1 de febrero de 2018

El atentado de la calle del Desengaño (1843). El general Narváez y Béjar (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nª 4.765 (18/11/2016), p. 6.


         Después del atentado perpetrado en la calle del Desengaño de Madrid la noche del 6 de noviembre de 1843 contra la cabeza del partido moderado, el general Ramón María de Narváez, del que salió milagrosamente ileso, el Ayuntamiento de Béjar le dirigió una larga carta de sentimiento, como hemos visto en el número anterior. Y si pensábamos que la misiva acabaría amontonada y olvidada entre rimeros de papeles en el despacho de cualquier secretario, como suele ser habitual en tales casos, nos equivocamos.

        Con fecha 11 de diciembre de 1843 el Consistorio pudo leer en público el acuse de recibo a tan sentida carta de sentimiento.

El general Narváez por Vicente López Portaña

        “Capitanía General del Primer Distrito Militar
      Los votos y nobles sentimientos que esa Corporacion Municipal se sirvió a dirigirme en 20 de Noviembre con ocasión del atentado cometido contra mi existencia, son tanto mas apreciables para mi cuanto que emanan de los representantes de un Pueblo Benemerito a quien todas epocas debi pruebas irrecusables de generosa adhesion y simpatía. Tal circunstancia realza mas y mas el convencimiento de su sinceridad. Aquel hecho horroroso, indigno de pechos Españoles, era sin duda el primer paso de nuevas desventuras para el Pais. La paz, el orden publico, las instituciones, el trono mismo, era tal vez el blanco de aquellos alevosos tiros. La Providencia, empero, protegio objetos tan queridos dando asi un nuevo tiempo a los leales.
      Yo me congratulo por lo mismo con ese Ayuntamiento Constitucional y agradecido a sus bondades y a las distinciones que siembre a Béjar mereci, les ruego que reciba esta espresion sencilla de mis sentimientos y acepten la seguridad de mi afectuosa gratitud.
          Dios guarde a VVSS muchos años.
Madrid, 11 de Diciembre de 1843
Ramón Mª Narvaez (rubricado)”.


         Pero, ¿por qué esta carta de contestación, firmada de su puño y letra, al Ayuntamiento bejarano? No nos encontramos en modo alguno con la típica carta apresurada enviada a decenas de remitentes, como suele ser usual en personajes de tanta talla. Sólo se me ocurren tres explicaciones, que desarrollaré en este artículo: una relación estrecha con el moderantismo bejarano dentro del partido, un cariño especial del militar hacia la villa por la defensa del trono en 1838, y o bien un sentimiento más profundo derivado de acontecimientos pasados que se nos escapan.
José Sánchez Ocaña. Retrato conservado en el 
Ayuntamiento de Béjar

     En primer lugar, bien pudieron ser los bejaranos Gabriel Herrera Hernández-Agero[1] y José Sánchez-Ocaña[2], cabezas ambos del partido moderado en Salamanca, diputados en las Cortes y con casa en Madrid, quienes hubieran favorecido el posicionamiento declarado y oficial del Ayuntamiento de Béjar en defensa de general Narváez, cabeza visible del partido. No en vano los dos trazaron su ascensional carrera precisamente dentro del moderantismo y en el caso de Sánchez-Ocaña hay que tener en cuenta que ocupó por dos veces la cartera del Ministerio de Hacienda durante los gobiernos de Narváez. Sin embargo para que esto ocurriera habrían de transcurrir algunos años (1858 y 1868). Por más que Narváez pudiera agradecer a posteriori el apoyo que le brindaría el bando bejarano en los distintos gobiernos (que tampoco sería muy relevante), en el momento de la carta el general no había llegado a la máxima cúspide del poder.

       Y si no se explica su contestación al apoyo de los bejaranos dentro del bando moderado, bien puede ser factible que haga referencia con Pueblo Benemérito a la defensa enconada del trono de nuestra villa ante la amenaza carlista en los famosos hechos de 1838. Por aquel entonces Béjar sufrió en varias ocasiones la invasión de la partida carlista, defensora de Carlos Mª Isidro como rey de España, del general Basilio desde Extremadura y los bejaranos, hartos de las bravatas de las tropas rebeldes, decidieron armarse y luchar calle a calle y hombro con hombro junto al general Pardiñas y el Ejército realista en favor de la niña Isabel II y sus derechos al trono[3]. La valentía de nuestros paisanos bien mereció un regalo especial en forma de bandera, entregada por la mismísima reina regente Mª Cristina a la Milicia Nacional de Béjar.

Gabriel Herrera Hernández-Agero, por Óscar Rivadeneyra siguiendo un retrato conservado en el rectorado de la Universidad de Salamanca 

         Sin embargo, el cariño con el que el general Ramón Mª de Narváez se dirige al Ayuntamiento bejarano, “a quien todas épocas debi pruebas irrecusables de generosa adhesión y simpatía”, parece ahondar en algo más personal. ¿A qué se refiere con esas pruebas irrecusables?

      Y mientras tanto la labor del presidente del gobierno del momento, Salustiano Olózaga, quedaba a la altura del betún al no ser capaz la policía, bajo su mando, de identificar a los asesinos que dispararon sus trabucos contra Narvaéz en la calle del Desengaño. Sus dos ayudantes, Bermúdez de Castro y Bassetti, fueron heridos en el atentado, a resultas de lo cual el segundo acabaría muriendo. Las sospechas recayeron, cómo no, en los progresistas.

Atentado contra el general Prim en la calle del Turco de Madrid

Poco tiempo después, cuando Narváez había llegado a la presidencia del gobierno, en octubre de 1844, se frustró otro intento de atentado que, aunque tampoco llegó a efectuarse (se abortó antes de que aconteciera), se le denominó Conspiración de los Trabucos por ser de nuevo ésta el arma elegida para llevarlo a cabo. Curiosamente, el general de división Juan Prim (un militar joven de 29 años con una brillante hoja de servicios integrado en las filas progresistas) acabó salpicado por los recelos y con escasas pruebas fue juzgado por un tribunal militar. La esperada condena a muerte no llegaría y se le conmutó por el exilio. Curiosamente ese joven acabaría muriendo en otro atentado en un calle de Madrid una fría y nivosa tarde-noche de diciembre de 1870 cuando contaba con 57 años. Las armas que utilizaron los asesinos contra el entonces presidente del gobierno también fueron trabucos y después de ciento cincuenta años tampoco se sabe quiénes fueron los autores materiales del crimen.




[1] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “Gabriel Herrera, un rector de la universidad de Salamanca nacido en Béjar”. Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2015. ISSN 1889-6421.
[2] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “Pequeña biografía de un Ministro de Hacienda nacido en Béjar: José Sánchez Ocaña (1798- 1887)”. Revista Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio e Industria de Béjar, 2012. ISSN 1889-6421.
[3] ESTEBAN DE VEGA, Mariano. “Política y sociedad en Béjar durante el siglo XIX” en Historia de Béjar vol. II.

16 comentarios:

  1. Había empatía entre Béjar y Narváez por todo ese cúmulo de razones que dices que revelan la buena sintonía existente entre el militar y la localidad.
    Un saludo, Carmen.

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  2. Como bien dices, del texto de la carta se deduce que era algo más que una respuesta cortés.
    Un abrazo,

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  3. Leyendo tu texto desde esta esquina del mapa se suceden los interrogantes.
    ¿Dónde se ocultan los nombres de los que atentaron contra Prim y Narváez?
    Quien sabe si un día, entre legajos polvorientos, aparecerán.
    Buen dibujo el de Gabriel Herrera por Ribadeneyra.

    Un abrazo.

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  4. No era una respuesta habitual, sobre todo teniendo en cuenta que Narvaéz recibiría muchas cartas de sentimiento de distintos lugares. Lo más probable es que Béjar gozara de las simpatías especiales del
    General.
    Besos

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  5. Lo más seguro que hubiera un buen vínculo con el Ayuntamiento de Béjar. Eso es lo que mejor explica el hecho.

    Besos

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  6. Me quedo con tus conclusiones pues vaya a saber cual fue el motivo.
    Un feliz fin de semana.

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  7. Hola Carmen:
    Coincido con los comentaristas anteriores. Buena empatía entre Narvaéz y los bejaranos. Las cartas manuscritas, aunque no digan mucho, es su esencia la que delata a quien escribe.

    Besos

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  8. ·.
    Leídas tus dos entradas me admira tus dotes de investigación. Gracias a ti parece que Béjar es la capital del mundo ya que con buen tino siempre aportas trabajada documentación sobre la ciudad.
    Sin duda, Narváez tenía buena sintonía con Béjar.

    Un saludo

    · LMA · & · CR ·

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  9. Pues va a quedar enbuelto en el misterio la razón de responder de esa manera.
    Un saludo.

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  10. Una carta bien sentida.Que de agradecer que se le estimara hasta ese punto.

    Béjar no es indiferente a nadie gracias a tus entradas.

    Un fuerte abrazo Carmen.

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  11. Una vez leído completo, tengo que felicitarte por la narración y por la interesante documentación que aportas, seguramente nunca se sabrá quienes fueron los autores, pero, ahí queda tu buena aportación a la historia.
    Un abrazo.

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  12. Seguro recibió numerosas cartas como la de Béjar y pudo mandar una igual a todos. Pero en esta se ve bien que esta personalizada.

    Saludos.

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  13. A saber si algún sabremos quienes fueron los autores, mientras tanto seguiremos con la incógnita. Cuanto aprendemos de la interesante historia Béjar contigo Carmen. Gracias por tus aportaciones.

    Un beso de Espíritu sin Nombre.

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  14. Complicado saber qué ocurrió. Narváez era ministro de la Guerra, precisamente con el gobierno de Olózaga, quien en pocos días se vería inmerso en el escándalo de la firma de la reina, una jovencísima, en realidad niña, Isabel, a la que se dice obligó a firmar el decreto de disolución de las Cortes, preventivo le diría él para convencerla.
    Saludos.

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  15. Siempre existirán personas con gran corazón que, al sentirse arropadas por el sentimiento demostrado a raíz del atentado sufrido y al comprobar que la carta venía de un pueblo al que él tenía gran cariño,ha querido mostrar su agradecimiento con una misiva personalizada y fuera de lo rutinario en estos casos.
    Cariños.
    kasioles

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  16. Olá, Carmen!
    Sempre aprecio as tuas postagens históricas, que sempre somam no sentido de ilustrarmo-nos. Parabéns.
    Beijo.
    Pedro

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.