Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 2021.
Hacia el año 1560 el concejo bejarano contaba en la plaza Mayor con dos casas contiguas entre sí. Al menos una de ellas no tenía más función administrativa que servir de vivienda para el pregonero de la villa, oficio en cualquier caso vinculado con la institución. Parece ser que el uso público que se le daba a la otra, que acababa de ser adquirida de la ilustre familia Dorantes, era el de carnicería, al que se le uniría más tarde el de alhóndiga o almacén de granos[1]. Ambos inmuebles ocupaban la parte occidental de la fachada del actual edificio consistorial. En la parte oriental de ese bloque, la que da a la entrada de la calle de las Armas, había dos inmuebles más, propiedad del licenciado Luis de Villafañe, de los que después hablaremos. Es posible que todo el conjunto se sostuviera sobre un soportal de columnas de madera como era tradicional desde la Edad Media en las plazas castellanas, precedente del hermoso porticado pétreo que luciría después.
Desde mediados del siglo XVI el Ayuntamiento[2] soñaba con la construcción de un edificio que aunara todas sus dependencias y que, adscribiéndose a los cánones del momento, representara con toda la dignidad posible a su institución. Esta había conseguido elevar su prestigio en enconada rivalidad con el señorío ducal intentando que el inevitable sometimiento a él no fuese excesivo. Pero no había prestigio ni obra posible sin la posesión de un espacio físico suficiente. Por ello a principios del año 1577 el Ayuntamiento, en reunión ordinaria, determina «se compre la casa de Villafañe»[3]. El licenciado Luis de Villafañe, como hemos dicho, tenía un par de viviendas colindantes entre sí: la más oriental hacía esquina con la salida de la plaza hacia la calle de las Armas, y la otra, la que iba a comprar el Ayuntamiento, lindaba a su vez con el resto de propiedades consistoriales.
Con esta compra (o más bien expropiación), que costaría al concejo bejarano 90.000 maravedís, se lograban abarcar ya los 18 metros que después comprendería la fachada del nuevo edificio. La adquisición e inmediata demolición de casi todo el conjunto de casas se realizó muy rápidamente, una política de hechos consumados en vista de las dificultades que Villafañe estaba poniendo al proceso de enajenación. De tal manera a comienzos de aquel verano de 1577 la mayor parte del espacio era ya un solar sobre el que se proyectaba construir el nuevo y noble edificio. A fin de costear todas estas obras, no baratas, el concejo decidió arrendar y vender otras propiedades o recurrir a las distintas contribuciones de los bejaranos a las que tenía derecho[4].
Dado que el tiempo que en duraron los trabajos el Ayuntamiento se quedó literalmente sin sede, durante algo más de un año la institución tuvo que alquilar para su ejercicio las llamadas «casas de Peña». Bien es cierto que la lectura de las actas plenarias desvela que la verdadera prioridad de los regidores era la de poder ver desde sus balcones «los regocijos que hubiera en la plaça»[5]. Así mismo los bajos de la casa de Peña serían después utilizados como espacio provisional para las carnicerías del concejo en tanto su ubicación remozada en el ayuntamiento no estuvo concluida[6].
En marzo de 1578 el pleito con Villafañe parecía definitivamente terminado y la casa que de él se había adquirido se mandaba demoler completamente para hacer sobre esa parte del solar la cárcel[7]. Con el campo libre el Ayuntamiento podía ya dar comienzo a la construcción de la hermosa fachada norte, la que da a la plaza, que se proyectó con dos pisos porticados con arcos de medio punto y un columnario de orden jónico y compuesto, tal y como ha llegado hasta nuestros días.
Pero en el año 1580 las nuevas casas consistoriales aún seguían sin estar terminadas y por lo tanto el Ayuntamiento continuaba sin tener una sede clara para sus reuniones. De tal manera el archivo local deambulaba por varias casas particulares, así el 12 de marzo de ese año se señala «que está en casa de Juan Muñoz de Aguilar» añadiéndose que debe «llevarse a casa del licenciado Ponte mientras se acaban las casas del consistorio, donde ha de estar»[8]. Todo hace indicar que llegado el verano de aquel año la fachada estaba prácticamente concluida, ya con el aspecto que ahora luce. El proyecto contemplaba la colocación de tres escudos, dos laterales con las armas de la villa y uno central con las armas de los duques de Béjar [9]. ¿Fueron finalmente dispuestos así? Dejamos a nuestros lectores que lo comprueben por sí mismos.
Continuará
[1] La alhóndiga estuvo situada detrás de la iglesia del Salvador y a partir de este momento (1578) cambia su emplazamiento al nuevo edificio del ayuntamiento.
[2] Tanto en este como en sucesivos artículos diferenciaremos en la escritura el «ayuntamiento» (con minúscula) cuando nos refiramos al edificio, del «Ayuntamiento» (con mayúscula) cuando nos refiramos a la institución.
[3] AHMB, actas consistoriales, 14 de febrero de 1577, referenciado en Muñoz Domínguez, J. La Plaza Mayor de Béjar (discurso), CEB, Ayuntamiento de Béjar, 2003, p.63.
[4] Ibídem, 1 de agosto y 5 de septiembre de 1578.
[5] Ibídem, actas consistoriales, 10 de junio de 1577. La casa de Cristóbal de la Peña (que era en realidad del cabildo eclesiástico) estaba situada justo en el inicio de la calle Mayor, a la derecha según se entra en ella. Al dar su fachada principal hacia la plaza desde sus privilegiados balcones se podían contemplar las fiestas de toros y todo tipo de festejos.
[6] Ibídem, actas consistoriales, 9 de abril de 1579.
[7] Ibídem, 28 de marzo de 1578. Todavía el 1 de agosto de 1578, en plena cimentación de las obras, se decide adquirir unas modestas casas situadas en la parte trasera, lindando ya con Barrioneila, para ensanchar el espacio de fondo y hacer más grande la parte destinada a cárcel de la villa.
[8] Ibídem, 12 de marzo de 1580.
[9] Ibídem, 13 de junio de 1580.
Por ejemplos como este uno no imagina las vicisitudes que hay detrás de cada fachada, de cada monumento que salta a la vista en una vivita turística o recreativa. Ya veremos en qué acaba todo esto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre se dijo que las cosas de palacio van despacio. Habrá que tener paciencia para ver cómo concluyó todo.
ResponderEliminarSaludos.
-Bueno, poco a poco ;se fue culminando esa obra y siempre a mejor.
ResponderEliminarEsperando su continuación....
Un abrazo feliz finde Carmen
La duración de las obras de este nuevo consistorio me recuerda un poco al de Guardo aquí en Palencia que tardo en ser acabado, claro que el palentino mas actual fue un proyecto faraónico de un alcalde.
ResponderEliminarSaludos.
Se sabe cuando empiezan las obras, pero nunca se saben cuando se acaban.
ResponderEliminarBesos
Esto de comenzar una obra... No sé por qué lo asocié a las que tengo en casa... y no se acaban...
ResponderEliminarBesos Carmen
Pues quedo a la espera para conocer como terminó este asunto, aunque ya has anticipado algo de que el actual es el mismo de esa época.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
El archivo bien se movió por todo el pueblo.
ResponderEliminarUn Cuidaros.
Un abrazo.