5 de mayo de 2019

Uso, consumo y arquitectura de la nieve en torno al jardín (1ª Parte)

Autor: Juan Antonio Frías Corsino
Publicado: Actas de las IV Jornadas “El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar 2002.  Edita: Grupo Cultural San Gil. Salamanca, 2003. ISBN 84-923043-3-2. 

         El uso, consumo, comercio, y arquitectura relativa a la nieve y el hielo están originando estudios de gran interés, incrementando cada día una ya nutrida bibliografía, lo que ha dado pie a la organización de seminarios y congresos sobre ésta temática concreta, sobre ciertos aspectos del frío gira esta pequeña y modesta contribución a las IV jornadas de “El Bosque y las Villas de Recreo”. Pues nos parece interesante presentar en este foro cómo también la nieve está presente en el mundo del jardín constituyendo un elemento presencial, ambiental y arquitectónico

 Fotografía antigua (postal) de El Bosque de Béjar

    Habiendo sido descubiertos pozos de nieve en una casa hispanorromana de Iulobriga cerca de Reinosa (Santander), otras en Córdoba, en Mérida etc, no debemos de perder de vista el avance de las excavaciones arqueologicas en extremeña ciudad romana de Caparra, ante la posibilidad hipotética de documentar elementos constructivos de sus termas relacionados con la nieve, y su clara relación con la estación termal de la misma época de Baños de Montemayor, conociendo ya que la terapia balnearia no sólo es agua caliente, sino también fría [1].


        Durante la Edad Media las referencias son más escasas, pero es indudable que se utilizó la nieve como elemento refrigerador en varias zonas de nuestro país. No ajeno a ello, la afición de los árabes a la nieve y su literatura médica van a transmitir a través de los textos de eminentes médicos musulmanes, como Avicena, Averroes y Razés, su utilidad para fines terapéuticos [2]. 

       La técnica de almacenaje estaba ya difundida en el s. XIV según J. Vernet. Enrique de Aragón, Marqués de Villena, en 1423 afirmaba en su “Arte Cisoria – Tratado del arte de cortar a cuchillo”, conservado en la biblioteca del monasterio de El Escorial, que en Francia “no se percataron de la manera de enfriar el agua y los vinos hasta haberlo visto hacer a los españoles”. Antes de que la nieve se utilizara como elemento refrigerante, las técnicas antiguas consistían en la evaporación, encerrando el líquido en un recipiente de barro poroso y ayudados por el aire seco. Y la conservación de alimentos se realizaba en una atmósfera fría, en cuevas, bodegas y despensas, como se recoge en el tratado del agrónomo Columela “De Re Rústica”.

 Pozo en las termas de Cáparra (Cáceres)

      Entre las técnicas tradicionales de enfriamiento, la nieve y el hielo natural adquirieron el papel más importante en la segunda mitad del s. XVI cuando se producirá una generalización de su consumo, convirtiéndose en un producto de uso cotidiano, que se verá complementado con la producción de hielo natural. En su avance y desarrollo van a influir diversos factores: nuevas técnicas de almacenamiento, el desarrollo de infraestructura comercial, la influencia del clima y la literatura médica, factores que desarrollamos a continuación brevemente. 

Técnicas de almacenamiento

     El funcionamiento de la actividad se inicia en época invernal con la recogida o también llamada cosecha de la nieve, transportándola hasta las neveras para su empozado y posterior compactado. Para favorecer el almacenamiento, aparecen un elevado número de construcciones: los pozos o neveras, depósitos subterráneos cuyo objetivo era lograr el aislamiento térmico necesario para la conservación. Suelen ser de planta circular, también hay excepciones en planta rectangular y octogonal. Formando cilindro, de paredes forradas de piedra, aparejos de mampostería o sillería de distintos acabados, las cubiertas son el elemento constructivo que más soluciones presenta en su fabricación: bóvedas hemisféricas o rebajadas, con o sin nervio, falsas cúpulas por aproximación de hiladas, cubiertas de tejado etc. Las dimensiones no siguen una norma proporcional entre diámetro y altura, más bien se adaptan a las características del terreno y al sistema constructivo. 

 Pozo de nieve en El corral de los lobos. La Garganta (Cáceres)
Foto sacada de aquí

        Toda la geografía peninsular e insular está plagada de ejemplos, destacando la fachada mediterránea que en algunas localizaciones como Sierra Espuña y la Sierra de Mariola llegan a formar verdaderos complejos. Sólo en esta zona mediterránea están inventariados más de 300 pozos. El catálogo nacional en este momento asciende a más de 1000 ejemplares. No en toda la geografía se da una concentración tan elevada como en la franja mediterránea, debido a que en algunas zonas, las marcadas divisorias climáticas de los enclaves de alta montaña que soportan la fuerte y larga innivación del invierno mantienen en los nichos de los glaciares importantes cantidades de nieve hasta finales del estío

        Estos son el verdadero gran pozo de almacenamiento. Sirva de ejemplo la Sierra de Béjar: que al no haber necesidad de encerrar nieve de forma artificiosa, el número de pozos catalogados es tan sólo de tres, el Corral de los lobos y La Barrera en La Garganta y el Prado Peto en Puerto de Béjar.


 Pozo de nieve en La Garganta (Cáceres)
Foto sacada de aquí

        En áreas geográficas con ausencia de nieves abundantes e inciertas, aparece una respuesta técnica elemental, la producción de hielo natural. Esto sucede en lugares de inviernos rigurosos y fríos y en zonas de clima templado, donde se aprovechaban los días de bajas temperaturas para congelar el agua que era desviada del cauce de una corriente fluvial hacia balsas preparadas, recolectándose el hielo y almacenándolo en el pozo. España va a ser un ejemplo de uso comercial mixto aunque con cierto predominio de la nieve. Estos depósitos eran controlados por la Corona, señores, el poder local de cada comunidad, concejos, cofradías y clérigos, quienes favorecieron la construcción y explotación de los pozos, en su mayoría bajo arrendamiento. 

      Continuará

9 comentarios:

  1. Muy curioso. Tuve oportunidad hace tiempo de ver en vivo uno de estos almacenes de nieve, con paja debajo. Lo que idea la gente para conservar algo tan necesario y, a su vez, perecedero.
    Saludos.

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  2. En todos los tiempos se han protegido del calor con los medios que había en la época a su alcance...Aquí en Córdoba sabemos mucho de lo que es el calor ya que sus veranos son bastantes rigurosos.

    Besos

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  3. Supongo que esta técnica estaba por todo el país, yo sólo conozco un pozo de nieve, un nevero, en Loarre.
    En lugares de verano caluroso debían ser un tesoro. Saludos.

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  4. En Fuendetodos tuve la oportunidad de entrar en uno de ellos y en el fondo hacia frío estando vació, existían alguno mas en la zona.

    Saludos.

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  5. Hemos llevado a amigos a verlo. Ese corral de los lobos fue un buen almacen de nieve para Béjar.
    Un abrazo.

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  6. Hola Carmen: Hace tiempo estuve en una en Cáceres. El ingenio humano para intentat paliar el calor es interesante.

    Besos

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  7. Una buena forma de conseguir la conservación de alimentos y enfriar rápidamente.
    No he tenido la ocasión de conocer ningún pozo.
    Un abrazo.

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  8. Llegando a Lima y, en vías de normalizar mi vida, parece que ahora voy a poder seguirte con más comodidad y sin sobresaltos en las conexiones. Pronto estaré en condiciones de ponerme al día con todo lo que me he perdido en esta desconexión.
    Un abrazo,

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  9. Muy interesante el artículo. He visto algunos pozos de nieve o neveros en lugares montañosos.
    Un saludo

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.