Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2015, pp. 64-69.
Los
ideales políticos de Gabriel Herrera, por lo que deducimos, no debían de ser
exaltados, pues hubiera sido depurado durante la Década Ominosa. Buena prueba de
ello es que en 1824 se le propuso para corregidor de Medinaceli (Soria), no sin
antes exigir por parte del jefe político de la provincia un informe al Ayuntamiento
de Béjar de lealtad al rey y a la patria del beneficiado. El consistorio bejarano
envió las siguientes líneas: “Don Gabriel
Herrera, Juez de Primera Instancia de Ciudad Rodrigo, Voluntario Nacional en
Béjar, graduado de Doctor y alumno de Salamanca en tiempo del gobierno
revolucionario, exaltado por el horrendo sistema, impío e irreligionario, uno
de los hijos de Maldonado y Padilla, si bien no es masón, como se supone”. Y
se añade “en Béjar, en Ciudad Rodrigo y
en todas partes los hay que confirman lo mismo”.
Muchos liberales fueron fusilados tras el Trienio Liberal.
"Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros", de Gisbert
Por estas fechas el Ayuntamiento
de Béjar estaba redactando una lista de sospechosos de simpatizar con el liberalismo a
fin de mantenerlos controlados en caso de revueltas o traiciones al sistema. Y
en él se incluyen a Gabriel Herrera, definido como constitucional, a su padre Sebastián de Herrera y a sus hermanos
José y Felipe[1]. Ante
tales informes negativos hacia su persona su candidatura poseía escasas
posibilidades de progreso en aquel régimen absolutista, empero ocurre lo
contrario: es nombrado corregidor de Medinaceli entre 1824 y 1831. Los motivos
que llevarían a las autoridades políticas a confiar en una persona
declaradamente liberal pudieron ser dos: por un lado, el acercamiento
inevitable de Fernando VII hacia los liberales al ver peligrar el futuro
reinado de su hija Isabel frente a las opciones ultramontanas de su hermano
Carlos María Isidro, conflicto que estallaría en forma de tres guerras civiles
(guerras carlistas); y, por otro, la valía de un Gabriel Herrera que moderó sus
convicciones ideológicas de manera progresiva para escalar puestos dentro del
funcionariado.
Fernando VII
La
Chancillería de Valladolid, institución de la que formó parte
a partir de 1826, informaba de que disponía de “buena diligencia en el desempeño de su corregimiento que sirve para
mejorar la administración pública en todos los ramos” e incluso que había
logrado atajar con eficacia una rebelión producida en agosto de ese mismo año[2].
Su movilidad no deja de asombrarnos. En 1831 se trasladó
como corregidor a Loja (Granada)[3]
y cuatro años más tarde a Ciudad Real como alcalde mayor, en un momento en que
el panorama político español se había transformado por completo. Fallecido
Fernando VII, la reina niña Isabel II y su madre y regente Mª Cristina de
Borbón, ante el estallido de la guerra carlista, habían sido obligadas por la
situación de inestabilidad a apoyarse los liberales moderados al cual se había
adscrito Gabriel Herrera por el atemperamiento de su ideología. Es por ello por
lo que su carrera judicial va a verse catapultada, entrando poco a poco en la
alta política. Con 38 años y una vida dedicada al estado, Herrera disponía de escaso
tiempo para encontrar a una mujer con la que compartir su vida y acabaría sus
días soltero. Mientras su ascenso en la carrera judicial parecía consolidado,
su amigo y paisano José Sánchez Ocaña, a la par que colega de estudios y de
ideología, hacía lo propio en la suya.
Retrato de José Sánchez Ocaña. Ayuntamiento de Béjar. Autor desconocido
En efecto, tras un breve paso por la Audiencia de Oviedo[4]
y una vez que concluyó el Bienio Progresista, en 1837 fue elegido diputado dentro
del partido moderado por la circunscripción de Salamanca[5],
gracias a un sistema de sufragio censitario en el que más valían las
recomendaciones que la voluntad de un pueblo cuya libertad se hallaba coartada
por un sistema que sólo se abría por medio de la conspiración y del golpe de
estado. Ese es el panorama que se desplegaba ante los ojos de Herrera a su
llegada a Madrid, lugar de residencia de José Sánchez Ocaña. Ambos se
alzaron en representantes de los intereses pañeros bejaranos en Madrid ante los
gobiernos moderados, exaltados defensores del orden y la autoridad, de la
jerarquía católica y del sufragio censitario, mientras que otros paisanos
desplegaban sus dotes en pro del liberalismo progresista[6].
Los votos de los fabricantes los auparon y ellos trabajaron con acierto en bien
de la alta burguesía conservadora y la economía textil[7],
además de en beneficio propio. Su función se centró en mantener la firma de los
gobiernos plasmada en las contratas bejaranas de paños para el Ejército[8].
En el lenguaje del momento podríamos definirles como los caciques de Béjar y su
provincia, los reyes del pucherazo legítimamente establecido. De hecho a
Gabriel Herrera la historiografía actual le define como “el personaje más influyente del moderantismo provincial antes de 1854”[9],
uno de los personajes más odiados por los progresistas salmantinos.
Dibujo de Óscar Rivadeneyra del retrato de Gabriel Herrera conservado en el rectorado de la universidad de Salamanca
Los gobiernos del XIX se caracterizaban por su fugacidad,
por la inestabilidad provocada por la guerra civil que hacía sangrar el país,
por los continuos ataques de los progresistas y por la grave crisis económica
en que se sumían las arcas del estado. La estancia de Herrera en el Congreso de
los Diputados duró poco en esta ocasión (como en casi todas), aunque
continuaría ocupando el sillón de diputado por Salamanca de manera
intermitente. Cuando Gabriel se hallaba ausente de su escaño le sustituía
Sánchez Ocaña y al revés, dependiendo de los cargos que desempeñara uno u otro
y siempre que el moderantismo detentase el poder. Por ejemplo, durante la
ausencia de Herrera por su nombramiento como Jefe Político de Salamanca en 1839[10],
del que cesó por una grave revuelta en la capital charra, o al trasladarse a
Zaragoza como Magistrado de la Audiencia
Territorial de Aragón[11],
entre 1837 y 1845 copó el sillón Sánchez Ocaña. Una vez que éste dejó el
congreso al ser nombrado Director General de Contribuciones Directas, vuelve
Herrera a Madrid entre 1844 y 1846.
Continuará
[1] Archivo Municipal Béjar (AMB). Correspondencia de 24
de noviembre de 1824. Sign. 087, estudiado en CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “Los
bejaranos más peligrosos de 1824”. Béjar
en Madrid (16/01/2014), nº 4.721.
[2] AHN.
Expediente
personal del Magistrado Gabriel Herrera.
Fuente Cit.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Las entradas y salidas del escaño se registran en la
web del Congreso www.congreso.es.
[6] SERRANO GARCÍA, Rafael. “Del liberalismo censitario al
ensayo democrático del Sexenio” en ROBLEDO, Ricardo (coord.), y MARTÍN, José
Luis (dir.). Historia de Salamanca. Siglo
diecinueve. CES, 2001, p. 196.
[7] Sobre los intereses textiles de los fabricantes
bejaranos y de su representatividad parlamentaria ROS MASSANA, Rosa. La
industria textil lanera de Béjar (1680- 1850) La formación de un enclave
industrial. Junta de Castilla y León,
1999,
p. 222.
[8] Tal idea ratificada por ESTEBAN DE VEGA, Mariano.
“Política y sociedad en Béjar durante el siglo XIX” en HERNÁNDEZ DÍAZ, José Mª
y AVILÉS AMAT, Antonio (coords.) Historia
de Béjar, Vol. II. Diputación de Salamanca, Ayuntamiento de Béjar y Centro
de Estudios Bejaranos, 2013, p. 195.
[9] SERRANO GARCÍA, Rafael. “Del liberalismo censitario…”.
Ob. cit., p. 211.
[10] AHN.
Expediente
personal del Magistrado Gabriel Herrera.
Fuente Cit.
[11] ESPERABÉ ARTEAGA, Enrique: Historia
pragmática e interna de la
Universidad de Salamanca. T.II. Salamanca, 1917. Imp.
y Lib. de Francisco Núñez Izquierdo, pp. 69-72. Y AHN. Expediente personal del Magistrado
Gabriel Herrera. Fuente Cit.
Durante la dictadura franquista existía el "certificado de buena conducta", algo que unido al de penales y a la partida de bautismo, constituía el basamento sobre el que se valoraba la idoneidad y la decencia del candidato a lo que fuere oportuno, una oposición, por ejemplo. Me lo ha recordado ese informe "oficial" sobre el tal Gabriel Herrera, un liberal moderado muy atemperado por razones de supervivencia y de adaptación al medio político.
ResponderEliminarUn saludo.
D. Gabriel Herrera demostró una gran capacidad de adaptación al medio. Supo estar en el lugar oportuno y conveniente a sus intereses moderando sus ideas en función de los mismos. Veremos como acaba.
ResponderEliminarBesos Carmen
Sus inquietudes políticas le hizo viajar por el país y ocupar distintos puestos. Seguiremos la continuación de su vida a ver que suerte le deparó el final de su vida.
ResponderEliminarBesos
Como se dice en Venezuela: Era del tamaño del compromiso que se le presentaba
ResponderEliminarYa veremos como ira todo
Besos Carmen
Se ve que en aquella época controlaban a quienes tenían cargos políticos y este señor parece se adapto bien al medio.
ResponderEliminarSaludos.
Su carrera política le dio la posibilidad de viajar y a la vez de no tener tiempo para una mujer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque era un hombre joven, se ve que era astuto. Supo moderar sus convicciones ideológicas para escalar posiciones.Lo tenía claro antes el deber, que la devoción ya que nunca tuvo tiempo para formar una familia.
ResponderEliminarUn abrazo nos seguimos leyendo.
Yo desconocía a este personaje pero por lo que nos cuenta era todo un estratega en todos los sentidos.Y lo de no encontrar a una mujer es algo que no el supuso ningún problema, solo que tenía en mente otras prioridades.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen y esperaremos la continuación.
Puri
No es lugar, pero esta parte merece un largo análisis empezando por el informe, que no es precisamente una carta de recomendación.
ResponderEliminarEn síntesis, por ahora parece que Don Gabriel fue un insumergible de la política, que en alianza con su paisano Sanchez Ocaña ambos demostraron tenerle bien tomada la medida a una época donde la interinidad era la regla. Seguimos.
Un abrazo.
Por ahora, Carmen, debo reservarme mi opinión sobre el personaje a la espera de más datos. Entre tanto, sin dejar la lectura de tu blog, debo dedicarme estos días al estudio del aspecto cambiante del camaleón lagartijero y a las vicisitudes del noble arte de los sastres, auténticos especialistas en modificar y cambiar las chaquetas de los trajes para ajustarlos a las cambiantes circunstancias de las cinturas de la vida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo desde tierras americanas
Hola, acabo de conocerte , desde ya me quedo siguiendote y también tengo uno y te invito a el, besotes.
ResponderEliminarhttp://estoyentrepaginas.blogspot.com.es/
Leídas las dos entregas solo puedo decir que me resulta admirable como procesas tanta información.
un abrazo
· LMA · & · CR ·
El buen informe que llevaba de Valladolid, seguro que le ayudo al puesto. Hacián bien en controlar a los políticos. No como ahora que van a su libre albedrío.
ResponderEliminarBuenas las dor partes Carmen.
Buen domingo:))
Besos.
Esto parece "Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como". Se reparte el poder siempre entre los mismos y si hay que moderarse pues se hace con tal de no perder la poltrona.
ResponderEliminarTodo esto me suena mucho, aunque no sea exactamente igual.
Un saludo.