uno en el poder, el otro en la oposición.
EliminarUn beso
ResponderEliminarBéjar puede estar bien orgullosa por la labor de divulgación que tu estás haciendo.
· un beso
· CR · & · LMA ·
Se hace lo que se puede. Gracias y besos
EliminarOtra pincelada mas de esa maravillosa labor que estas haciendo para tu hermosopueblo.
ResponderEliminarUn beso.
Espero que el cuadro quede bonito.
EliminarSaludos
No sé si se conocerán las verdaderas razones de aquella concesión, pero se me ocurre la hipótesis simple e ingenua de que sólo fuera para favorecer a su ciudad, que lo merecía, y sin otras pretensiones. Recuerdo que en Valencia, en tiempos recientes, Fernando Abril Martorell, valenciano, y a la sazón ministro de Economía, logró para Valencia la Bolsa de Valores, reconociéndole su condición de plaza financiera.
ResponderEliminarAunque acabas de publicar nueva entrada, no quería dejar de comentar ésta tan interesante. Llevo un retraso y desorden en los comentarios que ni yo mismo me lo creo. Besos Carmen.