Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Aunque parezca
artificioso, hay una relación cierta entre los elementos del título, puesto que
como lo acreditan las crónicas del monasterio, el dueño del animal era bisnieto
de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, I duque de Béjar. Exagerados por la imaginación
de los monjes supervisores de la obra, los hechos que dieron origen a la
leyenda del perro negro también son reales, pero comenzaremos por el halo de misterio
que desde el principio envolvió a la monumental construcción.
El Escorial. ccoo-chilecomparte.blogspot.cl
En el libro III
de su Historia de la Orden de San
Jerónimo, 1605, el profeso de la misma y bibliotecario del monasterio fray
José de Sigüenza, narra que la comisión de expertos designados por el supersticioso
Felipe II para decidir el lugar de la edificación, estaba presidida por su
secretario personal, Pedro del Hoyo, con quien acostumbraba realizar
experimentos de alquimia y otras artes ocultas en su residencia de Madrid.
El 14 de
noviembre de 1561 fue el día elegido para inspeccionar el lugar, presentándose durante toda la jornada un viento muy fuerte
y violento huracán que les zarandeaba y no les dejaba llegar hasta el sitio, y
arrancó las bardas de una viñuela arrojándolas sobre sus rostros. De este
viento, despertado tan de repente en esta ocasión, han conjeturado algunos, con
no poco fundamento, cuánto le ha pesado al demonio que se levantase una fábrica
donde, como de(sde) un alcázar fuerte, se le había de hacer mucha guerra.
Retrato de fray
José de Sigüenza (Bartolomé Carducho, 1602).
Biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Antiguas
leyendas populares aseguraban, por lo demás, que en el lugar existía una mina abandonada cuyas galerías llegaban hasta
las mismísimas puertas del infierno, por donde salía a veces el diablo envuelto
en chispas (Cuesta
Millán, Juan Ignacio: La Boca del
Infierno. Claves Ocultas del Escorial, 2006)
Con estos
antecedentes y otros más de la misma condición, era natural que una vez
concluido el edificio reinase entre sus habitantes –el rey, la corte y los
monjes- un ambiente propicio para toda clase de fantásticas imaginaciones,
agravado por las circunstancias de la trágica enfermedad y agonía del monarca. En
cuanto a la leyenda del perro en cuestión, era propietario del animal don Pedro
de Ávila y Zúñiga, marqués de Las Navas y conde del Risco, hijo de Elvira de
Zúñiga y Guzmán, nieta de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar.
En su calidad de
Contador Mayor de Castilla debía el marqués controlar los gastos de la obra, a
la que acudía con frecuencia acompañado por su perro, y en esas ocasiones
aprovechaba también de visitar al rey (su hermano Luis de Ávila y Zúñiga,
marqués consorte de Mirabel, Comendador Mayor de la Orden de Alcántara y
cronista de las Guerras del Emperador, había acompañado a Carlos V hasta el día
de su muerte en su retiro de Yuste).
Frisando los
setenta años era don Pedro olvidadizo y un día volvió a su palacio de Ávila sin
su mascota, la que buscó refugio en los rincones más recónditos del monasterio
y desde la primera noche comenzó a lanzar lastimeros aullidos. Interrumpidos
los monjes en sus oraciones y en su sueño, atribuyeron los aullidos al demonio
e iniciaron una minuciosa búsqueda hasta dar con el animal, al cual uno de
ellos, según relata fray José de Sahagún, …el
Obrero Mayor Antonio de Villacastín, asiólo del collar con harto poco miedo,
subiólo al claustro grande y colgólo de un antepecho, donde lo vieran a la
mañana cuantos entraban a oír misa.
Leyendas de San Lorenzo del Escorial: La Puerta del Infierno y el Perro Negro.
Cosasdemadrid.es
Allí permaneció
el cuerpo del animal por mucho tiempo hasta
secarse, y se cuenta que paseando un día el rey por los jardines en
compañía del marqués, le dijo: -Ved, don
Pedro, colgado ahí vuestro perro que atormentaba nuestro descanso. A lo que
el noble, con extrema frialdad, habría contestado: -Si ha sido por una buena causa, bien hecho está, majestad. Se dice
también que los aullidos del perro volvieron a escucharse cada noche de las
cincuenta y tres que duró la agonía del rey.
Aparte de esta
contribución a la leyenda escurialense, hay otra más importante por parte de
miembros del linaje de los duques de Béjar que se exhibe en forma especial en
una de las vitrinas de la biblioteca del monasterio, y que podría ser quizás el
tema de otro relato. Se trata esta vez de una joya bibliográfica de
inestimable valor.
Vaya final para el pobre perro. Los aullidos durante los cincuenta y tres días que duró la agonía de D. Felipe es posible que fueran emitidos por quienes tenían que atenderle y, tal vez, no soportaban el hedor de sus llagas.
ResponderEliminarEspero el relato sobre la joya bibliográfica, siempre se aprende con tus entradas.
Saludos
Siempre he dicho que el hombre no es el mejor amigo del perro... ya se ve.
La verdad es que de cualquier suceso, grande o pequeño, aportas minuciosa documentación.
un abrazo
· LMA · & · CR ·
Algo había escuchado de este relato y el final tan tormentoso de este monarca.La verdad que a veces el hombre tiene un comportamiento más salvaje que los propios animales.
ResponderEliminarNo me extraña que los escuchara siendo un hombre tan superSticioso y, con un alma atormentada, triste final el de Felipe II.
Un abrazo feliz semana.
Una leyenda de la que parece también que algo hubo de la parte de la mano del hombre.
ResponderEliminarUna agonía larga hace sentir muchas cosas.
Un abrazo.
No es de extrañar que los aullidos lastimeros del pobre animal fueran recordatorio agónico y tortuoso en la agonía de quien dispuso de su vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Vaya manera de solucionar el problema! Mal terminó el pobre perro. Siempre demostrando amor y cariño hacia los animales, aunque en onces poca consideración se podía esperar.
ResponderEliminarUn saludo.
Como dice el refrán castellano "no te acostaras sin saber una cosa mas", hoy gracias a tu relato conozco esta leyenda sobre el Escorial.
ResponderEliminarSaludos.
Hay mucho escrito sobre los "poderes ocultos" y los "secretos" que rodearon primero la elección del paraje y después la construcción del monasterio de El Escorial. De entre todo ello destaca esta leyenda del perro negro, que para mí tiene claros visos de estar basada en hechos reales.
ResponderEliminarSiempre interesante, carmen.
Saludos
Mal terminó el pobre perro...Eso de estar hasta secarse...Impresiona que es una conducta propia de los "humanos"
ResponderEliminarBesos
Mal final tuvo el pobre perro, cuyo único mal fue perderse por este enorme edificio. Lo más natural es que los perros ladren, para llamar la atención y más si se encontraba perdido.
ResponderEliminarNo conocía esa leyenda. El Escorial, lo visité con sólo 12 años y por cierto, creo que ya va siendo hora de que lo visite de nuevo.
Besos
Bueno, visto desde la óptica de aquella época y teniendo en cuenta que por aquel entonces los perros no habían sido incluidos en la Declaración de "Derechos Humanos" el final del pobre animal estaba más que cantado desde el momento en que se quedó solo y aullando en las noches oscuras y lóbregos pasillos del Escorial. Y menos mal que era negro... pues si hubiese sido de color rojo... ya se sabe "ni perro ni gato de aquella color".
ResponderEliminarUn abrazo,
Pobre perro, pero teniendo en cuenta que en aquel tiempo ni la vida de las personas humildes tenía valor, cuanto menos la de un animal.
ResponderEliminarBesos.
Una víctima más de las mentalidades supersticiosas y calenturientas de la época. En este caso, un inocente perro.
ResponderEliminarUn saludo.
Una leyenda como la vida misma, siempre paga el más débil Saludos
ResponderEliminarLo paso fatal cuando alguien maltrata a un perro, mucho más con el final de esa triste historia.¡Pobre animal, sin culpa ni pena y...!
ResponderEliminarEsperaré la siguiente.
En cuanto a lo que me preguntas, en mi blog no tengo ninguna receta para preparar la castañeta, pero al horno te va a quedar mucho más seca de lo que ya es.
Se me está ocurriendo la idea de ponerla sobre un pisto y, como lleva bastante tomate, no se resecará tanto en el horno.
Cariños.
kasiolesj
Ah, pues es buena idea. Con pisto, ummmm. Suena muy bien.
EliminarGracias, amiga.
Un beso
Estos días estoy más bien en el Hospital, haciendo tratamiento que en casa.Será temporal y volveré a estar bien. Os quiero un montón y siempre os llevo en mi Corazón. Sois Todos un Encanto.
ResponderEliminarEl Perro Negro de el Escorial...¡Que maravillosa leyenda!
Abrazos y Besines...Te quiero un montón.
Cuídate, Pedro. Espero que estés bien dentro de poco y nos sigas deleitando con tus poemas.
EliminarUn abrazo y ánimo
Imagino lo que subyacía en "la extrema frialdad" de la respuesta. Para cualquier persona normal, saber que su fiel amigo ha sufrido tal tormento cuando lo único que intentaba era reunirse con su amo, revuelve el estómago. Y si encima las circunstancias te impiden dar al imbécil la respuesta adecuada, de obra o voz, no quiero ni pensar el impacto que debió sufrir aquel Zúñiga.
ResponderEliminarYo no excusaría al marqués porque pudo haber mandado por el perro cuando se dio cuenta que lo había olvidado. De la crueldad de los religiosos, tuve de profesor de Metafísica a uno que ahora es cardenal y disfrutaba ahorcando perros. Es cierto lo que dice Conchi más arriba, pero hay que tener que cuenta que el buen trato hacia los animales es cuestión de poco tiempo a la fecha nada más. Saludos, JZR.
EliminarPobre perrillo, terminó mal la leyenda, ojalá sólo sea leyenda. Gracias por compartir Carmen. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
ResponderEliminarSólo desde el punto de vista de un irracional temor al demonio y a fantasmas diabólicos, permite interpretar la crueldad de los frailes sobre un pobre animal.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre es de agradecer que alguien nos acerque historias, leyendas que forman parte de nuestro acervo cultural.
ResponderEliminarEnhorabuena.