25 de marzo de 2022

Ciencia y tecnología: del museo al empleo

Autor: Ignacio Coll Tellechea

Publicado: desaparecida página web collcenter, 7 de septiembre de 2015.

El concepto y la imagen de los museos han cambiado radicalmente en solo un par de generaciones. Desde los espacios estancos en los que se exhibían elementos artísticos con un modelo tipo frontón (con visitantes circunspectos contemplando las piezas y amenazando con convertirse ellos mismos en estatuas o cuadros) a planteamientos multidisciplinares e interactivos en los que, además, se han incorporado temáticas más allá de las artes.

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 Museo de la Industria Textil de Béjar

Los museos de la ciencia y la tecnología no son nuevos ni una rareza a día de hoy en España, donde pueden visitarse medio centenar. Aunque tardaron en llegar, contamos con una red notable de espacios dedicados a la divulgación del desarrollo científico y tecnológico que merece la pena conocer.

Por tipologías, tenemos en primer lugar los grandes museos generalistas, que abarcan todas las áreas de conocimiento de las ciencias experimentales, con buena cantidad de recursos y un enfoque principalmente interactivo. Entre estos cabe destacar los Museos Científicos Coruñeses, el Parque de las Ciencias de Granada, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y el Cosmocaixa de Barcelona. Los cuatro comparten, además, el hecho de haber contado en su impulso y diseño inicial con divulgadores de la ciencia de gran prestigio (Ramón Núñez, Ernesto Páramo, Manuel Toharia y Jorge Wagensberg, respectivamente).


Visita guiada al Museo de la Energía de Ponferrada

Con esa misma perspectiva holística, pero un tamaño más reducido, se crearon en los últimos 20 años los museos de la ciencia de Valladolid, Cuenca y Logroño, por citar algunos.

¿Y en Madrid? La capital no contó con un verdadero museo de la ciencia y la tecnología de ámbito general hasta el desembarco de La Caixa en Alcobendas hace 15 años. Y tras la retirada de la entidad catalana de su gestión, se ha incorporado a la red de museos nacionales a través de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt).

Hay un segundo tipo de museos organizados en torno a disciplinas y aspectos concretos de la ciencia. Ahí destacan los planetarios (Pamplona, Madrid, Mallorca, Málaga…), junto a los más clásicos museos de ciencias naturales, herederos de los gabinetes de curiosidades de los siglos XVIII y XIX (Madrid, Barcelona, Valencia…).

Pero más recientemente se están creando espacios expositivos enfocados a aspectos concretos de la ciencia y la tecnología y su utilización. Sus predecesores han sido los museos del ferrocarril (Madrid, Vilanova i La Geltrú, Azpeitia…), pero ahora se ha dado un paso más, centrando el interés en actividades específicas que resultaron ser claves para el entorno económico, social y cultural en el que se han creado.

Un visitante escucha las explicaciones de un antiguo trabajador de la central térmica en Ponferrada

Centrándome algunos de los que conozco y he visitado, hay una serie de elementos que conectan a los museos de la energía (Ponferrada), textil (Béjar) y de la minería (Almadén) y que los hace interesantes más allá de su planteamiento expositivo.

Se trata de tres núcleos industriales que han vivido tiempos mejores. La generación de energía en Ponferrada, el textil en Béjar y la explotación de las minas de mercurio en Almadén supusieron el elemento clave del desarrollo local durante varias décadas, siglos en el caso del municipio de Ciudad Real. La actividad industrial motivó el crecimiento económico, pero también la transformación social y cultural que experimentaron durante generaciones El Bierzo, la comarca de Béjar y Almadén.

En este último caso el progreso fue sostenido, en parte porque la actividad se ceñía a la extracción del mineral, que después era tratado y comercializado en Sevilla, pero Béjar y Ponferrada son ejemplos perfectos del desarrollo de la primera y segunda revolución industrial en la península. En la ciudad salmantina, y partiendo del fácil acceso a la materia prima y de unas condiciones naturales beneficiosas, la aparición de una burguesía industrial a comienzos del XIX hizo posible la creación de un núcleo fabril que compitió con Tarrasa, Sabadell y Alcoy hasta casi el final de esa centuria, con un crecimiento importante de la población y de la actividad económica que perdió fuelle en el primer tercio del siglo XX, y que vivió su edad de plata tras la Guerra Civil.

Percha de más de 200 años de antigüedad usada para cardar la lana en Béjar.

Por su parte, la capital del Bierzo experimentó una transformación salvaje a lo largo del siglo pasado, con el impulso de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) primero y de Endesa posteriormente, triplicando su población entre 1940 y 1970 y convirtiéndose en uno de los principales polos industriales del Noroeste.

Con matices y en fases distintas, estas tres ciudades viven desde hace años un declive que se traslada al entorno y condiciona el aspecto y el modelo de desarrollo. Los carteles de Se vende decoran muchas de las ventanas, el aspecto de algunos barrios y de las construcciones más humildes, la mayoría deshabitadas, denota un decaimiento general que marca la imagen que transmiten para los visitantes. Y entre las soluciones que sus gestores barajan para detener el deterioro y explotar nuevas actividades económicas está el turismo.

Tren de acceso y salida a la galería de la mina de Almadén.

Almadén inauguró su Parque Minero en 2008, seis años después del cierre definitivo de la mina. A la visita a la primera galería de la explotación se une un centro de interpretación muy completo en el que se explica la historia y el desarrollo de la minería del mercurio en este lugar desde la época romana. Los trabajadores del parque son antiguos mineros y empleados de la empresa.

El Museo de la Energía de Ponferrada se abrió en el año 2011. Tiene su sede en la antigua central térmica de la MSP, y su diseño ha permitido rehabilitar las instalaciones en las que el carbón procedente de Villablino se utilizaba para generar energía eléctrica. Es un museo muy didáctico, que ha recuperado el testimonio de antiguos trabajadores de la instalación que acompañan al visitante a través de una serie de pantallas desde las que explican el proceso.

El más moderno de los tres es el Museo Textil de Béjar, inaugurado en primavera de 2015. Para albergar la exposición se ha recuperado el tinte de la empresa Gilart, junto al Río Cuerpo de Hombre. En sus instalaciones pueden verse maquinaria de los siglos XVIII, XIX y XX, así como materias primas, tejidos confeccionados en sus fábricas y un interesante audiovisual en el que se explica todo el proceso, desde el esquilado de las ovejas a la confección de los paños de Béjar, rodado a comienzos de la década de los 60. Como en los casos anteriores, las visitas guiadas se hacen con personal que trabajó en alguna de los cientos de fábricas que llegaron a funcionar en la ciudad el siglo pasado.

Un antiguo obrero explica parte del proceso de producción de los tejidos de lana en Béjar.

Las coincidencias no son casuales. Tras numerosos intentos por salvar la actividad industrial de los tres enclaves, el nuevo modelo de desarrollo pasa por una economía orientada a los servicios y el turismo. La creación de estos tres museos permite ofrecer una propuesta distinta para viajeros curiosos que quieren conocer el pasado reciente de esos enclaves, aprender sobre procesos como la generación de electricidad, la confección de paños o la explotación de la mina de mercurio más grande del mundo.

La paradoja consiste en que la tecnología obsoleta o en vías de desaparición que se presenta en estos espacios se convierte, a través de su musealización, en fuente de empleo y de riqueza. De las ruinas de fábricas abandonadas han surgido espacios de encuentro en el que foráneos y locales se relacionan entorno a una actividad singular, a cuyo conocimiento no es sencillo acceder de forma tan directa.

En ninguno de los casos la actividad turística va a ser capaz por sí misma de recuperar los niveles de empleo, riqueza y desarrollo en los que se movieron las tres ciudades en sus momentos de máximo esplendor. Pero mientras encuentran su destino, la evocación de tiempos mejores les está permitiendo detener el deterioro de su patrimonio industrial y ofrecer una alternativa a los visitantes, pero también a quienes viven allí, mientras sueñan con construir su futuro recreando el pasado y utilizando la ciencia y la tecnología para pasar del museo al empleo.

 

8 comentarios:

  1. Muy interesante por lo que aportan un antes y después de la industria en España
    Pero en estos momentos de tensión que se está viviendo por la guerra de Putin.No descartemos que tengamos que reconsiderar otra vez la industria que impulsó la economía de estos lugares
    Un abrazo Carmen

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  2. La vida evoluciona constantemente y hay industrías que se pierdén, por falta de rentabilidad. siempre se busca nuevos caminos, que puedan fomentar el empleo.

    Besos

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  3. El museo textil de Béjar es el único de los de este estilo que he visitado de los que nombra el articulo. El de Ponferrada no lo visite cuando visite la localidad aunque no fue lo único que me quedo pendiente para próximas visitas.

    Saludos.

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  4. Unas iniciativas muy interesantes. Es cierto que aunque no lleguen a suplir la falta de actividad industrial al menos el turismo puede dar vida a tres localidades. Un saludo.

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  5. Yo suelo visitar este tipo de museos, ya que me encanta ver como han ido evolucionando la tecnología en cualquier tipo de industria.
    Aquí en Sevilla, ciudad marinera y portuaria de toda la vida, por ejemplo, tenemos tres museos relacionados con la navegación, como el Pabellón permanente de la Navegación, el Museo del Puerto, y el de la Torre del Oro, a orillas del Guadalquivir, de Historia y cultura Naval. Los recomiendo porque merecen la pena visitarlos. Aparte de otros, de los que no se citan ningunos en este artículo.
    Un abrazo, Carmen.

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  6. Qué curiosos son estos centros donde se guarda la cultura del esfuerzo.
    Aunque no tenga la más mínima idea de su historia, nunca dejan de sorprenderme y de enseñarme caminos que desconozco, abriendo puertas al conocimiento.

    Enhorabuena al autor.
    Un beso, Carmen.

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  7. Como soy una negada para las nuevas tecnologías, nunca he sentido curiosidad por visitar ese tipo de museos, pero reconozco que no me importaría ya que todo es cultura.
    Cariños y buen fin de semana.
    Kasioles

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  8. La existencia de museos temáticos sobre ciertos aspectos de la industria o la técnica no es nueva. Desde hace años, aunque no sé cuantos, pero deben ser bastantes por estar algo obsoleto museísticamente hablando, pero de todas formas interesante, en los bajos del Monasterio del Puig de Santa María (Valencia) está el de la Imprenta. Supongo que no todos los museos de este u otro tipo existirán por idénticas razones, pero la de fomentar la llegada de visitantes, complementar otros atractivos o la simple muestra de unos fondos, de la naturaleza que sean, para conocimiento de todos, siempre es una buena noticia.
    Un saludo.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.