Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 2021.
La relación
entre el licenciado Luis de Villafañe y el Ayuntamiento no fue buena desde el
mismo momento en que los regidores locales consideraron necesaria la demolición
de una de sus casas a fin de hacer posible la amplitud ideada en el nuevo
edificio municipal. El conflictivo proceso de expropiación, que se elevó a
instancias judiciales y fue resuelto por la Chancillería de Valladolid, retrasó
las obras más de lo que el Ayuntamiento esperaba y supuso un verdadero
quebradero de cabeza para sus regidores y alcaldes. Cuando los pleitos
entablados entre ambas partes parecían solucionados y las obras del nuevo
consistorio iban a buen ritmo el licenciado volvió a la carga. Era el año 1580.
Edificio del ayuntamiento de Béjar construido en el siglo XVI
Como ya hemos dicho en la parte más oriental del actual edificio (la izquierda según se mira hacia la fachada principal) Villafañe tenía dos casas parejas, una de ellas fue la adquirida por el Ayuntamiento para ser demolida, mientras que la otra, que hacía esquina con la salida hacia la calle de las Armas, siguió en pie y en posesión de dicho vecino [1]. Tal vez esta fue la equitativa resolución judicial que había logrado el tenaz licenciado frente a las mayores ambiciones del Ayuntamiento que en primera instancia debió desear aun más espacio para su nueva sede[2]. La rapidez con que el Ayuntamiento demolió y quiso empezar con la nueva obra denota la urgencia de aquel proyecto pero también la necesidad de no demorarse ante los continuos desafíos de aquel vecino. Tal rapidez resultó a la larga precipitada pues Villafañe interpondría nuevo pleito contra el consistorio, esta vez quejándose de los perjuicios que el derrumbe de su antigua casa y la nueva construcción estaban provocando en la que allí le quedaba.
Firma de Juan Bautista de Villafañe, hijo de Luis
Al parecer las dos viviendas compartían originalmente parte de la estructura, en especial en lo que a las vigas sustentantes se refiere: «muchos de los maderamientos estaban entretejidos de la una casa a la otra»[3] por lo que el colapso programado de una de ellas puso en peligro la estabilidad de la segunda, quedando dañada. Además Villafañe se quejaba de que se estaba haciendo un albañal[4] en la zona trasera, junto a su bodega, sin habérsele informado; así como que parte de su propiedad estaba siendo usada como escombrera para los deshechos de la obra, exigiendo se limpiase a costa del concejo. Apelaba también que la demolición de su primera casa se había hecho antes de que se le hubiera pagado lo que por ella le correspondía, y pedía se le indemnizase por la falta de alquiler que sufría la segunda debido a los desperfectos producidos por las obras. El Ayuntamiento por su parte respondió a estas apelaciones señalando que las obras que estaba realizando, contrariamente a lo dicho, estaban siendo del beneficio de Luis de Villafañe y que cuando este vendió la primera vivienda en su escritura de enajenación no puso ninguna de las condiciones que ahora exigía. La falta de alquiler se achacaba, según el Ayuntamiento, al hecho de que el licenciado llevaba años sin reparar convenientemente su vivienda. Villafañe, irreductible, introdujo un nuevo elemento de discordia: en este caso se trataba de un pozo[5] situado a la puerta de su casa que, según él, no había entrado en la venta de sus propiedades por lo que no debía ser sacrificado en la obra[6].
El juicio quedó visto para sentencia siendo el fallo fuertemente gravoso para el Ayuntamiento, pues fue condenado a costear la obra de adecentamiento y conveniente reconstrucción de la pared medianera de su díscolo vecino, a realizar la restauración de la parte trasera de su casa, la reforma de la escalera y la limpieza del pozo. Incluso fue condenado a «rehacerle una chimenea según como la que le batieron de cal y ladrillo» y a pagar «los alquileres de la casa a razón de seis mil maravedís al año»[7]. Luis de Villafañe logró así reedificar prácticamente toda su vivienda a costa del dinero del concejo. Esta sentencia fue ratificada tras distintas apelaciones por ambas partes en varias vistas que se extendieron durante años. No contento con ello el licenciado Villafañe pidió que ascendiera la renta de alquileres que el Ayuntamiento le debía a 8000 maravedís, cifra en la que según él estaba tasado el inmueble, pero este último deseo no lo logró, quedándose en los primeros 6000 que hubo de satisfacérsele desde que comenzó la obra «hasta el día en que esté tornada a reedificar la casa y que se pueda vivir y habitar en ella»[8]. La última sentencia fue dictada en julio de 1589, doce años después del comienzo de las hostilidades entre el concejo y el vecino.
Continuará
[1] Junta a esas casas, Villafañe contaba con otras más pequeñas en la parte trasera y hacia una calleja, ahora inexiste, con salida a la calle Chorrera.
[2] En uno de los sillares del borde oriental del ayuntamiento puede verse hoy una forma saliente que parece sugerir la imposta de otro arco que no llegó a realizarse y con el que se pretendería cerrar la esquina suroriental de la plaza.
[3] Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias, caja 1645, 18. Ejecutoria del pleito litigado por el licenciado Villafañe, vecino de Béjar (Salamanca) con el Concejo de Béjar, f. 1.
[4] Desagüe de aguas residuales.
[5] Los pozos eran habituales en las entradas de muchas casas bejaranas, especialmente en las de la calle y plaza Mayor, siguiendo la línea de aguas desde la Corredera a La Antigua.
[6] Ibídem, Ejecutoria del pleito…, f. 3.
[7] Ibídem, f. 4.
[8] Ibídem, f. 9.
Con cuanta razón dice el evangelio de Lucas: "procura arreglarte, mientras vais de camino…"; pero también el saber popular: "pleitos tengas y los ganes". Esperamos las conclusiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca hay que acudir a juicio como método para arreglar las cosas, porque a veces no salen los veredictos como en justicia alguno espera, mejor negociar aunque no siempre es posible.
ResponderEliminarUn saludo.
-Ya viendo su firma denota que era una persona de altos humos:también estoy de acuerdo que cada uno por su parte arrimaban el ascua a su sardina...
ResponderEliminar-Deseando saber más de este pulso que mantenían ambas partes...
Un abrazo Carmen feliz finde
Hola Carmen:
ResponderEliminarParece ser que aquello de "nos veremos en la corte", ya era de antiguo uso...
Ya veremos cómo termina todo
Besos
Siempre hay que dejar todo bien atado no le salga como parece se paso al ayuntamiento bejarano y este vecino se supo aprovechar.
ResponderEliminarSaludos.
Me sorprendería si no hubiera algún Zúñiga involucrado en esto... :)
ResponderEliminarPues no parece, al menos de momento...
EliminarSaludos
Qué interesantes han sido estas entradas sobre la construcción del edificio del ayuntamiento de Béjar, por cierto de precioso diseño. Y veo que aún falta el desenlace de esta historia. A ver como queda.
ResponderEliminarUn saludo.
Un placer el haberte hallado
ResponderEliminarUna joya tu blog
Siempre que hay una expropiación...hay problemas. Ahora en la actualidad, siguen estando los mismos problemas.
ResponderEliminarBesos
Tiempo y muchos problemas costó hasta verlo tal cual está hoy. Ahorla lo miraremos sabiendo más de él.
ResponderEliminarBuen miércoles.Cuidaros.
Un abrazo.
Con el ayuntamiento hemos topado y no con la iglesia, el licenciado Villafañe no se rendía fácilmente.
ResponderEliminarUn abrazo.
·.
Nos regalas un fantástico novelón, digno de ser publicado en alguna cadena de televisión. Me encanta la persistencia de Villafañe, el que la sigue la consigue, aunque al final el Ayuntamiento disponga de un magnífico edificio para una digna sede consistorial.
Nos has traído un buen trabajo.
Un abrazo Carmen
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LaMiradaAusente · & · CristalRasgado