25 de mayo de 2019

Sobre la leyenda del martirio del obispo Gonzalo de Zúñiga y la resurrección milagrosa de Juan de Zúñiga


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez       

       La mayoría de los historiadores concuerda en que la entrada del cristianismo en Navarra fue tardía, debido a la persistencia del sincretismo entre el paganismo ancestral de los vascones y el panteón introducido por los romanos (García Moreno, Luis A.: Algunas cuestiones de historia navarra en la antigüedad tardía, siglos V-VIII, 1987). Por eso resulta al menos sospechoso el término christicolae princeps (príncipe cristiano), que el obispo Eulogio de Córdoba aplica en alguno de sus escritos a Íñigo Arista (Ennek Aritza), primer rey de Pamplona considerado el tronco del linaje de los duques de Béjar. Eulogio le habría conocido en un frustrado viaje a Francia, que le hizo recalar en la capital vascona de esos tiempos.   




San Eulogio, Mezquita-Catedral de Córdoba. Commons.wikimedia.org



        En torno a este supuesto, el fervor y la imaginación medievales fueron añadiendo visiones e intervenciones divinas con carácter de históricas, hasta que siglos más tarde el cronista Jerónimo Zurita acuñó la expresión Cruz de Íñigo Arista para designar una figura heráldica (cruz patada) que incluyó en sus Anales de la corona de Aragón, 1562-1580, con el fin de probar que desde Ramiro I, hijo del rey de Navarra Sancho III, los monarcas aragoneses descendían del rey pamplonés.

  
 



La cruz patada de Íñigo Arista (derecha) y la visión de la cruz sobre el árbol de Sobrarbe (izquierda) en el escudo de Aragón



     La publicación en 1953 de Du nouveau sur le royaume de Pampelune au Xème siècle, del historiador argelino Évariste Lévi-Provenzal, basada en manuscritos árabes de la época reencontrados, arrojó nuevas luces sobre la persona y el entorno de Íñigo Arista: Era hijo de vascón y musulmana zaragozana; su hijo y su nieto, sucesores en el trono, se educaron en la corte musulmana de Córdoba y casaron con mujeres de allí; y su hermanastro musulmán, Musa ibn Musa, le ayudó a fundar el reino de Pamplona. Una bisnieta suya fue madre de Abderramán III. De príncipe cristiano, nada. Incluso habría sido polígamo.    

 

 

Évariste Lévi-Provenzal y reedición de su obra



      Gonzalo de Estúñiga, uno de los once hijos de Diego-López de Estúñiga, I señor de Béjar, hermano de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, fue primero obispo de Plasencia y de él se dice que, aburrido de la vida pacífica, se trasladó a Jaén para luchar contra los moros (Sánchez Loro, Domingo: El parecer de un Deán, 1959). En Béjar oficiaba en Santa María, elevada a con-catedral y la única que cuenta con coro, y allí se hizo edificar un palacio del que queda al menos la memoria. Dicen que decía misa armado, y sus hazañas fueron celebradas en varios romances: ¡Ay, mi Dios, que bien parece –el obispo don Gonzalo, -armado de todas armas –hasta los pies del caballo!...; Por capitán se lo llevan –al obispo don Gonzalo –armado de todas armas, -en un caballo alazano; -todos se visten de verde, -el obispo azul y blanco. En Guadix le mataron el caballo e quedó a pie con la espada en la mano, peleando e yendo adelante entre los moros fasta tanto que fueron vencidos. Casado antes de tomar estado religioso (a sus cuatro hijos los crió su hermana Leonor de Zúñiga), de él descienden los Ortiz de Zúñiga de Sevilla, marqueses de Valensina y de Torreorgaz (Diego Ortiz de Zúñiga, Annales de la ciudad de Sevilla, 1677). Capturado por los moros, habría muerto martirizado en Granada siendo enterrado en la iglesia de Baeza. Su pendón se conserva en la catedral de Jaén.




Martirio del obispo de Jaén don Gonzalo de Estúñiga, atribuido a Pedro de Raxis, 1610. Mezquita-Catedral de Córdoba. El-ultimo-reino.blogspot.com



      Parte de esta historia la desmitifica Francisco Vidal Castro, miembro del Grupo de Investigación “Sociedades Árabes, Islámicas y Cristianas” de la Universidad de Jaén, que en comentario a Un proyecto sobre Jaén en época nazarí, 2004, editado por la Junta de Andalucía, dice lo siguiente: En apartado específico (se) aborda el romance sobre la figura de don Gonzalo de Estúñiga, obispo de Jaén, y su participación en 1425 en una algazara tras la que, según el romance, el obispo habría caído en cautiverio de las fuerzas nazaríes, si bien la investigación histórica ha demostrado que el heroísmo, cautiverio y hasta martirio de este obispo son una invención. En nota al pie de la página, Vidal Castro  cita a otros autores que aseguran que es falsa la leyenda del cautiverio y martirio del obispo de Jaén don Gonzalo de Stúñiga (sic): El obispo no fue un singular guerrero, no triunfó en ninguna batalla digna de tal nombre, no fue amado de sus feligreses y el año que se da de su martirio vivía tranquilamente en SevillaFue otro Estúñiga que sí cayó cautivo y fue real su prisión en Granada. Se trata de Alonso de Estúñiga, caballero de la casa del Condestable y jefe de la guarnición de Alcalá la Real, que fue apresado en 1435 y estuvo cautivo hasta la tregua de 1439.




Académico Francisco Vidal Castro, Universidad de Jaén. Diariodigital.ujaen.es



       Documentos, y la profusa cantidad de escudos Zúñiga y Pimentel (más del primero que del segundo) grabados sobre los muros, certifican que la iglesia y el convento de Santo Domingo de Plasencia fueron mandados a construir por Álvaro de Zúñiga, conde de Plasencia y luego I duque de Béjar, y su segunda esposa, sobrina y ahijada Leonor Pimentel y Zúñiga, en la segunda mitad del siglo XV. El motivo se ha entendido tradicionalmente como agradecimiento a san Vicente Ferrer, canonizado pocos años antes, por la milagrosa curación del hijo de Álvaro y Leonor, Juan de Zúñiga y Pimentel, aquejado en su infancia de una grave enfermedad que incluso le habría provocado la muerte: Nació el año 1465, y crióse desde la infancia con premisas de mucho valor y talento. Muy temprano le adquirieron sus padres el Maestrazgo de Alcántara, dispensada por el Pontífice su minoridad. Y siendo niño se afirma, que muerto naturalmente de enfermedad aguda, resucitó por milagro de San Vicente Ferrer, a quien su madre lo encomendó votándole (ofreciéndole) un templo, que cumplió (junto) con el Monasterio de San Vicente Ferrer (así se llamaba y hasta hoy es conocido también) de Plasencia (Ortiz de Zúñiga, Diego: Annales de la ciudad de Sevilla)             



 

Frontis del convento San Vicente Ferrer, panoramio.com, y púlpito del refectorio del convento,  plasenciahistorica.blogspot.com, con escudos Zúñiga y Pimentel


      Sobre esto, la catedrática de la Universidad de Sevilla, Gloria Lora Serrano, explica en su documento titulado Consideraciones sobre la vida de Juan de Estúñiga (sic), Maestre de Alcántara, 2008: Una arraigada tradición popular de la que se hacen eco entre otros fray Alonso Fernández y fray Alonso Flores y Tapia, cuenta que siendo Juan un mozo de doce años cayó gravemente enfermo y murió, aunque por intervención de San Vicente Ferrer recobró la vida. La leyenda añade que en acción de gracias sus padres fundaron el monasterio de S. Vicente, en Plasencia, regido por los padres dominicos. Pero se trata, simplemente, de una hermosa historia porque la documentación acerca de la fundación de S. Vicente nada dice de la enfermedad ni de la milagrosa resurrección de Juan, como tampoco lo señala ningún otro testimonio del archivo de la Casa, lo que sería normal dada la singularidad del suceso. Bien al contrario, se sabe que la fundación del cenobio se debió a los deseos de Leonor Pimentel (y Zúñiga) que, como otros miembros de la nobleza castellana, quiso proclamar la grandeza de su linaje con la erección de un convento en cuya iglesia ubicó el panteón familiar donde se mandó enterrar en una sepultura que fuera acorde con su “linaje, dignidad y estado… honrada y rica, con su bulto encima della como para tal persona se requiere” (cita de documento en Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Osuna, Caja 217 (1)-14, Toledo).




La académica Gloria Lora Serrano recibiendo el premio Torre de Ambroz 2014, otorgado por la Asociación Cultural Placentina Pedro de Trejo. Lavozdemayorga.blogspot.com



     Efectivamente en esta iglesia, que hoy pertenece a la Caja de Extremadura y se pretende convertir en “Museo de la Semana Santa de Plasencia”, se encuentran los restos de Leonor Pimentel y Zúñiga, junto a los de su marido Álvaro de Zúñiga, el hijo de ambos, Juan de Zúñiga y Pimentel, y otros miembros del linaje. El convento anexo, por su parte, que cuenta en su estructura arquitectónica original con la famosa Escalera al Aire, funciona ahora como Parador Nacional de Turismo. Contiguo a la iglesia se encuentra el Palacio del Marqués de Mirabel, nombre que le viene por haber sido residencia del primer titular, Fadrique de Zúñiga, y de su hija y heredera María de Zúñiga. Hay en Plasencia otros edificios, como el monasterio de la Encarnación, que por medio del escudo grabado en los muros dan cuenta del breve señorío de cuarenta y seis años de los Zúñiga sobre la ciudad, al que Fernando el Católico puso fin arteramente.   


5 comentarios:

  1. Es normal ,que suceda, de tanto comentar un bulo este se convierte en leyenda. Puede que el origen fuera una enfermedad y que estuviera bastante grave y que se salvara al final de ella.

    Besos

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  2. Seguramente en todas estas historias hubo alguna base y al irse contando de boca a oreja se fueron deformando y magnificando hasta llegar a resucitar a los muertos. Ahora todo eso lo tenemos bien organizado y lo llamamos fake news.
    Un abrazo,

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  3. Una crónica soberbia colmada de miembros de una familia que se extiende por el mapa ibérico. De batallas y títulos, de altos miembros de la clerecía y mixturas culturales. Buena raíz para una serie histórica.

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  4. No resulta extraño que San Vicente Ferrer obrara dicho milagro. Cuando Calixto III lo llevó a los altares el el Santo valenciano tenía contabilizados 980 milagros. Tantos, que ha dado lugar a que en su festividad en Valencia, se alcen los llamados "altares" para representarlos.
    Saludos.

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  5. El hecho de denominar con ese santo al convento bien puede deberse a la devoción a San Vicente o al milagro que se le atribuye al mismo.

    Saludos.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.