Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 2021.
Quien escribe la
transcripción que cierra el artículo anterior es Fray Liciniano Sáez[1],
archivero de la duquesa de Osuna y de Béjar doña Mª Josefa Alfonso Pimentel, a
finales del siglo XVIII y principios del XIX, hombre culto y metódico que poseía
la sana costumbre de incluir una página de resumen a modo de portadilla en cada
documento y o grupo de ellos, con jugosos comentarios de clara letra, una
delicia para los que nos adentramos en los intrincados juegos de la
paleografía. Atengámonos a esa descripción: un corredor se desplegaba desde la
torre-campanario hasta la puerta principal de El Salvador con acceso desde la
tribuna cuya función se centraba en comunicar dos altares, uno situado en su
principio, dedicado a San Pedro (veremos que a este espacio se le llamaba Rincón del Santo), con apertura hacia el
exterior por medio de una claraboya, y otro sobre la puerta principal[2],
adornado con azulejos, dedicado, al menos en el siglo XVIII, a la Virgen de la
Paz.
Detalle del arranque de un arco gótico embebido en la pared
de la tribuna actual de El Salvador