Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid , nº 4.750 (5/06/2015), p. 4.
Que la celebración del
Corpus Christi es vivida en Béjar desde hace siglos con devoción de fiesta
mayor y con multitudes como testigos de la procesión no se le escapa a nadie,
incluso en este laicizado presente donde los afanes de promoción turística van
sustituyendo a los orígenes ortodoxamente religiosos de esta fiesta. Ese
impulso y deseo por mostrar al visitante una ciudad entregada a su celebración
más emblemática está haciendo regresar poco a poco el viejo esplendor del
Corpus bejarano, aún lejos, no obstante, de la pasión y entrega con que en
otros siglos se vivía.
Hombre de musgo
Quizá fuera en la centuria
de 1600 cuando la fiesta del Santísimo y de los Hombres de Musgo alcanzara su cenit
de inusitada magnificencia implicando a todos los estamentos de la villa,
incluyendo a todos los gremios, y congregando multitudes. Las rivalidades entre
las jerarquías eclesiales y consistoriales por ocupar lugares de privilegio en
la procesión y en las iglesias, o las fuertes multas con que se penaba a
quienes no asistieran con el debido decoro dan muestra de la trascendencia de
tan señalado día.
Procesión Corpus Béjar
Fue en ese siglo XVII cuando, además, fruto del descontrol de
la muchedumbre, la procesión pareció irse de las manos sucediéndose una serie
de altercados que en algunos casos concluyeron
con resultados fatales. De esta manera queda descrito en los numerosos
documentos que sobre el Corpus bejarano se custodian en el Archivo Histórico
Nacional.
Así se relata, por
ejemplo, que el jueves de Corpus del año 1635 convocó en Béjar a un gran número
de personas a las que se sumaron unos seiscientos o setecientos soldados (el
ejército también tenía su presencia en la procesión) junto con gran cantidad de
vecinos de los lugares y pueblos de la comarca que acudían a la tradicional
feria de los jueves. Parece ser que la rivalidad entre los soldados bejaranos y
los foráneos alardeando de la categoría de sus respectivas armas «sobre cuáles se ordenaban mejor y estaban
más decentes y con mejores escopetas»
devino en enfrentamiento «hiriéndose
muchos y muriendo algunos»[1].
Corpus Béjar
Cuenta
la crónica que de resultado de ello se vivió en Béjar una gran batalla entre
oriundos y foráneos que duró hasta la noche en la que, aprovechando el caos, se
abrieron las puertas de la cárcel saliendo los delincuentes. Como es lógico
hubo causa judicial y pleito en la Real Chancillería de Valladolid y según los
trascriptores de los documentos «se
perdieron muchas personas y caudales», es decir que debieron ser numerosos
los encarcelados y multados, si no algo peor… En todo caso una de las primeras
consecuencias de aquellos hechos fue el final provisional de los soldados en la
procesión, pues el duque de aquella época, Francisco López de Zúñiga y Mendoza,
no tuvo más remedio que prohibir su
presencia. Y decimos provisional porque la representación del ejército debió
volver, a juzgar por otro acontecimiento semejante ocurrido años después.
Corpus Béjar
Sin describir con más
detalle cómo sucedió se da cuenta de que en la procesión del Corpus del año 1680
se produjo la muerte alevosa de un soldado, natural de Candelario, que iba en
ella[2]. El
hecho tuvo lugar en la calle Mayor, tras
el cual uno de los
supuestos asesinos fue perseguido por más de cien personas armadas logrando refugiarse en la iglesia del convento
de San Francisco. Esta iglesia, ya
desaparecida, estaba situada adosada a la parte sur del edificio en la Ronda de
Navarra. Su cabecera coincidía con la actual entrada al claustro del convento
donde aún puede verse la base de alguna columna del templo; tenía, así mismo,
un elegante campanario en espadaña a sus pies.
Claustro del convento de San Francisco
El problema surgió cuando el
guardián del convento, el padre Fray Bartolomé Martín Flores, abriéndose paso
entre la gente y exponiéndose también él a ser agredido, llegó a las puertas del edificio por las que sólo dejó
pasar a dos eclesiásticos (que no habían atinado con las llaves de la puerta)
cerrándolas después a cal y canto. Impedía de esta manera que la enfervorizada
multitud entrase y casi con seguridad acabara con la vida del refugiado. El
guardián, alegando la inmunidad de los lugares sagrados, no permitió el paso
tampoco a los jueces ni al corregidor y declaró que solo lo haría por mandato
de un superior eclesiástico, un nuncio o un pontífice.
Se abrió de tal manera
un curioso debate de réplicas y contrarréplicas desde el interior al exterior
de la iglesia entre clérigos y jueces, en materia de competencias jurídicas. En
tales circunstancias llegó la noche y la muchedumbre no cesó en su empeño de
derribar las puertas mientras las autoridades debatían sobre la situación
creada y sobre cuáles eran los templos bejaranos que gozaban de exención de
jurisdicción. La circunstancia llegó a alargarse varios días en los que el
templo sufrió casi un asedio mientras clérigos y refugiado permanecían en su
interior. El guardián, en carta remitida a la duquesa doña Teresa Sarmiento de
la Cerda jornadas después, le explicaba que se sentía satisfecho de «haber librado un alma de las garras del
demonio y por haber evitado millares de sacrilegios como aún ahora están
confesando se hubieran hecho en la casa de Dios…» y que «he hecho lo que debía en conciencia y si al
caso no ha sido así a Dios, que me ha de juzgar, pongo por testigo y con el
Apostol le invoco contra mi alma».
Claustro del convento San Francisco
¿Cómo
terminó todo aquello? Parece ser, siempre según el documento referido, que el
presunto delincuente terminó fugándose disfrazado y que las iglesias siguieron
siendo espacio de inmunidad, aspecto que sería matizado casi un siglo después
cuando por decreto se declaró que en la villa de Béjar no había más lugares
sagrados que las iglesias parroquiales de Santa María y de San Juan.
Imaginarse
aquellos hechos en lugares que hoy nos son tan familiares es casi evocar una
escena berlanguiana en el mismo centro de Béjar, si no fuera porque el contenido
dramático y luctuoso no nos debería permitir demasiadas risas. Y es que así
terminaban algunas jornadas festivas del Corpus de otro tiempo.
[1] AHN,
Osuna, C.242, D.148-153 (Nº 29, Sección Béjar, leg. 6 según catalogación de
Fray Liciniano Saez): Procesión de
Corpus. Desorden y tumulto en ella entre soldados de la villa y tierra.
[2] Ibídem:
Nº 30, Béjar, leg. 6. Procesión del
Corpus. Muerte alevosa de uno de los soldados en ella, natural de Candelario.
Aquí siempre hemos sido muy proclives a tirar de garrota a la mínima. Raras son las fiestas en las que algunos no acaban dándose de mamporros, si bien, es cierto, que el asunto no suele llegar a mayores. Lo realmente chocante es que esas cosas ocurran durante la celebración de un acto religioso, por aquello del respeto; aunque nos queda reciente la imagen televisada de los almonteños liándose a tortas en el salto de la reja de la ermita del Rocío. Bonita imagen para los de fuera.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha llamado la atención esos hombres musgos, seguramente es en el único lugar que desfilan en esa procesión. Hay dos lugares de Andalucía que tienen una especial resonancia y son las ciudades de Sevilla y Granada donde aún se conserva que la festividad siga siendo el jueves.
ResponderEliminarUna fiesta religiosa no puede dar lugar a confrontación, esto se aleja mucho del espíritu de dicha fiesta.
Besos
Me acuerdo de tus publicaciones anteriores, me gusta que sigas haciendo mención de esta fiesta y que podáis seguir celebrando con tanta historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces, este sentir popular se sale de madre , como queda testificado.-Hasta nuestros días sino es por una cosa es por otra, casi siempre que se mantienen estos pulsos como en el caso del ejercito.-Pero siempre que hay tanto fervor y aglomeración sea el acto que sea no es raro que se acaba a tortazo limpio.
ResponderEliminar-Estos hombres musgo son muy peculiares, en el Corpus lo más que se conoce son las alfombras de flores.
Una anécdota con mucha miga por el desenlace tan poco usual en una celebración religiosa...
Un abrazo feliz día.
Cuando hay mucha gente y mucho fervor, la excitación prende entre las personas congregadas y la chispa puede saltar en cualquier momento.
ResponderEliminarNo conocía lo de los hombres musgo, es muy curioso.
Saludos
El corpus en la zona central del país, se celebra con los llamados diablos. Una tradición que ya tiene cerca de 350 años. Me la recordó estos hombres del musgo.
ResponderEliminarBesos
Bonita tradición esa de los hombres de Musgo y por lo que nos cuentas una pena que por parte de alguna persona se utilizase esta fiesta con motivos muy diferentes a lo que debe ser.
ResponderEliminarSaludos.
Felicidades Carmen, por tan interesante trabajo. En lo leído hay algunas coincidencias con el de Sevilla, sin llegar a esas peleas entre oriundos y forasteros; pero como no me quiero extender, te haré solo referencia a los hombres musgo, o a lo profano, que es lo mismo. Aquí en Sevilla desfilaban entre otros la Tarasca - una especie de hidra de siete cabezas-, gigantes y cabezudos y las mojarrillas que hacían las veces de diablillos. Todo esto desapareció por una real orden de 1780.
ResponderEliminarOjalá no se pierdan nunca esos hombres musgo, son muy interesantes como tradición, y no tienen porque restarle importancia a la parte religiosa.
Un fuerte abrazo.
En Béjar, querido Manuel, también la procesión del Corpus contaba con gigantes y cabezudos, tarasca, pajecillos ducales, representaciones de la Justicia y hasta se sacaban santos en andas. A mi entender las procesiones de Corpus constaban en las más importantes villas y ciudades de la Edad Moderna de estructuras festivas similares que se fueron perdiendo con el paso del tiempo.
EliminarAbrazos
Tengo entendido que la tradición bejarana de los Hombres de Musgo es única en el mundo. Si en realidad se trató de una estrategia militar de conquista por medio del camuflaje. me parece un episodio homérico. Hoy, 15 de junio, Corpus Christie, feliz celebración en Béjar.
ResponderEliminarUna leyenda, una representación teatral, una reafirmación del poder político: son muchas las explicaciones que intentan dar origen a estas figuras fabulosas que han pervivido a lo largo de los siglos.
EliminarUn beso
Me he quedado con la boca abierta Carmen. La verdad es que la historia es impresionante, aunque por desgracia hubiese más que palabras. Jamás había oído hablar de los "Hombres de Musgo". Que nunca se pierda esa tradición. Me despido ya de ti hasta Septiembre.Un fuerte abrazo y Feliz Verano.
ResponderEliminarHola Carmen, me parece muy interesante la entrada que nos traes hoy, había escuchado que era famosa la procesión del Corpus Christi en Béjar pero nada sabia de su historia y menos de los hombres musgo. Muy lamentable los hechos acaecidos. Gracias por darlos a conocer.
ResponderEliminarBesos.
Una peculiaridad del Corpus bejarano la de los hombre de musgo. Precisamente hoy domingo, aunque la fiesta fuese el jueves, uno de los que relucen más que el Sol, se han celebrado los actos del Corpus en Valencia, donde también hay peculiaridades antiquísimas, como el baile de la moma, un personaje vestido de blanco, que representa la virtud, en torno al cual danzan siete hombres representantes de los siete pecado capitales.
ResponderEliminarUn abrazo.
·.
ResponderEliminarSiempre me han parecido muy interesante esos hombre de musgo.
Buena información nos traes, como siempre
un abrazo
... y hasta mi regreso, después de mi acostumbrada desconexión de verano.
· LMA · & · CR ·