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24 de noviembre de 2015

La relación entre la Plaza Mayor de Salamanca y Béjar lleva nombre de conde (2ª parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 16 de mayo de 2014, nº 4.704


Por su nacimiento José del Castillo Larzával, conde de Francos, era patrón de las capellanías del capitán Juan de Bolaños (su hermano Tomás fue nombrado su capellán) y de Juana de Carvajal, lo que le convertía en la máxima instancia, junto con el duque de Béjar, de los destinos del único hospital de la villa, el de San Gil [1]. La patrona anterior había sido su tía doña Teresa de Morales [2]. Conocemos la ceremonia de su toma de posesión el 25 de septiembre de 1748: “el Lizenciado Bartolome Antonio Valiente, Abogado de los Reales Consejos, alcalde Mayor della […], estando a la puerta principal del Ospital de San Jil a que esta agregada la que fue parrochia deste nombre: tomo por la mano a D. Joseph del Castillo del Arzabal, Conde de Francos, vº y Rexidor Perpetuo de Salamanca, que ahora reside en esta dicha Villa y le entro en dicho Ospital y estando dentro el dicho d. Joseph echo fuera algunas personas de las que alli estaban zerrando las puertas que luego abrio. Despues Entro mas adentro y rexistro las Piezas en que ay diferentes Camas en que no abia enfermos que visitar. Luego subió arriba arreconozer las que sirven para el mismo fin, en donde tan poco avia enfermos y despues saliendo a dicha Yglesia en que esta el luzillo, Arco, Armas y sepultura perteneciente a la fundazion de la Sra. Carbajala hizo orazion y esta diligenzias que van señaladas, las executo en señal de Posesion de los pttronatos laycales que como Patrono le pertenecen[3]. Sabemos por el Catastro de Ensenada de 1753 que cedió ambos patronatos, el de Juan de Bolaños con una renta de 276 reales y el de doña Juana de Carvajal de 617 reales, a su cuñado Miguel Ramírez del Rincón [4]

 Monumento al conde de Francos (de pie) y Alberto de Churriguera por Fernando Mayoral. Salamanca. 
Foto de Flirck


Durante los años que comentamos, entre 1728 y 1733, la actividad de José del Castillo fue frenética en Salamanca. No en vano fue uno de los cuatro regidores encargados de supervisar las obras de construcción de su Plaza Mayor junto a don Juan de Barrientos y Solís, don Francisco de Honorato y San Miguel y don Juan Antonio Gutiérrez [5]. Entre sus cometidos se encontraban, según Rodríguez G. de Ceballos, “asistir cotidianamente a la obra o, en su ausencia, de nombrar un sustituto, de suerte que siempre se hallase presente en ella alguno de los cuatro. Desempeñaban este oficio gratuitamente; sin embargo, finalizados ya los dos primeros lienzos, solicitaban el 5 de octubre de 1736 una ayuda de costa por los caudales perdidos durante el desempeño de su cargo [6]”. Su presencia era, pues necesaria, y en muchos casos fue preciso que adelantase dinero de su propio bolsillo para hacer frente a los pagos de materiales, capital que no sabemos si le fue reintegrado. 

17 de noviembre de 2015

La relación entre Béjar y la Plaza Mayor de Salamanca lleva nombre de conde (1ª parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº4.703 (2/05/2014).

        Una cita ineludible cuando me acerco a Salamanca es pasear por su Plaza Mayor. La vista de la piedra dorada de Villamayor con la que se conforma, sillar a sillar, ese espacio de planta irregular, corazón de la vida de la ciudad, me relaja y me infunde la misma dosis de fuerza que la ingesta de una pastilla de vitaminas concentradas. Mientras los estudiantes se dejan llevar por los tímidos e invernales rayos de sol sentados aquí y allá, en el suelo o en los pocos bancos habilitados, los transeúntes con la prisa que impone la rutina trazan diagonales en su rápida carrera hacia citas ignotas y los paseantes, libres de la esclavitud del tiempo, recorren una y otra vez, a favor o en contra de las agujas del reloj, los soportales charlando en animado rurún. Lejos estaba entonces, en mi última visita, de pensar que un lugar con tanta historia y arte a sus espaldas, la más bella Plaza Mayor de España a decir de los salmantinos, guardase en su memoria de siglos a un personaje ligado a Béjar cuyo nombre había sido aventado por la brisa del viento, cual frágil diente de león, en minúsculas partículas. 

 Plaza Mayor de Salamanca. Edificio del Ayuntamiento 
Foto de wikipedia


            José del Castillo Larzábal Ramos del Manzano, que así se llamaba nuestro personaje, ostentó el título de tercer conde de Francos, aunque el primero en llevarlo en realidad fue Francisco Ramos del Manzano, rector de la Universidad de Salamanca y catedrático de leyes, nacido en Vitigudino. Senador del Milanesado, miembro del consejo de Italia y del de Castilla y embajador plenipotenciario para la firma del Tratado de los Pirineos en 1659, sirvió como instructor del rey Carlos II, desempeñó la presidencia del Consejo de Indias y dejó escritas varias obras de carácter jurídico y político. En reconocimiento a los servicios prestados, en 1678 Carlos II le otorgó el título de conde de Francos

31 de marzo de 2015

El mejor grupo escultórico de Béjar: Nuestra Señora de las Angustias


Haciendo un punto y aparte del devenir de aquellas bejaranas que marcharon a Alemania en 1960, no queremos dejar pasar estas fechas sin transmitir algún dato histórico y artístico de la Semana Santa bejarana. En este caso quiero centrarme en una de las tallas más preciadas y hermosas de Béjar que la tarde de Jueves Santo tenemos el privilegio de ver procesionar por nuestras calles de la mano de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de las Angustias. Nos referimos al paso de Nuestra Señora de las Angustias, Virgen de la Piedad o Virgen de los Dolores. El fragmento lo podeis encontrar en el Segundo Volumen de la Historia de Béjar que publicó el Centro de Estudios Bejaranos en 2013, en un artículo que escribimos entre Roberto Domínguez Blanca, colaborador de este blog, y esta que suscribe, pp. 516 y 517.

 Virgen de las Angustias de Béjar


"Se podría decir que el mejor grupo escultórico existente en Béjar anterior al siglo XX es la Virgen de los Dolores [1], de la Piedad o de las Angustias (de todas estas formas es conocida) de la iglesia de Santa María [2]. Responde al modelo iconográfico que tanto predicamento tuvo a partir de Miguel Ángel y su versión neoplatónica del Vaticano: la madre joven como lecho del hijo muerto con ambas figuras componiendo un esquema triangular. La composición repite a grandes rasgos la que hizo Luis Salvador Carmona para la catedral de Salamanca hacia 1755

8 de diciembre de 2014

El Ford T Speedster del MHAS, ¿el automóvil más antiguo de Béjar conservado en la actualidad? (2ª parte y final)


Autor: Roberto Domínguez Blanca
Fotografías: Sol Cañibano Peláez
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2014, pp. 18-20.

Otros automóviles bejaranos

            Relacionados con nuestra ciudad y su comarca son varios los vehículos expuestos en el MHAS, como un Plymouth Q de 1928, un De Soto Six de 1932 (empleado como taxi en la Sierra de Béjar desde 1945) o un Biscuter “Rubia” de los años 50; pero vamos a detenernos en otro, en el que sería el segundo vehículo bejarano más antiguo del que tenemos noticia: el Amilcar CS de 1925, matrícula M-23076. Es éste un cyclecar, un coche deportivo francés que se comenzó a fabricar en 1920. En su ficha técnica se especifica que alcanzaba una velocidad máxima de 95 km/h. con una cilindrada de 985 cc. y 23 cv. Pesa 450 kg y el consumo a los 100 km es de 7 litros. Con la fabricación de estos coches de competición Amilcar llegó a codearse con los míticos Bugatti, obteniendo 102 victorias en carreras de todo tipo, solamente en 1924.

Amilcar CS del Museo de Salamanca
  
El origen bejarano de esta unidad se especifica en la cartela del museo, en la que se puede leer que había sido hallada en un gallinero de Béjar y, que pese a todo, se pudo adquirir completamente original. Este Amilcar realmente vino a Béjar a pasar sus últimos años de “vida”, puesto que con cerca de 20 años a sus espaldas, en 1940 Manuel Francés Villarán le da de alta. Sólo tres años después es traspasado a Pablo Santos Martín-Hernández, quien en 1947 lo da de baja, hasta que décadas más tarde sea recuperado por Gómez Planche. El Amilcar [1] conserva la placa del agente de la marca en España donde el vehículo fue adquirido, Juan Mauvais, cuyo concesionario se encontraba en el número 3 de la calle Serrano de Madrid. No obstante, el primer Amilcar que hubo en Béjar fue otro, el que dio de alta en Béjar en 1929 José Galiano Muñoz con matrícula M-16826.

1 de diciembre de 2014

El Ford T Speedster del MHAS, ¿el automóvil más antiguo de Béjar conservado en la actualidad? (1ª Parte)

Autor: Roberto Domínguez Blanca
Fotografías: Sol Cañibano Peláez
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2014, pp. 18-20

            El Museo de la Historia de la Automoción de Salamanca (MHAS) es una de las sorpresas más gratas que a orillas del Tormes espera al visitante, demostrándole que Salamanca es mucho más que Plateresco y Barroco. Y que ranas y astronautas. La soberbia colección permanente de la exposición de automóviles, su centro de documentación o el laboratorio de catalogación, convierten al MHAS en una referencia puntera en su campo tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Recomendamos vivamente desde estas páginas la visita al MHAS y la consulta de su página web: www.museoautomocion.com.

 Ford T Speedster del MHAS


            EL MHAS se inauguró en 2002 gracias al tesón del coleccionista salmantino D. Demetrio Gómez Planche, al que pertenece buena parte de los vehículos expuestos, auténticas joyas motorizadas. Durante décadas ha rescatado y restaurado decenas de automóviles, gracias a lo cual podemos disfrutar hoy en día de vehículos como el que encabeza el presente artículo: un precioso Ford T Speedster blanco de 1911 (figs. 1-3). Un coche igual de bello que elemental, reduciéndose la carrocería prácticamente a la caja donde van el motor y el volante, al asiento y al depósito para el combustible. Y poco más. Su aspecto remite aún a las carrozas decimonónicas ¿Y qué tiene este Ford T de especial interés para nosotros? Pues que fue uno de los primeros vehículos a motor, si no el primero, que traqueteó por las empedradas y tortuosas calles de Béjar para asombro de nuestros abuelos. Su matrícula, SA-33, da fe de su antigüedad. Por lo tanto, estamos ante el automóvil de propietario bejarano más antiguo que se conserva.

27 de octubre de 2014

Un día de Todos los Santos de 1755



        Autora: Carmen Cascón Matas
      Publicado: Béjar en Madrid, 01/11/2013, 4.691.

       Levantábase el sol aquel primero de noviembre de 1755, Día de Todos los Santos, y nadie hacía presagiar que pasaría a la historia. Lisboa se desperezaba poco a poco contemplando la entrada y salida de naos de su puerto, cargadas sus bodegas de productos procedentes de las Indias. Los tenderos preparaban sus mercancías para la venta a la puerta de sus negocios y un torrente de personas llegadas desde el campo a tan temprana hora entraba cual hormiguero por las estrechas calles de la capital portuguesa. 

 Grabado de los efectos del terremoto de Lisboa de 1755


     A muchos kilómetros de allí hacían lo propio Cádiz y Ayamonte, y en el interior de la catedral de Coria se preparaban los fastos para la misa mayor que se iba a celebrar a las nueve de la mañana. En un momento dado, mientras a través de los tubos del gran órgano salía el aire en forma de música, mientras los canónigos entonaban su canto, mientras el templo se hallaba a rebosar de fieles, la tierra comenzó a temblar. Los lisboetas lo notaron unas milésimas de segundo antes y la calle fue presa del pánico. Hombres, mujeres y niños corrían de un lado a otro mientras las casas se resquebrajaban y caían cascotes de todas partes. No había refugio posible. Una gran ola de varios metros de altura se abalanzó desde el puerto anegando la ciudad. El fuego siguió los pasos al agua destructora en forma de maremoto y se llevó por delante la mitad del caserío, orgullo de la corona lusa, en un incendio que se alargó durante tres interminables días. Cádiz y Ayamonte sufrieron el mismo destino. En Coria a muchos feligreses no les dio tiempo a salvar sus vidas: las bóvedas de la catedral se vinieron abajo causando veintiún muertos
 

11 de mayo de 2013

Arquitectos y canteros en la arquitectura bejarana del siglo XVIII (2ª Parte y final)

            Autor: Roberto Domínguez Blanca.
Publicado: especial del semanario Béjar en Madrid de 2009.


            En Béjar, el mal estado en que se encuentra la cárcel real (en el hoy ayuntamiento) provoca la necesidad de constantes intervenciones para repararla. Por ejemplo, en 1735 se contrata al maestro de mampostería y cantería Juan Martín Foguete, de nación gallega, quien presenta planta junto al maestro de carpintería Antonio García Molina[1]. Sin embargo, en 1737 la obra aún no se había llevado a cabo, y lo poco que se había avanzado se suspendió, en espera de lo que el Concejo llama “Gallegos Maestros Intelixentes”[2], con lo que sobra decir que tenían acreditada fama en su oficio entre los próceres bejaranos. En 1739 Martín Foguete y García Molina vuelven a intentar hacerse cargo de estas obras, pero su propuesta es rechazada[3]. Al igual que la de otro cantero guardés, Silvestre Moreno, que se había presentado junto al carpintero candelariense Francisco Sánchez Castaño[4]. La obra de la cárcel real todavía coleaba, pues en 1752 el Martín Foguete planea junto a Manuel Vicente, maestro bejarano de cantería, la obra de los calabozos[5].
 Claustro del convento de San Francisco (Béjar), concluido en 1599.

            Hermano de Juan es Alejandro Martín Foguete, quien en 1744 se presenta para acometer unas obras en la alhóndiga bejarana junto a Lorenzo Portela[6]. Otro maestro de cantería y albañilería gallego y residente en Béjar es Santiago González, quien entre 1716 y 1717 está trabajando en uno de los muros del hospital de San Gil junto a la torre[7]. A Francisco Sino le volvemos a encontrar, pero ahora en Béjar y trabajando frecuentemente para la iglesia de El Salvador; mientras que a un familiar suyo, Sebastián Sino (¿hermano?) y a su paisano Santiago García, les asignarán la realización de los batanes ducales en 1753[8].


14 de septiembre de 2012

Luis González de la Huebra, fotógrafo salmantino, y su familia bejarana

* Existe un espacio bloggero dedicado íntegramente a una conocida familia de textiles bejaranos y a la investigación de sus ancestros que quiero que conozcáis. Se llama "Los Abdones" y su autor es mi querido amigo Jero Gómez- Rodulfo. Que por qué se llama de tan curiosa forma se debe a que al primer miembro de esta familia se le bautizó con los nombres de Jerónimo Abdón Gómez- Rodulfo (como podéis ver este ilustre nombre y apellido se ha repetido a lo largo del tiempo en distintas generaciones) y nació en 1809 en plena Sierra, en la cueva de Navamuño, cuando sus padres tuvieron que huir ante la francesada. De él ya hablamos aquí, en este mismo blog. De tan fausto acontecimiento devino el hecho de que el propio Jerónimo denominara a su fábrica textil con el nombre de su lugar de nacimiento. Su descendiente y homónimo Jero realiza una labor encomiable al seguir a cada uno los individuos de su estirpe tratándoles con curiosidad e ironía. La última entrada me llamó la atención porque fuí yo la culpable. Por eso quiero compartirla con vosotros, recomendandoos que visitéis este blog, a la vez que familiar, simpático.

Autor: Jerónimo Gómez- Rodulfo Barbero. 
Extraída del blog "Los Abdones".

     Hace unos días nuestra Diplomada Abda e Historiadora de Cabecera, Carmen Cascón Matas, me comunicó que había leído un libro en la Biblioteca Municipal de Béjar que se titula “Luis González de la Huebra y los orígenes de la Modernidad en Salamanca” escrito por el americano Conrad Kent y publicado por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León. Poco más adelante me dijo lo mismo Óscar Rivadeneyra. Se conoce que la Biblioteca lo quiere promocionar.

 Luis González de la Huebra


4 de diciembre de 2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (3ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado en  “Béjar en Madrid”, nº 4.413, 13/10/2006.


Desde principios del siglo XX, y poco a poco, Dorado Montero se irá replegando cada vez más sobre sí mismo, dedicándose a una agotadora actividad intelectual. Así, sólo el epistolario que posee el Archivo Histórico de la Universidad está compuesto por unas 2.300 cartas y tarjetas postales que le fueron escritas entre los años 1890 y 1918. Por ejemplo, se cartea con frecuencia con Giner de los Ríos, con Azorín, con el criminalista Rafael Salillas, con el político Joaquín Costa, y un largo etcétera. Además de contestar a su mucha correspondencia, se dedicaba a escribir artículos para revistas especializadas, que constituían una de sus fuentes de ingresos para complementar su precaria economía, aunque a veces se queja del poco rendimiento económico que obtenía de ellos en comparación con el gran esfuerzo que le costaba elaborarlos. Otro complemento económico lo consigue mediante la realización de  traducciones especializadas, pues domina el alemán y el italiano, cosa poco frecuente en la época.

Volvía a Navacarros en los veranos buscando la tranquilidad del campo, y gustaba de ir todos los días hasta un huerto que tenía al lado de la Casa del Concejo, que la familia donó al municipio para zona de recreo. Iba allí para su esparcimiento y distracción, pero también para pensar y, quizá, para hallar la paz de espíritu que no encontraba en Salamanca. Algunas veces le acompañaron hasta el pueblo amigos salmantinos, entre los que dicen que estaba Unamuno.

Aula "Pedro Dorado Montero" en las Escuelas Mayores

Su carácter, cada vez más retraído, y su apartamiento voluntario de la vida social durante un largo período de tiempo, harán que muera casi olvidado el 26 de febrero de 1919, a las ocho y media de la mañana. Pero fue precisamente su muerte la que le rescató del olvido social. En efecto, narra El Adelanto que a su entierro civil asistieron miles de personas, a pesar de la mañana lluviosa, con gran despliegue de banderas socialistas. Entre ellos, muchos estudiantes y obreros. La comitiva partió de su casa, cercana al río Tormes, atravesando la Plaza Mayor, camino del cementerio civil. Allí fue enterrado en una sencilla fosa, precisamente al lado de Mariano Arés, su antiguo profesor de Metafísica. Entre los asistentes estaba Unamuno, quien improvisó un corto pero sentido discurso, que comienza: «Enterramos hoy, los ciudadanos de Salamanca, a este hombre civil, amigo, maestro y consejero de todos; a este hombre que trabajó por la redención de los delincuentes, porque sabía entender, mejor que nadie, aquellos versículos de “no juzguéis para no ser juzgados, porque en la medida que juzgaréis seréis juzgados”. Y lo enterramos en esta tierra sagrada y bendita, tierra bendecida y sagrada por los que aquí reposan, bajo el mismo cielo que a todos cobija, bajo su luz, que a todos nos ilumina por igual.»


23 de noviembre de 2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (2ª Parte)



Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: “Béjar en Madrid”, nº 4.412 (06/10/2006) 


            El joven Dorado cursa simultáneamente las carreras de Derecho y de Filosofía y Letras, gracias a una beca del Colegio Mayor de San Bartolomé que consiguió por oposición. Ya en cuarto curso consigue, también por oposición, una nueva beca de las creadas por iniciativa del catedrático de Metafísica, Mariano Arés. Precisamente la muerte sin sacramentos de Arés y su posterior entierro en el cementerio civil (privado por decreto episcopal de sepultura eclesiástica), entierro al que asistió Dorado, conmovió a la conservadora Salamanca de finales del XIX, que por aquellas fechas veía llegar a un joven catedrático cuya intención inicial era permanecer poco tiempo allí, Miguel de Unamuno


Francisco Giner de los Ríos
En 1882 Dorado concluye Derecho y en 1883 Filosofía, ambas con la calificación de Sobresaliente en los ejercicios de grado, trasladándose entonces a Madrid, a la Universidad Central, para cursar el doctorado en Jurisprudencia. Allí entra en contacto con Francisco Giner de los Ríos y su "Institución Libre de Enseñanza", que comienza ya a despuntar y a atraer a los intelectuales más relevantes de la época. Giner fue amigo y consejero de Dorado durante toda su vida, hasta el punto de enviarle varias de sus obras más relevantes para que Giner las corrigiera antes de publicarlas.

            Una vez concluido el doctorado, Dorado, hombre inquieto y con expectativas de formación poco comunes en la época, ve conveniente trasladarse al extranjero para completar su formación. Para valorar este gesto que hoy parece tan corriente, hay que situarse en la España de finales del siglo XIX y pensar en la precariedad de medios de Dorado. Nuevamente por méritos consigue una pensión, que le otorga el rector de la Universidad Central, para ingresar en el Colegio Español de San Clemente, de Bolonia, en Italia, institución fundada por el cardenal Albornoz. Allí entró en contacto con los criterios doctrinales de la conocida como “Escuela Positiva”, que tanto influirían después en su concepción de lo que debía ser el derecho penal, basado más en la rehabilitación del delincuente que en los aspectos punitivos. Permaneció en Italia entre 1885 y 1887, período que coincidió con el florecimiento de la mencionada escuela positiva.

20 de noviembre de 2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (1ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: “Béjar en Madrid”, nº 4.411, 29/12/2006.

       Mis padres son de Navacarros y, aunque vivíamos en Béjar, cuando yo era pequeño subíamos con cierta frecuencia a este pueblo a ver a mis abuelos. De aquel tiempo recuerdo con nostalgia la campiña, que configuraba un entorno natural privilegiado. Entonces no había comenzado aún la desordenada construcción de chalés en prados y huertas de los alrededores que, en mi opinión, ha estropeado en parte la belleza serrana de este pueblo. Recuerdo también las fiestas de la Magdalena, en julio, en las que bailábamos hasta agotarnos. Y, cómo no, la figura de un sacerdote extremeño recién llegado, don Manuel García Tovar, que por sus cualidades humanas y religiosas pronto sería un personaje popular en toda la zona. Don Manuel ofició el funeral por mi padre, me casó y, sobre todo, me honró con su amistad mientras vivió. 

            Y, entre otras muchas cosas, hay una que me llamó poderosamente la atención: en una pequeña plaza del pueblo había una casa con una placa que decía escuetamente: “Recuerdo de sus convecinos a don Pedro Dorado Montero”.

Pedro Dorado Montero


20 de abril de 2011

Apuntes sobre la escultura religiosa del bejarano Francisco González Macías


Autora: Carmen Cascón Matas

                Uno de los pasos procesionales más valiosos y hermosos de la Semana Santa bejarana es “El Calvario”. Propiedad de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Béjar, que según dicen celebra este mismo año su VI Centenario, salió de la gubia del maestro bejarano Francisco González Macías (1901- 1982). Esta cofradía había perdido en el siglo XX la mayoría de los pasos que habían formado su legado artístico atesorado durante siglos. Sólo dos tallas resistieron y resisten a la carcoma, la humedad y la injuria de los tiempos: el “Amarrado a la columna”, también llamado “Los Azotes”, y el “Cristo yacente” articulado que reposa en una urna funeraria. 

            Ante la escasez, la Junta Directiva decidió renovarse comprando gracias a la generosidad popular pasos procesionales como “La oración en el huerto”, el “Nazareno” o “La caída”. En agosto de 1946 encarga a Francisco González Macías un “Calvario” compuesto por tres figuras: Cristo, San Juan y María Magdalena. El escultor bejarano era un reputado maestro por entonces, un arte que había heredado a través de los genes de sus padres, pues ambos, aunque dedicados al textil como solía ser habitual al ser la industria el motor de Béjar, poseían estudios pues su padre había sido becario en París y su madre alumna de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Béjar

Calvario. Cofradía de la Santa Vera Cruz. Béjar

16 de febrero de 2011

"Ieronimus", Las torres medievales de la catedral de Salamanca



Autor: Raúl Vicente Baz, Técnico de la exposición "Ieronimus".

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.637, 28/01/2011.

Como un “soto de torres” definió Unamuno a Salamanca; torres en el horizonte, aguijoneando el cielo salmantino. Y de entre todas ellas, las torres de la Catedral de Salamanca, situadas a los pies de la Catedral Vieja. Habitadas durante siglos por familias de campaneros y otros dependientes al servicio de la catedral, cerraron sus estancias hacia los años setenta del siglo XX, una vez se electrificaron las campanas. Desde entonces estos significativos espacios permanecieron ajenos a los procesos de restauración de las Catedrales de Salamanca, hasta que en 1998 se iniciaron, en su primera fase, las obras de rehabilitación de los interiores de las Torres Medievales de la Catedral de Salamanca, dentro de las directrices del Plan Director. La restauración se prolongó durante tres años y fue financiada con fondos europeos, a través de la Junta de Castilla y León. En el último trimestre de 2001, estos espacios interiores habían recuperado todo su esplendor y se encontraban en disposición de abrir sus puertas al público. En esas mismas fechas comenzaron las conversaciones entre el Cabildo Catedralicio y el Ayuntamiento de Salamanca para la redacción de un proyecto viable para la apertura al público de las Torres Medievales de la Catedral de Salamanca. Entre las acciones esenciales del Plan de Excelencia Turística de Salamanca, sustentado por el Ayuntamiento y otras instituciones, se contemplaba la apertura de espacios patrimoniales tradicionalmente cerrados al público, y éste era nuestro caso. Aquellas primeras conversaciones se concretaron en la firma de un convenio de colaboración entre el Cabildo Catedralicio y el Ayuntamiento de Salamanca; solo el buen entendimiento institucional, plasmado sobre el papel en ese convenio, hizo posible la apertura de las Torres Medievales de la Catedral.

Torre del Gallo a la derecha (catedral Vieja) y
cimborrio a la izquierda (catedral Nueva)

11 de noviembre de 2010

Noticia del primer mapa de la provincia



Autor: Manuel Antonio Marcos Casquero
Publicado: Béjar en Madrid, 13 de marzo de 1971, nº 2.556.

Existe en un despacho de la Diputación provincial de Salamanca un mapa de la provincia, cuyo autor fue, según se nos notifica en el ángulo superior izquierdo del mismo, “Don Tomás López, geógrafo de S.M., de las Reales Academias de la Historia, de San Fernando, de la de Buenas Letras de Sevilla y de la Sociedad Bascongada (sic)”. Para la confección cartográfica, el autor contó, como consta en otro epígrafe, con la ayuda de una larga lista de personas, a la cabeza de las cuales figura “el excelentísimo señor don Felipe Beltrán, Inquisidor General, obispo de Salamanca”, quien “franqueó una lista de las Villas lugares de su Diócesis, con sus anexos, la distancia a la Matriz, a qué ayre existen...”. Se cita a continuación al Intendente don Joseph Firmat, a su secretario don Antonio Calvo Pérez... y sigue una relación de hasta cincuenta y cuatro personas (treinta y siete de las cuales son clérigos) que facilitaron a don Tomás López planos, descripciones, notas y comentarios sobre diferentes comarcas y lugares salmantinos. Es curiosa la nota que corona la larga lista y que dice que “se omiten los nombres de otras personas que comunicaron noticias, porque su modestia se negó a ello”.

Lo más interesante estriba en que, a juicio del propio autor, “es este mapa particular el primero que se ha estampado de la provincia”. Está fechado en Madrid, el año de 1783. En él se recoge la estructuración provincial “en partidos, quartos, sexmos, Rodas, Campos, Concejos y las Villas sueltas”, y debió componerse a instancias de “don Joseph Álvarez de Toledo y Gonzaga, Duque de Alba, de Medinaceli”, etc., etc. (sigue una larga relación de títulos y honores). A él está dedicada la obra.


Patio de Escuelas Mayores de Salamanca


16 de marzo de 2009

Concierto este miércoles 25 de marzo en Madrid




Autora: Josefa Montero García
Publicado: Béjar en Madrid, 13 de Marzo de 2009, nº 4539

Imágenes: 
-Retrato de Manuel J. Doyagüe (Archivo de la Catedral de Salamanca).
-Partitura de Jose Lidón (Signatura AM 2620, Archivo de la Catedral de Salamanca).

Cuando nos referimos al patrimonio artístico, casi todo el mundo piensa en los antiguos edificios que reflejan un determinado estilo arquitectónico, en las pinturas e incluso en nuestros autores literarios y en los libros que nos han legado nuestros antepasados, muchos de ellos verdaderas obras de arte. Sin embargo, muy poca gente piensa en la música; y menos aún, en la gran cantidad de partituras que testimonian la actividad musical de nuestros antecesores, y que ahora permanecen mudas en las estanterías de muchos archivos.

Aunque cualquier obra de arte se aprecia mejor cuando se poseen determinados conocimientos específicos, no es necesario ser un erudito para disfrutar de las artes visuales. Sin embargo, la música que encierran estos “antiguos papeles”, que tienen un aspecto muy simple, no puede apreciarse sin tener una mínima formación, o si no hay intérpretes de por medio. Por eso, es un hecho importante “despertar” a este patrimonio y ponerlo al alcance del público. Y a ello dedicamos algunos buena parte de nuestro tiempo.