*Reproducimos la entrevista al escritor de "El manuscrito de fuego", Luis García Jambrina, una novela que mucho tiene que ver con Béjar como vereis. El texto está escrito por el propio Jambrina en www.zendalibros.com
Luis García Jambrina nos cuenta cómo fue el proceso de
escritura—en este making of
que os ofrecemos— de su novela El manuscrito de fuego, que salió a la
venta este martes.
La idea de escribir una novela sobre
don Francés de Zúñiga, ilustre bufón del emperador Carlos V, me asaltó
de repente una tarde en que paseaba por Béjar de la mano de José
Antonio Sánchez Paso, el principal especialista en la vida y la obra de tan
singular personaje y el más reciente editor de su famosa Crónica burlesca.
Habíamos ido allí para otra cosa, pero en un momento de nuestro recorrido mi
acompañante se detuvo delante de una fachada y me dijo: “En esta casa vivía don
Francés cuando lo asesinaron, no muy lejos de aquí”. En ella se veía una puerta
con arco de medio punto y decoración de bolas y, al parecer, se conserva
también la bodega. Después me mostró la iglesia de Santa María, donde en su día
lo enterraron; el palacio de los duques, en el que sirvió como criado durante
algunos años; la casa con el escudo de la familia que hay en la plaza Mayor; la
heredad de Navarredonda, a unos cinco kilómetros de Béjar, aguas abajo del río
Cuerpo de Hombre; y otros lugares vinculados a la memoria de Francesillo.
Naturalmente, yo ya había oído hablar antes de él con anterioridad e, incluso,
había leído su irreverente Crónica burlesca. Pero hasta esa tarde en la
que visité los mencionados lugares no sentí la llamada que me incitaba a
escribir la novela.
El caso es que, a los pocos días, le
comuniqué a mi amigo Sánchez Paso la decisión, y lo primero que hizo fue
entregarme varias cajas con toda clase de documentación sobre el personaje,
la Historia de Béjar y el mundo de los bufones. Entre los numerosos
papeles, había también material inédito; por ejemplo: una carta de don Francés,
fechada en 1531, que arroja nueva luz sobre él, pues en ella se aportan datos
importantes hasta ahora desconocidos. Con todo ello pude infiltrarme en la vida
de Francesillo, hasta familiarizarme con él, con su época, sus principales
escenarios y su oficio de bufón.
La verdad es que es muy poco lo que
sabemos con certeza acerca de su existencia, y algunas de las cosas que sobre
él han circulado no son más que rumores y leyendas, lo que, en todo caso, nos
habla de la gran popularidad que llegó a alcanzar en su tiempo. Esta fama se
fue luego perdiendo con el paso de los siglos, a pesar de que nunca le faltaron
valedores, como es el caso de Francisco Umbral, que lo consideraba el santo
patrón maldito de los periodistas españoles, especialmente de los cronistas
políticos y sociales, y era tal su fascinación por Francesillo que bautizó con
este nombre a varios personajes de sus novelas. Antes que él, Valle-Inclán
lo menciona entre los posibles antecedentes del esperpento.
Calle 29 de Agosto o de La Antigua
Nacido y criado en la villa bejarana,
hoy sabemos que no es cierto que fuera hijo de un sastre ni de origen converso,
como él llegó a insinuar más de una vez, sino descendiente de Íñigo de Zúñiga,
maestresala del primer duque de Béjar y uno de los doce caballeros regidores
que gobernaban Plasencia. Desde muy temprana edad, entró al servicio del
segundo duque de Béjar, don Álvaro de Zúñiga, Grande de España y caballero de
la insigne Orden del Toisón de Oro, y, en 1522, empezó a ejercer como truhan,
albardán u hombre de placer, que así era como entonces se les llamaba a los
que desempeñaban su particular oficio en la corte. De su paso por ella dejó
constancia en diversas cartas y en una célebre Crónica burlesca, donde
no deja títere con cabeza, ya que era muy hábil en el arte de zaherir y motejar,
y donde demuestra ser una persona instruida y amante de las letras.
Gracias a su extraordinario ingenio
y mordacidad y a su lengua afilada y viperina, logró amasar una considerable
fortuna y obtuvo el privilegio para poder fundar un mayorazgo en favor de su
hijo. Pero ello le granjeó también la inquina y enemistad de muchos de los
nobles y poderosos que fueron objeto de sus burlas e improperios y que nada
podían hacer contra él, pues gozaba del favor y la protección del emperador y
del cariño y el aprecio de la emperatriz, con la que llegó a tener mucha
familiaridad. Hasta que, en 1529, Carlos V se hartó de él y lo echó de la
corte por haber proferido con demasiada insistencia un comentario mordaz
sobre su persona y la manera de tratar a algunos cortesanos. Seguramente, fue
la gota que colmó el vaso; para entonces el emperador se había vuelto muy serio
y ya no soportaba ciertas verdades.
Iglesia de Santa María la Mayor
Tras su caída en desgracia, don
Francés regresó a Béjar y se puso de nuevo a las órdenes del duque, que no
tardaría en fallecer, con lo que el antiguo bufón se quedó totalmente
desprotegido y desamparado. Eso explicaría su empeño en ser nombrado alguacil
mayor de la villa, cargo con el que seguramente esperaba obtener algún tipo de
seguridad. Pero de nada le sirvió, ya que a los pocos meses fue asesinado
vilmente por unos desconocidos. Cuando varios vecinos lo llevaron a casa
malherido y agonizante, su mujer se asomó a la puerta y comenzó a preguntar
llena de inquietud: “¿Qué ruido es ese? ¿Quién anda ahí? ¿Ha pasado algo, por
el amor de Dios?” Y don Francés, con mucha ironía, le respondió: “No es nada, señora,
sino que han muerto a vuestro marido”. Una muestra más del sentido del humor
del ilustre bufón.
Pero ¿quién mató a don Francés?
No se sabe. Las pesquisas sobre el caso, si es que se hicieron, no
trascendieron. Tampoco hubo ningún detenido ni condenado por este crimen. Se
trata, pues, de un crimen sin resolver. Se ha especulado mucho, eso sí, sobre
la identidad de los homicidas o de los instigadores de su muerte. Dado que en
ese momento era alguacil mayor, cabe, en primer lugar, la posibilidad de que muriera
en acto de servicio, tratando de impedir la comisión de algún delito o de
detener a algún criminal. Asimismo, pudo acabar con él alguna persona cercana,
bien de su familia, ya que poseía muchos bienes, bien de la casa de los duques,
por algún motivo que se nos escapa, o quizás algún vecino de la villa o
alrededores con el que Francesillo tuviera algún contencioso por una cuestión
de lindes o de honor.
Localizando exteriores para la novela
en las calles de Béjar
La mayor parte de los rumores que
circularon por Castilla apuntaban más bien a algún noble o señor de la corte,
probablemente un Grande de España, o tal vez algún miembro de la jerarquía
eclesiástica. ¿Y por qué no el mismísimo emperador o alguien de su confianza?
Al fin y al cabo, don Francés había gozado de su privanza y conocía todos sus
secretos y debilidades, y muy bien pudo haber cometido algún desliz o
provocación después de ser expulsado de palacio y desterrado de la corte. Lo
cierto es que, si uno repasa el contenido de sus cartas y de la famosa Crónica
burlesca, no faltan candidatos, pues son muchos los ofendidos y agraviados
por la lengua libre y desatada de don Francés, si bien es cierto que en ningún
caso se aprecia motivo suficiente como para que alguno de ellos tuviera
necesidad de matarlo, aunque con esa gente nunca se sabía, ya que tenían un
sentido del honor muy fino y delicado. En todo caso, podía haber sido
cualquiera de los allí nombrados, por lo que lo más probable es que no fuera
ninguno.
No obstante, hay una carta —todavía
inédita— de don Francés que señala, con nombre y apellido, en una determinada
dirección. En ella le pide al emperador que le haga justicia, «como a un
labrador», por el agravio que don Pedro de Robles y otros caballeros de
su familia le habían hecho. El tal don Pedro era comendador de la Orden de San
Juan, aposentador real e hijo de don Fernando Alfonso de Robles, señor de
Valdetrigueros y Castroponce. Y de él y de su hermano se dicen ciertas lindezas
en la Crónica que no debieron de sentar nada bien a los afectados. De
ahí que quisieran vengarse.
Luis García Jambrina y Óscar Rivadeneyra delante de la casa de Don Francés
Otro posible sospechoso es el escritor
fray Antonio de Guevara, que en ese momento era obispo de Guadix y en el
pasado había sido predicador y cronista del emperador y, por lo tanto, el
principal rival de don Francés en la corte, pues los dos pugnaban por lo mismo:
el favor del emperador y, en última instancia, la gloria y la fama, solo que
cada uno lo hacía con sus propias armas y a su manera. Sin embargo, eso no lo
convierte necesariamente en un enemigo, y menos en un criminal. Es verdad que
siempre estaba clamando por la expulsión de la corte de los bufones, a los que,
entre otras cosas, llamaba «pestilentes truhanes» y «lisonjeros maliciosos e
interesados», a causa de sus bajezas, procacidades y falta de moralidad. Pero
su intención podía no ser otra que contrarrestar la privanza de don Francés,
con el fin de que aumentara la suya. Recordemos, además, que Francesillo ejerce
su oficio de loco fingido o discreto en un momento en que Erasmo de
Rotterdam acaba de publicar su Elogio de la locura y los bufones
están en entredicho, a causa de la gran influencia que ejercían sobre los
reyes.
Fray Antonio de Guevara
Por otra parte, hay algunas pistas e
indicios en este caso que conducen a la ciudad de Salamanca, no muy
lejos de Béjar, y a su célebre Universidad, de la que este año se cumple nada
menos que el VIII centenario de su nacimiento y que en aquel tiempo vivía su
época de mayor esplendor. En la misma carta en la que don Francés pedía
justicia al emperador, meses antes de su muerte, le solicitaba también licencia
para poder imprimir una recopilación de proverbios en romance que él mismo había
preparado y a los que sin duda era muy aficionado. Probablemente había
aprendido en ellos a decir con gracia las cosas más graves, que no en otra cosa
consistía el oficio de bufón o loco fingido. Y, a este respecto, hay que
recordar que la tradición le atribuye varios refranes, como aquel que dice que
Segovia tiene ocho meses de invierno y cuatro de infierno. O el que pregona que
Medina del Campo es una villa sin suelo ni cielo; sin lo primero, porque
en el invierno está cubierto con media vara de lodo; y sin lo segundo, porque
no se puede ver a causa de las continuas nieblas. Pero, de momento, la
mencionada carta es la única noticia que tenemos de la recopilación hecha por
don Francés en los últimos años de su vida, lo que ya de por sí resulta
extraño. ¿Por qué motivo el emperador no autorizaría su publicación? ¿Qué fue
del manuscrito en el que se recogían los refranes?
Fachada de la Universidad de Salamanca
El proceso de escritura de El
manuscrito de fuego ha sido muy parecido al de una investigación policial.
El encargado de llevarla a cabo, en el mundo de la ficción, es Fernando de
Rojas, autor de La Celestina y protagonista de El
manuscrito de piedra y El manuscrito de nieve. Se trata de un
Rojas ya crepuscular, pues tiene cerca de sesenta años y las facultades muy
mermadas, vive retirado del mundo en Talavera de la Reina y se ha vuelto muy
escéptico con respecto a los seres humanos. Pero no le quedará más remedio que
aceptar el caso, aunque sea a regañadientes. Para resolverlo, contará con el
testimonio y el punto de vista de numerosas personas que tuvieron relación con
Francesillo, desde la emperatriz Isabel de Portugal y la duquesa de Béjar
hasta el doctor Villalobos y el también bufón Perico de Ayala, así como con
la inestimable colaboración de un estudiante llamado Alonso.
Este último personaje surgió por
necesidades de la trama, ya que Rojas precisaba un ayudante. Pero pronto
acabará viendo en él un reflejo de su añorada juventud. También me ha servido
para continuar el juego literario iniciado en los dos primeros “manuscritos”. A
petición de Rojas, será el encargado de recoger por escrito sus aventuras,
empezando por El manuscrito de fuego. En el epílogo de la novela, queda
abierta, además, la posibilidad de que haya nuevos “manuscritos” en los que se
narren casos anteriores de Fernando de Rojas. El apellido de Alonso explicaría
también la razón de que, siglos después, yo pueda dar a conocer todas estas
historias y aventuras.
La primera parada será en Medina del
Campo, donde por entonces estaba la corte y se encontraba la emperatriz Isabel
de Portugal, que ejerce como reina y gobernadora de Castilla, en ausencia de su
marido Carlos V, más preocupado por el Imperio que quiere construir que por las
cosas de acá. Después irá a Béjar, donde realizará importantes hallazgos, y,
por último, a Salamanca, de la que lleva ausente mucho tiempo, donde deberá
enfrentarse con algunos fantasmas de su pasado. En el curso de la
investigación, vamos conociendo la compleja y contradictoria personalidad de
don Francés y su agitada y complicada vida. También nos enfrentaremos con
algunos enigmas, como aquellos que esconde la célebre fachada plateresca de
la Universidad de Salamanca.
Naturalmente, no es mi pretensión
ofrecer la verdad jurídica o policial del caso, ni mucho menos la verdad
histórica o científica de los hechos, ya que de ningún modo es posible
determinarlas, debido a la ausencia de pruebas y de la documentación
pertinente, sino lo que podríamos denominar la verdad poética, una verdad
acorde con los datos conocidos y coherente con el relato de su vida y con su
condición de bufón y hombre de letras. Más que aclarar su muerte, mi intención
ha sido rescatar a Francesillo del olvido y convertirlo en un símbolo de
todos los que intentan ser libres y contar la verdad, por muy molesta que
sea para los poderosos, sin importarles las consecuencias que ello les pueda
ocasionar.
En esta novela, he pretendido
rescatar del olvido a don Francés de Zúñiga, sobre el que se dan a conocer
ignorados aspectos y facetas de su peculiar vida y se ponen en tela de juicio
algunas leyendas que sobre él han circulado a lo largo de los siglos.
Francesillo ejerce, además, su oficio de loco fingido u hombre de placer en un
momento en que Erasmo de Rotterdam acaba de publicar su famoso Elogio de la
locura y los bufones están en entredicho. Pero El manuscrito de fuego
es también un homenaje a la Universidad de Salamanca cuando se cumple el VIII
centenario de su nacimiento, en uno de sus períodos de máximo esplendor, justo
cuando se acaba de construir su famosa fachada plateresca, de cuyo
enigmático programa iconográfico intento ofrecer una nueva y osada
interpretación, concorde con la trama de la novela y el contexto político
de entonces. Son años en los que las heridas abiertas en Castilla por la guerra
de las Comunidades todavía no se han cerrado y el Estudio salmantino se debate
entre su tradicional dependencia del papado y los intentos de control por parte
del emperador. La fachada rica del Estudio es una obra maestra de la ironía y
la ambigüedad, y lo que yo he hecho es darle una vuelta de tuerca más en ese
sentido.
En resumidas cuentas, El
manuscrito de fuego es un animado tapiz tejido con los hilos de la
Historia, la literatura, el misterio, la aventura y la intriga.
Sinopsis de El manuscrito de
fuego, de Luis García Jambrina
Béjar, 2 de febrero de 1532. Don
Francés de Zúñiga, antiguo bufón del emperador Carlos V, es
acuchillado en plena noche por varios desconocidos. La emperatriz le encarga
las pesquisas del caso a Fernando de Rojas, que está cerca de cumplir sesenta
años. A través de su investigación, iremos conociendo la vida del controvertido
e irreverente Don Francés, así como los entresijos de una época tan fascinante como
escandalosa. Para resolver este caso, Rojas contará con la ayuda de Alonso, un joven
estudiante; con él tendrá que enfrentarse a numerosos obstáculos y a diversos
retos, como el de buscar un manuscrito muy misterioso o intentar descifrar una
de las obras más enigmáticas del arte y la arquitectura europeas: la fachada
de la Universidad de Salamanca.
Mucha suerte y larga andadura a la novela.
ResponderEliminarSaludos, Carmen.
Mientras leía me parecía estar entre los muros de palacio escuchando a Francesillo con sus burlescas palabras, la respuesta que dio a su esposa cuando lo llevaron herido de muerte es del más refinado humor.
ResponderEliminarBesos de Espíritu Sin Nombre.
La novela con personajes históricos, intrigas y misterios se intuye interesante. Espero que tenga suerte.
ResponderEliminarUn beso Carmen
La novela historiada suele tener muy buena acogida.Y si encima tiene esas pincelas de buen humor miel sobre hojuelas.
ResponderEliminar¡Mucha suerte y vamos a intentar hacernos con un tomo!
Besos.
Aquí hay argumento para una novela de intriga...el tema es bastante interesante.
ResponderEliminarBesos
Una gran aventura de interés y a la vez de mucho trabajo con tanta lectura y rebuscar entre esta caja llena de buena información, suerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Habrá que leerlo Carmen. Leí El de piedra, y El de nieve y me gustó recorrer las calles de Salamanca en los libros.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Besos.
Una novela que habrá que leer. Ls novelas históricas son mis favoritas y esta seguro que no decepciona.
ResponderEliminarBesos
Pues, en principio, parece que la novela promete. Espero leerla pronto.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmen este tipo de novelas tienen que ser muy trabajadas para documentarse y encontrar localizaciones ya que deben ajustarse lo mas posible a la realidad.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que lo mejor que podía pasar, es que este caso se quedara sin resolver de por vida, porque si no, se perdería el encanto y se dejaría entonces de escribir sobre este peculiar bufón, unas veces documentado, y otras, de forma recambolesca. Al menos es lo que yo pienso.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
Un saludo y deseo de éxito desde Chile. Acá preferimos "decidor" por bufón. Atte.,
ResponderEliminarJZR.
Interesante debe de ser la novela, tengo que localizarla y leerla, no dudo de que promete tener mucho éxito.
ResponderEliminarCon mis mejores deseos para el autor, te dejo cariños en un fuerte abrazo.
Kasioles
Don Francés de Zúñiga, Béjar, un contexto político de lo más rico…
ResponderEliminarRojas y su joven ayudante investigando por las calles de Béjar.. El supuesto ya es atractivo.
Todos los ingredientes para sumergirse en una historia de coger y no soltar.
Carmen, un abrazo y mucho éxito para el autor.
·.
ResponderEliminarMe parece admirable tanta paciencia en el proceso de investigación. Es estupendo conocer el making of de una novela, y como se fragua.
Un abrazo
· LMA · & · CR ·
Disfrutando de su entrada muy intiresante Saludos
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