Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, 4.826 (07/06/2019), p. 4
La primera exposición
pública de los productos fabricados en territorio nacional se celebró en
Madrid, un 30 de marzo, día de San Fernando, de 1827 [1]. La idea partió de la
corona con el fin dar un aire de modernidad a la capital, tomando como modelo
las que se organizaban en otros países y capitales europeas, véase París o
Londres. Como el monarca que gobernaba los destinos nacionales llevaba el
nombre de tan ilustre santo y pariente, Fernando VII, se emplazó para aquella
jornada y así debía celebrarse aquel año y sucesivos en dicho día. Para
tan magno acontecimiento se solicitaba a los gobiernos provinciales que, de sus
territorios, demandaran a cada ayuntamiento los artículos más sobresalientes de
sus industrias para mostrarlos al público.
Premio de la Exposición Pública de Madrid de 1927
El aviso para que las industrias bejaranas participaran
llegó al ayuntamiento en diciembre de 1826[2],
es decir, con menos de cuatro meses para la fecha límite, cuando en realidad la
Real Orden había partido de Madrid en marzo de ese año. No sabemos si fue
dejadez por parte de las administraciones o que los caminos estuvieran
embarrados e infectados de bandoleros, quizás ambas cosas, el caso es que tardó
más de nueve meses, un embarazo, en llegar la propuesta con un largo e
imaginamos que caluroso verano de por medio.
Los
objetivos que se aducían para la celebración de la exposición, llamada “teatro
de las artes” por el autor de la misiva, el secretario de estado y del despacho
de Hacienda, eran “animar con la noble emulación del premio y del honor de los
progresos de las artes y oficios útiles”, además de “que los fabricantes
artífices de toda clase sepan con tiempo las reglas que se han de
observar en esta materia y particularmente conozcan los artículos en que pueden
ocupar su ingenio y habilidad”. Los visitantes se convertirían en una especie
de tribunal, adjudicándoles la denominación tan actual de “juicio de los
consumidores”.
Telar manual. Béjar. Museo Textil
Foto Manuel Álvarez-Monteserín
El secretario de estado otorga al gobierno provincial la
tarea de “excitar el celo y aplicación de los que se dediquen a algún ramo de
industria provechosa […] para que presenten cuantos artículos puedan contribuir
al explendor de la exposición publica, en que se interesa el honor y riqueza
del Estado”. Si lo logran “se harán acreedores al distinguido aprecio de Su
Majestad, cuyos paternales desbelos se dirigen a proteger y a fomentar la
industria de sus Reinos”.
Fábrica textil. Béjar
Por aquel entonces la industria española
estaba prácticamente hundida después de la larga Guerra de Independencia, los
conflictos políticos internos y el nulo apoyo por parte del estado. En el caso
de la industria textil bejarana, por el contrario, no es que se estancase sino
que creció a niveles extraordinarios para tratarse de una población de interior,
sin apenas contactos y casi nulos medios de transporte, más allá del trasiego
de arrieros[3].
Sorprende que con aquellos medios precarios se iniciase una lenta mecanización
con resultados sorprendentes si tenemos en cuenta que Béjar producía mucho más
que otros centros peninsulares, como Tarrasa o Sabadell, aunque sería
rápidamente desbancada en la década siguiente.
Museo Textil. Béjar
Foto Manuel Álvarez-Monteserín
Volviendo a la exposición de 1827, se aducían motivos de
peso para que concurrieran industrias de cualquier ramo, pues así “no quedarán
tal vez sepultadas en la oscuridad muchas obras de ingenios sobresalientes, que
siempre los ha habido en España por falta de proporción para darlos a conocer y
también imitaremos el feliz exemplo que otras naciones nos ofrecen de reunir en
la Capital las muestras de los productos industriales, para graduar el estado
de perfeccion en que se hallan y facilitarles en esta primera concurrencia una
salida más amplia y segura”. Loables intenciones las de Su Majestad, aunque con
un calado regular, como veremos.
A pesar de la llegada de la misiva, ningún fabricante
bejarano se presentó a la exposición, no sabemos si por falta de tiempo o
porque fue guardada en algún cajón del consistorio. El caso es que tampoco
acudieron muestras de otros centros pañeros castellanos que sí estaban en
franca decadencia como Segovia, Ávila, Guadalajara o Brihuega, ni tampoco paños
ordinarios de poblaciones con industrias pujantes, como Alcoy o Manresa. Sí
enviaron paños superfinos Tarrasa, Manresa y Ezcaray[4],
algunas de cuyas fábricas consiguieron medallas de plata y bronce por la gran
calidad de sus productos.
Una oportunidad perdida. Otra... que sería bien
aprovechada en otra exposición, la de 1850.
[1] Información general de las exzposiciones durante el reinado de Fernando VII en LÓPEZ CASTÁN, Ángel. "Las exposiciones públicas de los productos de la industria española en el Madrid fernandino". Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte.
[2] Archivo Histórico Municipal de
Béjar. Correspondencia suelta 1827.
[3] ROS MASSANA, Rosa. “La industria
(1800- 1919)”, en Historia de Béjar. Vol.
II, HERNÁNDEZ DÍAZ, José María y AVILÉS AMAT, Antonio (coords.). Centro de
Estudios Bejaranos, Diputación de Salamanca y Ayuntamiento de Béjar, Salamanca,
2013, pp. 49 y ss.
[4] Exposición pública Madrid: 1827, memoria, p. 30.
La falta de tiempo como indicas, pero quizás fuesen las dificultades económicas que explicas por la guerra, las que propiciaron la declinación de la invitación...Que incluso, pensando mal, hasta podía ser una especie de censo, para ver con qué se contaba... y cobrar impuestos... Solo elucubro.
ResponderEliminarBesos Carmen.
Si que fue desaprovechada la ocasión, espero que la de 1850 les llegara la notificación con tiempo para estudiar una buena participación. Como siempre muy interesante tu entrada Carmen.
ResponderEliminarAbrazos.
La idea era buena, aunque esos aires de modernidad que soplaban en Europa chocaban de plano con la mentalidad absolutista y carca del monarca. Otra cosa es saber llevarla a efecto y medir los tiempos. Y otra, muy distinta, acertar con el diseño del galardón. No había fotoshop en esa época, pero el diseñador podría haber mejorado un poco las feas narizotas de Fernando VI.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Cuando no se planifica bien las coasa, ocurren estas cosas.
ResponderEliminarEs una pena que una industría, con tanto auge en la época, termine desapareciendo.
Besos
Hay cosas extrañas de las que no se llegan a comprender, pero así se van repitiendo a lo largo de la vida, fue una pena que no tuviese el éxito esperado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que algo similar nos sucede hoy día que disponiendo de productos que podrían mejorar la vida en la región no los aprovechamos adecuadamente.
ResponderEliminarSaludos.
Cada vez estoy más convencido de que las casualidades no existen. Caminando a ritmo de paseo, por muy embarrados o llenos de bandoleros que estuviesen los caminos, de los nueve meses hubieran sobrado ocho, incluso más, para llevar la invitación desde Madrid a Béjar; lo más probable es que hubiera interés en que la industria textil Bejarana y del resto de Castilla no sólo no estuviese presente, sino que cayera en el olvido para favorecer a su costa la de otros territorios.
ResponderEliminarUn abrazo,
Esto sigue ocurriendo en la actualidad. saludos
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