Autora: Carmen Cascón Matas
El actual edificio que
alberga el ayuntamiento, levantado
en el siglo XVI, aglutinó en su primer momento constructivo y hasta mediados
del siglo XIX diversas funciones,
tales como la sala de reuniones del concejo,
el pósito o almacén de granos para
repartir entre los vecinos en tiempos de escasez, el archivo concejil o la Cárcel
Real. Bien es verdad que la sede del poder civil ha danzado a lo largo de
los siglos, posándose en construcciones no carentes de significado. Así ha residido
en la crujía baja del mediodía del Palacio
Ducal a partir de 1869 o en el antiguo
Hospital de San Gil, para regresar a
su lugar de origen allá por los años 80 del pasado siglo. Sin embargo, y a
pesar de que la sala de reuniones y archivo municipal se han mudado de tiempo
en tiempo, la Cárcel Real ha permanecido
inamovible en los oscuros y húmedos subterráneos del edificio consistorial
primigenio. Los calabozos se situaban en
el piso inferior por debajo del nivel del suelo si miramos a la construcción
desde su fachada principal, es decir, desde la Plaza Mayor, abriéndose al
exterior por su parte posterior debido al desnivel del solar.
Constantin Flavitsky. La princesa Tarakanova en su celda. |
Numerosos bejaranos -habitantes de Villa y Tierra o estantes
en ella- acabaron con los huesos en la
cárcel por asuntos más o menos graves dirimidos por el corregidor, personaje nombrado a dedo por el duque de Béjar a golpe
de carta remitida al concejo. Quien ostentase tal cargo poseía la delicada tarea de ejercer el poder jurisdiccional en asuntos
relativos a cuestiones civiles. En general, y por lo que hemos podido
apreciar en los Libros de Actas consistoriales, los nombramientos se realizaban
por un periodo de unos cuatro años
prorrogables y el cargo solía recaer en miembros de la baja nobleza e hidalgos con titulación en derecho
(licenciados y abogados de los Reales Consejos) y de procedencia externa a la villa.
Si nos atenemos a los documentos relativos a las fianzas pagadas por familiares y
conocidos de los reos para que estos fuesen puestos en libertad, podemos darnos
cuenta de los motivos, a veces
triviales, por los cuales uno podía
acabar viviendo unos cuantos días, meses o años sin ver la luz del sol y
comiendo bazofias de lo más sabrosas. Vamos a fijarnos hoy en las fianzas
del año 1760 escrituradas por el notario y escribano Manuel Pérez.
En mayo de ese año Francisco
Garrido, vecino de Puerto de Béjar,
salió de la cárcel real de la villa gracias a la fianza pagada por Francisco
Martín Pérez. Su delito: dejar
embarazada a una muchacha, moza
soltera, Josepha Hinjes, vecina de Hervás. Lo curioso es que más adelante
se cita a un tal Bernardo Hernández de
Madrid, imputado y encarcelado por
los idénticos motivos acontecidos en el cuerpo de ¡la misma muchacha!. Se
ve que no se sabía quién de los dos había dado en el clavo…
Y en Hervás,
villa ahora perteneciente a la provincia de Cáceres pero entonces dentro de los
señoríos del duque de Béjar, parecía que la situación estaba más que revuelta
pues, embarazos aparte, el organista
había sido apresado por escándalo público. En junio de 1760 se presentó en
la Cárcel Real Juan Maíllo, “alias
Cordones”, para hacer fianza de Joseph
Blázquez porque “hizo causa, nota y escandalo en la prozesion que se
celebro de Su Magestad Sacramentado a la funzion de Octaba que se zelebro en el”.
Nos quedamos sin saber el motivo del zipizape.
Sin salirnos de esta localidad, Pablos Garrido, natural de Lagunilla,
había decidido un día hacer obras,
no sabemos si su casa o en algún otro lado, y suprimió un “muro carguero” que, por lo visto, pertenecía a su
vecino Bernardo Varvero, hervasense,
quien le denunció por ello. Y es que, antes de hacer chapuzas, es mejor
consultar a quien sabe de tales menesteres más que nada para que no acabe el
cielo cayéndose sobre nuestras cabezas.
Vicente Carducho. Muerte de Landuino en los calabozos. Museo del Prado |
Si seguimos con los asuntos de faldas, la tensión no
acaba con los embarazos. A Manuel de
Abel, natural de Navarrete “en
las Montañas de Burgos”, se le encerró por
haber dado palabra de casamiento a Ana Bartolomé, viuda de Simón Blanco,
natural de Zamora, y desdecirse a la
hora de la verdad. Parece ser que la denunciante acabó por pagar la fianza
con el loable propósito de sacar al novio de la cárcel para así casarse con él…
¡pobre Manuel y pobre Ana!.
Los asuntos económicos suelen ser los más habituales en
estos casos y las deudas más aún. Por ello Thomas
de Yuste, maestro calderero, fue
apresado por la denuncia que había presentado contra él un mercader de Medina de Rioseco por
no pagar cierta cantidad de maravedíes no especificada en el documento. Aún
con todo, el deudor ya tenía los bienes embargados y es que con un mercader de
tal calibre y procedencia era mejor estar en paz.
Por hoy creo que es suficiente, aunque, quién sabe,
quizás encuentre más causas curiosas que bien merezcan ser desempolvadas para
que conozcamos mejor la vida de nuestros ancestros.
Muy entretenido Carmen, deja con gana de más detalles. Manuel de Abel no pudo hacer de Juan Tenorio, menuda la viuda Ana, jajaja, atado y bien atado le sacaría de la cárcel.
ResponderEliminarUn saludo.
jajajajajajajaja!!! Que bueno.
ResponderEliminarTe metían preso por dar "promesa" de matrimonio.
Hoy en día no quedaría ni un político libre.
Un abrazo.
jejej, muy curiosas las causas. Manuel de Abel y Ana Bartolomé, dos pioneros del culebrón en aquellos tiempos. Qué grandes. Saludos!
ResponderEliminarEl drama de otro tiempo nos puede parecer nimio en el momento actual, pero hay que imaginarse a esas personas sufriendo arrestos que no merecían, algo a lo que me siento muy sensibilizado por una vieja historia familiar.
ResponderEliminarBesos
Cuántas historias oscuras y ocultas se esconderán detrás de todos esos casos de privación de libertad, y que no han sido reflejados en esas actas... Los intereses políticos, religiosos y económicos siempre le han ganado el pulso a la justicia.
ResponderEliminarMuy buen artículo, Carmen. Sería muy interesante visitar esa antigua cárcel bejarana. Actualmente, ¿es posible?
Un beso.
La verdad es que en aquellos tiempos casi cualquiera podía acabar "con sus huesos en la cárcel". Las deudas y los delitos económicos eran un motivo harto frecuente. Hoy, los que más roban, estafan o defraudan, se van siempre de rositas.
ResponderEliminarUn saludo.
Entre el tocayo manuel y ana... ;D
ResponderEliminarMira que si le metieran preso hoy días por promesas de matrimonio....No llegarían las carceles ;D
Besos
Me he quedado un tanto pensativo con el caso de la muchacha embarazada no se sabe de quien.
ResponderEliminarEn fin, menos mal que a ella no la encerraron también ¿no?
Un abrazo Carmen.
Pues a mí me ha dejado más pensativa lo del tal Joseph Blazquez, porque mire que debió de armar una buena! A saber en qué estado se presentaría en la procesión.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
La muchacha fue una fuente de ingresos inestimable, no parece que pusiese remilgos a la hora de dejarse embarazar y ¡Ala! más monedas a la bolsa.
ResponderEliminarTenían montado un buen negocio a base de naderías.
Un beso,Carmen
Siempre es un gusto bucear en los viejos procedimientos... y es raro no acabar soltando alguna carcajada; aunque maldita la gracia que le haría a los reos acabar con los huesos en mazmorras como las de aquellos tiempos.
ResponderEliminarAquí la cárcel se ubicó durante largo tiempo en el castillo de Puebla y hoy todavía causa respeto visitar los calabozos.
Saludos, Carmen
Eran los efectos del sistema procesal de la época.Por cualquier cosa se veían puestos a buen recaudo. No eran en la mayoría, sin embargo,estancias muy largas. En ese caso los mandaban a galeras o a servir en los presidios del norte de África.
ResponderEliminarEs un estupendo artículo.
Saludos.
No están nada mal los motivos. Si hoy esto fuera vigente no habría suficientes cárceles en España.
ResponderEliminarEn fien el caso es que cuando se tienen pelas para fianzas.... la cosa cambia entonces y ahora.
Bss
Jijiji, vaya con Josepha, era un poquitín despistada...uys, si estoy embarazada, uys, mira, otra vez...uys... jajaja. Busca más, Carmen, por favor.
ResponderEliminarBesos, guapa
Yo por eso esperé que me pidieran matrimonio, Carmen (es broma). Interesante y divertida entrada. Buena semana para tí.
ResponderEliminarSi que había que pensárselo mucho en aquellos tiempos, el "Pablo clavó un clavito" y más que no existía lo del ADN.
ResponderEliminarMe ha gustado muy mucho esta Entrada, con su poquito de humor y lo ameno de su lectura.
Saludos, manolo
Hay casos que provocan la carcajada o la sonrisa, pero imagino que habría también circunstancias que desconocemos y entre ellas seguramente no pocas injusticias.
ResponderEliminarUn saludo.
Me gusta leer tus historias, son formidables.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Ja, ja... no se sabía quién de los dos había dado en el clavo, ja ja... pues nada, nada... a esperar a que naciera la criatura a quien se pareciera, pues ea, a la cárcel, ja ja... y no como ahora que a la cárcel solo van los chorizos... y es que hay muchos, muchos, ja ja... Te imaginas que tuvieses que pagarte la merendola de la cárcel, ja ja... Bss amiga, qué historias nos cuestas, ja, ja...
ResponderEliminarHola Carmen, muy interesante saber lo que pasó en esa Cárcel y cuántos fueron acusados y finalmente puestos en libertad por una fianza.
ResponderEliminarTu relato ha sido muy entretenido.
Hoy, tendrían mejor suerte esos acusados. La justicia es una utopía.
Con ternura
Sor.Cecilia
Magnifica entrada.
ResponderEliminarUna vez mas el dinero arregla conciencias y apoyos.
Todos iguales ante la justicia, una hermosa frase para decorar.
Un beso.
Voy a haceros un comentario general, dado que ahor amismo acabo de subir otra entrada y ya me parece algo tardío comentaros a cad auno vuestras cosillas. En general los historiadores nos ponemos serios a la hora de narrar acontecimientos históricos, plagados de fechas, acontecimientos rimbombantes y batallas. Pero también hay que tener en cuenta la otra historia, esa que protagonizan las personas de a pie, con sus dimes y diretes, pero que nos ofrece un retrato muy colorista de la época en que vivieron. Los protocolos notariales nos ofrecen eas piezas que necesitamos para completar el deslumbrante mosaico histórico compuesto por grandes personajes y hechos históricos, y las actividades cotidianas y las personas sencillas de las cuales apenas nos quedan si acaso sus nombres. Además si los hechos ocurridos tienen esa chispa de ironía, desde nuestro punto de vista actual que no entonces, es obvio que debemos sacarlos a luz para, al menos, pasar un buen rato con su lectura.
ResponderEliminarUn saludo para todos
Más de uno se lo pensaría antes de dar la palabra, antes por nada te metian en la carcel... Ahora no entra ninguno.
ResponderEliminarUn beso.
Muy muy agradable e interesante jajajajjaja, los barrotes de estar cárceles antigüas, están llenos de historias de injusticias de verdad !!
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