18 de octubre de 2012

Semblanza de Francisco III de Zúñiga y Sotomayor, marqués de Gibraleón y duque de Béjar (2ª parte y final)



Autor: Antonio Mira Toscano, profesor de la universidad de Huelva. 
Conferencia pronunciada en Gibraleón en ocasión del traslado de los restos a esta ciudad del duque Francisco III.



Aunque el Marquesado de Gibraleón era para Francisco III Diego Zúñiga de Sotomayor algo más que el territorio del que obtenía sus rentas, su administración no desdeñó la necesidad económica de fomentar el asentamiento de población en sus tierras. Así, en marzo de 1589 publicaba una carta de franquicias para repoblar el lugar de San Bartolomé de la Torre, a cuyos vecinos ya había otorgado en 1575 el derecho de ser libres del pago de alcabala para cualquier venta de ganado, yeguas y potros realizada en la víspera del santo, así como otros mantenimientos que allí fuesen a vender. Del mismo modo, y preocupado por el continuo despoblamiento que sufría la costa de su señorío, azotado como el resto del litoral español por piratas y corsarios de toda clase, concedía en mayo de 1597 exenciones y libertades a los nuevos habitantes que quisieran venir a instalarse en la pequeña y hoy desaparecida villa de San Miguel de Arca de Buey, cercana a lo que es hoy El Rompido. Allí hubo de reformar, siguiendo órdenes de Felipe II y empleando grandes sumas de dinero, la fortaleza litoral existente para que sirviera a la defensa costera junto con las nuevas torres vigías construidas en su jurisdicción; las de Marijata y Punta de Umbría.

Torre vigía de Punta Umbría (Huelva). Foto extraída de aquí


En su interés por fortalecer y atender también las zonas limítrofes de su Marquesado, que hacía frontera con el reino de Portugal por Sanlúcar de Guadiana, el duque Francisco III suscribió en Gibraleón un acuerdo con el marqués de Villa Real para mantener una barca de pasaje en el río Guadiana. Era, según la escritura de concierto firmada en agosto de 1591, “cosa necesaria y conveniente”, ya que permitiría el paso a los vecinos de ambas orillas y ayudaría a resolver diferencias entre portugueses y españoles, a la sazón vasallos de un mismo rey, Felipe II.
Pero, a pesar de todo, la economía de la Casa Ducal de Béjar, y por ende la del Marquesado de Gibraleón, no atravesaba por sus mejores momentos. En 1589 se reconocía la incapacidad de la administración señorial para hacer frente a las deudas contraídas y satisfacer las rentas e intereses adeudados por los préstamos comprometidos. La muerte en 1591 del padre de nuestro personaje y la ejecución de sus últimas voluntades habrían de hundir prácticamente en la ruina a Francisco III Diego, quien se encontró las arcas vacías, sin un real en efectivo, ni rentas de inmediato cobro para poder sustentar la vida propia de un noble. En los siguientes diez años bien poco pudo hacer para remediar la situación, quedando a su muerte una cantidad de ducados que, según su hijo Alonso, prácticamente se gastaron en los funerales.

Sanlúcar de Guadiana (Huelva). Foto extraída de aquí

El 18 de mayo de 1601 el cabildo de Gibraleón recibía la noticia del fallecimiento en Madrid de su señor, el duque Francisco III, por lo que los regidores ordenaron hacer sonar las campanas de todas las iglesias de la villa, celebrar misas con sermón por su alma y ofrecer por medio del alcalde de la mar y una representación de los capitulares su pésame al heredero del Marquesado. No sin antes dar aviso al resto de villas y lugares del marquesado para que actuasen de igual manera.
Seis días antes de morir, el duque había formalizado su testamento, dejando en él patente su voluntad de ser enterrado en el sepulcro que había mandado labrar en el convento de Madre de Dios del Vado, en Gibraleón, donde yacían varios de sus hijos y su esposa. Según el testamento, su cuerpo mortal debía ser colocado “en una tumba de madera, y dentro el ataúd”, cerca del enterramiento de su mujer, aunque sus restos no debían estar juntos con los del duque pues –recalca el testamento– “su vida fue [muy] diferente de la de aquella”. También expresaba el difunto Francisco III Diego la voluntad de que se hiciera esta capilla funeraria, concretamente en el lado del evangelio del presbiterio de la iglesia conventual.

 Iglesia del convento de la Madre de Dios del Vado (Gibraleón, Huelva). Extraída de aquí

Pero, a pesar de todo, el deseo del ya difunto duque de Béjar no fue respetado en un primer momento, pues su cuerpo recibió sepultura en esa ciudad cabecera de la Casa Ducal. Su hijo y sucesor, Alonso I Diego, dispuso el traslado de los restos mortales al convento del Vado, donde derribaría la vieja iglesia medieval para edificar un nuevo templo mucho más espacioso y acorde con la memoria de sus padres; sin embargo la muerte le sorprendió a su vez en 1619, por lo que el mandato testamentario debió ser cumplido por el nuevo sucesor, Francisco IV Diego, nieto del duque Francisco. El monumento funerario fue encargado al cantero sanluqueño Cristóbal de Liébana, quien lo daría concluido en el año 1620. Instalado el imponente arcosolio en la iglesia conventual olontense, el 11 de julio de 1621 los restos del duque Francisco III Diego regresaban desde Béjar a Gibraleón, con la asistencia de las autoridades civiles y eclesiásticas de la villa, así como de las demás villas y lugares del marquesado.
Rodeado de gran concurrencia de vecinos, el padre fray Pedro de Valverde abrió el cofre ataúd negro cerrado con dos llaves y forrado de terciopelodentro del cual estaba un cuerpo cadáver difunto que tenía puesto el hábito de Santo Domingo y otros hábitos”, anunciando solemnemente que “era el cuerpo del dicho señor don Francisco Diego López de Zúñiga y Sotomayor”, abuelo de Francisco IV Diego, a la sazón duque de Béjar y marqués de Gibraleón. En aquel ya lejano verano de 1621, un escribano público daba testimonio del regreso del V duque de Béjar a la villa olontense para ser enterrado en el lugar elegido en su testamento; una ceremonia que, salvadas las distancias del tiempo, vuelve a producirse hoy, con los ecos de la Historia resonando a nuestro alrededor.

Iglesia de Santiago de Gibraleón (Huelva). Imagen extraída de aquí

Largo tiempo reposaron los restos del señor de Gibraleón en su querido convento del Vado. Serían dramáticos acontecimientos de nuestra época los que alterarían el sueño eterno de Francisco III Diego. Su admirable monumento funerario fue, como la propia iglesia conventual, parcialmente destruido durante los sucesos de julio de 1936, por lo que las hermanas dominicas de Gibraleón procedieron a trasladar los restos mortales para darles sepultura en el convento del Espíritu Santo de Jerez de la Frontera, de la misma orden. Allí se encontraban hasta que la Asociación “Gibraleón Cultural” emprendió, con la colaboración del Ayuntamiento olontense, su localización y retorno.

Foto de la ceremonia del traslado de los restos del duque Francisco III

Fue así como, el 11 de abril de 2011, los restos del duque Francisco III Diego eran localizados y depositados provisionalmente, durante año y medio, en la cripta del convento dominico de Madre de Dios de Sanlúcar de Barrameda. Allí quedaban a la espera del día de hoy, 29 de septiembre de 2012, en que reciben de nuevo sepultura en la villa, en un monumento funerario que, en esta histórica iglesia de Santiago Apóstol, quiere evocar a la que durante casi cuatro siglos fue su tumba en el convento del Vado. Retorna así, con el personaje y con su recuerdo, un pedazo de la memoria de nuestra tierra, en un día histórico tanto para Gibraleón, como para las villas y lugares cuyos territorios integraron su marquesado: Cartaya, Punta Umbría, San Bartolomé de la Torre, Villanueva de los Castillejos, El Granado y Sanlúcar de Guadiana, poblaciones todas cuya historia nunca podría hacerse sin la figura del duque Francisco III Diego Zúñiga de Sotomayor y Mendoza. Nuestro marqués de Gibraleón.
Muchas gracias.

Parroquia de Santiago Apóstol de la villa de Gibraleón, 29 de octubre de 2012.  

21 comentarios:

  1. Estas historias resultan curiosas de conocer. Lo importante que resultaban esas últimas voluntades referidas al enterramiento y que se cumplieran fuera como fuera y pasase el tiempo que pasase.

    Y por la polémica de Béjar.biz no te preocupes, el comentarista que te acusaba se debe haber quedado con dos palmos de narices. No he querido decir nada allí, porque se me lanzan al cuello aunque pasen tres siglos si digo algo.

    Un abrazo.

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  2. Pobre hombre, ni los huesos dejaron en paz, de acá para allá... pero gracioso hoy no ha sido, muy versado, sí, mucho, pero... bueno, vale, no es tuyo, aunque he conseguido salvar una puyita...je je... ésta: su vida fue [muy] diferente de la de aquella.... juas, juas... espera que me falta un juas para alegrar el comentario. Bss amiga... y gracias por traer la conferencia del profesor.

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  3. Un poco de trajín que se trajeron con los restos de este buen hombre, pero una historia curiosa y sobre todo una muy buena aportación del profesor de la Universidad onubense.
    Un saludo.

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  4. Me ha encantado conocer la historia del duque y me gusta el personaje ya que busco favorecer a los habitantes de sus villas y fue adelantado y original incluso en la forma que quiso ser enterrado, se había ganado a base de muchos reales todas las misas y homenajes que se llevaron a cabo y la de vueltas que dieron sus restos antes de llegar a su destino.
    Debe de ser un acto bonito en que se celebra para conmemorarlo.
    Un beso, Carmen.

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  5. Un poquito de mareo con su sepultura, esperando que bien descanse en su lugar de paz.
    Un abrazo y buena información

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  6. Vaya un trasiego. Esto del descanso eterno en este caso más bien fue movimiento eterno. Cuatro siglos para descansar al fin.
    Curiosa historia y los reveses que a veces ocurren. Me imagino que a pesar del tiempo transcurrido será un hecho histórico y sentido
    Bss

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  7. Madre mía...supongo que cuando dicen "descanse en paz" se refieren a que no le pasen esas cosas. Me he acordado todo el rato, no sé por qué de ese pasaje de "Cien años de soledad" en el que le dicen a Rebeca que no será feliz mientras los huesos de sus padres permanezcan insepultos.

    Un beso Carmen y gracias a Antonio

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  8. Sí, yo también me he quedado con la curiosa disposición de mantener a la esposa alejada incluso en la sepultura... Lo del déficit en las arcas del marquesado ya me ha sonado más actual.
    Saludos, Carmen

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  9. Hoy parece que se centra todo en su sepultura, que seguro que molestaba a muchos: bastante curioso. Un saludo, Carmen.

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  10. Menudo trajín con los restos.
    Saludos

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  11. Menos mal que el pobre descansa en paz después de tanto traslado.
    Está visto que en todo tiempo se quedan las arcas vacías, no sólo ahora:))

    Si me pongo a investigar entre mis antepasados a lo mejor descubro que soy descendiente de un grande de españa Carmen.
    Y que este "Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro y Grande de España Francisco III Diego Zúñiga de Sotomayor y Mendoza"... es pariente lejano mío :))
    Buen fin de semana.
    Un beso.

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  12. Los reveses de fortuna no sólo son económicos, que también, sino esa trashumancia al que se ven sometidos algunos restos humanos, como es el caso. Descanse en paz.
    Gracias, Carmen, por esta información tan detallada.

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  13. ¡Pobres huesos del duque Francisco! A ver si ahora descansan en paz de una vez.

    Saludos

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  14. Voy a ser muy poco original, pero ojalá sea ese el lugar de reposo definitivo.
    Besos, Carmen.

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  15. A pesar de tantas peripecias para descansar en paz, esta ha sido de tus mejores entradas, y las ilustraciones tambien son excelentes.
    Un beso.

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  16. Me hace gracia que no quisiera ser enterrada junto a su mujer. Es interesante este personaje y me resulta muy actual comprobar que ya entonces las arcas estaban vacías por haber vivido "por encima de sus posibilidades.
    Un saludo.

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  17. Este fin de semana ha habido un congreso de cronistas oficiales de ciudades aquí, en Orihuela. Me he acordado de ti: te mereces ser la cronista oficial de Béjar y de cualquier sitio que quieras ¡Ole!
    Un besico

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  18. Espero que por fin pueda el buen señor descansar tranquilo, porque pasear lo han paseado bien.
    Como siempre de forma amena y perfectamente documentado.
    Un beso.

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  19. Gracias carmen por tus palabras sobre el arte, tienes mucha razón.
    Paso a decirte que me tomo unas largas vacaciones, mi regreso a España no creo que tarde.
    Con ternura te dejo un beso.
    Sor.Cecilia

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  20. Creo que al fin consiguió descansar en Paz...O eso espero.

    Besos Carmen

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  21. Esperaba esta segunda parte, Carmen, pero el bloqueo de parte delos servidores de la Universidad me ha retrasado más de lo que que hubiese querido para decirte el excelente trazado histórico acerca de Francisco III Diego Zúñiga de Sotomayor y Mendoza.
    Antonio Mira ha realizado un trabajo que creo que debe de haber sido duro por la cantidad de documentación aportada y por lo ameno dela lectura.
    Como en muchos otros casos, las conferencias o clases magistrales se convierten en publicaciones con una importancia crucial para quienes leemos con interés la Historia.

    Un abrazo, amiga Carmen.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.