Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.731 (19/06/2015), p. 11.
En
1659 Bernardo Ordóñez de Lara había pasado a ejercer como tesorero de los condes de Monterrey y
como tal moraba en Salamanca, tras desempeñar el cargo de abad de los
monasterios de Fraeriz y Videferre, en el obispado de Orense, durante cinco
años.
Convento de las Agustinas de Monterrey (Salamanca)
Foto sacada de aquí
Sin embargo, nunca se desentendió de sus señores naturales y en 1660
representó de nuevo al duque de Béjar en la toma de posesión del Colegio
Agustino de San Guillermo en Salamanca, de fundación ducal [1]. La
descripción que del ceremonial se hace es cuanto menos curiosa. Recibido
Ordóñez de Lara por el prior y la totalidad de los monjes, se dirigió hacia el
altar mayor de la iglesia donde se había dispuesto un sitial. Al llegar a él, “se inco de rodillas y puso los braços en dicho sitial y aviendose
levantado se sento en la silla que esta puesta junto al dicho sitial y se
lebanto y bajo las gradas y tiro por unas argollas que están incadas en una
piçarra puesta junto a las gradas del altar mayor […] y se paseo por la dicha
capilla mayor e hiço otros actos de posesión”. No hay que olvidar que los
duques de Béjar y los condes de Monterrey eran parientes, al pertenecer ambos
linajes a la Casa
de Zúñiga y descender de Diego López de Zúñiga, hijo de Diego de Zúñiga y Juana
García de Leiva, Justicia Mayor de Castilla, camarero mayor de los reyes
Enrique III y Juan II. Asimismo el poderoso clan de los Zúñiga salmantino no
dejó de ascender en su status económico y político al matrimoniar Inés de
Zúñiga, hermana del conde de Monterrey, con el conde- duque de Olivares,
todopoderoso valido de Felipe IV [2], y a su vez Manuel de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey, con la hermana del conde-duque, Leonor de Guzmán y Acevedo.
Manuel de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey
Estatua orante del convento de Agustinas de Salamanca.
Leonor María de Guzmán y Acevedo, condesa de Monterrey
Estatua orante del convento de Agustinas de Salamanca
Fotos extraídas de aquí
Hacia 1641
sabemos que Ordóñez de Lara se encontraba en Salamanca al frente de las obras
de construcción de la iglesia del convento de Agustinas [3],
patrocinada por el conde de Monterrey, Manuel de Zúñiga y Acevedo. Ejercía como
“superintendente general de la obra” tras
la muerte de Bartolomé Márquez del Moscoso. Su trabajo consistía en concertar
los presupuestos con los maestros canteros, pintores, escultores y artistas,
supervisar los cargamentos de piedra desde distintos puntos de Salamanca, hacer
efectivos los pagos de sueldos y jornales, coordinar los trabajos y revisar a
pie de obra la correcta ejecución del proyecto. Al margen de esto, era también
administrador de la Casa
de Monterrey y siguió siéndolo a la muerte de sus patrones los condes don
Manuel y doña Leonor en 1656, y ratificado en el puesto por los nuevos señores
doña Inés de Monterrey y don Juan Domingo de Haro.
Inés de Zúñiga y Velasco, condesa-duquesa de Olivares
por Diego de Silva y Velázquez. Foto Oronoz
Una única
sombra se cierne sobre Bernardo en su labor. El 20 de diciembre de 1657, cuando
ya se habían rematado las cubiertas y la iglesia estaba casi concluida a falta
de instalarse las esculturas del crucero y presbiterio, la cúpula se vino abajo
y causó graves daños en la capilla mayor. Los trabajos se ralentizaron al ser
necesarias la retirada de los escombros y la restauración de lo dañado. Desde
1657 hasta diez años más tarde no se hizo progreso alguno. Para Bernardo
constituyó este accidente un mazazo del cual se hacía responsable sin serlo,
pues el derrumbe se debió a un error en los cálculos constructivos. Es por ello
que en su testamento legue 14.000 ducados para la reedificación de la cúpula. “Mando ael combento de nuestra señora de la Conzepçion de Agustinas
recoletas de esta çiudad catorze mill Ducados de vellon por una vez para que
los gasten en acabar la
Yglesia de dicho Combento”[4].
Altar mayor de la iglesia de las Agustinas de Monterrey de Salamanca
Foto wikipedia
Inmaculada Concepción de José de Ribera
Convento de las Agustinas de Salamanca
En sus
postreras voluntades, Ordóñez de Lara concretó la entrega de censos y dinero a
las religiosas, entre las que se encontraban su cuñada Mª Bernarda, viuda de su
hermano Fernando, y su propia hermana Paula. El peculio legado en sus postreras
voluntades sería determinante para la conclusión de las obras de la cúpula,
hecho que tuvo lugar en 1679 gracias a la labor del maestro fray Lorenzo de San
Nicolás.
Cúpula de la iglesia de la Purísima del convento de Agustinas de Monterrey (Salamanca)
Foto sacada del blog Viajar con el Arte
A la vez que
Ordóñez de Lara ejercía como administrador de los Monterrey y se hallaba
siempre a disposición de los duques de Béjar, entre septiembre de 1662 y 1669
desempeñó la tarea de administrar los caudales de la Catedral de Salamanca
como Tesorero. Experiencia no le faltaba en tal menester, como hemos visto.
Nombrado por el Cabildo Eclesiástico del que formaba parte, guardaba el tesoro
de la sacristía, el oro y la plata, los libros y bienes de la Catedral. Entre
sus cometidos se encontraba el nombramiento del sacristán y del campanero
mayor, además del aprovisionamiento de lo necesario para las misas: cera para
velas, vino e incienso [5].
Catedral de Salamanca. Foto wikipedia
Durante los
años en que ejerció como tesorero catedralicio recibió el encargo, entre otros,
de contratar y supervisar la construcción del retablo de la Virgen del Desagravio.
Dedicado a expiar los pecados ante los ataques de quienes dudaban del dogma de
que María había sido concebida sin pecado original, el asunto había suscitado
candentes debates teológicos en los ámbitos académicos. En el caso concreto de
Salamanca, un cuadro de la
Inmaculada, expuesto a la veneración en uno de los soportales
de la Plaza Mayor,
fue profanado a cuchilladas en 1664 “al
clavársele un puñal en el cuello y borrarse del marco las frases tota pulcra y macula originalis[6]".
Fueron numerosos los
actos de desagravio ante tan graves hechos y el Cabildo Eclesiástico resolvió
que se prohibiera terminantemente la exhibición de imágenes y lienzos
religiosos por las calles para evitar desmanes y profanaciones. Asimismo, se
decidió trasladar el atacado lienzo de la Inmaculada a la Catedral Nueva para
que allí se venerase, encargando a Ordóñez de Lara que ejecutase por 1.000
ducados un retablo para mostrarlo en devoción.
Altar de la Virgen del Desagravio. Catedral de Salamanca
Continuará
[1] El
colegio de San Guillermo fue fundado por la duquesa doña María de Zúñiga (-
1533) y desde sus mismos inicios se entabló entre el prior y monjes del mismo y
la Casa Ducal un largo pleito económico que duraría al menos un par de siglos.
MUÑOZ DOMÍNGUEZ, José: “Naturaleza versus artificio. El monte, `El Bosque´ y
otros jardines bejaranos del siglo XVI” en DOMÍNGUEZ GARRIDO, Urbano y MUÑOZ
DOMÍNGUEZ, José (coords): “El Bosque” de
Béjar y las Villas de Recreo del Renacimiento. Actas de las II Jornadas.
Béjar (1997), pp. 56 y 57. El poder está firmado en Béjar el 13 de agosto de
1660 ante el escribano Diego González. Carta
de poder otorgada por Juan Manuel López de Zúñiga Mendoza Sotomayor, [IX] duque
de Béjar a favor de Bernardo Ordóñez de Lara, para que en su nombre pueda tomar
posesión de las propiedades civiles y eclesiásticas que le corresponden como
sucesor en el mayorazgo de Béjar (Salamanca). AHN. Sección Nobleza, OSUNA,
C.309, D.30-7.
[2] Sobre
los Monterrey consultar ÁLVAREZ VILLAR, Julián: El mecenazgo de los Monterrey. La Gaceta Regional. Salamanca, 2001.
[3] MADRUGA
REAL, Ángela: Arquitectura Barroca
Salmantina. Las agustinas de
Monterrey. Salamanca: CES, 1983.
[4] Archivo
de la Catedral de Salamanca (a partir de ahora ACS): Memoria del tesorero
Ordoñez de Lara. Cj 51 lg. 1 nº 1.
[5] CASAS
HERNÁNDEZ, Mariano: “Un templo y una ciudad. Aproximación a la historia de la
Catedral y el Cabildo” en PAYO HERNANZ, René Jesús y BERRIOCHOA SÁNCHEZ-
MORENO, Valentín (coords): La catedral de
Salamanca. Nueve siglos de Historia y Arte. Salamanca, 2012, p. 72.
[6] PAYO
HERNANZ, René Jesús, y CASAS HERNÁNDEZ, Mariano: “Nuevas imágenes para nuevos
tiempos. La escultura y la pintura de la Catedral en los siglos XVI al XVIII”
en PAYO HERNANZ, René Jesús y BERRIOCHOA SÁNCHEZ- MORENO, Valentín (coords): La catedral de Salamanca… ob. cit., p.
405.
Una vida ligada a las dos ramas principales de los Zúñiga, la de Béjar y la de Monterrey, esta última al alza gracias a la influencia del todopoderoso Conde-Duque de Olivares. Una personalidad muy interesante, gracias por descubrínosla :) Un beso
ResponderEliminarPor desgracia para todos, pero sobre todo para posibles accidentados y para los responsables de las obras, no eran escasos antiguamente los derrumbes que se producían en las iglesias sobre todo al ser rematadas con cúpulas y bóvedas, debido a errores en los cálculos, a negligencias o a deficiencia de los materiales empleados. En este caso, el máximo responsable supo estar a la altura, cosa que le honra.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces, el problema principal y es el más frecuente, que el piso no esta bien cimentado y fijado en zonas donde suele haber mucha humedad y cuesta mucho secar los materiales: era muy frecuente esos accidentes o que se inclinase unos cuantos grados, y eso es suficiente motivo para que haya un derrumbe.Pero se nota que el buen hombre era una persona comprometida y fiel a sus principios.
ResponderEliminarUn abrazo te pido disculpas por la tardanza.
De problemas siempre surgen pero no obstante la devoción era tan fuerte que todo se hace reemplazable.
ResponderEliminarLa iglesia de las Agustinas de Monterrey es toda una preciosidad, sobre todo el retablo.
Un abrazo
Muy loable que don Bernardo dejase esa sustancial cantidad de dineros para la reconstrucción de la bóveda.
ResponderEliminarSaludos
No cabe duda de que era un hombre con un gran sentido de la responsabilidad, una condición ésta propia de quien se sentía un hombre de bien y un caballero. Difícil encontrar hoy en día a alguien que se responsabilice de los errores ajenos tan solo porque tenía encomendada la labor de superintendente de un determinado proyecto.
ResponderEliminarSaludos Carmen
Un hombre que a lo largo de su vida ha desempeñado cantidad de cargos, valía para todo.
ResponderEliminarEl que le hayan hecho responsable de vigilar los avances de la construcción y estar supervisando los trabajos a pie de obra, es la labor que hoy hacen entre arquitectos y aparejadores.
Me imagino el gran disgusto que se habría llevado cuando se derrumbó la cúpula de la iglesia del convento de las Agustinas.
Cambiando de tema y contestando a tu comentario:
Al quiche también se le llama tarta salada.
Cariños y buena semana.
kasioles
Tu aclaración da idea del poco conocimiento que tengo de los asuntos gastronómicos, más allá de la ingesta de alimentos a poder ser de buena cocina...
EliminarMuchas gracias, amiga.
Un saludo
Hola Carmen: Pienso que ha sido humilde cuando aceptó una responsabilidad que no era suya. Muy loable decisión.
ResponderEliminarLa bóveda es simplemente hermosa
Besos
Es rara la ocasión en que pase por Salamanca sin acercarme a visitar la Inmaculada Concepción de Ribera; es una costumbre que adopté cuando era apenas un adolescente y que aún conservo. No es una cuestión religiosa, es que el cuadro me atrae.
ResponderEliminarUn abrazo,
Desde luego este hombre fue útil para todo, llevando las cuentas y supervisando obras.
ResponderEliminarLo de la cúpula esos fallos de cálculos se producían antes y ahora también pasan con en teoría mas medios para calcular.
Saludos.
Qué virulentas manifestaciones, a cuchilladas y todo, la disconformidad con la Purísima Concepción de la Virgen María. Por cierto recuerdo bien es Inmaculada de Ribera de convento de la Purísisma, porque es pura delicia su contemplación. Estuve un buen rato sentado mirándolo el cuadro.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué joya! Y me refiero tanto a la labor documental como a lo que se aprecia en las fotografías. El Altar de la Iglesia de las Agustinas me parece impresionante. Qué gran trabajo has hecho Carmen. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
ResponderEliminarValioso artículo este en todo sentido, que se agradece. La Inmaculada fue pintada por Ribera por encargo del conde Manuel de Zúñiga cuando fue virrey de Nápoles. Era "concepcionista" y se adelantó tres siglos a la declaración del dogma al conseguir del papa una declaración por escrito al respecto. Creo que se encuentra en el AHN. Desde el punto de vista del arte comparto la admiración por el cuadro. Desde Chile con afecto, Jorge Zúñiga Rodríguez.
ResponderEliminarprecioso reportage y muy interesante. Un saludo
ResponderEliminarNunca he visitado Salamanca Carmen, pero mirando las fotografías, será cuestión de plantearse hacerlo, la catedral es imponente. Gracias por traernos tanto conocimiento.
ResponderEliminarUn abrazo.