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6 de abril de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (3ª Parte)

Autor: Javier R. Sánchez Martín 


La mítica empresa Johann Wülfing & Sohn


La empresa a la que se incorporaron estas bejaranas entre 1960 y 1962 era la “Johann Wülfing & Sohn” y disponía por entonces de tres factorías en un radio de unos 7 km. Una estaba en Dahlhausen y otra en Dahlerau, en la cuenca del río Wüper, afluente del Rhin, en una zona cuya orografía recuerda en cierto modo a la del lugar conocido como Navazo. La tercera estaba en la ciudad de Lennep. Entre todas disponían de hilatura de estambre, de carda y de tejiduría, además de tintes y de acabados. Es decir, era lo que se conoce como una empresa vertical.


Pero la Wülfing no era una empresa cualquiera, sino que se trataba de una de las sociedades textiles más antiguas del mundo. Había sido fundada en 1674 por Gottfried Wülfing (1651-1721) originariamente en la ciudad de Lennep. En 1774 adoptó el nombre de Johann Wülfing & Son, que correspondía al de su propietario y a la vez director, así como a su hijo. 

 Foto actual de una parte de los edificios de la Wülfing.


Aunque inicialmente la empresa fue la clásica spinnerei (hilatura) y estaba ubicada en Remscheid-Lennep, en 1816 instaló una nueva hilatura-tejeduría en la cuenca del río Wupper -en lo que luego fue Dahlerau-, con objeto de aprovechar la energía del agua de este río, afluente del Rhin.


De esta forma, la compañía se convirtió a principios del siglo XIX en una de las mayores fábricas textiles de Alemania y formaba una especie de mundo aparte, un pueblo con todos sus servicios, organizado alrededor de la factoría.

23 de marzo de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (2ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín

Solución al paro: la emigración. Las pioneras bejaranas.



En España, y también en Béjar, vuelve a hacer su aparición la emigración. Así, entre 1960 y 1975, siete millones de españoles abandonaron sus lugares de origen para tratar de encontrar un trabajo en las zonas más ricas de España (Madrid, Cataluña, País Vasco,…), aunque hubo entre dos y tres millones que lo hicieron al extranjero, la mayoría a otros países europeos, como Alemania, Francia, Suiza… 


Las divisas que aportaron fueron el maná que alimentó la economía española durante años. Sin estos dineros, duramente ganados, difícilmente podría haber logrado España el grado de desarrollo económico conseguido en los años sesenta.


Muchos de esos españoles fueron a Alemania, donde el colectivo de nuestro país llegó a ser el segundo, después de los italianos. ¿Quiénes fueron los artífices que hicieron posible esta emigración organizada? Los personajes claves son Miguel de Lis, delegado de Trabajo y Emigración, Enrique Sorribes, agregado laboral de la embajada de España en Bonn y, en el caso concreto de Béjar, el jefe de personal de la histórica Wülfing, Horst Kubiak, que había coincidido en los campos rusos de prisioneros con soldados de la División Azul española.


En casi todos los casos se fueron legalmente, con un contrato de trabajo firmado en la mano, sabiendo incluso que allí iban a desarrollar tareas que ya conocían de sobra, en un guill, selfactina, bobinadora o continua de hilar. En fin, nada diferente a lo que habían hecho hasta ahora. Pero en Alemania les esperaba una sociedad bastante distinta a la que ellas conocían, con un idioma y unas costumbres muy diferentes a las que había en la España de la época.


Las primeras bejaranas salieron de la puerta del Bar Pepe, después (y hasta hace bien poco) Bar Sol, a las cuatro de la mañana del día 19 de marzo de 1960. En Salamanca recogieron a unas cuantas más hasta sumar un total de 43. Imagínenselas a una hora tan temprana, con las brumas del sueño aún rondando sus ojos -si es que durmieron algo esa noche-, acompañadas de sus familiares y algunas de sus novios o maridos (de las 43, tres eran casadas). Supongo que a la mayoría de ellas la situación les parecería irreal, hasta me atrevería a decir que un poco absurda, y que estarían tratando de dilucidar si habían tomado la decisión correcta. Seguro de que, cuando montaron en el autobús, a alguna de ellas les daría ganas de bajarse y terminar con la aventura antes de comenzarla. No obstante, Kubiak, verdadero artífice de este lance, viajaba con ellas, animándolas y ocupándose de los detalles del viaje.





Foto 1. En la foto están, entre otras, Paquita, Marta, Berta, Pilar y Carmen delante de la conocida como Residencia de españolas en la Wülfing.

16 de marzo de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (1ª Parte)

Autor: Javier R. Sánchez Martín,
profesor y miembro del Centro de Estudios Bejaranos 


Un homenaje


Por las ferias de San Miguel del año 2008 el Ayuntamiento de Béjar realizó un homenaje y proclamó “Ciudadanas Ilustres” a aquellas pioneras bejaranas que partieron un día del lejano 1960 con dirección a Alemania. Las primeras que lo hicieron fueron cuarenta y tres mujeres y salieron en autobús en marzo de 1960, en dirección a Remscheid, cerca de Lennep. No era un viaje cualquiera; se trataba en algunos casos de buscar allí el trabajo que aquí no encontraban, en otros de buscar mejores salarios y en otros de seguir a sus maridos o novios que habían decidido realizar antes que ellas ese viaje que sabían de difícil retorno, al menos a corto plazo.

Todas y todos se fueron pensando que sería sólo para unos años, quizá hasta que ahorraran lo suficiente o, quizá, hasta que en su añorado Béjar mejoraran las expectativas laborales.

Pero, a pesar de que trabajaron duramente en Alemania para construir un futuro en España, en la mayoría de los casos éste nunca llegó o, al menos, no como esperaban.

Foto 1.- Esta es la conocida foto que se hicieron las primeras expedicionarias al llegar a Remscheid, acompañadas de Horst Kubiak (a la derecha, en un discreto segundo plano).

La situación en Béjar en 1959-60

A finales de 1959 la situación del textil bejarano era difícil. La emblemática firma Rocamora acababa de cerrar la última de las empresas que le quedaba, de todas aquellas que había puesto en marcha a partir de su llegada a nuestra ciudad, en 1937. Por aquel entonces la Guerra Civil Española prácticamente acababa de empezar y Béjar era el único centro textil de cierta importancia que había quedado en la conocida como “zona nacional”. Aquí llegaron los hermanos catalanes Santiago y Enrique Rocamora Moratonas para poner en marcha inicialmente una hilatura de estambre, industria de la que carecía Béjar pues THESA aún no había logrado poner en marcha la suya. El cierre de esta última empresa, conocida popularmente como la Fabril de Rocamora, por su ubicación, pero comercialmente denominada “Industrial Lanera S.A.” (ILSA), dejaba en la calle a más de cien personas. Pero con esta quiebra acababa también una etapa de desarrollo industrial intensivo que empezó en 1936 y que a finales de la década de los cincuenta comenzaba a mostrar síntomas claros de agotamiento.

15 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (4ª Parte y final)




Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.


              Las mujeres de las familias artesanales limitaban su trabajo al cuidado de los hijos y de la casa, siendo excepcionales aquellas que se dedicaban en exclusividad al negocio fabril, pues no recibían una educación enfocada hacia ello. Con todo, estaban tan involucradas en las tareas de sus maridos que, a veces, se hacía la vista gorda dentro de la jerarquizada estructura gremial cuando la mano de obra escaseaba, dejándoseles participar en labores de hilado o acabado siempre y cuando pertenecieran sus maridos al gremio[1]


        Merecen una mención aparte las mujeres-fabricante que dirigían el negocio familiar tras el fallecimiento de su cónyuge, o bien si no existían herederos directos o bien por minoría de edad de los hijos habidos dentro del matrimonio o de enlaces anteriores. Los gremios admitían a las mujeres de los fabricantes fallecidos seguir regentando los negocios del agremiado [2], aunque siempre controlando que esta situación no se prolongase más allá del paso a la mayoría de edad de sus hijos varones. 

8 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (3ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.


Es curioso constatar que en los estudios sobre el textil bejarano del siglo XVIII es frecuente encontrar una fuerte presencia de mujeres al frente de los negocios dedicados al ramo, como ya advertimos en la introducción a este mismo artículo. En general, el papel femenino en la sociedad de la Edad Moderna dependía de los varones que conformaban el círculo familiar (padre, hermanos, marido e hijos), los cuales les mantenían económicamente, correspondiendo ellas con su fertilidad y organizando la casa de manera diligente. Según Richard Steele, ensayista del siglo XVII, "una mujer es una hija, una hermana, una esposa y una madre, un mero apéndice de la raza humana" [1]


1 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (2ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.



            Pero, para comprender el papel de las mujeres en el contexto texil del siglo XVIII, se hace imprescindible narrar algunas pinceladas de la historia de las manufacturas en Béjar. El proceso productivo fabril se había iniciado muy probablemente en el siglo XIII [1], aunque el resultado no fuese ni mucho menos eficiente habida cuenta de que la manufactura existente se centraba en la tejeduría basta; es decir, en la fabricación de paños de lana de escasa calidad (materia prima, por cierto, procedente de Extremadura) destinados única y exclusivamente al consumo interno. El 15 de septiembre de 1500 los Reyes Católicos aprobaron la “Pragmática de los paños” [2], de la cual se aprovecharon las manufacturas bejaranas para avanzar tímidamente en su producción, limitada a pequeños talleres con dos o tres telares a lo sumo Ya por entonces la Casa Ducal bejarana demostró un cierto interés en el desarrollo económico de sus estados con un fin no de carácter altruista, sino más bien con miras a obtener un beneficio propio. Buena muestra de esto que decimos es que en el siglo XVI los Zúñiga construyeron un batán, un lavadero y un tinte en el río Cuerpo de Hombre, el venero de riqueza de la población, a la vez que iniciaron la monopolización del proceso del tintado de los paños, obligando a todo aquel que quisiera otorgar color a sus telas a pasar por el tinte de propiedad ducal, pagando una tasa por su uso.


25 de enero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (1ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.

Introducción



            Guardo una cierta predilección por los estudios históricos relacionados con la historia textil de Béjar y, sobre todo, por las publicaciones de la historiadora experta en este tema la gerundense Rosa Ros Massana. Recuerdo que, cuando me regalaron el libro La industria textil lanera de Béjar (1680- 1850). La formación de un enclave industrial [1], lo devoré con ansia, asombrada por la cantidad y calidad de datos inéditos que ofrecía sobre aquellos primeros pasos de las manufacturas en nuestra villa, los personajes involucrados en ella y sus quehaceres, más allá de datos concretos de producción o consumos. Aquellos “maestros flamencos”, en cuyas aventuras me había zambullido de adolescente gracias al cómic de José Muñoz Domínguez [2] de idéntico título, se hacían tangibles fuera ya de la tinta y los diálogos enmarcados en globos y “bocadillos”; se convertían en seres de carne y hueso, fabricantes con viviendas y obradores reales, con cifras relacionadas con la producción, extraídos de testamentos y protocolos notariales. Y, sin embargo, los maestros extranjeros no fueron los únicos protagonistas del desarrollo textil bejarano previo al alumbramiento de la “Manchester Castellana” o "La Perla de Castilla", tal y como se ha denominado  a la Béjar del siglo XIX. Su testigo fue tomado por unos bejaranos ávidos de aprender, de enriquecerse, de mezclar su sangre con la de aquellos extranjeros venidos por obra y gracia, primero de las duquesas viudas doña Teresa Sarmiento de la Cerda y doña Mª Alberta de Castro y Portugal, y después del duque don Juan Manuel II. Nombres castellanos y forasteros se entremezclaron en un proceso imparable de fusión de intereses, negocios y familias. 

 "La encajera", Vermeer de Delft

9 de febrero de 2013

De novicias, dotes y conventos


Autora: Carmen Cascón Matas
 
Publicado: Béjar en Madrid  nº 4.779 (16/06/2017), p. 6.

            En el año 1735 coexistían en la villa de Béjar tres conventos, dos femeninos y uno masculino, dos pertenecientes a la orden de San Francisco y uno a la de Santo Domingo. 

            Constataremos que el convento de San Francisco se emplazaba y emplaza fuera del recinto amurallado de la villa. Fundado en el siglo XIV[1], ostentaba el privilegio de ser uno de los más antiguos de la Provincia de San Miguel (cada Orden monástica dividía el territorio en que se asentaban sus conventos y monasterios en Provincias para facilitar su organización) junto al de Plasencia y Ciudad Rodrigo. A partir del siglo XV los duques y señores de Béjar lo cobijaron bajo su ala de mecenazgo y lo remozaron para que luciera acorde con la Villa Ducal, status al que querían elevar a la capital de sus extensos estados[2]. A pesar de sufrir la desamortización, de resultas de la cual sus edificios fueron adquiridos por la burguesía industrial para instalar talleres fabriles[3], aún podemos disfrutar de su bello claustro renacentista

 Anónimo, Las novicias, primera mitad del s. XVIII


            Por su parte, el convento de monjas terciarias franciscanas de la Virgen de la Anunciación, popularmente denominado de las Isabeles o de Arriba, se alzaba en plena calle Mayor a la altura del Casino Obrero y solares aledaños. Fundado, según la tradición, con el fin de que los caballeros medievales encerraran allí a esposas e hijas mientras regresaban de la guerra, de él no quedan restos visibles al ser desamortizado y reutilizado como obrador textil.

28 de agosto de 2010

La duquesa pintora doña Teresa Sarmiento de la Cerda (2ª Parte)



Autora: Mª del Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.592. 19 de marzo de 2010.


En 1680 nace el primogénito de la joven pareja formada por el duque don Manuel y Mª Alberta de Castro, y es bautizado en la iglesia de Santa María:

En la Villa de Bexar a 25 dias del mes de Febrero de 1680 años, Yo el Ldo. Alonso Gonzalez Marquez, Cura propio de la Parroquial de Santiago (...) bautize solemnemente en la yglesia de Santa Maria al Exmo. Sr. D. Juan Manuel Marthin Ruigomez Diego del Carmen y por devozion de los Exmos. Duques sus padres Miguel, Pedro, Andres, Juan, Phelipe, Thomas, Simon, Thadeo, Matheo, Baltasar, Melchos, Gaspar, Fernando, Alonso, Luis, Franzisco, Bernardo, Antonio, Pasqual, Joseph, Domingo, Vizente, Agustin, Geronimo, Ambrosio, Gregorio, Rafael, Gabriel, Blas, Esteban, Lorenzo, Anton, Hilario, Jacintho, Bruno, Ignazio, Marcos, Cosme, Damian, Hipolito de Todos los Santos. Hixo primogenito de los Exmos. Sres. Duques de este estado y de Plasenzia, D. Manuel Diego Lopez de Zuñiga y Dª Maria de Castro. Fue su padrino el Sr. Fray Juan de la Conzepzion su tio religioso carmelita descalzo y fueron testigos los señores Marqueses de Valero, don Balthasar de Zuñiga, Rui Gomez de Silva y D. Diego Gomez Sarmiento de la Cerda, tios del dicho Sr. Exmo. Duque de Belalcaçar (...)”.


Retrato de Baltasar de Zúñiga,
marqués de Valero, virrey de Nueva España en 1716,
Presidente del Consejo de Castilla en 1722,
hijo del duque Juan Manuel y de Teresa Sarmiento de la Cerda.

22 de agosto de 2010

La duquesa pintora doña Teresa Sarmiento de la Cerda (1ª Parte)


Autora: Mª del Carmen Cascón Matas


Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.592. 19 de marzo de 2010.



         Un buen día de finales de 1630, el carmelita fray Melchor de San Juan atravesaba las puertas del palacio madrileño de los Híjar con la sana intención de remediar el dolor de cabeza de la señora de la casa, doña Isabel Fernández de Silva Lécera y Aliaga, duquesa de Híjar, esposa de Rodrigo Sarmiento de Silva y de la Cerda, marqués de Alenquer. El relato que nos ofrece la documentación sobre esta entrevista sugiere que se produjo ni más ni menos que un milagro en el interior de sus muros: fray Melchor profetizó que la duquesa daría a luz a una niña el mismo día de la festividad de Santa Teresa de Ávila del año siguiente, exactamente nueve meses después.


Castillo- palacio de los duques de Béjar
en Béjar. Sus muros alojaron a Teresa
durante parte de su vida


12 de noviembre de 2009

Una esclava en la corte de los Duques de Béjar (2ª Parte)


Autora: Mª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, 4.474. Diciembre de 2007.


Una vez alcanzada la libertad, no está claro si Cecilia abandonó Béjar y la corte de los duques o siguió ejerciendo de criada palaciega, acompañándoles en sus traslados continuos entre Béjar y Madrid. Es apasionante imaginar lo que vio y vivió esta mujer en su humilde condición de sirvienta, habitando en el Madrid de los Austrias, en la Sevilla mirando a las Indias, o en cualquier lugar de la España fascinante de la Edad Moderna.

Lo que sí es claro es que en 1571, el día 26 de enero, otorga testamento en Béjar “estando como esta mi cuerpo agravado de enfermedad” como ella misma declara. El que otorgue testamento es signo inequívoco de posesión de bienes, pues con este documento se ratificaría el reparto o legado de los mismos a personas o instituciones. El interés radica en que en él se lleva a cabo una enumeración de los bienes de Cecilia, que no son pocos, y de sus mandas pías. Así nos podemos hacer una idea de la situación de benignidad de que disfrutaban los sirvientes de los duques de Béjar en aquella época.


Palacete renacentista de El Bosque.
Palacio de verano de los duques de Béjar.

Dice “que mi cuerpo ssea sepultado en la yglesia de Sennora Sancta Maria deesta villa de bexar en la sepultura que elijiere e señalare Melchor Lopez, clerigo cura de Sr. San Pedro” Es enterrada en Santa María, pues no olvidemos que hasta la apertura del cementerio de San Miguel en el siglo XIX se enterraban los cadáveres en las iglesias o en los pequeños cementerios adyacentes, y es en esta parroquia porque a ella estaba vinculado el palacio ducal.

Además especifica que a su entierro asistan todos los clérigos del Cabildo bejarano, celebrándose 6 misas, y que “me ofrenden el dia de mi enterramiento 18 tortas de a 2 libras e medio cantaro de vino e 6 velas de a cuarteron”. En todos los testamentos de la época, no sólo se deja el dinero estipulado para el pago de los clérigos asistentes a las misas, sino también se deja el pan, vino y velas o su equivalente económico necesario para la celebración.

8 de noviembre de 2009

Una esclava en la corte de los Duques de Béjar (1ª Parte)

Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº4.473. Diciembre de 2007.

El título de este artículo sorprenderá, sin duda, a unos lectores que se preguntarán: ¿esclavos en plena Edad Moderna? Pues sí. La mayoría de nosotros, cuando oímos la palabra esclavitud en sentido histórico, la encuadramos en la Edad Antigua, en la Historia de Roma, por ejemplo, o en la América colonial, los esclavos negros llevados a las plantaciones de algodón, café o caña de azúcar. Pero lo que se ignora es que en la España Imperial de Cervantes, de Velázquez o de Santa Teresa, junto a hidalgos, pícaros y clérigos, uno se podía encontrar por la calle con nobles acompañados por sus esclavos. Símbolo de lujo en la época, su número era escaso, reservándose preferentemente a trabajos domésticos. Procedían de África, Europa del Este, América o de la propia España (se podía llegar a la esclavitud por deudas), existiendo importantes mercados en lugares como Valencia, Lisboa o Sevilla.

 Fuente de los Ocho Caños
Palacete renacentista de "El Bosque". Béjar
Construído por el duque de Béjar Francisco II

Es, por tanto, admisible suponer, por todo lo dicho, que el duque de Béjar poseería algunos o muchos esclavos, dada su calidad de Grande de España y su residencia en la Corte. Cecilia de Castro era una de ellas.


Propiedad de Doña Teresa de Zúñiga, hija del duque Francisco II y de su primera esposa Guiomar López de Mendoza y Aragón (luego casaría con el duque de Arcos), sabemos por la documentación que manejamos, que Cecilia era blanca y que se dedicaba a la atención doméstica. Seguramente el trato continuo entre ambas, llevaría a Doña Teresa a manumitirla. Así consta en el documento que comentaremos.

23 de febrero de 2009

Una mujer del siglo XVIII fabricante y mecenas (2ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4521. Noviembre de 2008


La amiga de Antonia Hernández Ajero, María Peña García, natural de Candelario, había tenido una trayectoria personal parecida a la de Antonia, pues había enviudado al poco de casarse con Francisco Sánchez Barruelo, sin tener tiempo de darle ningún vástago. María tomó el nombre de María de Jesús, a la vez que hizo votos de pobreza, castidad y obediencia, ganando su sustento hilando. Por ambas vías conocería, suponemos, Antonia a María, tanto por su fama de santidad como por la dedicación al textil, aunque en distinta medida. La una pobre y extremadamente beata, la otra rica y con aspiraciones piadosas; la una le dio a la otra lo que le faltaba; las uniría la viudedad, la devoción y la lana.

La Morala, llamada así por su apellidos maternos, García Morales, experimentaría en casa de Antonia las experiencias místicas que todos conocemos por los relatos de don Juan Muñoz, visiones aquellas en las que vio a la Virgen sentada a los pies de la cruz, sosteniendo en los brazos a Su Hijo muerto, en medio de un coro de ángeles que cantaban el himno del Stabat Mater Dolorosa. María relató después que la Virgen le dijo: Vengo para concederte lo que me pides. Coloca en la iglesia del Convento San Francisco una imagen mía en la que yo esté representada tal como aquí me ves. Y diciendo esto, sacó una llave y, por la llaga del costado,abrió el pecho y habló: Aquí está el amor. Pon aquí tu corazón. 



Virgen de las Angustias. Iglesia de Santa maría la Mayor

16 de febrero de 2009

Una mujer del siglo XVIII fabricante y mecenas (1ª Parte)



Autor: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.520. Noviembre de 2008



Antonia Hernández Ajero nació en Béjar en 1714 y, si nos interesa realizar una reseña sobre ella, nos es por otra cosa que por ser una mujer mezcla de fabricante de paños y beata, propietaria de obrador y viuda compungida, mecenas de las artes como medio de devoción y protectora de la Orden Terciaria Franciscana de mujeres en nuestra Villa. Una combinación de caracteres que el lector entenderá a medida que contemos algunos de los episodios de su vida.

Lo de los paños a Antonia le venía de familia, tanto propia como política, pues había nacido en una familia eminentemente manufacturera. Su padre, Antonio Hernández Ajero Sánchez de las Matas, había prosperado como fabricante de paños a finales del siglo XVII, momento en que la Casa Ducal injerta en la red lanera bejarana a los maestros flamencos. El negocio debía de irle viento en popa, aún teniendo en cuenta que en aquella época los talleres eran modestos, pues se componían de unos pocos telares y con una mano de obra eminentemente manual. En suma, la manufactura bejarana todavía se podría adjetivar de artesanal, aunque el impulso que tomó en el siglo XVIII llegará a ser tal, que bien se puede considerar parte de la base de la industria pañera bejarana de los siglos XIX y XX.



14 de noviembre de 2008

La esclava de doña Teresa de Zúñiga II




Autora: Mª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nºs 4473 y 4474, Dic. de 2007.

Una vez alcanzada la libertad, no está claro si Cecilia abandonó Béjar y la corte de los duques, o siguió ejerciendo de criada palaciega, acompañándoles en sus traslados continuos entre Béjar y Madrid. Es apasionante imaginar lo que vio y vivió esta mujer en su humilde condición de sirvienta, habitando en el Madrid de los Austrias o en la Sevilla mirando a las Indias, o en cualquier lugar de la España fascinante de la Edad Moderna.

Lo que sí es claro es que en 1571, el día 26 de enero, otorga testamento en Béjar, estando como esta mi cuerpo agravado de enfermedad, como ella misma declara. El que otorgue testamento es signo inequívoco de posesión de bienes, pues con este documento se ratificaría el reparto o legado de los mismos a personas o instituciones. El interés radica en que, en él, se lleva a cabo una enumeración de los bienes de Cecilia, que no son pocos, y de sus mandas pías. Así nos podemos hacer una idea de la situación de benignidad de que disfrutaban los sirvientes de los duques de Béjar en aquella época.

 Escudo de la Casa Ducal de Zúñiga

Dice “que mi cuerpo ssea sepultado en la yglesia de Sennora Sancta Maria deesta villa de bexar en la sepultura que elijiere e señalare Melchor Lopez, clerigo cura de Sr. San Pedro” Es enterrada en Santa María, pues no olvidemos que hasta la apertura del cementerio de San Miguel en el siglo XIX se enterraban los cadáveres en las iglesias o en los pequeños cementerios adyacentes, y es en esta parroquia porque a ella estaba vinculado el palacio ducal.

10 de noviembre de 2008

La esclava de doña Teresa de Zúñiga I


Autora: Mª del Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid nºs 4473 y 4474, Diciembre de 2007.

El título de este artículo sorprenderá, sin duda, a unos lectores que se preguntarán: ¿esclavos en plena Edad Moderna? Pues sí. La mayoría de nosotros, cuando oímos la palabra esclavitud en sentido histórico, la encuadramos en la Edad Antigua, en la Historia de Roma, por ejemplo, o en la América colonial, los esclavos negros llevados a las plantaciones de algodón, café o caña de azúcar. Pero lo que se ignora es que en la España Imperial de Cervantes, de Velázquez o de Santa Teresa, junto a hidalgos, pícaros y clérigos, uno se podía encontrar por la calle con nobles acompañados por sus esclavos. Símbolo de lujo en la época, su número era escaso, reservándose preferentemente a trabajos domésticos. Procedían de África, Europa del Este, América o de la propia España (se podía llegar a la esclavitud por deudas), existiendo importantes mercados en lugares como Valencia, Lisboa o Sevilla.


Es, por tanto, admisible suponer, por todo lo dicho, que el Duque de Béjar poseería algunos o muchos esclavos, dada su calidad de Grande de España y su residencia en la Corte. Cecilia de Castro era una de ellas. 

Propiedad de Doña Teresa de Zúñiga, hija de el Duque Don Francisco II y de su primera esposa Doña Guiomar López de Mendoza y Aragón (luego casaría con el duque de Arcos), sabemos por la documentación que manejamos, que Cecilia era blanca y que se dedicaba a la atención doméstica. Seguramente el trato continuo entre ambas, llevaría a Doña Teresa a manumitirla. Así consta en el documento que comentaremos.