5 de noviembre de 2017

Apuntes para una feria en decadencia (1ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2016.



            Típico sol de septiembre. Pica. Solanera en la calle Mayor. ¿A cuánto?, pregunta una mujer. Cincuenta céntimos la libra na más. Voces. Tráigame aquí una. Lleno el saco. Unos críos piojosos corren entre los puestos. Un anciano renquea con su bastón ante el de la Manuela. ¡Fuera, chucho!. El chucho sale despavorido. Oigan, oigan, los mejores garbanzos aquí. Más voces. Una moza se acerca, cesta al cuadril. Mira y remira. Mira y vuelve a remirar. Se va sin decir ni ay. ¡El barquillerooooo, el barquillerooooo! Un prójimo bigotudo y con blusón, pipa torcida en los labios, chasquea la lengua. ¡Estos no son garbanzos, ni son na! ¿Qué no? ¿Quién lo ha dicho?, respondo airado, chulesco. El otro: El Canillas y a mucha honra. A ver, ¿qué es lo que pasa aquí? Se acercan los Civiles. El del palillo: ¡na!, ¿pos que ha de pasar? Recula. El sol sigue picando. Me restan diez libras, doce tirando p’arriba. ¡Miren a ver lo que hay aquí! Sombra, se agradece. Un paisano apunta con el dedo. Solo tres en su mano derecha. Las putas máquinas, resopla. ¡Oigan, dos libras se me quieren ir! ¿Quién las quiere? El ocaso que llega. Las sombras se alargan. No hay voces. Los chiquillos siguen corriendo. Piojos y chinches. Los guardas urbanos. ¡A recogerse tocan! Mañana más. Quedan dos días de feria. 


******

 Comerciantes en Béjar. Finales del XIX. Cromolitografía. Colección JAM-BÉJAR. Foto sacada de Archivo Fotográfico y documental de Béjar



            Corría el año 1867 y Béjar no vivía precisamente su mejor momento. Aunque se consideraba uno de los núcleos industriales más relevantes del reino por su pujante industria textil, la ciudad (con título de tal desde hacía dieciséis años)[1] se encontraba inmersa en una grave crisis que paralizaba desde hacía años su único motor económico. Para paliar una conflictividad social que atenazaba seriamente a la sociedad bejarana, las autoridades habían recurrido a una inversión en obras e infraestructuras con el fin de contratar al mayor número de personas posibles (como vemos la solución planteada por Keynes para solucionar el problema del paro en la grave crisis de 1929 ya estaba inventada a pequeña escala). La construcción de la carretera de La Calzada se había iniciado unos años antes y, sin embargo, en ese preciso instante la ausencia de inversiones había provocado un frenazo a este proyecto y los conflictos se cernían de nuevo, cual amenazadora tormenta estival, sobre las cabezas de los miembros del Ayuntamiento. La olla social parecía a punto de estallar y lo hizo, y de qué manera, solo un año más tarde


            Mientras tanto, en el pleno de 8 de julio de ese año[2], el Ayuntamiento se reúne con el fin de aprobar las nuevas ordenanzas de ferias y mercados siguiendo la pauta establecida por la comisión nombrada al afecto. Y aquí me detengo para introducir al lector en la feria bejarana, en su origen y en su discurrir histórico. Los datos bibliográficos y documentales son conocidos desde antiguo[3], aunque creo que bien merecen una pequeña reseña en este preciso momento del relato.

 Fuero de Béjar


El primer documento que hace referencia a la feria de Béjar es el Fuero otorgado a finales del siglo XIII y principios del XIV, aunque no nos ofrece demasiada información explícita sobre el tema, más allá de su existencia, como bien suele ocurrir en los documentos medievales. Sí sabemos que en 1407[4] el rey Juan II de Castilla firma la Real Cédula por la cual la feria de Béjar se instituye de manera oficial con unas ordenanzas veladoras de un buen funcionamiento. La iniciativa partió del señor de la villa y Justicia Mayor de Castilla, Pedro de Estúñiga y su concesión se consideró un regalo especial por parte de la corona a su fiel servidor. Al fin y al cabo organizar una feria anual enriquecía las ciudades y pueblos y, por ende, de manera indirecta, a la Casa de Estúñiga. El privilegio que diferenciaba a la feria de Béjar de las demás es que era una feria franca, es decir, libre de impuestos para los comerciantes forasteros


Los distintos miembros de la Casa de Estúñiga procuraron engrandecerla con el paso de los siglos al modo y manera de Pedro de Estúñiga. Notoria fue la Orden Real conseguida por el primer duque de Béjar, Álvaro I, de la reina Isabel la Católica en 1485[5]. A pesar de que unos años antes los reyes habían rubricado la desaparición total de las ferias de sus villas y ciudades, permitieron la existencia de la de Béjar y Gibraleón quizá como medio para mantener al Duque, anteriormente partidario de Juana La Beltraneja, atado a su real vera en la política general de pacificación de los reinos.

Continuará



[1] CASCÓN MATAS, Mª Carmen: “Béjar: de villa a ciudad (1850)”. Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2013. ISSN 1889-6421.

[2] Archivo Municipal de Béjar (AMB). Libro de actas de sesiones del consistorio de 1867. Sesión de 8 de julio, f.76, Sign. 1624.

[3] Por ejemplo, el artículo de LORA SERRANO, Gloria: “La feria de Béjar en el siglo XV” en Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval. N. 4-5 (1986), pp. 271-286, que podemos descargarnos en el siguiente enlace https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/7101/1/HM_04-05_15.pdf (consultado en 23/06/2016).

[4] De los orígenes de la feria y de los distintos privilegios de los que gozó a lo largo de los siglos también publicó un artículo Juan Muñoz García titulado “La feria de Béjar” en Ofrenda a la Santísima Virgen del Castañar, excelsa patrona de Béjar y su comarca, vol. II, Prensa Española, 1963. En concreto ese documento de 1485 se puede consultar en Archivo General de Simancas “Licencia a la villa de Béjar para seguir celebrando su feria anual." RGS, LEG, 148507, 23. También hizo una brevísima mención a la feria MAJADA NEILA, José Luis. Historia de Béjar (1209-1868), 2001, pp. 122 y 123.


[5] Archivo Histórico Nacional (AHN). "Cédulas de los Reyes Católicos autorizando libremente a los que quisieran ir a la feria de Béjar (Salamanca), a pesar de las disposiciones en contra y confirmando la declaración que hizo Álvaro [López] de Zúñiga, [I] duque Plasencia, sobre la sucesión de su nieto Álvaro en los mayorazgos que él tenía, y en la merced de justicia mayor de Castilla”. OSUNA, C.217, D. 70-78.

15 comentarios:

  1. La Feria de San Miguel, en Béjar, marcaba definitivamente el fin del verano. Empezaba a llover y había que hacer los baules para irnos a los Colegios.

    ResponderEliminar
  2. Pues por el momento nos ha trasladado usted a esa feria. Hasta aquí han llegado sonidos y olores, como si estuviéramos paseando entre los puestos.

    Feliz domingo

    Bisous

    ResponderEliminar
  3. Como siempre, buena cualidad narrativa la de Carmen. Para mí ha sido un viaje en el tiempo y en el espacio. Gracias, espero la continuación. JZR.

    ResponderEliminar
  4. Dan ganas de acercarse por Béjar para ver al Canillas y recular mientras pica el sol, con un puñado de garbanzos en el bolsillo. Buena atmósfera, Carmen.
    Y buena la referencia a Keynes, que a veces parece que inventó la rueda.

    ResponderEliminar
  5. Nunca mejor traído que aquí lo de las "pinceladas bejaranas", con esa descripción a base de frases cortas, tan dinámicas y precisas ellas, y esa semblanza tan castiza de parroquianos y del ambiente de las ferias decimonónicas.
    Un saludo, Carmen.

    ResponderEliminar
  6. Las ferias de los pueblos, se viven con bastante intensidad por los habitantes de la población , a ellas acuden propios y extraños.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Perfectamente descrito el ambiente de las feria. El primer duque de Béjar hizo un gran favor a su ciudad logrando que se mantuviera,aunque lo consiguiera cambiando de bando.
    Un beso Carmen

    ResponderEliminar
  8. Recuerdo perfectamente a los feriantes, camino de Béjar, con sus caballos y yeguas, sus mulas y, especialmente, los muletos pequeños y juguetones. También recuerdo al toro cebado durante meses con la argolla en su nariz a la que se ata la soga que sirve para conducirlo al mercado de la feria, siempre por los caminos, esquivando la carretera para que el ruido de los coches no lo asuste. Recuerdo los chalanes con sus blusones oscuros, boina sobre la oreja, brizna de hierba entre los dientes y apoyados en sus varas de fresno. Y también recuerdo al payo ese de Navacarros al que payos y gitanos recurren como mediador en sus transaciones de ganado.
    Pero, por cierto, tienes razón; todo eso se ha ido a la m...
    ¡Ah, Carmen!. Como sabes yo soy pueblerino, a mucha honra, y en mi pueblo cuando gritamos o llamamos la vocal que alargamos no es la última, sino aquella correspondiente a la sílaba sobre la que recae el acento prosódico u ortográfico. Ejemplo: Cenceeeerro, trae pa'ca el triiillo, Antoooonio. Claro que, en Béjar, al ser citadinos, no se muy bien como lo hacéis.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Genial las referencias que nos das de la feria de otro tiempo, que ésa sí que lo era y no la de ahora, descafeinada a más no poder. Te veo escribiendo una entrada alusiva en tu espacio con fotografías de otras ferias...
      Pues por aquí no sé cómo se hace, pero a mí me salió así, a saber por qué.
      Abrazos mil

      Eliminar
  9. Interesante reseña histórica de la feria de Bajar. Siempre la nobleza arrimándose al árbol que más sombra da.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Los nobles instituyeron ferias y mercados para su beneficio.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  11. Has recreado preciosa y puntillosamente ese ambiente de feria, Enhorabuena, Carmen.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Tu descripción, me ha llevado a la feria...Me ha gustado mucho.

    Besos

    ResponderEliminar
  13. Interesante la descripción de una época y sus costumbres en referencia a las ferias-
    Muy bien contado Carmen.
    Besos
    Puri

    ResponderEliminar
  14. ·.
    Me ha encanta esa retransmisión en vivo y en directo del ambiente y algarabía de la feria. Es como haber esta dentro de ella.

    Un abrazo Carmen

    · LMA · & · CR ·

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.