Autor: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.801 (18/05/2018), p. 4.
Fuertes pisadas resuenan en la calle Mayor. El sonido de los cascos de los caballos dejan su eco en el aire mientras los hombres cabalgan en amena conversación. El mes de mayo de 1823 acaba de comenzar y España está inmersa en el enfrentamiento entre liberales y absolutistas durante los últimos coletazos del Trienio Liberal. La todavía villa se despereza de un largo invierno y los tímidos rayos de sol animan a los paisanos a salir de sus viviendas. Algunos han cerrado los postigos de sus casas a cal y canto; otros reciben con jolgorio y vivas a los recién llegados. La división que desgaja España en dos mitades se deja sentir en la sociedad y aquí no ocurre de manera diferente. Un hombre recio, vestido con un uniforme rojo como la sangre, concentra las miradas. Su gesto impasible, su boca enmarcada por recios bigotes, no deja lugar para la sonrisa. Sus ojos han visto demasiada violencia. Es un héroe para unos y un villano para otros.
Juan Martín Díez, El Empecinado.
Francisco de Goya
Corre mayo de 1823 y Béjar se convierte
en un lugar histórico, puesto en el mapa de las correrías de Juan Martín Díez,
El Empecinado. Es a primeros de ese mes primaveral cuando recala con sus
hombres en una villa entonces tranquila, estratégicamente bien situada y cerca
de su enemigo apostado en las tierras de Extremadura. Desde 1820 gobiernan en el
consistorio los partidarios del constitucionalismo, los leales a las proclamas
de las cortes de Cádiz de 1812, una maniobra de las élites para mantener el
orden y un desarrollo textil sin altibajos.
Sin embargo, una amenaza nubla
esa aparente tranquilidad: los partidarios del absolutismo acérrimo en forma de
partidas de hombres a caballo recorren la zona norte de Extremadura, Ávila y
Salamanca. El teniente coronel Gregorio Morales, comandante de los escuadrones
de los húsares francos de La Vera, se alza en 1820 contra el proclamado
gobierno constitucional, en el primer ejemplo de guerrillero de la Guerra de
Independencia que defendió los ideales absolutistas. Otros le siguieron como
Feliciano Cuesta, Francisco Morales y Lorenzo Aguilar. Las idas y venidas de
“los facciosos”, como se los denomina en la correspondencia consistorial,
traerán de cabeza tanto al Ayuntamiento de Béjar como al gobernador provincial
de Salamanca. Ante la osadía de los absolutistas, arriban a la nuestra villa el
2 de mayo de 1823 las tropas de infantería y caballería constitucionales de
Juan Martín Díez, El Empecinado, héroe de la Guerra de Independencia en su
defensa por las libertades y el trono frente a las tropas napoleónicas.
En Castrillo de Duero (Valladolid) todos los años teatralizan la boda de El Empecinado.
Ver más aquí
De aquellos días se conservan
catorce cartas dirigidas al Ayuntamiento de Béjar, firmadas de su puño y letra.
Tales misivas las di a conocer en un artículo publicado en 2016 en la revista Estudios Bejaranos[1],
a la que remito por si alguno de ustedes desea ampliar información sobre el
tema. Es por ello por lo que ofreceré aquí simplemente unas pinceladas.
Llaman la atención en esta
correspondencia unas características comunes que la convierten en un corpus documental
unificado. La totalidad de ellas se envían al Ayuntamiento de Béjar y a su
alcalde, llevan el membrete impreso “División Expedicionaria del General Empecinado.
Estado Mayor”, están fechadas durante mayo de 1823 en Béjar y a excepción de
una de ellas todas llevan la firma de puño y letra de El Empecinado.
Además su redacción coincide con un periodo sumamente delicado para el héroe: se había iniciado ya la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y la partida del gobierno constitucional a Sevilla. El comienzo del fin del Trienio Liberal había comenzado y con él el más absoluto desconcierto por parte de las autoridades en este tiempo transicional. En las cartas se destila el desconcierto. ¿A quién recurrir? ¿Qué autoridad es válida: la nombrada por el gobierno en fuga o la que probablemente reinstaurará de nuevo Fernando VII con su viraje hacia el absolutismo? El Ayuntamiento de Béjar se hunde en el marasmo de la duda: ¿atender a las necesidades de El Empecinado y de sus tropas con suministros? ¿dejarles en la estacada, atendiendo a los requerimientos que le llegan desde Valladolid y Salamanca?. Optarán por lo último.
Tras la marcha de El Empecinado a
Plasencia, el general realista Merino entra en Béjar y destituye al
ayuntamiento constitucional. La provincia queda dividida así en dos zonas de
enfrentamiento: la sur-occidental, constitucionalista, con su centro en Ciudad
Rodrigo, y la nor-oriental, realista, con capital en Salamanca. Los hombres de
El Empecinado se ocuparán de requisar pertrechos, víveres, caballerías, hombres
y armas desde Extremadura hasta Ciudad Rodrigo. La amenaza de su regreso se
mantendrá durante todo el año pero sin que se llegara a ver cumplida.
Fernando VII recibe a los Cien Mil Hijos de San Luis
en Cádiz
De las palabras de El Empecinado,
escritas por aquellos días, me quedo con éstas que dicen mucho del personaje:
“Muchas de las
Columnas que tiene el Sistema Constitucional son procedentes del edificio
gotico del Despotismo. Por lo tanto yo confio en mi mismo, en los berdaderos
Españoles, y recelo de muchos que la Nacion indebidamente sustenta, y que todos
sus pasos son encaminados a hollar las leyes, y perseguir a los Adalides de la
libertad [2]”.
Una
última curiosidad. Si nos atenemos a una afirmación que he encontrado en
internet a propósito del retrato que ilustra este artículo, el realizado por
Francisco de Goya, no sería la primera vez que El Empecinado pasara por Béjar,
pues ya se habían encontrado ambos aquí en 1809. Goya vendría de Piedrahíta y
aquí le pintaría el retrato. Habrá que confirmar o desmentir esta historia [3].
[1] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “Béjar, Cuartel General de la División
Expedicionaria del general Juan Martín Díez, El Empecinado (mayo de 1823). Cartas al Ayuntamiento bejarano”, en revista Estudios
Bejaranos nº XX, Dic. 2016. Centro Estudios Bejaranos y Ayto.
de Béjar. ISBN 84-604-9701-3.
[2] Archivo
Municipal de Béjar. Correspondencia suelta de 1823. Carta de Juan Martín Díez,
El Empecinado. 15 de mayo de 1823.
[3] http://www.fundaciongoyaenaragon.es/goya/obra/catalogo/?ficha=227. Consultado el
08/05/2018.
Poco tiempo de vida le quedaba al guerrillero. Una mosca cojonera para el rey felón. Su "apellido", aunque en origen era para hacer referencia a la pecina o cieno verdoso del arroyo de su pueblo, quedará en nuestra lengua para indicar tesón y firme determinación en las empresas que uno se proponga.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Años ormentosos en España, no solo aquí en la península, sino en las colonias, que libraban su independencia.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la prosa del Empecinado. Las columnas del sistema constitucional, vienen de los edificios góticos del depotismo...Un símil interesante, que se hace reflexionar...
Besos
Años tormentosos, quise decir...
ResponderEliminarMe ha interesado tu artículo por varios motivos. El estilo. Lo ameno. La época. Los personajes. La documentación. Ese dato último por confirmar que como estudiosa de la historia tanto me gusta encontrar.
ResponderEliminarUn placer, Carmen. Feliz verano.
Tiempos difíciles, con una nación dividida, como en otras tantas épocas de la Historia, pero....Aquí seguimos,.... resistiendo los embates actuales, aunque hoy en día lo hacemos de forma más civilizada.
ResponderEliminarUn beso.
Es el eterno problema de este país. Posturas enfrentadas que dividen a la población. el mayor enemigo de España en esa época era Napoleón y lo más sensato era hacer un frente común.
ResponderEliminarBesos
Prácticamente seguimos igual dos siglos después, sin entender que las soluciones que nos muestra el que piensa diferente a nosotros son tan buenas como las nuestras.
ResponderEliminarSaludos.
Y seguimos igual... Aquí no cambia nada. En ocasiones me pregunto ¿quiénes serán los verdaderos españoles? ¿Seré yo, acaso, un español verdadero? Siempre divididos, siempre enfrentados, matándonos a garrotazos, pactando con el diablo antes que dar nuestro brazo al vecino y caminar juntos en busca de un destino común.
ResponderEliminarUn abrazo,
No estoy muy activo últimamente, pero hoy me he llevado la alegría de ver este artículo tuyo. Muy interesante y de amena lectura sobre aquellos tiempos en los que los antiguos guerrilleros de la Guerra del Francés, convertidos en generales, se ponían de uno u otro lado en época tan convulsa.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.