20 de septiembre de 2024

El capitán Andrés Dorantes: un naúfrago bejarano en Florida, Misisipi y Luisiana (1ª Parte)

 Autor: Anselmo Rosales Montero

El libro Naufragios [1] de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, publicado en Valladolid en 1555, narra la historia de unos hombres que recorrieron a pie más de 5.000 kilómetros, durante 9 años cruzando de este a oeste los actuales EEUU: Florida, Alabama, Misisipi, Luisiana, el Río Grande, Nuevo México, Arizona hasta México. Entre estos hombres, supervivientes de innumerables peligros, caminando casi desnudos y descalzos, se encontraba el bejarano Andrés Dorantes, allá por 1527 [2].

Mapa del viaje en barcos y a pie que se narra en Naufragios.

Extraído de Expedition Cabeza de Vaca Karte (cropped).png.

 

Ya adelantamos que se tratará de una expedición fallida, en la que los cuatro protagonistas tendrán un final menos malo que la expedición, incluido el bejarano.

            Con el mandato de explorar y colonizar la Florida, así como para descubrir minas de oro y “la fuente de la eterna juventud”, partía de Sanlúcar de Barrameda, el 17 de junio de 1527, una expedición formada por cinco navíos y unos 600 hombres, al mando del gobernador Pánfilo de Narváez. Pánfilo había fracasado tratando de prender a Hernán Cortés. Ahora, intentaría emularlo descubriendo un nuevo territorio, aunque volvería a fracasar. Como tesorero de la expedición figuraba el autor del relato: Cabeza de Vaca.

Llega la expedición a Santo Domingo y allí se quedan 140 de los embarcados. Siguen los restantes hacia Santiago de Cuba, donde se sustituyen hombres y caballos. Con el fin de abastecerse de unas provisiones, se dirigen a Trinidad. Pánfilo, a pesar del aviso de Cabeza de Vaca, no toma las medidas para salvaguardar los barcos, dos de los cuales son destrozados y varios hombres desaparecidos por las violentas tormentas tropicales.

 Alvar Núñez Cabeza de Vaca

Llegan 400 hombres el 12 de abril de 1528 a la península de Florida. Unos indios les informan de que existe un lugar, llamado los Apalaches, en donde hay oro. Los barcos siguen por la costa y una expedición, entre los que se encuentra Andrés Dorantes, se interna a pie en la península iniciando una larguísima aventura.

Se encontrarán con los indios seminolas y calusas, unas veces pacíficos y otras menos, sobre todo cuando asaltan sus poblados para buscar comida. Se les llama indios flecheros por su habilidad y puntería. Las cuerdas de sus arcos estaban fabricadas con tripas de venado. Comprueban que no hay oro. Aunque se trata de un terreno con árboles en algunas zonas, el resto no es terreno fértil.

Se dirigen a Aute y una expedición tratará de saber a qué distancia se encuentran de los barcos. Entre estos expedicionarios aparece citado por primera vez Andrés Dorantes:


        Visto esto, otro día siguiente yo me partí a descubrirla, juntamente con el comisario y el capitán Castillo y Andrés Dorantes y otros siete de caballo y cincuenta peones… Cap. 7.

Comprobado que han perdido el contacto con los barcos y a pesar de no disponer de medios, ni de artesanos, ni de material, deciden construir cinco barcas. Resulta muy interesante la narración de cómo se las arreglan haciendo brea con resina, utilizando las pieles de animales como protección y como contenedores de agua… Suponemos que Andrés contribuyó como el que más. Se acaban la comida y los caballos. Se hacen a la mar unos 200 hombres en las cinco barcas, una de las cuales la tercera dio al capitán Alonso del Castillo y Andrés Dorantes, con cuarenta y ocho hombres... Cap. VIII.

Navegan y hacen incursiones en las casas de los nativos para coger comida: maíz, huevas de liza (mújol). Vuelven al mar. Las tormentas los alejan de la costa y se quedan sin agua. Cinco mueren tras haber bebido, por desesperación, agua del mar.

Llegan a la isla de Mal Hado. Sufren ataques de los nativos, sed, hambre, pérdida de una barca y sus hombres y un golpe de mar que les dejará desnudos. Unos indios llevan a unos cuantos a una choza, aunque con malas intenciones. Si embargo aparecen unos hombres para salvarlos , y estos eran los capitanes Andrés Dorantes y Alonso del Castillo, con toda la gente de su barca. Cap. XIII. Andrés, como los supervivientes, podrán comprobar que el hambre y el frío harán que entre los expedicionarios se practique el canibalismo como forma de supervivencia. Pronto se dan cuenta de que la isla no es un buen lugar. Los indios llevan agujereadas las tetas y clavadas cañas, no atienden a los mayores, comen hormigas, lagartijas, víboras…

Estebanico

 

        Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y Estebanico (del que solo sabemos su nombre) son hechos prisioneros, maltratados y torturados. Dorantes había querido huir, pero los demás no se atrevían a nadar. En la isla habían aprendido a curar soplando y utilizando las cualidades de algunas piedras. A estos conocimientos de curación ellos añaden el sorber la sangre de las heridas, cauterizarlas con fuego, soplando en la zona dolorida y rezando un padrenuestro los usarán para sobrevivir, en su camino hacia Méjico, realizando tareas de chamanes. Alonso y Estebanillo representaban mejor estos personajes ya que uno era rubio y el otro negro.

Continuará



[1] Naufragios. Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Edición de : Eloísa Gómez-Lucena, Rubén Caba. Colección Letras Hispánicas. 2018. 216 págs.

[2] Gonzalo SANTONJA GÓMEZ. La epopeya americana de Andrés Dorantes. Contestado por Antonio Gutiérrez Turrión, Centro de Estudios Bejaranos, 1993, 34 págs.

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