Publicado: Semanario Béjar en Madrid, nº 4.568. 2 de octubre de 2009.
Una noche estrellada en la primavera de 1732. Calles vacías, luz de luna, puertas cerradas, entornadas sólo una, que se abre sigilosamente. Una cabeza se asoma mirando hacia uno y otro lado: nadie. La sombra cierra el portón y se precipita hacia la calle. Dos bultos sentados, camuflados en la oscuridad, observan pasar la silueta del desconocido. Saben quién es, por qué se esconde, pero prefieren no ser vistos. Al pasar bajo la ventana iluminada por las llamas de una chimenea, un fogonazo rápido de luz, deja apreciar por un instante el rostro de la sombra. Un joven de no más de veinte años, luz pendenciera en sus negros ojos, mirada resuelta bajo el sombrero de ala ancha, buen paño el de su envoltorio. Su andar cadencioso permite escuchar el sonido metálico de una espada contra la hebilla del cinturón; la punta asoma bajo su capa, que toma un perfil recto, tenso, cuando apoya la mano en la cazoleta. Las dos personas que le observaban escondidas, se incorporan y le siguen Calle Mayor arriba. Saben que Isidro de Herrera se encamina hacia la Taberna del Gallo, en la parroquia de San Juan para encontrarse con su manceba. Tienen instrucciones para seguirle allá donde vaya.
Sello de Carlos III y la Ilustración. Puerta de Alcalá.
Extraído de aquí
Isidro de Herrera, joven de buena familia, hidalgo, hijo y nieto de dos contadores mayores del Duque de Béjar, pues su padre Manuel de Herrera y Thasis y su abuelo Sebastián de Potestad y Martel ostentaron este cargo se convirtió ¿sin quererlo? en un personaje de folletín en el Béjar del siglo XVIII. ¿Ángel o demonio?. Nunca lo sabremos y menos si la documentación se contradice, si hay dos versiones sobre la personalidad del mismo individuo y se inmiscuyen, como siempre, intereses políticos, económicos, familiares y nobiliarios. El tema debió ser importante, pues cartas enviadas al consistorio sobre el particular se han conservado archivadas junto a las actas municipales del año 1732.
La primera carta carece de firma. Es una misiva anónima que recibe una buena mañana el secretario del Duque de Béjar sobre su mesa en Madrid. El asunto se basa en una denuncia grave contra un joven de familia nobiliaria bejarana, tema que no debe ser tomado a la ligera. Hay que avisar inmediatamente al consistorio bejarano.
Imagen del Madrid del reinado de Fernando VI
Bejaranos reputados había visto a don Isidoro de Herrera, pues así se llamaba el pendenciero espadachín como citamos más arriba, saliendo de su casa con “armas ofensivas y defensivas, saliendo todas las noches de ronda haciendo traicion a su muger y quasi publicamente amancebado y matando al Pobre de su Abuelo a pesadumbres”. La carta se fecha en mayo de 1732 y debió de ser escrita por alguien que intentaba minar la reputación de la familia cargando tintas sobre el joven heredero de la fortuna familiar. Si el duque recibía esta carta tomaría medidas, expulsando seguramente del señorío a Isidro de Herrera, inhabilitando de sus cargos al padre y dejando libres sus aspiraciones a otro candidato a ellas (quizás el propio autor de la carta).
El caso es que un mes más tarde sobre la mesa del duque una nueva carta contradecía punto por punto la anterior misa la anterior. De pendenciero espadachín sin alma, amancebado y caradura, el individuo se transforma misteriosamente en culto, defensor a ultranza de su familia y quasi beato. Lo más gracioso es que ambas cartas están escritas por el mismo individuo misterioso con un solo mes de diferencia. Pero, veamos su nueva versión de los hechos:
"La maja y los embozados" de Francisco de Goya
“Señor
El dia diez y ocho del Pasado escriví a Vuestra Excellencia sobre que don Isidro de Herrera salia por las noches cargado de armas ofensivas, que estaba publicamente amanzebado y que a su abuelo le mataba a pesadumbres; Y aora cumpliendo como christiano y conociendo que la carta que escrivi fue a instancias de dos sujetos que no hazen papel, si solo procuraban derrotarle y ponerle mal con Vuestra Excellencia, embidiosos de su genio tan generico y por el qual le causa embidia a todos los de este lugar, pues cualquiera cosa que pretenden hazer la consultan con dicho don Isidoro como con un oraculo, su jenio es gran, eficaz, entero y generico (...) y de no decir a V.E. ser tan apto para cualquiera empleo como el que mas en esta vida. (...) Y le digo que no ha salido de casa en tres meses que ha que vino, a penas a misa, por estar derrotado (...) y aora esta escribiendo otro libro (...)”.
De modo que en a penas un mes, don Isidro se convierte de villano en héroe y todo porque dos malvados han extorsionado al autor de la primera carta para que hable mal del chico ante el Duque. Desde luego es del todo increíble. Todo hace pensar en exactamente lo contrario: la familia al enterarse de la carta enviada que demostraba la vida libertina de Isidro decide presionar al autor misterioso para que se desdiga. Las alabanzas resultan exageradas, pues puntualiza que es “buen filosofo y practico de las tres linguas francesa, italiana y latina, y sobre todo entiende de cualquiera facultad”. Un erudito bejarano, vamos.
Fotografía antigua de la Plaza Mayor con el Palacio Ducal al fondo
Sacada del blog Fotos Antiguas de Béjar
Una tercera carta avala la última versión dada y fechada el mismo día, y nos aclara que, por consecuencia de la primera, se montó un buen escándalo en Béjar, hasta tal punto que el cura de Santa María decidió presentarse en Plasencia para excomulgar al amancebado. El Corregidor tuvo que poner cartas en el asunto y escribir al Duque sobre la actitud del joven que “no es tan malo como lo hazen” (luego algo de razón tenía el autor de la primera: si no es tan malo, algo sí es). Y añade: “Don Isidoro se junta todos los mas dias en casa de don Vicente de Tapia y uno y otro lloran, el uno por verse con sus tres hijos y no poder traerlos con aquella decencia que corresponde, y el otro por verse perdido sin mas Padre que a Vuestra Excelencia. Y fuera apto a los ojos de Dios el que se diera en esta Villa un empleo para aliviar a su abuelo de esta carga. El Cura de Santa Maria a estas horas estara de camino desde Plasencia aquí con descomuniones (...)”.
Vamos, el asunto está claro como el agua. El joven don Isidoro, espadachín de tres al cuarto, corredor de tabernas y casas de mal vivir, traía de cabeza a su abuelo y amedrentados a algunos nobles de la Villa. Uno de ellos decide poner carta al Duque para denunciar esos desatinos, no sabemos si por cordura o porque los actos de don Isidoro ya sobrepasaban todo límite. El cura rector de Santa María, vista la situación de amancebamiento en que vivía, acude a Plasencia, y antes de que todo se vaya de las manos, el corregidor decide actuar presionando para que el autor de la carta se retracte de lo dicho y devuelva el honor perdido de la familia. Escribe una carta al Duque para suavizar la situación e intentar dar un cargo público al muchacho para que asiente cabeza. ¿O no?
FUENTES DOCUMENTALES
-Archivo Municipal de Béjar: Libro de Actas del consistorio de 1732. Sign 1600
Es lo que imaginaba, madame, que alguien se habria mostrado generoso para animar al acusador a mostrar otro tono mejor para el buen nombre y la reputacion de la familia.
ResponderEliminarPero me parece que con eso al chico le cortaron un poco las alas, jiji, porque ya no podria seguir haciendo la misma vida tan publicamente, estando en boca de todos.
Buenas noches, madame
Bisous
Muy curiosa y original la entrada sobre el presunto espadachín y amancebado joven, algo harto frecuente en esa España profunda de embozados de capa y chambergo y calles oscuras y malolientes: la España de Felipe V, algo anterior a la del alumbrado público, capa corta y sombrero de tres picos (Esquilache).
ResponderEliminarY luego está el deporte preferido de los españoles de todos los tiempos: la calumnia. Porque puede que el joven no fuese un santo, pero le podían haber destrozado su vida a base de mentiras, cotilleos o exageraciones.
Un saludo.
Genial entrada... un relato muy ameno... yo también creo que la primera carta era la verdadera...
ResponderEliminarQue sepas Carmen, que nuestro amigo Sánchez Paso, hizo referencia a este personaje (y por supuesto te mencionó a ti como su "descubridora")en la conferencia que dio el pasado viernes en el Casino Obrero sobre pendencieros, golfos y literatos relacionados con Béjar.
ResponderEliminarSaludos y nos vemos.
Óscar R.
Bueno, me ha encantado la historia de aquel pobre diablo, de Isidoro, el políglota "erudito bejarano"... La maravillosa atmósfera generada desde un principio ha hecho que me teletransporte a la época y me sumerja totalmente en este, bajo mi punto de vista, divertido e inocente en muy buena mediada episodio... ¡Qué fantástico sería si todos los problemas que aquejan a nuestra sociedad actual fueran de la índole de los de aquel pobre alocado y joven bellaco...!
ResponderEliminarEn fin, al margen de las motivaciones que tuviera el autor de las cartas para cambiar de parecer no me sorprende nada que lo hiciera... La naturaleza humana es así, sobre todo si existen intereses de por medio, sea cual fuere su naturaleza... O es eso o es que yo, que nací y crecí en una ciudad cuyo símbolo máximo es una veleta, fantástica, por supuesto, influído por esta circunstancia lo veo así...
Que tengas una muy feliz velada, Carmen... Ha sido un auténtico placer...
Un cálido abrazo.
Seguro que Isidro de Herrera no era ningún santo, pero me imagino que su mala reputación fue creciendo al pasar de boca en boca.
ResponderEliminarPrimero acusan luego se retractan,le calumnian luego le alaban;estrañas contradicciones,¿que maquinaba el acusador?.Hoy sería publicidad para un cara dura.
La Dame Masquee: me pareció un documento curioso y por eso quise recrearlo. Una historia marcada por el misterio, los dobles sentidos y un adolescente crápula que ponía en un brete el honor de la familia.
ResponderEliminarUn beso
Cayetano: la verdad es que me acordé de este artículo al leer tu post sobre el Motín de Esquilache.
ResponderEliminarLo que desconocemos es la verdad de la historia. Lo mismo el chico era una sabio como decían las segundas cartas. Aunque yo, que quieres que te diga, me atrae más el niño bonito y pendenciero, más digno de novela.
Un saludo y gracias por comentar
José Luis de la Mata: pues yo creo que también, aunque puede ser que fuera un pelín exagerada, para cargar más las tintas sobre la familia. Como tú a mí también me atrae más la primera versión.
ResponderEliminarUn saludo
Óscar Rivadeneyra: ¿no me digas? Pues para mí es todo un honor ser la descubridora del matachín bejarano y más que me cite Sánchez Paso. No todo van a ser en la Historia de Béjar los hombres serios del concejo, los clérigos del Cabildo y las andanzas, venturas y desventuras de los duques bejaranos, las huelgas obreras (que poco se investigan) y los hombres de negocios del textil. Hay historias curiosas que se entremezclan con el devenir de los hechos que me atraen particularmente. Porque también son Historia, al fin y al cabo.
ResponderEliminarUn abrazo y ya me contarás qué tal estuvo la conferencia (a la que no pude asistir a mi pesar)
Jose: a mí también me gustaría saber qué oscuros intereses había por medio, quién fue el autor de la carta (quien por cierto firma pero de manera ilegible) y por qué quería hacer la puñeta a la familia Herrera. ¿Exageró su versión?, ¿fue un acusica en toda regla?, ¿qué pensaría el duque cuando le llegó esta carta?, ¿y cuándo cambiase su versión?, ¿quién le hizo cambiar de opinión? Y lo más interesante: ¿cómo le hicieron trocar la versión que tenía del joven? A lo mejor fue a base de dinero, de tierras, promesas o a punta de espada por dos matarifes a sueldo. Desde luego si la primera versión resulta más o menos conviencente (auqnue podamos presumir que un poco exagerada), las dos siguientes se presumen casi enteramente falsas. Uno no puede pasar de la noche a la mañana de ser diablo a ángel, de amancebado a piadoso, de "matar a su abuelo a pesadumbres" a estudioso de varias lenguas, de salir armado hasta los dientes por las noches a estar enclaustrado en casa como un monje trapense. Da que pensar, ¿verdad?
ResponderEliminarUn beso y saludos
Juana María: yo creo que sería un caso digno del folletín y de las revistas del corazón. Este muchacho, en los días que corren, se forraría hablando de los malentendidos, vendiendo exclusivas, fotografías de sus devaneos y declaraciones en la tele, jajaj.
ResponderEliminarUn besazo
Sí..., así es..., da que pensar...
ResponderEliminarCarmen, que tengas un muy buen fin de semana...
Un beso
Creo que es un documento lleno de alarma que se transforma en cautela.
ResponderEliminarQuizas esa primera carta hiciera mucho bien a este peculiar personaje .
Felicidades por estos documentos que nos hacen vivir escenas y aromas de aquella época .
Un besito querida amiga .
Querida Carmen, una historia con chispa e interesante personaje.
ResponderEliminarYa sabes cría fama y échate a dormir...
Un placer leer tus amenos post.
Loli Martínez: ¿crees que le hizo bien la primera carta? Luego estás de acuerdo con la versión de que era un espadachín caradura...y que la familia le encauza después del revuelo. Puede ser. La historia puede ser interpretable de muchas formas yeso es lo que le da atractivo.
ResponderEliminarGracias y un besito
Carmensabes: y en la chismosa Béjar mucho más. Aquí se practica un deporte muy divertido que se llama "salto del cotilleo" en el Pabellón Chismoso, jejej. Bueno, supongo que este mal incurable se da en todas partes y épocas.
ResponderEliminarSaludos
Muy buena historia, ya veo que Bejar tiene en cada recodo algo que escuchar, muy bien escrito. un saludo Carmen.
ResponderEliminar