21 de diciembre de 2015

Los nombres de la nieve




Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 2 de noviembre de 2014, nº 4.720.

Frente a los tradicionales bienes muebles e inmuebles de los que suelen constar  los inventarios de la  propiedad, se añadía en siglos pasados lo que podríamos denominar la propiedad de lo etéreo y de lo efímero que, pese a su condición, por ser materia altamente lucrativa, fue muy disputada por los poderosos. Nos estamos refiriendo a la nieve, el meteoro por excelencia del invierno, que no ha dejado de seducir por su belleza y por su rentabilidad a partes iguales. No es exclusiva cosa del presente el mirar al cielo en busca de lo proclive de las nevadas, consultando arreboles y calendarios zaragozanos antes y geopotenciales en la actualidad. 

Sierra de Béjar con nieve

Un invierno henchido de precipitaciones es tan solicitado hoy por los esquiadores como lo fue desde el siglo XVI en España, cuando comenzó la explotación del blanco elemento como producto de refrigerio, conservación de alimentos y delicatessen de caprichosos. Tan rentable llegó a ser su almacenamiento y su venta que fue gravado por el Estado con un impuesto de la quinta parte de su valor y que por ello llevó el curioso nombre del “quinto y millón de la nieve”. 

 La Sierra desde un paraje próximo a Candelario

Como bien documentó José Luis Majada Neila la propiedad de tan solicitado producto se la disputaron en Béjar, allá por el siglo XVIII, el duque don Juan Manuel de Zúñiga y el Rey Felipe V decantándose la balanza por el lado del noble frente al del monarca, pero sin dejar de ser materia de conflicto entre los duques y los habitantes de Béjar y Candelario[1]. A los Zúñiga les había “caído del cielo” la blanca opulencia de sus montañas, como antes, a ras de valle, el dominio del ganado y de la lana les había enriquecido. La perspicacia de sus negocios recorría todos los frutos que producía el paisaje natural, desde la solidez de la tierra hasta la incierta presencia de la nieve (aludiendo al conocido proverbio la nobleza bejarana no necesitó que Salamanca le prestara nada pues natura se lo dio todo). 

 Vista de la Sierra desde Los Pinos


Algún año después, en tiempos del Marqués de la Ensenada, don Joaquín López de Zúñiga, hijo del anteriormente mencionado Juan Manuel, disfrutó la entera propiedad de la codiciada nieve de la Sierra de Béjar, en abierto enfrentamiento con la de otras cordilleras cercanas, como la de Piornal, con la que se disputaba el muy lucrativo mercado extremeño. Precisamente del Catastro del Marqués de la Ensenada extractamos un fragmento de sus Respuestas correspondientes a la villa de Candelario,  que nos aporta algún dato de las cifras de gastos y beneficios que se manejaban en 1753, así como de la toponimia que, como veremos, no sólo denominaba a la tierra sino también a los neveros (o ventisqueros), como prueba histórica de su estabilidad y perdurabilidad durante el siglo XVIII. 

 La iglesia de Santa María con la Sierra al fondo

Los expertos candelarienses escogidos para inventariar los recursos del pueblo manifestaron el 29 de septiembre de 1753 que “los Ventisqueros o estanques de nieve que hay en toda la sierra de Vexar están en distintos términos y son propios del Excmo. Duque de Vexar los que tiene arrendados Joseph Yuste, vecino de este y que tiene arrendados en cantidad de quinientos y treinta reales (de vellón) anuales. Que los que se hallan en el término de este lugar de Candelario son el del Rincón, el de los Canalizos, el del Arenal Barriga Centeno y el de la Cumbre, los que echa regulación de su extensión y duración y saca de nieve de ellos regulan y producen doscientos setenta y cinco reales, por corresponder otros tantos ventisqueros y producto en el término de Solana”[2].  

El ayuntamiento de Béjar con el Castañar y la Sierra

Si el candelariense José Yuste sacaba 275 reales por cada uno de los cuatros ventisqueros que tenía arrendados y el gasto de todo su alquiler sumaba 530 reales podemos deducir la rentabilidad que la nieve tenía para este arriero corito. Los neveros que perduraban durante las semanas del verano tenían, como hemos visto, sus propios nombres. Intentaremos situar los que se mencionan en el texto: el del “Rincón” (hoy entre la Fuente del Travieso y la Segunda Plataforma), el de los “Canalizos” (más al norte, por encima de las paredes tan codiciadas ahora por los escaladores de hielo), el del “Arenal Barriga Centeno” (en las inmediaciones de la Fuente de la Goterita), el de la “Cumbre” (justo bajo el Calvitero a 2400 m. de altitud y sobre el nuevo camino del Travieso a Hoya Moros). Ya en el término de Solana, bajo la Ceja y sobre las lagunas del Trampal, se localiza el nevero más permanente, que hasta bien entrado el siglo XX se denominó de “la Alhóndiga”, en clara referencia a su condición de depósito de un producto[3]

 La estación del tren y la Sierra repleta de nieve 

Estos lugares siguen siendo hoy los receptáculos naturales donde más perdura la nieve de la vertiente salmantina, aunque quizá no tanto como aquel helado siglo XVIII[4] en el que, según los veedores candelarienses, “la nieve de las sierras y ventisqueros del estado de Béjar sin artificio alguno se conserva por Divina Providencia”. Divina Providencia o meteorología propicia, el caso es que la recolección y el mercado de la nieve siguió siendo uno de los puntales económicos de aquel “estado” bejarano, e incluso tras el desmantelamiento de los privilegios de la nobleza, permaneció la monopolización de ese producto. Así en 1884, a las puertas del siglo XX, los ventisqueros de la sierra eran la última de las numerosas propiedades que declaraba el senador don Cipriano Rodríguez-Arias Corón, fabricante y símbolo de la nueva burguesía, que acaparó buena parte de los efectivos materiales que el postrero duque, Mariano Téllez Girón, fue enajenando al mejor postor. El certificado de ese  anacronismo níveo lo firmaba el registrador de la propiedad Nicomedes Martín Mateos, como prueba de que, a pesar de todo, un nuevo tiempo estaba llegando.



[1] MAJADA NEILA, José Luis: Historia de la nieve de Béjar (el texto y el contexto). Centro de Estudios Salmantinos. Salamanca, 1981

[2] Respuestas generales del Catastro de Ensenada del Lugar de Candelario, Partido de Béjar, 1753. Hoja 274.

[3] RIVAS MATEOS, Marcelo: Una excursión a la Sierra de Béjar. Actas Soc. Esp. Hist. Nat. 26, 204-206. Año 1897.


[4] Los historiadores afirman que existió un periodo de enfriamiento del clima en Europa durante todo el siglo XVIII que afectó a España especialmente en los años a los que nos estamos refiriendo. Esta época se conoce como la “Pequeña Edad de Hielo” y debió propiciar el aumento de la explotación de la nieve.

20 comentarios:

  1. Interesante: hoy en día con frigoríficos y congeladores de todo tipo parece increíble, pero ciertamente no es la primera vez que había oído y leído algo parecido. Es más, creo recordar que no hace tantos años apareció alguien que pudo aportar un título de propiedad sobre la nieve de Sierra Nevada.
    Un abrazo,

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  2. Yo he conocido en Plasencia a uno que afirmaba ser el actual propietario de la nieve de la Sierra de Béjar. De esto hace unos treinta años, pero todavía le veo muy de tarde en tarde, así que, la próxima vez, se lo preguntaré y os lo comento.

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  3. Hace poco tuve la ocasión de ver uno de esos pozos rellenos de paja donde se depositaba la nieve que se bajaba de la sierra, pues había gente caprichosa y "con posibles" que le gustaba hacer uso de ella. Todo un lujo entonces.
    Un saludo.

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  4. Por estos lares esos neveros eran propiedad del Obispado por las fechas que se cita en este artículo.Una lucha continua por la conservación de los productos, claro que a estas alturas que disponemos de medios de refrigeración nos resulta asombroso los medios que se empleaban.

    Un abrazo.

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  5. En el pasado la nieve y en los tiempos actuales la nergía solar por la que ahora todas las personas que han optado por poner en sus casas los paneles solares tienen que pagar unos impuestos especiales por el uso de esa energía.

    Besos

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  6. Ya los aztecas usaban la nieve como conservante y como helados (nieve de sabores). También los Incas. Fue Pizarro uno de los primeros europeos en tomar la nieve de sabores.

    Besos

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  7. Sabía ya del uso de la nieve y de la existencia de los neveros pero ignoraba los precios que podía llegar a alcanzar.
    Un beso Carmen

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  8. Con esos inviernos cálidos poca nieve hay por todas partes con lo cual va a ser como un tesoro encontrado.
    FELIZ NAVIDAD!.
    Un abrazo

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  9. Qué artículo más bueno y magníficas las fotos también. Felicitaciones. Un desafío para la convicción que tenía de que los Zúñiga no están hechos para los negocios. Iremos despejando. Desde Chile con afectuosos saludos de fin de año para directora, colaboradores y lectores del Blog, Jorge Zúñiga Rodríguez.

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  10. Interesante entrada, Carmen. Feliz Navidad.

    Saludos.

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  11. Curiosa historia y una reflexión. Con sus altos y bajos, no puede negarse las inquietudes empresariales de la casa de Zúñiga. No pasaba un ave a la que no le arrancaran una pluma. O que al menos lo intentaran.

    Os deseo mucha felicidad y cosas buenas en estas Navidades.

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  12. Perdón que me repita en los comentarios, pero me pareció tan interesante este artículo que entré en la red con el título "pozos de nieve españa" y encontré mucha información y bibliografía al respecto. El título que le puso Óscar Rivadeneyra es muy poético, propio de un artista. El comentario de Ana Ma Ferrín lo encontré simpático y me recordó el refrán "Al ave de paso, cañazo" o "Ave que vuela, a la cazuela. Los Zúñiga no somos muy buenos empresarios, tal vez por lo generosos, y tanto lo de la lana primero, los paños después (recordar que esto fue iniciativa de las mujeres del linaje) y lo de la nieve, fue un aprovechamiento circunstancial y exitoso de los recursos naturales que estaban a la mano. Hasta la corona tuvo un Real Pozo de Nieve. Felicitaciones nuevamente y saludos desde Chile.

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  13. No tenía idea de esta historia sobre la nieve, y me ha parecido sumamente interesante. Igual que anónimo, buscaré más información.
    Felices fiestas.
    Saludos

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  14. Depósitos de nieve si había visto conocidos como neveros o pozos de nieve, recuerdo uno derruido en la ciudad de Soria en las cercanías de San Juan de Duero y otro restaurado en Fuendetodos en Zaragoza.
    Pero sobre la propiedad de la nieve de toda una sierra nunca.

    Saludos.

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  15. Muy interesante historia, felices fiestas, saludos.

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  16. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  17. Intersante este "comercio" de la nieve.
    Oscar, Carmen...Que paséis una buena Nochebuena y Feliz Navidad ♥ ;)
    Besos.

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  18. No deja de ser curioso el artículo. Pero no alcanzo a entender los cálculos que el autor hace, ni la rentabilidad a primera vista.

    Podría haber citado numerosa bibliografía al respecto, pero olvidó algunos trabajos en particular, sobre la zona en estudio, de otro bejarano Juan Antonio Frías.

    " Avance al Catálogo de Pozos de Nieve, en Ávila, Salamanca y Cáceres "
    El Comercio del Frio. Actas del Congreso Internacional sobre la utilización tradicional del hielo y de la nieve naturales. Valencia 2001. Edita: Museo Valenciano Etnología. Diputación de Valencia. 2009. ISBN 7795-435-6

    "Uso, consumo y arquitectura de la nieve en torno al jardín. Del Renacimiento a la actualidad "

    Actas de las IV Jornadas “El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar 2002. Edita: Grupo Cultural San Gil. Salamanca 2003. ISBN 84-923043-3-2.


    Actas de las IV Jornadas “El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar 2002. Edita: Grupo Cultural San Gil. Salamanca 2003. ISBN 84-923043-3-2. D.L. S.1.609-2003

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  19. Año de nieves año de bienes dice el refrán. Por aquí, en las zonas altas se construían neveros, a modo hondos pozos, algunos impresionantes, donde apisonada duraba la nieve y podía ser transportada en bloques para su consumo y en uso hasta la construcción de las primeras fábricas de hielo.
    Un abrazo.

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  20. Pues ahora poco se podría reanudar por la ausencia de nevadas y el futuro no parece que vaya a ser mejor, puede que llegue a convertirse en un bien de lujo.
    Un saludo.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.