5 de noviembre de 2021

El edificio del colegio salesiano de Béjar: del "muño maior" a doña Felisa Esteban (3ª Parte y final)

 

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

La historia posterior de este inmueble es un poco más conocida: fue adquirido por la comunidad religiosa de los Salesianos en 1895 contando con la ayuda benefactora de dos relevantes bejaranas de la época, Manuela Rodríguez-Arias y Felisa Esteban[1], considerándose a esta última como la fundadora del colegio. En este sentido el periódico santanderino de la Atalaya, haciendo referencia a los distintos establecimientos pedagógicos indicaba lo siguiente: 

Inscripción dedicada a Felisa Esteban a la puerta del colegio Salesiano


«según vemos en La Victoria, semanario que se publica en Béjar, la piadosa y opulenta señora de dicha ciudad, doña Felisa Esteban Rodríguez, se propone emplear su fortuna para fundar allí, en Béjar, un instituto salesiano, habiendo comprado ya para este fin la mejor casa de la población: un verdadero palacio, inmenso y todo él de piedra de sillería»[2].

La vieja propiedad ducal señalada tan exclusivamente por el pintor Lirios pasaba de esa manera, después de un efímero esplendor fabril, a convertirse en colegio salesiano.  

 Interesantes documentos sacados de Archivo Fotográfico y documental de Béjar. Podéis consultar más aquí

La vida de doña Felisa Esteban, pese a los privilegios de pertenecer a una clase social acomodada económicamente, no fue tal fácil como podríamos suponer. Nuestra protagonista nació en Béjar en el año 1847, siendo hija de Damiana Rodríguez Vidal (hermana del renombrado senador don Nicolás Rodríguez Vidal y de otros 12 hermanos) y de José Esteban Skarret. Él era natural de Brihuega (Guadalajara) donde había sido maestro tintorero, y desde donde, todavía joven, se desplazó a Béjar para instalar su propio tinte. Este se fundó en el edificio hoy ocupado por la empresa Tefasa de Manuel Bruno, junto al río Riofrío[3]. En pocos años Pepe Esteban se convirtió en uno de los fabricantes más importantes de la ciudad en un momento de gran impulso industrial pero también salpicado por virulentos conflictos laborales. 


Felisa Esteban Rodríguez. Foto sacada de Archivo Fotográfico y Documental de Béjar

En ese clima al mismo tiempo de opulencia y de violencia se produce su dramática muerte, hecho que marca el devenir y la convivencia social de Béjar durante aquellos años, y de manera especial la vida de su hija Felisa. La ciudad estaba desde 1868 acostumbrada a la revuelta continua que, si en principio seguía los impulsos políticos marcados por la vida nacional, fue poco a poco focalizándose en las circunstancias locales y en los enfrentamientos de clase que, de modo puntual, habrían de desencadenar hechos especialmente dramáticos. Uno de los más recordados fue la muerte de José Esteban, que tuvo lugar el 10 de noviembre de 1871. Trascribamos lo que la prensa local, y aun nacional, publicó en las jornadas posteriores:

«El viernes 10 de noviembre, a las 8 de la noche, don José Esteban, persona de las más acomodadas de la población [de Béjar], muy estimada por sus excelentes cualidades y hermano político del senador por la provincia de Salamanca don Nicolás Rodríguez [Vidal], fue cobarde y alevosamente asesinado»[4]. Según parece «había recibido anónimos exigiéndole dinero, y en el último se le amenazaba con la terrible venganza que, en efecto, se consumó desgraciadamente».

 

Nicolás Rodríguez Vidal, tío de Felisa Esteban, y senador del Reino.

Página web del Senado

Muy pocos días después el propio don Nicolás, tío de Felisa, quien sería amenazado de igual manera: en un escrito se le exigía que a las siete de la noche del 18 de noviembre y en sitio designado depositara uno de sus criados la cantidad de 2000 duros, y que de lo contrario sufriría la misma suerte que su cuñado don José Esteban. En esta ocasión el hecho fue denunciando y pudo detenerse a los chantajistas[5]. Parece claro que la acaudalada y amplia familia a la que pertenecía nuestra protagonista estaba en el centro de la diana por parte de un sector especialmente radicalizado en Béjar.

La violenta muerte de su padre iba a marcarle de modo profundo. Tan solo contaba con 24 años cuando tuvo lugar el hecho, pero la religiosidad en que se crió siguió indemne pese a la adversidad y al dolor. Tres años después, en 1874, doña Felisa quedaba huérfana de ambos padres al fallecer su madre Damiana y, como compensación a tanta noticia luctuosa, el 5 de mayo contrae matrimonio con Segundo Cid Rodríguez, perteneciente a una conocida familia industrial de origen hervasense. Pero la desgracia se negaba a abandonar la vida de la benefactora, pues apenas cumplidos los diez años de matrimonio su esposo iba a fallecer mientras que el hijo de ambos, con corta edad, correría la misma suerte.

 Foto de Archivo fotográfico y documental de Béjar

En el año 1896 doña Felisa funda con una importante aportación económica el colegio Salesiano de Béjar[6]. Inicialmente en él se impartía la enseñanza primaria y los primeros cursos de la segunda enseñanza compitiendo en alumnos con el colegio municipal de secundaria que daba sus clases en las instalaciones del antiguo convento de San Francisco. La fama y el prestigio, además de sus buenos precios, condujeron a la desaparición del colegio público en beneficio del creado por doña Felisa. En sus aulas se admitían niños externos, internos y mediopensionistas[7], y se ofertaban plazas gratis «para huérfanos de padre y madre, mayores de diez años y menores de doce, de cristiana conducta y que no padezcan enfermedad contagiosa»[8], dirigiéndose las solicitudes a la propia doña Felisa. 

 Felipe Rinaldi. Una calle en Béjar lleva su nombre.

Foto sacada de aquí

Desde su fundación el inmueble de los Salesianos estuvo ubicado en el histórico edificio de la calle Padre Roca donde continuó hasta el final de su existencia. Pero contrariamente a lo que se tiende a pensar este inmueble no fue donado a la congregación por doña Felisa, sino vendido. Durante los cuatro primeros años los religiosos usaron el edificio como sede de su colegio y en 1900 deciden adquirirlo. Felisa Esteban era su propietaria única desde que lo compró en 1895 a una sociedad formada por los hermanos Severiano, Anselmo y José Galindo Pamo, Rufino Raulet Muñoz, las hermanas Felisa, Susana y Ángela Alonso, y los hermanos Miguel y Manuela Martín Mateos Alonso[9]. En escritura otorgada ante el notario Felipe Gómez Moñibas el 25 de septiembre de 1900 Felisa Esteban vendía toda la propiedad a Felipe María Rinaldy y Brerry, superior general de la congregación en España; Ernesto Oberty y Porta, primer director del colegio salesiano de Madrid, ambos italianos de Turín; José Calasanz y Marqués, natural de Huesca, asesinado por las milicias valencianas en 1936 y hoy beato; Emilio Nogués y Cabrer, de Tarragona; y Antonio María Longo y Sancerrotto[10]. Estos fueron los nombres de los primeros propietarios salesianos del inmueble aunque no estuvieron presentes en la firma de la escritura, sino que lo hizo en su nombre el padre don Vicente Schiralli Monguione, natural de Bari y residente en aquel momento en Béjar como apoderado del resto de salesianos. Schiralli había sido director del colegio al inaugurarse y, en aquel año de 1900, lo era del colegio salesiano de Salamanca. El edificio que recibían quedaba descrito de esta manera:

 

«casa con accesorios de jardín, tendedero de paños y terreno con tendal para lanas, una casilla para prensa y paja de agua con sus pilones. Situada en la calle de la Carrera, hoy de Rodríguez Vidal, señalada con el número nueve, con 2420 m2 de superficie»[11].

 

El precio por el que lo adquirieron de doña Felisa fue 20 000 pesetas. León Ovejero y Marcelino Cagigal[12] fueron los testigos de la transacción. 

 El beato don Miguel Rúa vino a Béjar en varias ocasiones. 

Foto sacada de aquí

Felisa Esteban cuidó de su fundación desde el principio y hasta su muerte. Fue anfitriona de don Miguel Rúa, mano derecha de don Bosco, en las diversas ocasiones en que visitó Béjar[13]. Al fallecer, el 1 de junio de 1937, mientras España se debatía en una cruenta guerra civil, no teniendo herederos directos, la venerable dama legó todos sus bienes a la fundación salesiana.



[1] Manuela Rodríguez-Arias y Felisa Esteban eran hijas respectivamente de los fabricantes Cipriano Rodríguez-Arias Corón y José Esteban Skarret.

[2] La Atalaya, nº 751, 1/2/1895.

[3] SÁNCHEZ MARTÍN, Javier R.: «Industria textil y fábricas en Béjar (III)» en Béjar en Madrid, Especial 2007, p.40.

[4] Diario de Córdoba, de comercio, industria, administración, noticias y avisos, nº 6379, 17 de noviembre de 1871, p.2.

[5] Ibídem, 19 de noviembre, nº 5106, p. 3. La serie de hechos violentos acaecidos en Béjar durante esa época han sido recogidos en «Sucedió en Béjar (1493-1910) Crónica negra de la ciudad» Ed. TGC, de nuestra autoría.

[6] La congregación salesiana (o Pía Sociedad de San Francisco de Sales) fue fundada en Italia en 1859 por el sacerdote turinés don Bosco.

[7] SUÁREZ, L. Una aproximación a la historia del bachillerato en Béjar. XXV Aniversario del I.B. «Ramón Olleros Gregorio» (1963-1988), Béjar, 1988, p. 13.

[8] Periódico La Victoria, nº 3734, 13/12/1897.

[9] Salvo Rufino Raulet y los hermanos Galindo, que eran propietarios por compra, el resto lo habían heredado de su abuelo Francisco Alonso, que erigió el edificio mediado el siglo XIX para su fábrica de paños.

[10] AHPSA, P.N. 9942, nº 190: Venta de edificio por parte de Felisa Esteban.

[11] Ibídem, ff. 753 y 754.

[12] Cagigal sería nombrado poco tiempo después el primer director de la escuela industrial de Béjar.

[13] Visitaba también en Béjar la casa de Luisa Rodríguez Yagüe, prima hermana de doña Felisa, junto al inicio de la bajada de la calle Padre Roca. Sus descendientes han conservado el sillón donde descansaba don Rúa.

10 comentarios:

  1. Al final todo se quedó en el mismo sitio:al legar todo su patrimonio a dicha congregación. La Comunidad Salesiana sigue gozando de muy buena reputación ahora es concertada.

    Feliz finde Carmen

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  2. Me ha llamado la atención que ofertaban plazas gratis para niños entre 10 y 12 años de cristiana conducta y que no padecieran enfermedades contagiosas.

    Un abrazo.

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  3. Tantas desgracias marcarían su vida y al verse sola, decidió que sus bienes sirvieran para un buen fin. Seguro que de esas aulas salieron alumnos destacados y que harían una buena labor, en el pueblo que los vio nacer.

    Besos

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  4. Estas entradas Carmen, me ha recordado cierta historia de la IIda guerra mundial, en relación a un edificio religioso...

    Besos Carmen

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  5. Esta señora parece que la desgracia la persiguió toda su vida aunque tubo una gran fortuna la cual parece que la intento dar un buen fin con las becas que dio a personas mas humildes.

    Saludos.

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  6. Uno pasea la ciudad y sale de ella con la mochila vacía, sin conocer la trastienda histórica que hay en cada uno de sus edificios. ¡Qué gran labor histórica!
    Un abrazo.

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  7. Si los edificios hablasen...
    De la vida de cada persona podría escribirse una interesante biografía, muchos acaban su existencia y no dejan huella, otros, por la razón que sea, permanecen en la memoria de la ciudad y de todos aquellos que intentan indagar un poco más en su pasado.
    El altruismo de la fundadora del colegio salesiano, bien se ha ganado el ser recordada.
    Cariños.
    Kasioles

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  8. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, algunos usaron en propio beneficio el ambiente revuelto -justo, pero revuelto- que se respiraba en 1868, y haciendo de su capa un sayo se dedicaron al chantaje y al robo descarado.
    Un saludo.

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  9. La vena benefactora de ciertos empresarios de la época, en especial los del ramo textil, fue de gran importancia en el cambio de vida de los trabajadores. En Barcelona podemos apreciarlo además de en la Colonia Güell, en diversos enclaves, donde no sólo las casitas que se construyeron para los empleados acabaron siendo de su propiedad, también se avanzó mucho al erradicar el analfabetismo entre ellos.
    Saludos.

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  10. Perfecta historia, la benefactora y la ubicación de hechos en cada momento de la historia…. Con el tiempo, y en los años 60 y 70 del pasado siglo, este colegio se convirtió en el reducto de retiro de los curas salesianos que resultaban “incómodos” para la congregación en otros colegios de España, los que vivimos aquella época pudimos ver y sufrir todo tipo de vejaciones clasistas, pederastas y de maltrato psicológico y físico continuo… palizas brutales que, después de más de 45 años no puedo olvidar.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.