Autores: Roberto Domínguez Blanca y Carmen Cascón
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón, nº 11 (jun. 2011)
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón, nº 11 (jun. 2011)
Los moradores del
Palacio: la corte ducal, una trasposición de corte real
Según
el escritor José Luis Majada Neila la Casa Ducal no era el palacio, ni la familia del Duque,
ni su patrimonio, ni el escudo de sus armas, ni la historia de su apellido,
sino todo ello más la sociedad doméstica de los múltiples criados reconocidos
como tales por el señor, más el cuerpo de abogados y asesores jurídicos que
defendían sus intereses [1].
Nos parece esta definición acertada de lo que de facto significaba ese concepto
que se utiliza, a veces de manera voluble, para englobar en él todo aquello que
hace referencia a los duques en su conjunto. En este apartado del artículo nos
gustaría tratar de las personas que conformaban la Casa Ducal al margen de
los duques mismos, es decir, de esa legión de criados que defendía los
intereses ducales como si fuesen propios y que habitaban durante la mayor parte
del año el Palacio Ducal bejarano unidos en una corte que asemejábase, en
pequeño, a una corte real [2].
No en vano los señores actuaban como “reyes” en sus propios estados,
administrando justicia y recaudando impuestos, prerrogativas adquiridas y
fortalecidas a lo largo de la
Edad Media, en una situación semejante a la de otros señoríos
peninsulares. Las cortes nobiliarias adoptaron la etiqueta borgoñona implantada
por la dinastía de los Habsburgo, caracterizada por la complejidad, solemnidad
y fastuosidad. Rastreando los archivos de la iglesia de Santa María, parroquia
a la que pertenecía el Palacio Ducal, hemos encontrado mencionados personajes
aparejados a cargos de esa corte señorial durante los siglos XVI, XVII y XVIII [3].
La nobleza de la Edad
Moderna hacían gala de sus riquezas, sus posesiones,
mecenazgo, batallas ganadas, honores e insignias, y también tanto como de los criados que les rodeaban.
Así, el número de sirvientes y criados era proporcional a la acumulación de
títulos políticos, militares y nobiliarios.
Podemos
estructurar a la servidumbre en dos rangos claramente diferenciados. Por un
lado, los oficiales con funciones administrativas y, por otro, el servicio
doméstico, organizados ambos estratos en una estructura piramidal estricta,
teniendo como eje vertebrador y en la cúspide a figura del duque y a su
familia.
En
un primer apartado, nos ocuparemos de la función administrativa, ya que el
señor ostentaba importantes competencias en materia jurisdiccional, gubernativa
y fiscal, aunque dependiente del monarca [4].
El
duque era la persona que ejercía como máximo juez, tanto en causas criminales
como civiles de su señorío. Disponía de los auxilios de un Consejo de Cámara Ducal conformado por un presidente y varios
oidores, oficiales nombrados directamente por el señor y encargados de la
administración de la justicia ducal en su ausencia. Este tribunal fue creado
por la duquesa Teresa de Zúñiga en 1531 [5]
y su espacio de reunión se situaba en el llamado Torreón del Consejo (hoy
desaparecido), dentro del complejo del Palacio Ducal bejarano [6].
Las sentencias dictadas por el Corregidor de la Villa (cargo nombrado
asimismo por el duque, aunque perteneciente al ámbito del poder municipal)
podían ser apeladas en este consejo. Mención aparte la merecen los Comisarios, encargados de acometer la
delicada misión de “visitar” o vigilar el correcto funcionamiento del ducado en
representación del duque [7].
Por
otra parte, la fiscalidad y la gestión de los bienes del señorío correspondían
a los Tesoreros, teniendo estos a su cargo a varios Contadores y Contadores
Mayores, dedicados a la recaudación de tributos, administración de los
beneficios y gastos de los dominios ducales. La lista de nombres vinculados a
estos cargos es ingente (no en vano nos estamos refiriendo a tres siglos), pero
es reseñable destacar a la saga familiar de los Béjar: Francisco de Béjar, su
hijo Miguel de Béjar, su nieto Diego Ignacio de Béjar y su bisnieto Ignacio de
Béjar Guedeja (que llegaría a ser secretario de los Reyes Carlos III y Carlos
IV) [8].
Esta familia acapara los puestos de la contaduría y tesorería del señorío a lo
largo de varias generaciones y dos siglos (XVII y XVIII), lo que puede hacernos
suponer una cierta hereditariedad del cargo. Los Secretarios asumían la
función de emitir y recibir la correspondencia del palacio, además de dar fe de
los acuerdos y dictados del duque. Asimismo, los Veedores vigilaban las
mercaderías y transacciones en los mercados de la Villa, constatando el
correcto pago de los impuestos señoriales (no debemos confundirlo con el veedor
de cada gremio ni con el veedor consistorial).
El Alcaide de
Palacio y Casa Fuerte del Duque es un título que puede
considerarse un vestigio de la
Edad Media mantenido a lo largo de la Edad Moderna, pues,
aunque en su origen poseía un carácter eminentemente militar, con el tiempo, y
el alejamiento de peligros tan tangibles como la amenaza musulmana, pasó a ser
meramente honorífico y con un significado más organizativo general. El Bosquero se encargaba de la finca de
verano y palacete de El Bosque, también en Béjar, de su cuidado en las
ausencias invernales o del confort en el estío. Junto a estos dos personajes,
el Alférez Mayor poseía el poder
efectivo militar, siendo cabeza de un pequeño destacamento de soldados que
defendía de facto el Palacio Ducal. El Alférez salía en la procesión del Corpus
Christi de Béjar, cuyo patronato correspondía a la Casa Ducal, portando el
estandarte con las Armas del duque y rodeado de algunos militares [9].
En cuanto al servicio doméstico, hay que destacar en
primer lugar que a él pertenecían tanto personajes de rango social elevado como
humildes criados, siluetas oscurecidas por el tiempo, pero muy cercanas al
Duque y a sus devenires cotidianos. Su presencia se rastrea difusamente al ser
nombrados únicamente en ocasión de un bautizo, boda o defunción en los libros
parroquiales de Santa María la
Mayor. La mayoría de ellos, como veremos, no eran naturales
de Béjar, sino estantes o residentes, lógico si tenemos en cuenta la
vida nómada de nobles y cortesanos, seguidores de la corte ducal allá donde se
encontrase en cada momento. Bien es cierto que otros miembros del servicio
doméstico permanecían en Béjar con la función de gestionar el palacio durante
las prolongadas ausencias del duque.
Los más cercanos sirvientes del duque los Gentilhombres
de Cámara, Ayudantes de Cámara y Mayordomos eran en su
mayoría personajes pertenecientes a la baja nobleza e hidalgos bajo la
autoridad del Camarero Mayor. Se ocupaban de acompañarle en todo
momento, cercanos a cualquier necesidad entre las que se encontraba vestirle,
actividad llevada a cabo según un protocolo estricto tomado de la Corte Borgoñona a
la vez que se consideraba un honor para el hidalgo que ostentase el cargo. Para
afeitar al duque su propio Barbero.
Los Pajes, casi
todos ellos niños de corta edad, acompañaban a la familia ducal
en actos y ceremonias públicas, y el cargo era concedido por el duque a los
hijos de la servidumbre más allegada a la Casa o a los de nobles nacidos en los dominios
ducales. Era una especie de plataforma de lanzamiento para llegar a los más
altos puestos en el futuro, pues el duque se convertía en tutor de los
pequeños, garantizándoles tanto el pago de sus estudios como su sustento hasta
llegar a la mayoría de edad.
Para la señora duquesa eran imprescindibles las Damas
de Honor, cargo paralelo al de camarero o gentilhombre en el caso del
duque. Andrea de Venegas y Cañizares fue una de ellas y su partida de
matrimonio se conserva en la parroquia de Santa María, aunque matrimonió en la
capilla de palacio con el Gentilhombre Diego Pérez de Valenzuela en 1648.
Y, hablando de capilla de palacio, en toda corte es
necesaria la presencia de un Capellán que se ocupe del bienestar
espiritual de los moradores de esta mini corte, siendo el Médico el vigilante de su salud corporal. Para los pequeños
miembros de la familia ducal se hacía preciso el nombramiento de un Ayo que enseñara buenas maneras y
valores cortesanos, además del arte de la esgrima y la montería, así como
varios Preceptores, cuya misión
consistía en transmitir los saberes imprescindibles de la época, Trivium y
Cuadrivium, tales como Latín, Geografía, Historia, Astronomía, Geometría y a
tañir algún instrumento musical.
Para que el duque estuviera cómodo a pesar de los
traslados desde el Palacio al Bosque en verano o desde Béjar a Madrid o Sevilla
u otras posesiones señoriales, se hacía imprescindible la figura del Aposentador.
El servicio de la mesa estaba milimétricamente
estructurado. El Maestresala tenía por cometido organizar el servicio de
los platos, la correcta colocación de las viandas y la cata de los alimentos
para comprobar su sabor. Los platos eran servidos por los criados, quienes los
traían directamente desde la cocina, donde un Cocinero los preparaba según sus conocimientos ayudado por los Pinches. Por su parte, el Repostero
comprobaba el estado de los vestidos de sus señores, además de los juegos de
cama, manteles y demás ajuar, espectacular por la relevancia de los Duques de
Béjar en la corte.
Y para el solaz de la Casa los Enanos y los Bufones (como el famoso don Francés de Zúñiga que pasó de las manos
del duque a la del poderoso emperador Carlos V, autor de Crónica satírica de la corte del emperador Carlos V [10]),
así como los Ministriles y Músicos,
y Pintores de Cámara, siendo el más
conocido el italiano Ventura Lirios, autor de lienzos como La
Batalla de Almansa
(1709) o La vista de Béjar (1724) [11].
La nobleza se trasladaba continuamente de un lado a otro,
bien en carruaje para los largos trayectos, o bien a caballo a la hora de cazar
y de desplazarse por Béjar y sus alrededores. Existían numerosos cargos
vinculados a este ámbito: el Caballerizo Mayor, encargado de las cuadras
ducales (no pensemos que constituía una deshonra, pues lo desempeñaban miembros
de la baja nobleza), los Lacayos, Mozos de Caballos y los Cocheros.
Existen personajes a los que los documentos denominan Criados
del Duque sin especificar otra información específica de las actividades que
desempeñaban, tal es el caso de Miguel del Arco y su mujer María Sanza, Andrés
de Cuevas, Fernando Avalos, Antonio de Escalante y María de León o Martín Ortiz
de Solórzano. En el último peldaño del escalafón, personajes tan oscuros como
los Esclavos, aunque algunos bien documentados y con ocupaciones harto
variadas, como es el caso de Cecilia de Castro [12].
La consolidación de la Casa Ducal como familia
nobiliaria vinculada a la corte de Madrid sobre todo a partir del siglo XVIII
(con los duques Juan Manuel II y Joaquín I) hizo que los desplazamientos de la
mini corte ducal fuesen cada vez más escasos a la villa, aunque se mantuviesen
ciertos elementos permanentes en Béjar tales como el aparato administrativo
completo. De hecho el título de Alférez o el de Alcaide de Palacio sólo
pudieron desaparecer con la abolición definitiva de los señoríos.
[1] MAJADA NEILA, J. L.: Historia de Béjar (1209-1868), Béjar,
1998, p. 157-161.
[2]
Esta parte del artículo tiene como base CASCÓN MATAS, Mª. C.: “Los cargos vinculados a la Casa Ducal de Béjar:
administración y servidumbre” en Semanario Béjar en Madrid, 4.505
(18/VII/2008) y 4.506 (25/VII/2008). Esta autora dio a conocer a algunos de
estos miembros de la corte ducal en “De
bautizos y otras ceremonias religiosas en la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar”, nº 4.494
(02/V/2008) y 4.495 (09/V/2008). Los datos han sido extraídos de los Archivos
Parroquiales de las iglesias de Santa María, El Salvador y San Juan de Béjar,
preferentemente de los Libros Sacramentales de Bautismos, Matrimonios y
Difuntos.
[3]
Ibidem.
[4] HERAS, José Luis (de
las): “Un gobierno municipal de señorío: el caso de la industrial villa de
Béjar” en V Reunión Científica Asociación
Española de Historia Moderna. Tomo II, la Administración Municipal
de la Edad Moderna. BERNARDO ARES, José Manuel (coord.), Cádiz, 1999.
[5] Ibídem, p. 121.
[6] MUÑOZ DOMÍNGUEZ, J.:
La Plaza Mayor
de Béjar. Aproximación morfológica e histórica a un espacio público generador
de la ciudad. Discurso de ingreso al C.E.B. nº 20. Béjar, 2003 p. 34. La
existencia del Torreón del Consejo se puede advertir en la Vista de Béjar de Ventura Lirios.
[7] MAJADA NEILA, J. L.: Historia de Béjar… ob. cit.,
p.
77.
[8] CASCÓN
MATAS, Mª. C.: “La carta de don
Ignacio de Béjar Guedeja” en Semanario Béjar en Madrid, nº 4.484
(22/II/2008) y 4.485 (29/II/2008).
[9]
LÓPEZ ÁLVAREZ, A: Ideología, control social y conflicto en el Antiguo
Régimen: El derecho de patronato de la
Casa ducal sobre la procesión del Corpus Christi de Béjar. Premio
Ciudad de Béjar 1994. C.E.B.
y Exmo. Ayuntamiento de Béjar, 1996, pp. 158 y 159.
[10] DE ZÚÑIGA, F.: Crónica
burlesca del emperador Carlos, José Antonio Sánchez Paso (ed.), Salamanca,
Universidad, 1989.
[11] Ver MUÑOZ DOMÍNGUEZ,
J., SÁNCHEZ SANCHO, J. F. y DOMÍNGUEZ GARRIDO, U.: Catálogo de la exposición De Lirios, Venturas y Desventuras, La Villa de Béjar desde el
siglo XVIII, Caja Duero, Béjar, 2008;
y GARCÍA MARTÍNEZ, C.: Un paseo por el
Béjar del siglo XVIII. Edición del Semanario “Béjar en Madrid”, 1987.
[12] CASCÓN MATAS, Mª. C.:“Doña Cecilia de Castro, esclava de doña
Teresa de Zúñiga” en Semanario
Béjar en Madrid, nº 4.473 (07/XII/2007) y
nº
4.474 (11/I/2008).
Muy interesante toda la clase social dentro de la nobleza, un abrazo
ResponderEliminarDe haber vivido yo en este ducado, seguro que me habría tocado porquera... porque era fácil cuidar de los puercos (marranos, jaja).. pero ahora mismo en nuestra época aún hay nobles, sí, sí, y corte... ¡vaya corte! Bss
ResponderEliminarImpresionante el post. Era una Corte al uso y desde luego tenian fuerza y poderío para mantener todo esto funcionando. A veces me pregunto porque unos nacen con estrella y otros estrellados.
ResponderEliminarEn fin hay que vivir lo que toca. Nuestra común amiga seguro que no tendría sitio:-) Sería excluida.
Bss y buena semana
No nos puede llamar la atención la atención la cantidad de castas sociales de la época. Últimamente parece que hemos retrocedido siglos, mientras unos se enriquecen vilmente, otros carecen de lo imprescindible para sobrevivir, el abundante paro hace que muchas personas trabajen por un salario muy por debajo de lo normal, y es que solo tienen dos caminos....estar parado o trabajar con un miserable sueldo.
ResponderEliminarExtraordinario el trabajo que han realizado con esta gran serie.
Besos
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
En el fondo, una corte paralela con todos sus niveles estratificados,como una vuelta atrás al feudalismo. Muy interesante esta serie.
ResponderEliminarBesos.
Una corte más dentro de la corte mayor. Excelente trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Carmen:
ResponderEliminarComo dices al principio la corte ducal es una transposición de las corte europeas de entonces. Entiendo que en algunos casos eran heredable los cargos y en otros pues era decisión del Duque. Ni siquiera en eso se diferencia de las cortes reales (caso de los pajes).
Muy buena la serie.
Besos
Muy buen y detallado estudio de todo el mundillo que se movía alrededor de los Duques. Pensándolo bien, todo ese enorme círculo sigue existiendo en la actualidad y, como entonces, se nutre de los impuestos de la gente que trabaja y genera riqueza para el país, sólo que ahora responde al nombre de "Administraciones Públicas", dentro de las cuales también hay castas y niveles, como entonces, produciéndose el mismo fenómeno de crecimiento continuo y desordenado mediante la duplicación de órganos y organismos y la creación artificial de funciones innecesarias para la aparición de nuevos órganos. En resumidas cuentas, no hemos cambiado tanto, al menos no para mejor. Un abrazo,
ResponderEliminarBUEN TRABAJO, GENIAL
ResponderEliminarLa gente que en la actualidad hace ostentación de lo que tiene, regresa sin quererlo a esa Edad Media.
ResponderEliminarAprovechando que interrumpo brevemente las vacaciones, paso por tu blog a saludarte.
Feliz verano.
Las redes de patronazgo que se derivaban de estas casas eran de primer orden. El poder de protección y promoción para los criados y parientes de ramas menores era fundental en aquellos años.
ResponderEliminarSaludos.
Fundamental, es lo que quería decir.
ResponderEliminarMenuda corte. Era como una ciudad en miniatura. O no tan en miniatura!
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
Vuestra magnífica entrada provoca mi vena empresarial porque leyendo esta crónica del funcionamiento del ducado se aprende más del problema del paro que con “El Capital”.
ResponderEliminarHay que ver la plantilla que se necesitaba, la cantidad de oficios desplegados, el gasto de intendencia, materias primas y especialistas. Desde sastres a médicos, cocineros, maestros, soldados. Todo con su tiempo, sus pasos medidos… Qué bien lo habéis contado, gracias. Hoy todo el entramado necesario para una logística así se organizaría con un buen programa contable y otro de gestión, llevados por un par de informáticos. Pero qué aburrimiento de vida y no digo ya para contarlo. Ni Lope salvaría la crónica.
Un placer como siempre disfrutar de tus entradas.
ResponderEliminarUn beso.
Querida Carmen, ¡menudo cuadro de personal nos dibujas! Me ha parecido curiosísima la figura del "Aposentador". Has trazado una exposición detalladísima y muy amena que refleja la sociedad de la época.
ResponderEliminarMil bicos.
La magnitud del séquito demuestra la importancia del ducado.
ResponderEliminarBesos Carmen.
Carmen, tu trabajo es cada día más importante por la pormenorización de datos y personajes que no son fáciles de encontrar ni siquiera en la Corte. Las funciones de cada uno de ellos y la magnitud de los mismos aporta a la residencia ducal de Béjar una categoría palaciega difícil de igualar con otra sde igual categoría aristocrática. Posiblemente debido, pienso, en la extensión del ducado y la dependencia de él en importantes confecciones e industrias. Un capítulo extraordinario que nos proporciona el conocimiento de las labores de todos y cada uno de los súbditos empleados en el palacio.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Carmen.
No cabe duda que si no se hubiera respetado esta jerarquía (palaciega)no se hubiera llegado a esta categoría aristocrática: porqué una cosa empuja a la otra.Supieron ir recolocando las piezas de este puzle a mejor estamos hablando de una extensión no excesivamente grande ni copiosa.Pero sí muy bien administrada.
ResponderEliminarUn trabajo muy interesante Carmen: por la labor investigativa que no deja de ser un cachito muy necesario para poder documentar y, documentarse.Muchas gracias por compartirla.
Un abrazo veraniego estoy apurando los días que me quedan como oro en paño jeje:)
Madre mía!! Que cantidad de gente tenían a su alrededor...bueno ahora también están rodeados de mucha. Se llamaran de otra manera pero,creo que con menos habría suficiente, se evitaría mucho gasto público..
ResponderEliminarGracias a Roberto y a tí por tan buena documentación.
Buen fin de semana.
Un beso.