Autora: Carmen Cascón Matas
Hace tiempo que me vengo preguntando si Béjar es tierra de santos o quizá no porque, aunque nuestro devenir histórico ha sido relevante a lo largo de los siglos durante el periodo ducal y después con el desarrollo industrial, carecemos de ellos. Sin embargo, me intriga este tema y creo que no sería mal ejercicio de memoria recopilar los nombres de algunas personas que están a punto de llegar a ese último escalafón de la santidad o que, por el contrario, han sido olvidados a pesar de sus milagros, visiones y curaciones. Unos eran oriundos de Béjar o de su Villa y Tierra, y otros ni siquiera nacieron aquí, pero casi los consideramos como nuestros.
El más antiguo se llamaba San Román del Cinto y de su memoria no queda rastro. La única fuente documental que lo menciona es la crónica que escribió el clérigo y capellán del convento de la Anunciación de Béjar con motivo de la entrada triunfal que se hizo a la duquesa Mª Alberta de Castro, esposa del X duque de Béjar, en 1679[1]. La transcripción dice así:
«Esta enriquecida [la desaparecida iglesia de San Nicolás] con muchas reliquias y desde su muerte con el entierro y cuerpo de S. Roman del Zinto, de quien hace mención en tiempo del Rey D. Rodrigo la historia antigua de S. Juan de la Peña y toman nombre dos puertas en Béjar y Salamanca».