La Guerra de Independencia y su incidencia en Béjar (5ª Parte)

Autores: Mª del Carmen Cascón Matas

Óscar González Hoya

Publicado: Fragmento del Especial Béjar en Madrid, Navidad del 2008.

Béjar tierra de nadie

Las contratas de paños se establecían a nivel de gremio de los fabricantes de paños, no individualmente, pero se han constatado algunos ejemplos de comercialización particular por parte de algunos fabricantes, como es el caso de la firma “Pedro Antonio Olleros e hijo” o Manuel Diego López. De todos modos, la pañería bejarana sufrió un importante retroceso por la falta de venta, la descapitalización de empresas y los elevados impuestos. Además, en bastantes ocasiones, las contratas de paño no eran satisfechas o se abonaban con gran retraso.

     El 18 de febrero de 1810 hace su aparición una partida francesa exigiendo, como siempre, la suma de 10.500 reales para el día siguiente. Una vez entregada dicha cantidad desaparecen para alivio de la población, no sin antes formalizar una contrata de paños que nunca llegó a ser abonada.

     Cinco meses después, en Julio de 1810, un destacamento francés se instala en el Palacio Ducal con la misión de controlar la efectividad de las órdenes recibidas y el cobro de impuestos. El jueves 5 de Julio de ese mismo año, día de mercado, en una Plaza Mayor abarrotada por vecinos de la villa y comarca que acudían a comprar y vender sus cosechas, se produce un tiroteo entre el pánico general: unos guerrilleros abren fuego contra los franceses, desapareciendo a los pocos minutos con su sigilo habitual y dejando muerto en medio de un charco de sangre a uno de los soldados franceses. El miedo a las represalias se extendió entre los bejaranos, pero el Consistorio y la Junta supieron mantener la calma y nada se produjo.

Retrato del Mariscal Ney

      

      Un mes más tarde se formaliza otra nueva partida de paños para el ejército francés acantonado en Plasencia. Una vez cumplidos sus objetivos de recaudación de impuestos, la partida francesa instalada en Béjar se retira.

      A finales de año, y debido a mejora de las comunicaciones por los movimientos favorables de la tropas españolas, se recibe la carta del nombramiento de los miembros del Consistorio por parte de la Duquesa que se encontraba en Cádiz, situación que provocó la indignación de los notables integrantes de la Junta Militar y del propio Consistorio. La situación refleja a las claras un cambio de mentalidad, una cierta idea de liberalismo calado en la población. El pueblo, que ha tomado por sí mismo las riendas de su propia Historia, no ve con buenos ojos un absolutismo señorial caduco que puede ser desbancado definitivamente.

      A comienzos de 1811 llegan 1.200 soldados franceses con nuevos afanes recaudatorios. Ante la imposibilidad de hacer frente a tanto pago, el Consistorio y la Junta no tiene más remedio que recurrir a la venta de algunos bienes del clero, constituyendo éste un cierto precedente del proceso desamortizador, pero esta vez con el beneplácito de la Iglesia, defensora de los principales ideales surgidos de la contienda. No olvidemos que en todo momento se contemplaba la unión de Trono, Iglesia y Estado.

 Patio del Palacio Ducal, cuartel militar durante la guerra

Béjar

       El día de 10 de Abril de 1811 el acoso francés se agudiza con la llegada de 8.000 soldados, número que duplicaba el total de los habitantes de Béjar, y altos mandos militares. El vacío de las arcas municipales para hacer frente a otra gran descarga de dinero destinado a abastecimientos de todas clases obliga a la subasta de propiedades del común. Se pone a la venta El Regajo, adquirida por el fabricante Manuel Hernández Agero. Esta parcela no volvió a manos municipales hasta el año 1901.

Las tropas permanecieron en la ciudad hasta octubre instaladas en su cuartel del Palacio Ducal y sin hechos reseñables, exceptuando los asaltos a algunas casas particulares. 

Continuará