Autor: Anselmo Rosales Montero
Mariano Miguel de Reynoso y Abril (Valladolid, 8 de mayo de 1799 – Valladolid, 29 de abril de 1863) fue un político del partido moderado, ministro de Fomento entre 1851 y 1852.
En el diario La España de 1863, del partido moderado, aparece una necrológica que hoy resulta excesivamente “melosa” y altisonante, en la que se repasa la extensa biografía de este “distinguido patricio, laborioso ciudadano y honrado y cumplido caballero”. Con dieciocho años desempeñó una cátedra de Matemáticas, pero
Fotografía de Miguel Mariano de Reinoso. Sacada de aquí
“resonando en sus oidos el belicoso estruendo de las armas, y el mágico poder de los gritos de patria y libertad, decidieron á Reinoso á cambiar el severo trage del hombre de letras por el airoso uniforme militar”.
Siendo traductor de un diccionario de Física y otro de vascuence, diestrísimo tocador de guitarra y autor, según B. Saldoni, de la melodía conocida como El Himno de Espartero
“casó el señor Reinoso con la virtuosa y respetabilísima señora doña Dolores Salgado y Viana, hija única de una noble casa de Galicia, y educada "con singular esmero en el convento de las Salesas reales”.
Representante en Cortes por Valladolid, la necrológica dulcifica algunas de sus deficiencias:
“El señor Reinoso no fué de los que brillaron por la facilidad de la palabra; pero en cambio, en el seno de las comisiones y de las juntas discutía con corrección en su lenguaje, claridad en sus ideas, y fuerza de razón en sus deducciones”.
Firma. Sacada de la página web del Senado
Fue el primer encargado del nuevo Ministerio de Fomento y Obras Públicas, desde el que se realizaron los proyectos de los ferrocarriles de Madrid a Córdoba, Madrid a Irún pasando por Valladolid, Zaragoza, y completar el de Almansa, además de las líneas de enlace férreo de las provincias de Toledo, Cáceres, Badajoz, Córdoba, Sevilla, Huelva y Cádiz.
Desde este Ministerio impulsó la creación y desarrollo de las escuelas especiales de ingenieros de caminos y canales, montes y minas.
Y lo que más nos interesa, fundó la Escuela Industrial de Béjar tras la Real Orden firmada por la reina Isabel II en 1852.
Retrato de Mariano Miguel de Reinoso en la Sala de Concejales del Ayuntamiento de Béjar
Una pulmonía le obligó a retirarse y la neumonía posterior le provocó la muerte[1]. A partir de este retiro se cierra la necrológica con la parte más “dulzona” y un poquito empalagosa:
“Reinoso, restituido á su casa de Valladolid se consagró esclusivamente á los dulces y tranquilos goces del hogar doméstico, á la envidiable compañía de la noble Señora que el cíelo le había concedido por esposa, á sus numerosos amigos, que encontraban á su lado toda la dulzura de la amistad, toda la finura y el decoro, hermanado con la llaneza mas firme. Inmenso es, por lo tanto, el vacio que ha dejado en torno de su lecho mortuorio el escelentisimo señor don Mariano Miguel de Reinoso; grande la pérdida para su desconsolada esposa; de indecible pena, de aflictivo desconsuelo para sus amigos y para Castilla, y en especial Valladolid”.
A los vallisoletanos les queda un consuelo ya que se mantiene su obra:
“aquella ciudad conservará eternamente su memoria en la benéfica Sociedad de Seguros Mutuos contra incendios, cuyo reglamento fué obra suya, y la Caja de Ahorros y el Monte de Piedad, que creó, deseoso siempre y solícito del bien de sus semejantes”.
Retrato de Reinoso de la Sala de Juntas de la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, del pintor Blas González García de 1875. Foto extraída del blog Arte en Valladolid.
Remata la necrológica con una frase que podría ser un epitafio:
“su muerte ha sido la del justo, sin odio, sin resentimientos ni temor en su corazón, sin enemigos á quien perdonar”. La España, 11 de junio de 1863, n.º 5.168.
Valladolid le dedicó la calle en la que vivía, pero en 1854, por razones políticas, se quitó el nombre y en 1863 se cambió por calle Angustias. A pesar de que ostentara la alcaldía, de su contribución a la realización del puente Mayor y a la creación de cajas de ahorro, del impulso al tren de Alar del Rey a Santander… no tiene una calle en su ciudad natal.
Béjar, más agradecida y con menos motivos, le ha dedicado una parte de su calle Mayor.
[1] Su retiro será cómodo pues a los 30.000 reales por su cesantía y atrasos por los dos años fuera de la Cámara alta, se añaden las rentas que le reportaban sus propiedades rústicas y comerciales —cifradas en 1847 en casi 94.000 reales y en un pago de 8000 reales de contribución directa.



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