18 de marzo de 2022

Breve semblanza del bejarano don Diego de Zúñiga y Guzmán, marqués de Loriana, llamado el Ciego

 Autora: Carmen Cascón Matas

 Publicado: Béjar en Madrid, 4.843 (21/02/2020), p. 10

         No era extraño encontrarse en las largas tardes de verano al marqués de Loriana apostado frente a los balcones de palacio asomados hacia el monte. Su silueta inmóvil se recortaba frente a la luz, mientras su bastón descansaba en los brazos del sillón frailuno. Los sirvientes apenas notábamos su presencia en nuestras idas y venidas de una estancia a otra, aunque, en honor a la verdad, dos seres se preciaban de acompañarle a cada instante: su ayuda de cámara, que permanecía junto a él para atenderle sin descanso desde el canto del gallo hasta que se sumía en las profundidades del sueño nocturno, y su fiel mastín Lobo. Ahora ambos se hallaban cerca: el primero de pie, sumido entre las sombras; el otro echado a los pies del marqués, dormitando. 


Monte que se contempla desde el Palacio Ducal de Béjar. Fotografía Manuel Álvarez-Monteserín
 

          El de Loriana miraba a un punto fijo, repasando mentalmente cada castaño del monte, vislumbrando la ermita del Castañar, tan hermosa durante los meses del estío, no sabemos si recurriendo a la memoria o a las descripciones escuchadas. Cuando la luz apenas hacía distinguir su silueta de la oscuridad de la estancia, emitió un sordo suspiro, buscó a tientas su bastón, pateó sin querer a Lobo y, gracias a su ayuda de cámara, salió de la estancia camino de los salones donde se iba a degustar la cena. Si se le miraba a los ojos se advertía que habían perdido su función natural, pues la ceguera le impedía el desempeño de hasta los actos más simples. Es por ello por lo que los bejaranos le llamaban don Diego de Zúñiga, El Ciego

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            El bejarano don Diego de Zúñiga y Sotomayor Hurtado de Mendoza, que así se llamaba el futuro marqués de Loriana, había nacido de la unión entre el VII duque de Béjar, don Francisco de Zúñiga Sotomayor y Guzmán, y su prima hermana Ana de Mendoza de la Vega y Luna, III, duquesa de Mandas y Villanueva. El feliz alumbramiento ocurrió en Béjar en 1623 y varios días después fue bautizado en la iglesia de Santa María la Mayor, parroquia a la que se adscribía el palacio ducal[1]. No era, sin embargo, el primogénito de la ducal pareja, pues dos hermanos mayores le precedían en la sucesión y los dos fueron duques de Béjar: Alonso II y Juan Manuel I. Como hijo segundón, sus padres decidieron destinarle a la Iglesia, en 1630 se le concede la primera tonsura y poco después se le ordena clérigo de menores órdenes.

 

 Estanque de la villa renacentista de El Bosque de Béjar.

            Catorce años más tarde, le encontramos casándose con la V marquesa de Loriana y de la Puebla de Ovando, doña Leonor Dávila y Guzmán de Ulloa, hija de Francisco Dávila y Guzmán, presidente del Consejo de Hacienda, superintendente de la corona en Lisboa y, lo más importante, primo del todopoderoso Gaspar de Zúñiga y Guzmán, conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV (es evidente que alcanzó puestos relevantes en la administración por los manejos de su querido pariente), y de Francisca de Ulloa y Zúñiga[2]

         Es posible que a la muerte del duque don Francisco en 1636, su hermano Alonso II decidiera destinar a don Diego a establecer políticas ventajosas con otras casas nobiliarias –pobre don Diego, siempre al albur, primero de su padre, luego de sus hermanos y al final de su sobrino, como veremos-. En todo caso le obligó a renunciar a sus derechos al ducado bejarano en las capitulaciones matrimoniales a cambio de una asignación económica de 70.000 ducados pagaderos a lo largo del tiempo[3]. A partir de ese momento se hará llamar don Diego de Zúñiga Dávila y Guzmán de Ulloa, en una fusión curiosa entre los apellidos propios y los de su esposa. 

 

 Cuerpo superior del retablo de Santa María la Mayor de Béjar

Fotografía Manuel Álvarez-Monteserín

El enlace, por ventajoso y oportunista que nos pueda parecer, estuvo marcado por las luces y las sombras: el padre de la novia había caído en desgracia por su mala gestión del conflicto portugués y había sido encarcelado por el nuevo rey Braganza en 1640 para recuperar la libertad tres años después de regresar a Madrid y ser rehabilitado como consejero de estado justo antes del enlace con don Diego de Zúñiga. Es posible que por su casamiento viniera aparejado el título de Comendador Mayor de la Orden de Santiago de Paracuellos del Jarama.

            En 1635 ve la luz la primogénita de la pareja, una niña, Francisca de Zúñiga, quien casaría con el marqués de Ariza. En 1651 nacería en Béjar un niño al que le impondrán en la pila del bautismo el nombre de Diego en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor[4]. Pocos años después del nacimiento del pequeño Diego, en 1653, muere doña Leonor Dávila, muy probablemente a resultas del parto de Francisco Melchor de Zúñiga y Guzmán de Ulloa, VI marqués de Loriana, quien, andando el tiempo, enlazaría con otra rama de los Zúñiga, la ligada a los condes de Miranda del Castañar. Si tenemos en cuenta que el primogénito acabará siendo Francisco, deducimos que Diego, el niño nacido en Béjar, debió de morir en los primos compases de su tierna vida. 

 

Don Manuel de Zúñiga y Guzmán, X duque de Béjar y sobrino del marqués de Loriana

A partir del fallecimiento de su esposa, don Diego se verá obligado a llevar las riendas de la tutoría de su hijo menor de edad, Francisco, futuro marqués de Loriana, aunque sospechamos que se mantendrá muy ligado a Béjar, entre otras cosas porque se le seguía pagando anualmente aquellos ducados que se le asignaron por la renuncia de sus derechos a la corona ducal, primero por sus hermanos y después por su sobrino el Buen Duque don Manuel de Zúñiga. La vida en el palacio ducal bejarano estaba marcada por la convivencia entre tres varones: el marqués de Loriana por un lado y los dos hermanos solteros de la duquesa madre Teresa Sarmiento de la Cerda, Ruy Gómez de Silva y Diego Sarmiento de Silva

Los biógrafos más sobresalientes de don Manuel de Zúñiga[5] apuntan a la influencia ejercida por los tres en su educación al haber muerto don Juan Manuel I a temprana edad. Aunque la corte ducal mudaba de lugar y, suponemos que don Diego se trasladaría con ella, es probable que su imposibilidad física, de origen incierto, le anclaran a Béjar. He podido consultar varios documentos firmados por su mano, lo cual me induce a pensar que su ceguera era parcial o se acentuó con los años. 

Ábside mudéjar de la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar
 

            Desconozco si la relación entre don Manuel y el marqués, al menos al llegar el primero a la edad adulta, era todo lo amistosa que debiera, en parte por la dichosa entrega de ducados establecida en las capitulaciones matrimoniales, pues ambos, tío y sobrino, entran en litigio precisamente por dicha razón: don Manuel quería condonar la deuda, entre otras cosas porque el ducado poseía más deudas que ingresos y además le era preciso satisfacer los gastos propios y la manutención de su madre viuda doña Teresa Sarmiento de la Cerda; y don Diego, por su parte, alegaba su extensión en el tiempo, pues así se había firmado con la aprobación ducal y amenazaba con que caería en la indigencia provocando el deshonor para una Casa de Zúñiga tan relevante en la corte[6]. Con conflictos o no entre ambos, le vemos asistiendo a la entrada de su sobrina política Mª Alberta de Castro y Portugal en 1679.

            Murió en 1696, con 76 años, recordando quizá de memoria los parajes del Castañar y con nostalgia de una vida que bien pudo ser otra.




[1] Archivo Parroquial de Santa María la Mayor de Béjar. Libro de bautismos nº 3 (1595-1648), f. 129.

[2] RENGEL MANZANAS, Miguel Ángel. “Francisco Dávila Guzmán”. Diccionario Biográfico Español, disponible on line http://dbe.rah.es/biografias/21037/francisco-davila-guzman.

[3] Archivo Histórico de la Nobleza. OSUNA, C.247, D.53; y OSUNA, C.247, D.51-52.

[4] Archivo Parroquial de Santa María la Mayor de Béjar. Libro de bautismos nº 4, f. 9.

[5] ZARZA SÁNCHEZ, Emiliano. Historia del Buen Duque don Manuel de Zúñiga. Una actualización de la biografía del X titular de Béjar (1657-1686). Centro de Estudios Bejaranos, 2017, p. 16.

[6] Archivo Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.255, D.461.

7 comentarios:

  1. Espléndido documento histórico, como es usual de todo lo que viene de ti, Carmen. Mis felicitaciones.
    Un abrazo.

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  2. Interesante su historia y buenas fotos dejas para pasear por donde él también lo haría y con el tiempo a pesar de su ceguera recordar estos paisajes.
    Ese Mendoza me suena, tendremos algún parentesco?.
    Buen fin de semana Carmen.
    Un abrazo.

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  3. Debe de ser triste, asomarse al bacón y no poder contemplar los hermosos paisajes, que había admirado, en gran parte de su vida.

    Besos

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  4. Hola Carmen:
    Interesante semblanza. Estuve en la iglesia de Santa María de Béjar hace ya casi 20 años. No pudimos entrar, aunque tengo una foto en el ábside, que me pregunta si era en Roma.

    Besos

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  5. Conmovedor, aparte de los interesantes datos históricos que entrega. Saludos, JZR.

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  6. Una historia muy interesante. Un saludo.

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  7. Bueno, aunque decidieran otros por él, tampoco estuvo tan mal: conoció la vida espiritual al principio, los placeres del matrimonio después, y aunque renunció a sus derechos ducales, a cambio de una buena renta, fue marqués, aunque consorte. Lo peor, su ceguera que le impedirían al final ver desde palacio las verdes colinas bejaranas.
    Un saludo.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.