Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
La mayoría de
los historiadores concuerda en que la entrada del cristianismo en Navarra fue tardía,
debido a la persistencia del sincretismo entre el paganismo ancestral de los
vascones y el panteón introducido por los romanos (García Moreno, Luis A.: Algunas cuestiones de historia navarra en la
antigüedad tardía, siglos V-VIII, 1987). Por eso resulta al menos sospechoso
el término christicolae princeps (príncipe
cristiano), que el obispo Eulogio de Córdoba aplica en alguno de sus escritos a
Íñigo Arista (Ennek Aritza), primer
rey de Pamplona considerado el tronco del linaje de los duques de Béjar.
Eulogio le habría conocido en un frustrado viaje a Francia, que le hizo recalar
en la capital vascona de esos tiempos.
San Eulogio, Mezquita-Catedral de Córdoba. Commons.wikimedia.org
En torno a este
supuesto, el fervor y la imaginación medievales fueron añadiendo visiones e
intervenciones divinas con carácter de históricas, hasta que siglos más tarde
el cronista Jerónimo Zurita acuñó la expresión Cruz de Íñigo Arista para designar una figura heráldica (cruz
patada) que incluyó en sus Anales de la
corona de Aragón, 1562-1580, con el fin de probar que desde Ramiro I, hijo
del rey de Navarra Sancho III, los monarcas aragoneses descendían del rey
pamplonés.
La cruz patada
de Íñigo Arista (derecha) y la visión de la cruz sobre el árbol de Sobrarbe
(izquierda) en el escudo de Aragón
La publicación
en 1953 de Du nouveau sur le royaume de
Pampelune au Xème siècle, del historiador argelino Évariste
Lévi-Provenzal, basada en manuscritos árabes de la época reencontrados, arrojó
nuevas luces sobre la persona y el entorno de Íñigo Arista: Era hijo de vascón
y musulmana zaragozana; su hijo y su nieto, sucesores en el trono, se educaron
en la corte musulmana de Córdoba y casaron con mujeres de allí; y su
hermanastro musulmán, Musa ibn Musa, le ayudó a fundar el reino de Pamplona.
Una bisnieta suya fue madre de Abderramán III. De príncipe cristiano, nada. Incluso habría sido polígamo.
Évariste
Lévi-Provenzal y reedición de su obra
Gonzalo de
Estúñiga, uno de los once hijos de Diego-López de Estúñiga, I señor de Béjar,
hermano de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, fue primero obispo de Plasencia y
de él se dice que, aburrido de la vida
pacífica, se trasladó a Jaén para luchar contra los moros (Sánchez Loro,
Domingo: El parecer de un Deán, 1959).
En Béjar oficiaba en Santa María, elevada
a con-catedral y la única que cuenta con coro, y allí se hizo edificar un
palacio del que queda al menos la memoria. Dicen que decía misa armado, y sus hazañas
fueron celebradas en varios romances: ¡Ay,
mi Dios, que bien parece –el obispo don Gonzalo, -armado de todas armas –hasta
los pies del caballo!...; Por capitán
se lo llevan –al obispo don Gonzalo –armado de todas armas, -en un caballo
alazano; -todos se visten de verde, -el obispo azul y blanco. En Guadix le mataron el caballo e quedó a pie con la
espada en la mano, peleando e yendo adelante entre los moros fasta tanto que
fueron vencidos. Casado antes de tomar estado religioso (a sus cuatro hijos
los crió su hermana Leonor de Zúñiga), de él descienden los Ortiz de Zúñiga de
Sevilla, marqueses de Valensina y de Torreorgaz (Diego Ortiz de Zúñiga, Annales de la ciudad de Sevilla, 1677). Capturado
por los moros, habría muerto martirizado en Granada siendo enterrado en la
iglesia de Baeza. Su pendón se conserva en la catedral de Jaén.
Martirio del obispo de Jaén don Gonzalo de Estúñiga, atribuido a
Pedro de Raxis, 1610. Mezquita-Catedral de Córdoba. El-ultimo-reino.blogspot.com
Parte de esta
historia la desmitifica Francisco Vidal Castro, miembro del Grupo de
Investigación “Sociedades Árabes, Islámicas y Cristianas” de la Universidad de
Jaén, que en comentario a Un proyecto sobre
Jaén en época nazarí, 2004, editado por la Junta de Andalucía, dice lo
siguiente: En apartado específico (se) aborda el romance sobre la figura de don
Gonzalo de Estúñiga, obispo de Jaén, y su participación en 1425 en una algazara
tras la que, según el romance, el obispo habría caído en cautiverio de las fuerzas
nazaríes, si bien la investigación histórica ha demostrado que el heroísmo,
cautiverio y hasta martirio de este obispo son una invención. En nota al
pie de la página, Vidal Castro cita a
otros autores que aseguran que es falsa
la leyenda del cautiverio y martirio del obispo de Jaén don Gonzalo de Stúñiga
(sic): El obispo no fue un singular
guerrero, no triunfó en ninguna batalla digna de tal nombre, no fue amado de
sus feligreses y el año que se da de su martirio vivía tranquilamente en
Sevilla… Fue otro Estúñiga que sí cayó cautivo y fue real su prisión en Granada.
Se trata de Alonso de Estúñiga, caballero de la casa del Condestable y jefe de
la guarnición de Alcalá la Real, que fue apresado en 1435 y estuvo cautivo
hasta la tregua de 1439.
Académico
Francisco Vidal Castro, Universidad de Jaén. Diariodigital.ujaen.es
Documentos, y la
profusa cantidad de escudos Zúñiga y Pimentel (más del primero que del segundo)
grabados sobre los muros, certifican que la iglesia y el convento de Santo
Domingo de Plasencia fueron mandados a construir por Álvaro de Zúñiga, conde de
Plasencia y luego I duque de Béjar, y su segunda esposa, sobrina y ahijada
Leonor Pimentel y Zúñiga, en la segunda mitad del siglo XV. El motivo se ha
entendido tradicionalmente como agradecimiento a san Vicente Ferrer, canonizado
pocos años antes, por la milagrosa curación del hijo de Álvaro y Leonor, Juan
de Zúñiga y Pimentel, aquejado en su infancia de una grave enfermedad que
incluso le habría provocado la muerte: Nació
el año 1465, y crióse desde la infancia con premisas de mucho valor y talento.
Muy temprano le adquirieron sus padres el Maestrazgo de Alcántara, dispensada
por el Pontífice su minoridad. Y siendo niño se afirma, que muerto naturalmente
de enfermedad aguda, resucitó por milagro de San Vicente Ferrer, a quien su
madre lo encomendó votándole (ofreciéndole) un templo, que cumplió (junto)
con el Monasterio de San Vicente Ferrer (así se llamaba y hasta hoy es
conocido también) de Plasencia (Ortiz
de Zúñiga, Diego: Annales de la ciudad de
Sevilla)
Frontis del convento
San Vicente Ferrer, panoramio.com, y
púlpito del refectorio del convento, plasenciahistorica.blogspot.com, con
escudos Zúñiga y Pimentel
Sobre esto, la
catedrática de la Universidad de Sevilla, Gloria Lora Serrano, explica en su documento
titulado Consideraciones sobre la vida de
Juan de Estúñiga (sic), Maestre de
Alcántara, 2008: Una arraigada
tradición popular de la que se hacen eco entre otros fray Alonso Fernández y
fray Alonso Flores y Tapia, cuenta que siendo Juan un mozo de doce años cayó
gravemente enfermo y murió, aunque por intervención de San Vicente Ferrer
recobró la vida. La leyenda añade que en acción de gracias sus padres fundaron
el monasterio de S. Vicente, en Plasencia, regido por los padres dominicos.
Pero se trata, simplemente, de una hermosa historia porque la documentación
acerca de la fundación de S. Vicente nada dice de la enfermedad ni de la
milagrosa resurrección de Juan, como tampoco lo señala ningún otro testimonio
del archivo de la Casa, lo que sería normal dada la singularidad del suceso.
Bien al contrario, se sabe que la fundación del cenobio se debió a los deseos
de Leonor Pimentel (y Zúñiga) que,
como otros miembros de la nobleza castellana, quiso proclamar la grandeza de su
linaje con la erección de un convento en cuya iglesia ubicó el panteón familiar
donde se mandó enterrar en una sepultura que fuera acorde con su “linaje,
dignidad y estado… honrada y rica, con su bulto encima della como para tal
persona se requiere” (cita de documento en Archivo Histórico Nacional,
Sección Nobleza, Osuna, Caja 217 (1)-14, Toledo).
La académica
Gloria Lora Serrano recibiendo el premio Torre
de Ambroz 2014, otorgado por la Asociación Cultural Placentina Pedro de
Trejo. Lavozdemayorga.blogspot.com
Efectivamente en
esta iglesia, que hoy pertenece a la Caja de Extremadura y se pretende
convertir en “Museo de la Semana Santa de Plasencia”, se encuentran los restos
de Leonor Pimentel y Zúñiga, junto a los de su marido Álvaro de Zúñiga, el hijo
de ambos, Juan de Zúñiga y Pimentel, y otros miembros del linaje. El convento
anexo, por su parte, que cuenta en su estructura arquitectónica original con la
famosa Escalera al Aire, funciona ahora
como Parador Nacional de Turismo. Contiguo a la iglesia se encuentra el Palacio
del Marqués de Mirabel, nombre que le viene por haber sido residencia del
primer titular, Fadrique de Zúñiga, y de su hija y heredera María de Zúñiga. Hay
en Plasencia otros edificios, como el monasterio de la Encarnación, que por
medio del escudo grabado en los muros dan cuenta del breve señorío de cuarenta
y seis años de los Zúñiga sobre la ciudad, al que Fernando el Católico puso fin
arteramente.
Es normal ,que suceda, de tanto comentar un bulo este se convierte en leyenda. Puede que el origen fuera una enfermedad y que estuviera bastante grave y que se salvara al final de ella.
ResponderEliminarBesos
Seguramente en todas estas historias hubo alguna base y al irse contando de boca a oreja se fueron deformando y magnificando hasta llegar a resucitar a los muertos. Ahora todo eso lo tenemos bien organizado y lo llamamos fake news.
ResponderEliminarUn abrazo,
Una crónica soberbia colmada de miembros de una familia que se extiende por el mapa ibérico. De batallas y títulos, de altos miembros de la clerecía y mixturas culturales. Buena raíz para una serie histórica.
ResponderEliminarNo resulta extraño que San Vicente Ferrer obrara dicho milagro. Cuando Calixto III lo llevó a los altares el el Santo valenciano tenía contabilizados 980 milagros. Tantos, que ha dado lugar a que en su festividad en Valencia, se alcen los llamados "altares" para representarlos.
ResponderEliminarSaludos.
El hecho de denominar con ese santo al convento bien puede deberse a la devoción a San Vicente o al milagro que se le atribuye al mismo.
ResponderEliminarSaludos.