Amigos de Béjar y sus historias

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2/07/2025

Pueblos sin gente / 1 (3ª parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

Autor: José Muñoz Domínguez

4. Decadencia durante el siglo XIX

         La documentación de los siglos XIX y XX ofrece particular interés en los aspectos gráficos, pero muestra ya la decadencia de Casas del Fraile, su inevitable condición de despoblado y la consiguiente desaparición después de siglos de asentamiento humano. 

 
          Pasado el paréntesis de la Guerra de Independencia, la nueva centuria se estrenaba con las novedades administrativas de 1833, aquella forzada reforma promovida por Javier de Burgos a costa de las demarcaciones históricas de antecedentes medievales. En el documento que oficializaba el despiece, de 1834, se registra Casas del Fraile dentro del nuevo partido judicial de Béjar, sin más información (1). 

 1. Mapa nº 1 del Itinerario de Béjar a Ávila, por Otero García y Blake Orbaneja, 1852 (debajo, esquema de posición entre las localidades más cercanas).


        Mayor interés reviste la descripción del lugar que se recoge en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, de 1847 para esta localidad, con entrada propia al margen de la cabecera del concejo, y que transcribo aquí desarrollando todas las abreviaturas: 

1/31/2025

Pueblos sin gente / I (2ª parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros

Autor: José Muñoz Domínguez

 

 3. La recuperación  demográfica en el siglo XVIII.

         Las referencias dieciochescas son más abundantes y concretas que en los siglos anteriores. De 1711 y gracias a un documento de propiedad, conocemos el nombre de otros cuatro vecinos de Casas del Fraile: Toribio López, poseedor de una vivienda en ese lugar, pidió un certificado de tasación en el que el escribano incluyó los nombres del tasador, Pedro Matías, y de los propietarios de las dos casas colindantes, Juan Recio y Pedro Moreno, todos ellos vecinos casafraileños; la vivienda se tasaba en 450 reales y su probable disposición entre medianerías sugiere una agrupación urbana compacta y no dispersa, salvo que los linderos no se refieran a los edificios, sino a conjuntos de construcciones y corrales (14). 

 El marqués de Campoflorido

        Por entonces, según el Vecindario General de España de 1712, o Censo de población del marqués de Campoflorido, vivían en Navacarros 49,5 vecinos (recordemos que cada viuda computaba y tributaba como medio vecino), en torno a 198 habitantes repartidos entre los cuatro núcleos de población de aquel concejo, que en estos primeros decenios se mantenía en cifras de población parecidas a las del siglo XVII (15). Unos años después, de nuevo se registra Casas del Fraile junto a los Palomares como anejo de Navacarros en las inspecciones o juicios de residencia realizados por Joaquín Morante de la Madrid, corregidor de Béjar, entre 1737 y 1739 (16). 

1/24/2025

Semblanza del alcalde bejarano que derribó la Puerta de la Villa: Vicente Ferrer Vidal Alonso (Béjar, 1817-1889)

 Autora: Carmen Cascón Matas

            A raíz de una investigación sobre el derribo de la Puerta de Ávila[1], me fueron surgiendo al paso datos sobre el alcalde que regentaba los destinos de Béjar en 1876. En ese momento, la industria textil funcionaba a pleno rendimiento y la ciudad estaba sufriendo una transformación urbanística sin precedentes. El desarrollo imponía cambios en una población de calles estrechas, escasa vivienda para tanta mano de obra y deficientes medidas higiénicas y sanitarias. La tarea para el consistorio era ingente y los dineros, como siempre, escasos. La sensibilidad para la conservación del patrimonio era nula porque se imponía el progreso y la modernidad sobre cualquier criterio de valoración histórica o artística. Por entonces se derribaban murallas, conventos y palacios por doquier, ya bien fuera en Barcelona, Madrid, Salamanca o Béjar. Así ocurrió con la Puerta de Ávila o de la Villa. Los vecinos del barrio de La Corredera, esgrimiendo la peligrosidad por la estrechez de las calles en ese punto, solicitaron al consistorio un derribo que fue aprobado en el pleno de 4 de agosto de 1876[2]. Las protestas del gobierno provincial de Salamanca no impidieron su desaparición[3]

 Línea de casas frente a la iglesia de San Gil, parte de ellas pertenecientes al suegro de Vicente Ferrer, Juan Hernández Bueno


Años después M.ª Carmen Martín y Juan Carlos Aguilar investigaron sobre aquel suceso, desvelando el nombre del alcalde demoledor: Vicente Ferrer Vidal[4]. Algunos datos que he ido encontrando sobre su figura nos acercan al personaje. 

1/17/2025

Pueblos sin gente / 1 (1ª Parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

 Autor: José Muñoz Domínguez

          Este despoblado se encontraba en la parte noreste del actual término municipal de Navacarros, a unos 850 metros del conjunto urbano y en el camino hacia La Hoya, San Bartolomé y El Barco de Ávila. Si todavía existiera, se localizaría en las coordenadas geográficas 40o 24' 01,08'' N / 5o 42' 27,93'' W, tomadas en el ángulo sureste de la mayor de sus edificaciones conocidas, a 1160 metros de altitud (figs. 1 y 2). 

 
       Como enseguida veremos, la búsqueda de referencias en vecindarios y censos antiguos, junto con otro tipo de documentos de ámbito local, así como en mapas históricos y actuales, aporta datos relevantes para situar en el tiempo y en el terreno la realidad humana que fue Casas del Fraile. Estas fuentes históricas serán de uso recurrente en los demás casos de estudio, así que el lector acabará familiarizándose con ellas. La documentación consultada y la cartografía disponible permiten acreditar la pervivencia de este pequeño lugar habitado, o de algunos de sus restos, a lo largo de 412 años, los que median entre 1534 y 1946, aunque su origen pudiera ser algo anterior. 

Localización del antiguo despoblado de Casas del Fraile cerca de Navacarros. con círculo en color y punto azul para el ángulo del que se proporcionan coordenadas (elaboración propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).

1/10/2025

Pueblos sin gente/0. Los despoblados de la antigua tierra de Béjar entre el final de la Edad Media y el siglo XXI

Autor: José Muñoz Domínguez

       La despoblación del territorio en el interior de la Península Ibérica no es una novedad de nuestro tiempo, no sólo ese pasaje del penúltimo éxodo rural, revisitado de forma tan certera por Sergio del Molino en La España vacía (1), sino un fenómeno recurrente que se documenta apenas consolidada la Repoblación de los siglos XII al XIV, ya bajo la presión señorial –como sucediera en el Campo Charro salmantino (2)– o por causas menos imperiosas, y que se reactiva cada vez que las frágiles condiciones de vida amenazan la viabilidad de las poblaciones, reduciendo el número a sus cifras actuales a golpe de sequías, incendios, desastres del cielo, epidemias, guerras y otras calamidades o de competencias e incompetencias, mal gobierno, deslocalización y globalización: hasta que una nueva oleada provoque el abandono y consiguiente desaparición de los asentamientos más vulnerables que todavía subsisten, los nuevos despoblados (fig. 1). 

 FIGURA 1.  El reciente despoblado de Casas de la Sierra, a corta distancia del antiguo alfoz de Béjar en el área de Solana de Ávila. Izquierda: estado de conservación en 1957, dos décadas antes de despoblarse (fotograma aéreo, IGN). Derecha: estado actual en ruinas (imagen satelital del PNOA, 2024, Oficina Virtual del Catastro).

 
       En esta serie de artículos que me propongo publicar, estudio una veintena de núcleos de población de la antigua tierra de Béjar que desaparecieron hace más de un siglo, pero cuyo rastro en la documentación, la cartografía, la toponimia o el registro material todavía se puede reconocer. En su mayor parte responden al concepto geográfico e histórico de despoblado, otros más bien al de falso despoblado y todavía restan algunos casos dudosos que, no obstante, he decidido incluir en el elenco. Acerca de estas categorías del hábitat rural, me remito a la discusión expuesta por Morales Becerra en un artículo muy reciente donde confronta las aportaciones de Cabrillana Ciézar, Anes Álvarez, Martínez Carrión y Rodríguez Llopis, Diago Hernández, Porras Arboledas, Gómez Vozmediano, Sánchez Sánchez, Sánchez Benito y Herzog (entre otros autores) para concluir con una definición de síntesis que se cumple en la mayor parte de los casos de estudio del área bejarana (3). Así, de acuerdo con Morales Becerra, nuestros despoblados serían lugares que estuvieron poblados tiempo atrás por un número de vecinos pecheros (4) superior a cinco, organizados como comunidades con entidad jurídica propia y algún tipo de gestión municipal (concejo de aldea o equivalente) que, por diversas causas, perdieron su población o una parte significativa de ella, incluso si su término seguía en explotación por los mismos vecinos (ya desplazados a núcleos más o menos próximos) o por vecinos de distinta procedencia, hasta quedar sin vecindario e incluso sin explotación alguna. En cuanto al concepto de falso despoblado, y de acuerdo con Sánchez Benito, podemos asignarlo a «lugares que nunca se consolidaron como aldeas y que no fueron más que granjas o pequeños hábitats, seguramente no más que poblamiento disperso» (5), una categoría aplicable, por ejemplo, a las pequeñas agrupaciones sin cuerpo de poblado que se registran en el término municipal de Becedas.