Autores: Alberto Bravo Martín y Carmen Cascón Matas
No nos debe parecer extraño que el Duque de Béjar apoyara desde el inicio del conflicto sucesorio a Felipe
V (salvo con su breve desafección tras la toma aliada de Madrid en 1706),
pues la monarquía borbónica apoyaba un
modelo de economía intervencionista mercantilista basada en la potenciación de
las fábricas reales y el incentivo de las privadas a través de exenciones y
privilegios, como ya había sucedido en Francia durante el reinado de su
abuelo Luis XIV[1].
Don Juan Manuel II aprovechará esta situación promoviendo el proceso manufacturero en sus numerosos estados como
ya vimos, aunque siempre como un señor
paternalista intentando buscar la mejora de sus estados. Siguió contratando
a maestros extranjeros para que se
asentaran en Béjar con el fin de enseñar a los naturales tanto en la
fabricación de paño fino y tintado de las piezas de lana como al cultivo y
manufactura del lino al estilo flamenco[2].
El objetivo primordial se acabó cumpliendo
pues a partir del primer tercio del siglo XVIII numerosos bejaranos se lanzaron a la aventura de la fabricación de
paños, al principio tímidamente, dedicándose solamente a una fase del
proceso productivo para luego crear
obradores de mediano tamaño que fueron la base de la industria pañera del siglo
XIX. Además numerosas familias naturales de la Villa acabaron matrimoniando
con los propios maestros extranjeros, produciéndose una mezcla de sangres que
se puede rastrear en algunos apellidos perdurables hasta la actualidad[3].
Por otro lado, el Duque era el principal
suministrador de lana para los obradores, así como la persona que establecía
los precios de venta de los tejidos y las medidas standard de las piezas[4].
Que el plan
transcurría viento en popa nos lo demuestra el hecho de que don Juan Manuel promocionara la ampliación de Tinte Ducal
a principios del siglo XVIII con un edificio que fue apelado con el nombre de Tinte
Nuevo[5]. El 1 de enero de 1718 se redactó el primer reglamento para la constitución de la Fábrica Real de Paños
Finos de Béjar que contemplaba la unión
de intereses de los fabricantes flamencos y bejaranos con vistas a una
comercialización externa de su producción[6].
En la reunión se rogaba al Duque su
intercesión para que lograra de Felipe V la concesión de privilegios y
franquicias similares a las que le monarca había entregado a otros
establecimientos fabriles, como por ejemplo la eliminación de cargas concejiles, la supresión de quintas y alojamiento
obligatorio de tropas en las casas de los trabajadores de la fábrica[7].
En 1720 los mismos fabricantes acudieron
al Rey para hacerle precisamente estas peticiones, logrando que el monarca, mediante la intercesión del Duque, les otorgase la posibilidad de vender las
piezas de la Real Fábrica bejarana en Madrid siempre y cuando las piezas
llevasen la marca de la misma (Cédula otorgada en San Lorenzo de El Escorial el
10 de julio de 1720)[8].
Siete años después, el Rey eximió de las
quintas a los obreros de la fábrica. Don Juan Manuel II, por su parte, condonó el impuesto de alcabala en su
totalidad hasta 1720, aunque, como señor de sus vasallos, solía suprimirlas o restablecerlas como
premio o castigo a los fabricantes en función de su productividad[9].
Tinte del Duque. Edificio del siglo XVI, con aditamentos posteriores, presumía por ser
uno de los edificios manufactureros más antiguos de España.
Cayó víctima de la piqueta en 2001
Las
primeras Ordenanzas Reales de la Fábrica
de Paños Finos de Béjar se establecieron en Madrid el 20 de junio de 1724,
durante el breve reinado de Luis I, excluyendo la posibilidad de que fabricaran
paños todos aquellos que no formaran parte de ella. En realidad la institución
se organizaba del mismo modo que un gremio
medieval con sus maestros, aprendices y oficiales. Ese mismo día se
redactaron las bases para seguir manteniendo la Fábrica de Paño Ordinario al
margen de la de paños finos destinada al consumo local[10].
Don Juan Manuel logró exportar el proceso a
otros estados de su inmenso patrimonio. Por ejemplo, dentro de la Villa y
Tierra de Béjar mandó reconstruir y poner en marcha el edificio destinado a la fabricación de bayetas finas destruido
durante la Guerra de Sucesión en Becedas (actual Ávila).
Para ello contrató en 1718 a un artesano
francés, Francisco de Achar, “maestro de bayetas finas, castores y otros
géneros”, y a Melchor de Málaga, vecino del pueblo. La unión se deshizo por
desavenencias entre los asociados y es por ello que don Juan Manuel II vuelva a
insistir con Miguel Fields y Daniel
Coullos, ingleses de religión católica, entre otros extranjeros, para que
continuaran con la empresa a imagen y semejanza de lo practicado en Béjar. La fábrica de paños de Becedas se mantendría
hasta bien entrado el siglo XIX[11].
Becedas. Imagen extraída de becedas.info
En Hervás (Cáceres) mandó implantar una fábrica de paños finos según contrato
firmado con el británico Juan Cortés en
1730 con libertad para que éste pudiera teñir sus piezas en el Tinte Ducal
de Béjar. En 1734, por intermediación del Duque de Béjar, Felipe V concedió a Cortés “la libertad de alcabalas y cientos
en las primeras ventas de paños finos que elaboraran, exención de cargas y
oficios concejiles, de levas, quintas, reclutas y alojamientos de soldados para
los maestros oficiales y aprendices” de la fábrica. Poco después el Duque
de Béjar, viendo el éxito, autorizó la instalación de una caldera de tinte en Hervás gestionada por Juan López[12].
Las fábricas de paños de Hervás han
continuado su andadura hasta bien entrado el siglo XX.
Hervás. Fotografía extraída de caceres.turismoenpueblos.es
Asimismo se
sabe que estableció contacto con el
irlandés Thomas Fleming a quien encomendó la tarea de establecer una manufactura de lana, otra de lienzo, un
molino de papel, una tenería y una pesquería en Gibraleón (Huelva). En el
mismo lugar intentó la instalación de una fábrica
de vidrio y cristal, y una curtiduría de pieles de color. En otro de sus
dominios, Belalcázar, implantó la recogida de grana silvestre para el
tintado de los paños y en Puebla de
Alcocer la plantación de moreras para la cría de gusanos de seda y
cochinilla, y la cría de vacas de
Flandes. En Curiel construyó fábricas de yeso y loza[13].
Calle del Carmen (Madrid). Imagen de wikipedia
En Madrid consiguió por merced real que se abriera una Lonja de Paños en la
céntrica calle del Carmen con el fin de dar salida en la corte a los paños fabricados en Béjar a pesar de
los obstáculos que presentó el Gremio de Mercaderes[14].
Pero, quizás su logro de mayor trascendencia para el impulso definitivo de la
manufactura lanera bejarana fue el establecimiento
de las primeras contratas de paño para el Ejército en 1715, lo cual no debe
extrañarnos en absoluto después de especificar el papel importante que
desempeñó don Juan Manuel junto al primer monarca de la dinastía Borbón, Felipe
V. Así, Béjar suministraría el paño para
los uniformes militares españoles desde entonces hasta los años 7º del siglo XX.
A partir de 1730 la intervención ducal
en la pañería bejarana se hizo más esporádica coincidiendo con una grave
crisis en la producción pañera[15].
Al sobrevenir la muerte del Duque, hacia mediados de la centuria, Béjar contaba con un centenar de
fabricantes y una productividad de 2.400 paños anuales[16].
Según Rosa Ros Massana la intervención de la Casa Ducal se habría manifestado
sobre todo en las cuestiones comerciales, tales como la consecución de la Lonja
de Madrid o la supresión de la alcabala hasta 1720, la representación de los
fabricantes ante el Rey para la creación de la Fábrica Real de Paños Finos y la
exención de las quintas, y el logro de las contratas militares. “A pesar de
que el mecenazgo ducal no se tradujo en ayudas económicas de envergadura,
contribuyó probablemente a la estabilización de las nuevas empresas”[17].
Con todo, don Juan Manuel exprimió a los
emprendedores con una alcabala a partir de 1720 bastante gravosa a la vez que
obligaba a todos los productores a acudir al Tinte Ducal para rematar las
piezas, medidas que lastraban el desarrollo definitivo de la industria.
(Continuará)
[1] GARCÍA MARTIN, PEDRO: Béjar, 1753. Según las Respuestas
Generales del Catastro de Ensenada. Madrid, 1990. TABAPRESS, p. 26 y 27.
[2] Citado por A. Martín Lázaro en "La fábrica de paños
de Béjar, documentos para su historia", Béjar en Madrid, nº.
200-241, 1925-26., p. 19. El contrato referente al lino se estableció en 1716
con el flamenco Antonio Butillier hasta su muerte en 1718.
[3] CASCÓN MATAS, Mª. C.: “Aportaciones a la historia de los
Maestros flamencos”. BenM, 4.491 (11/IV/2008).
[4] ROS MASSANA, R: La industria textil lanera de Béjar
(1680- 1850). La formación de un enclave industrial. Junta de Castilla y
León, 1999, f. 49.
[5] MUÑOZ DOMÍNGUEZ, J., SÁNCHEZ SANCHO, J. F. y DOMÍNGUEZ GARRIDO,
U.: Catálogo de la exposición De Lirios, Venturas y Desventuras, La Villa de
Béjar desde el siglo XVIII, Caja Duero, Béjar, 2008, p. 12.
[6] Entre las medidas que se especificaban en el reglamento
destacan aquellas que se refieren a la organización unitaria de la
administración, comercialización y enseñanza. Por ejemplo se establecían los
precios de venta de las piezas de paño. MARTÍN LÁZARO, A.: "La fábrica
de paños de Béjar, documentos para su historia", BenM. 200-241
(1925-26), p. 20. También GARCIA MARTIN, PEDRO: Béjar, 1753. Según las
Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Madrid, 1990. TABAPRESS.
[7] MARTÍN LÁZARO, A.: "La fábrica de paños de Béjar,
documentos para su historia", BenM 200-241, (1925-26), p. 20.
[8] LARRUGA, E.: Memorias políticas, económicas sobre los
frutos, comercio, fábricas y minas de España”, Madrid, 1795; y ROS MASSANA, R: La
industria textil lanera de Béjar (1680- 1850). La formación de un enclave
industrial. Junta de Castilla y León, 1999, f. 49.
[9] Como el caso del castigo que aplicó a los fabricantes el 18
de octubre de 1718 o de su implantación en 1727 en atención al estado de las
rentas ducales. MARTÍN LÁZARO, A.: "La fábrica de paños de Béjar,
documentos para su historia", BenM. 200-241, 1925-26., p. 21 y
26.
[10] MARTÍN LÁZARO, A.: "La fábrica de paños de Béjar,
documentos para su historia", BenM. 200-241 (1925-26), p. 24.
[11] MUÑOZ GARCÍA, J.: “Datos para la historia de Béjar y su
antigua tierra. Fabricación de bayetas y otros géneros que se estableció en
Becedas por iniciativa del Duque don Juan Manuel II”. BenM, 1941.
[12] MUÑOZ GARCÍA, J.: “Datos para nuestra historia. El duque de
Béjar, don Juan Manuel II, fundó la fábrica de paños de Hervás.” BenM, 1952.
[13] MUÑOZ GARCÍA, J.: “El más ilustre fabricante bejarano”. En
Ofrenda a la Santísima Virgen del Castañar (II), 1963, f. 97.
[14] MUÑOZ GARCÍA, J.: “Datos para la historia de nuestra
industria”. BenM, 1945.
[15] ROS MASSANA, R: La industria textil lanera de Béjar
(1680- 1850). La formación de un enclave industrial. Junta de Castilla y
León, 1999, f. 49.
[16] GARCÍA MARTIN, PEDRO: Béjar, 1753. Según las Respuestas
Generales del Catastro de Ensenada. Madrid, 1990. TABAPRESS, p. 27.
[17] ROS MASSANA, R: La industria textil lanera de Béjar
(1680- 1850). La formación de un enclave industrial. Junta de Castilla y
León, 1999, f. 66.
Qué maravilla de Historia querida Carmen y Alberto, historia pura sobre el Téxtil de esa época, ya se un poco más.
ResponderEliminarMuchas gracias por enseñarme tu tierra tan maravillosa y su historia.
Recibe un abrazo fuerte y buen fin de semana.
Besos.
Gracias a ti por pasearte por este espacio, que ya sabes que es el tuyo y en el que puedas entrar cuando gustes. Creo que tenemos un pasado común con olor a lana, ¿verdad?
EliminarUn beso
Por lo que leemos, el duque fue un hombre muy activo, que supo aprovechar la coyuntura política de su tiempo. Eso sí, poco dado a favorecer las iniciativas de otras personas emprendedoras.
ResponderEliminarUn saludo.
El duque jugó muy bien sus cartas, apostó por un caballo y resultó ganador, y de esa victoria sacó un buen provecho económico para sí mismo, que luego revirtió en el resto de la población sin que él pudiese hacer nada. El riesgo fue graqnde, sí, porque el candidato austracista de la Guerra de Sucesión podría haberganado la guerra y todo su proyecto hubiera fracasado.
EliminarSaludos
Muy interesante el desarrollo de la industria del paño no cabe duda que siempre se repite lo mísmo a lo largo de la Historia el que más trabaja es el que menos recibe.Se agradecde la inquietud mercantil del Duque pero como todos o la inmensa mayoría de los nobles siempre barriendo para sus intereses.-Te acuerdas en una entrada anterior que te hice el comentario de que esto es como una cadena y que un pueblo que tiene trabajo tiene futuro...Ya se sabe que cuando hay intereses creados l y mas con esta mentalidad medieval de un gremio de maestros aprendices y oficiales siempre es lo comido por lo servido.
ResponderEliminarEstoy impaciente por seguir esta reseña es interesantísimo.
Un abrazo feliz semana Carmen.
El duque se arriesgó en su apuesta y ganó. Los beneficios iban destinados sólo a él, pues, aunque en el contrato firmado con los maestros textiles extranjeros se establecía que debían enseñar a los naturales, el proyecto contemplaba que estos siempre estarían sometidos a la voluntad ducal. ¿Siempre fue así? Claro que no. Los fabricantes al final romperían su yugo. Pero esa es otra historia...
EliminarUn besao y muchas gracias
Interesante historia de un hombre emprendedor. El caso de don Juan Manuel siempre me ha recordado al de don Juan de Goyeneche en Nuevo Baztán con su fábrica de vidrios. Además, en común tuvieron su apoyo a Felipe V durante la Guerra de Sucesión.
ResponderEliminarUn saludo.
Estos ejemplos nos enseñan que, aunque siguiendo sus propios intereses, la nobleza castellana no se dormía en los laureles y no siempre vivían sólo de las rentas. La Ilustación vino a mejorar en cierta medida esas políticas emprendedoras, aunque a pequeña escala.
EliminarSaludos
Bueno, eso de exprimir con la alcabala y obligar a todos los productores a acudir al Tinte Ducal para rematar todas las piezas me parece un poco "jevi", pero el hombre no iba a ser perfecto. En realidad él sí que fue emprendedor.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Emprendedor aunque con mentalidad feudal. No se puede tener todo, madame. Las cosas no cambiaban de la noche a la mañana y se podía esperar eso de un miembro de la rancia nobleza. Creo que con lo que consiguió nos pudimos dar por satisfechos, pues de ello hemos vivido hasta la actualidad.
EliminarBesos
Hola Carmen:
ResponderEliminarEl duque era emprendedor, pero impresiona que quería dejar a los demás por fuera o por lo menos que dependieran de él
Muchas veces he pasado por la calle del Carmen en Madrid. Imagino que muchas, paso por el emplazamiento de aquella lonja.
Besos
El duque seguía siendo señor y dueño de sus pecheros, de sus vasallos, porque el Antiguo Régimen seguía en su apogeo, aunque nos refiramos al siglo XVIII. El duque hacía y deshacía a su antojo, sin que nadie le pudiera toser. El yugo no nos le pudimos quitar de encima hasta el Trienio Liberal en el siglo XIX.
EliminarLa Lonja estuvo ahí, en pleno centro, pero de su existencia no queda nada.
Un beso
Cuando uno lee toda la historia del paño se da cuenta el apogeo que tuvo, toda la industrialización y la mano de obra que se empleaba en aquel tiempo, es impresionante la producción que tenía Béjar.
ResponderEliminarUn abrazo
De industrialización como tal no se puede hablar en esta época porque ésta no llegó hasta el siglo XIX. Hablamos de los comienzos de la manufactura textil, apegada todavía a los derechos señoriales y a los gremios, artesanal y manual, de obradores en pequeñas casas.
EliminarAbrazos
El apoyo del Duque de Béjar a la causa francesa en la Guerra de Sucesión española fue fundamental para el desarrollo de la industria textil lanar para la ciudad y el entorno, hasta el extremo de basar la riqueza de la población en el paño y contar con un centenar de productores de paños. A ver en que deriva las próximas entregas. Saludos, Carmen.
ResponderEliminarEfectivamente, Paco, lo has resumido a la perfección. La carta que jugó el duque conllevaba tomar partido por un proyecto político y económico que triunfó. Apoyando a Felipe V, don Juan Manuel obtuvo su apoyo para llevar con éxito su plan. Quién sabe qué hubiera pasado de no haber ganado los borbónicos la guerra...
EliminarSaludos
Como andaba perdida me tuve que ir al post Nº 2 para retomar la historia. Estuve en Hervás unos días hace dos o tres años. Y esa foto la tengo hecha por mi con su magnifica Iglesia.
ResponderEliminarIba de paños. Parece mentira que todo lo que un día fue grandioso caiga en decadencia. El paso del tiempo puede con todo. El Duque tuvo visión de futuro, creatividad e iniciativa.
Seguiré muy atenta al siguiente capítulo.
Bss
En Béjar todavía siguen funcionando unas cuantas fábricas, pero pocas y sin la rama de tintado. ¡Una pena!
EliminarBesos
Esplendidamente bien contado el desarrollo de la industria textil con tintes y pinceladas poeticas que nos ofrecen en estas fotografias encantadoras.
ResponderEliminarEs un placer pasar y dejarte un abrazo,
Feliz domingo.
Muchas gracias y un abrazo en la distania
EliminarCarmen Muy interesante historia.
ResponderEliminarSaludos desde Creatividad e imaginación fotos de José Ramón
Saludos para ti y feliz tarde de domingo
EliminarSigues con tu buen estudio de nuestra industria, hoy sin la preeminencia de entonces, pero que sobrevive a pesar de los malos augurios. Me gusta descubrir esos detalles desconocidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Juan Carlos, seguro que tu valoras bien esas pequeñas aportaciones históricas por la parte que te toca. A veces resulta gratificante saber de dónde venimos, aunque no sepamos a dónde nos dirigimos.
EliminarAbrazos
Es impresionante ver como el duque insistía en hacer de sus Estados lugares prósperos y ricos, trayendo maestros extranjeros -y católicos-. Las buena relación con la Corte le era muy propicia, por lo que nos explicáis.
ResponderEliminarSaludos.
La puntualización que has hecho sobre la religión es exacta, aunque ya colgué una entrada hace tiempo en este blog sobre la preocupación del duque en este sentido y su idea de implantar un colegio de jesuítas en Béjar para enseñar a los descendientes de los maestros la religión de estos estados, proyecto que no nunca cuajaría.
EliminarUn saludo
Vengo del blog de Laura M (Así me gusta el Mundo) y me ha encantado tu Espacio, por lo cual, si no te importa, ya sigo tu maravilloso Blog.
ResponderEliminarAbrazos.
Y yo el tuyo, si no te importa tampoco. Muchas gracias por adentrarte en este blog.
EliminarUn abrazo
Hola Carmen.
ResponderEliminarLlegar a conseguir un tejido empresarial como el que tuvo Béjar y que requiere tantos matices, no se entiende sin que sus protagonistas tuvieran una talla importante, carácter y genio gestor. Leer el minucioso entramado histórico de esa aventura es un placer que tiene mucho de novelesco y que pide eso, una buena novela de época. A ver si os animáis.
Besazos.
Pues sería una buena idea para aquel escritor avezado en la tarea de escritura de novelas. Hace poco han salido un par de ellas con tema bejarano, una de mi amigo Óscar Ribadeneyra titulada "Las calles llevan tu nombre", ambientada en los años 80, y otra de Pablo Martín Sánchez, "El anarquista que se llamaba como yo", que tiene como fondo los años 20.
EliminarLos inicios de la aventura textil en Béjar no estuvo exenta de problemas. El éxito vendría a se r la punta de lanza de la Béjar industrial de los siglos XIX y XX.
Un beso
El dominio al que sometían a sus trabajadores estos nobles dedicados a la industria fue, como dices, de tipo casi feudal. Me estoy acordando ahora de las severas ordenanzas aprobadas por el conde de Aranda en su fábricas de lozas. Y sin embargo gracias a ellos, a las fábricas reales y poco después a las asociaciones económicas del amigos del país, se consiguió algún avance industrial; aunque poca cosa comparado con los logros de otros países.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
Efectivamente, Desdela terraza. Si los proyecto ilustrados hubiesen llegado más allá hubiesen creado una burguesía que hubiese tomado las riendas de la protoindustralización, pero me temo que eso no llegó a suceder en nuestro país, entre otras cosas porque estas inicitivas eran demasiado francesas, demasiado tuteladas desde el estado.
EliminarUn abrazo
Como siempre, Carmen, tu documentada publicación es excelente. Como es natural, existe una información tan importante como los datos referentes a tratados, concesiones y favores que, desde siempre han existido en la regencia española. Y digo regencia en general porque, desde el inicio de la unión de los diferentes reinos, sin dudar, la regencia y mucho más los Austria y Borbones, siempre potenciaron un modelo de económíco intervencionista y mercantilista basado en los favores y su propias ganancias. Cierto es que algunos trabajadores, ayudados por el señor que les trataba como a vasallos y les catalogaba en función de su aprendizaje y productividad, llegaron a adquirir una grado de perfección y saber en técnicas modernas que no lo habrían poseído de vivir como campesinos. En Hervás el número de judíos fue muy grande, puros escapados o conversos sin convicción, por ello, creo que los gremios serían cada vez más potentes y claro, a la muerte de Juan Manuel, que ayudó a muchos pequeños fabricantes, la industria fue decayendo como lo hizo la economía en general. Espero la segunda parte, Carmen. Esta primera entrega es excelente y muy documentada. Todos tus conciudadanos deberían leer y aprender estos retazos tan importantes de su historia. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Carmen.
Al revés, Antonio, justo al revés. Una vez que murió el duque y los primeros maestros traídos por él, una cierta capa de fabricantes había emergido entre los bejaranos y ellos fueron los que continuaron con el negocio, que se vió favorecido por la Guerra de Independencia y por las Guerras Carlistas a lo largo del siglo XIX. La crisis más acusada sobrevino justo cuando se produce la sustitución de la lana por el algodón a fines del siglo XIX (entre otros factores) y estuvo a punto de desaparecer. La guerra civil y el que Béjar estuviese en el bando golpista hizo que las contratas militares fueran encargadas de nuevo a la ciudad por el nuevo régimen. La puntilla nos la han dado las industrias del sudeste asiático, me temo.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Con tu explicación, tampoco me parece extraño que el duque de Béjar, apoyara a Felipe V.....los intereses son los intereses!.....pienso que de una forma u otra de nuevo hemos vuelto a la época feudal, pero ahora los señores feudales son nuestros políticos, sean de la ideología que sean....ninguno se quieren desprender de sus privilegios, unos privilegios que adquirieron por acuerdo de ellos mismos.
ResponderEliminarUn beso
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Deja, deja. Esperemos que no volvamos al feudalismo, si acaso al caciquismo del siglo XIX del que hay ya buenos visos de resurgimiento...
EliminarBesos
Los negocios son siempre lo mas importante, los privilegios y el poder economico.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay nada nuevo bajo el sol.
EliminarSaludos
Interesante el artículo para ver la aportación de la figura del Duque de Béjar a la producción pañera (que tan bien conocimos en Pradoluengo). Un abrazo!
ResponderEliminarA ver si un día colgáis alguna entrada más obre Pradoluengo y su industria textil.
EliminarUn afectuoso abrazo
Que fino el duque...era como la banca del monopoly, ganaba siempre...bueno como la banca a secas :(
ResponderEliminarUn beso, Carmen
Buena comparación, Alma. Para eso era el dueño y señor de las propiedades y de los hombres de su dominio. El alma quedaba en manos de otros...
EliminarUn beso
Como han señalado los otros comentaristas, un hombre emprendedor. Ojalá se hubieran prodigado más este tipo de iniciativas unos años antes para que no se dieran la situación, tan nefasta para la economía española del Siglo de Oro, de que la lana de las ovejas se "cultivaba" aquí pero después se exportaba para que otros realizasen los productos caros que después había que importar por mucho más dinero.
ResponderEliminarUn saludo y unas entradas muy interesantes.
La idea del duque era precisamente desarrollar las maniufacturas textiles en sus dominios aunque con interés propio en extraer el mayor beneficio posible a través del tintado de las piezas y del cobro de un impuesto por pieza producida.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Una vez más, los tópicos sobre la aristocracia quedan desmontados con entradas como ésta.
ResponderEliminarSaludos.
Podríamos haberle llamado el "duque emprendedor" o el "duque empresario", también hubiera quedado bien.
EliminarUn saludo
Arriesgó y no sólo ganó él, la ciudad y más gente que luego prosperó con las guerras.
ResponderEliminarPara llegar al siglo XXI a la ruina del sector en Béjar.
Un Beso.
Sí, una pena como habrá spodido comprobar. A veces dan ganas, en ciertos aspectos, sólo en algunos, de haber nacido en otros tiempos pasados para haber visto el desarrrollo de Béjar. Por lo menos me gustaría poder verlo por un agujerito.
EliminarBesos
Querida Carmen, estoy totalmente de acuerdo con la amiga Allegra, un hombre, el Duque, emprendedor y con visión de futuro empresarial; me parece estar viendo un "Amancio Ortega" de la época, "mutatis mutandis", pero en el sector textil al fin.
ResponderEliminarCurioso lo de la alcabala obligatoria del Tinte Ducal, una forma de "impuesto revolucionario" que explica bien a las claras la perfecta elección de tu verbo, "exprimió".
A la espera quedo de la continuación de un asunto tan interesante.
Mil bicos.
Un Amancio Ortega del siglo XVIII con tintes feudales... Una comparación demasiado hermosa para ser cierta. El duque seguía siendo dueño y señor de las vidas y haciendas de sus súbditos, no un empresario contratador y empleador.
EliminarBesitos
Acabo de leer con detenimiento y curiosidad esta nueva entrega del "Duque Fabricante" enterándome de cosas que desconocía y que tengo la impresión que desconocen la inmensa mayoría de los bejaranos. Muy buena labor. Un abrazo,
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo