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30 de mayo de 2015

Benito Guitart Trulls, un arquitecto catalán en el Béjar de hace cien años (3ª Parte y final)


Autores: Javier R. Sánchez Martín y Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2015, pp. 55-60.

La casa de Mateo Iglesias en Béjar

       Pero quizá la obra por la que se recuerda a Benito Guitart Trulls en Béjar es por el edificio que diseñó y construyó por encargo de Mateo Iglesias, propietario de varios comercios de tejidos y confecciones en Béjar. Este empresario era el dueño de los Grandes Almacenes Mateo Iglesias, situados en el edificio que estuvo hace años Correos y después la imprenta Hontiveros, en la Plaza de la Piedad. También del comercio llamado La Innovación, al principio de la calle Mayor de Reinoso (donde estuvo el antiguo Banco de Bilbao hace ya años). A su muerte, algunos de sus empleados pusieron en marcha El Palacio de la Moda, que primero estuvo donde Junquera (el edificio que albergó Auxilio Social, que fue derribado hace pocos años para dar vista al Teatro Cervantes) y luego pasaría enfrente, donde está hoy día Saldos Arias. La única hija de Mateo Iglesias, Margarita, se casó con Francisco Núñez, por lo que la casa en cuestión también se conoce como “Casa de Núñez”.
Casa de Mateo Iglesias. 
Fachada principal antes de la restauración

      Este edificio se puede encuadrar dentro del auge neoplateresco del momento, como ya señalara Nieves Rupérez [1]. Según Díez Elcuaz, el neoplateresco debe su aparición en Salamanca a la actividad del arquitecto Santiago Madrigal, quien a partir de 1916 empieza a proyectar edificios basándose en la arquitectura renacentista local, siguiendo las recomendaciones del VI Congreso Nacional de Arquitectos (1915) en el que se proponía la vuelta a los estilos arquitectónicos de cada región[2].

17 de mayo de 2015

Benito Guitart Trulls, un arquitecto catalán en el Béjar de hace cien años (1ª Parte)


Autores: Javier R. Sánchez Martín y Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar,  2012, pp. 55-60.

Introducción

       Benito Guitart i Trulls nació en Barcelona el 12 de agosto de 1866. Allí estudió su carrera en la Escuela Superior de Arquitectura, donde se tituló en 1890[1]. Llegó a Béjar en 1893, permaneciendo aquí hasta 1895 y desarrollando una fructífera labor como arquitecto municipal

Benito Guitart Trulls en una fotografía


         Cuando llevaba sólo unos meses de estancia en Béjar se desplazó a Barcelona para contraer matrimonio con Mª Dolores Sivilla, también barcelonesa. Un hermano de su esposa, Félix Sivilla i Prats, dirigía la empresa “Sivilla y Cía”, con sede en Madrid y dedicada principalmente a actividades de fundición y mecanización, con la que enseguida empezaría a colaborar Guitart. En ella coincidirá con Miguel Munar i Cona, ingeniero industrial de origen mallorquín. En 1896 la sociedad se disuelve, constituyéndose una nueva en la que Sivilla ejerce como socio comanditario, y Guitart y Munar como socios gerentes[2]. Esta asociación será el origen de la próspera “Munar y Guitart”, que pudo constituirse a finales del siglo, fecha en la que Guitart ya residía en Madrid.

26 de enero de 2015

Juan Eduardo Zúñiga, "maestro de la literatura" (2ª Parte y final)



Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 15/08/2014, nº 4.710, p. 4.

A juzgar por las alusiones a la infancia que nuestro protagonista, el escritor Juan Eduardo Zúñiga, ha hecho en diversas entrevistas, siempre refiriéndose a ella como un periodo triste y de intensa soledad, la relación que pudo tener con su progenitor (don Toribio Zúñiga) debió quedar marcada por las distancias que entre ellos puso el modo distinto, e ideológico, de entender la vida y, más concretamente, los problemas de España

 El escritor madrileño Juan Eduardo Zúñiga


 Su padre, el bejarano Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo 


El caballero monárquico, religioso y conservador que fue don Toribio chocó con la disposición más abierta y el punto de vista social de su hijo Juan Eduardo, que en todo caso también se mostró crítico con todo proceder violento e injusto, viniera de donde viniera. Ese carácter quedaría definido a partir de la vivencia determinante de la Guerra Civil y de los primeros años de la posguerra, cuando apenas era un niño de diez o doce años;  no solo en la percepción de las injusticias bélicas, sino también en la configuración del tema central de su obra literaria. Los temas no los eliges sino que te eligen, y a veces de manera traumática. 

19 de enero de 2015

Juan Eduardo Zúñiga, "maestro de la literatura" (1ª Parte)



Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 1/08/2014, nº 4.709, p. 14.

Permítanme que defina al personaje que nos ocupa con el contundente calificativo con el que lo suele saludar el novelista Antonio Muñoz Molina: el de “maestro”. Y es que la veteranía en las letras y la intensidad literaria, unidas a la honestidad de su obra, hacen a nuestro protagonista acreedor de tan incontestable sobrenombre. ¿Por qué dedicar una  entrada en este blog a la figura enjuta, casi quijotesca, de un octogenario escritor madrileño que redacta sus textos a mano frente a la frondosidad del Retiro, llamado Juan Eduardo Zúñiga? Quizá su apellido, de tantas reminiscencias aristocráticas y tan unido atávicamente a la historia de Béjar, pueda darnos pistas. Incluso a través de él logremos vislumbrar las razones genéticas de una vieja tradición familiar alrededor de la literatura que ha fraguado en Juan Eduardo Zúñiga como su último vástago.

 Toribio Zúñiga Sánchez- Cerrudo, según Antonio Solís Ávila

 Hablemos, antes que nada, de su progenitor. El padre de nuestro protagonista no era otro que Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo, creador de la moderna farmacología española; y a mi juicio el más ilustre de los bejaranos del siglo XX, sobre todo si tal honor se definiera por méritos académicos[1]. No habría espacio suficiente en estas páginas para relacionar de modo completo los valores profesionales, títulos, honores y condecoraciones que jalonan la biografía de don Toribio. Como doctor en farmacia ayudó  en la fundación de su Real Academia, de la que fue presidente y secretario perpetuo, ejerciendo de farmacéutico del Rey Alfonso XIII desde 1925 hasta la renuncia de este último como Jefe de Estado en 1931. Al mismo tiempo son innumerables los trabajos de corte científico que publicó, destacando su póstuma “Historia de la Real Academia de Farmacia”[2]

24 de noviembre de 2014

Los Teixidor, embajadores bejaranos y el médico de Hemingway (4ª parte y final)


Autor: Óscar Rivadenyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 18/07/2014, nº 4.707, p. 4.

Terminábamos el último de nuestros artículos hablando de la relación entre los nietos de Luisa Rodríguez Yagüe (familia, como decíamos, de embajadores, intelectuales, artistas y científicos)  separados necesariamente por el desdoblamiento del país en las “dos Españas”, pero unidos en tales adversidades bélicas y pos-bélicas por los inquebrantables lazos de la sangre. 
 
El hijo díscolo, ideológicamente hablando, de doña Luisa, fue Ruperto Sánchez Rodríguez, bejarano de nacimiento que hizo sus estudios medios en Barcelona y universitarios en Salamanca, trasladándose a Madrid donde logró notoriedad como médico tocólogo. Su carácter izquierdista contrastaba con el resto de la familia, muy conservadora y pía, y sería heredado por sus hijos, los Sánchez Arcas, donde destacaban Manuel (ya mencionado), Ruperto (gran médico y escritor al que también hemos hecho referencia) junto con Asunción y María Luisa

Ruperto Sánchez Rodríguez. Foto sacada de Archivo Fotográfico y Documental de Béjar.

15 de julio de 2014

Pequeña biografía de un Ministro de Hacienda nacido en Béjar: José Sánchez Ocaña (1798- 1887) (6ª Parte y final)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2012, pp. 53-59.


IV.        Ministro por dos veces (1858-1868)


            En 1855 José Sánchez Ocaña publica en Madrid, en la imprenta de Tejado, Reseña Histórica sobre el estado de la Hacienda y del Tesoro público en España durante la administración progresista y moderada [1], un compendio de los problemas de la deuda española y de sus posibles soluciones. Bravo Murillo dijo que «en el año 1855 publicó mi amigo el Sr. D. José Sánchez Ocaña la Reseña Histórica sobre el estado de la Hacienda y del Tesoro público en España durante la administración progresista y moderada, y en esa excelente producción se halla expuesta con exactitud y con entera verdad, al paso que con más extensión que las demás, la gestión de aquella administración económica, manifestando de una manera muy clara y perceptible sus resultados.»[2].

 General Narváez, líder del moderantismo

16 de junio de 2014

Pequeña biografía de un Ministro de Hacienda nacido en Béjar: José Sánchez Ocaña (1798- 1887) (3ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Fiestas y Ferias de Béjar, 2012, pp. 53-59.

III. La carrera hacia la cúspide y el problema de la deuda (1816- 1858)[1]


            Reinaba en los inicios de la actividad política de don José (hacia 1824) Fernando VII (1814-1833), el rey Deseado por ser la esperanza de los españoles ante la invasión francesa. La sangre de miles de ciudadanos fue derramada por su restitución y por la defensa de las libertades durante la Guerra de Independencia (1808- 1814), pero su regreso supuso el retorno del Antiguo Régimen, la supresión de las libertades tan difícilmente conseguidas y la persecución del espíritu constitucional. Sin embargo, las raíces del liberalismo habían crecido de tal manera que ya nada podría ser igual al tiempo anterior a la guerra. 

Mª Cristina de Borbón, madre de Isabel II y regente del reino

9 de junio de 2014

Pequeña biografía de un Ministro de Hacienda nacido en Béjar: José Sánchez Ocaña (1798- 1887) (2ª Parte)




Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 201, pp. 53-59.


II.      Un político se hace y se nace (1798- 1816)


            Nos es imprescindible adentrarnos un poco entre las ramas de su árbol genealógico para entender que la influencia familiar fue capital a la hora de perfilar la futura carrera de don José [1]. Nacido en Béjar el 16 de octubre de 1798 [2], era el tercer hijo del matrimonio formado por Andrés Sánchez de Ocaña y Bartolina López de Hontiveros y estaba llamado a ser el segundón de la familia al precederle Pedro, siendo el otro vástago hembra, Teresa. A José le seguirían Antonio, Manuel y Micaela, nacidos también en Béjar.

 
Jura de la constitución de 1812



            Su padre, Andrés Sánchez Ocaña (Béjar, 1767- Alba de Tormes, 1829), poseía los títulos de Abogado de los Reales Consejos y Fiscal del Consejo de Hacienda [3], lo que le permitía el acceso a los cargos consistoriales. El padre de Andrés, Manuel Sánchez de Ocaña (1743-1779), no pudo heredar el próspero negocio de paños de su padre al fallecer antes que su progenitor, Francisco Sánchez de Ocaña (1715-1783) [4]. Parte de la manufactura recayó en Andrés, el primogénito, quien cedió su administración a su hermano Máximo (Béjar, 1768) para dedicarse a la carrera política. Si Andrés tuvo la oportunidad de hacer carrera universitaria fue gracias a un padre y un abuelo enriquecidos por las manufacturas textiles. Así, en 1808, formó parte de la Junta Militar constituida en Béjar en ocasión del vacío de poder derivado del estallido de la Guerra de Independencia [5], aunque no permanecería en la villa mucho tiempo. Convocado en su cargo de diputado por la provincia de Salamanca [6] para asistir a las Cortes de Cádiz, abandonó Béjar para trasladarse en plena guerra al sur de España y defender el ideal absolutista [7].

26 de mayo de 2014

Manuel Sánchez Arcas: un arquitecto bejarano en vanguardia (3ª parte y final)



       
      Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
      Publicado: Béjar en Madrid, 04/04/2014, nº 4.701, p. 12.   

       Los países de la Europa oriental fueron siempre la referencia de Sánchez Arcas en sus treinta largos años en el exilio, no solo como ejemplo práctico de desarrollo de las políticas siempre defendidas por el arquitecto sino también como lugares de residencia. 
 Instituto de Física y Química (Fundación Rockefeller, Madrid)
Manuel Sánchez Arcas y Luis Lacasa Navarro (1932)


            La disparidad ideológica que siguió caracterizando a la II República en el exilio es el trasfondo de las causas por las que Sánchez Arcas renunció a su cargo de Ministro plenipotenciario en Polonia en el año 1950 tras ejercerlo durante cuatro años. La oposición activa al régimen del general Franco promovida por la Unión Soviética tenía a nuestro protagonista como uno de los agentes principales desde Varsovia. Por esa fidelidad a las tesis marxistas terminó distanciado del gobierno republicano, mucho más tolerante y diverso, cuando este era presidido por José Giral, y finalmente  dimitió de su cargo de Ministro ante el gobierno de Sánchez Albornoz. Las causas directas parecen estar relacionadas con las simpatías mostradas por la República española hacia el dictador yugoslavo Tito[1], enfrentado aquellos años a la Unión Soviética. En cualquier caso el final de la actividad política le permite regresar a su trabajo en la Oficina de Proyectos de Sanidad de Varsovia comenzando una proliferación de trabajos teóricos publicados en diversas revistas especializadas. Así durante 1950 publica una serie de artículos en la revista parisina Cultura y Democracia, compartiendo plana con Rafael Alberti y Jorge Semprún, en los que, frente a los planteamientos culturales y científicos oficializados en la España franquista, desarrollaba sus propias tesis respecto al urbanismo, la ingeniería o la medicina[2].

12 de mayo de 2014

Manuel Sánchez Arcas. Un arquitecto bejarano en vanguardia (1ª Parte)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 07/03/2014, 4.699, p. 13.


En ocasiones la mala memoria de la Historia o las sombras que ciertos acontecimientos extienden sobre los hombres no nos ha permitido conocer como merecieran a algunas figuras de nuestro tiempo. Uno de los casos más flagrantes es el de Manuel Sánchez Arcas, un nombre fundamental dentro de la arquitectura española del siglo XX, especialmente en lo que se refiere a la evolución que operó el estilo racionalista hacia el funcionalismo durante los años 30. Su militancia política, con importantes cargos de responsabilidad en los gobiernos de la Segunda República, le condujo primero al exilio y después casi al olvido en el contexto de la posguerra española.