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3 de enero de 2020

El Conde-Duque de Olivares, un miembro descolgado del linaje de los duques de Béjar


   Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
   
       Tratamos hoy de otro miembro del linaje de los Zúñiga, el famoso conde-duque de Olivares, valido (del árabe walid, gobernador) o primer ministro de Felipe IV, que pasó a la historia con el nombre de Gaspar de Guzmán y Pimentel.

El conde-duque de Olivares pintado por Velázquez. 
Museo Hermitage.

       Su padre, Enrique de Guzmán, era hijo de Pedro de Guzmán y Zúñiga, segundo hijo del III duque de Medina Sidonia Juan Alonso Pérez de Guzmán y de su mujer Leonor de Zúñiga, hija del conde de Ayamonte Pedro de Zúñiga y Manrique de Lara, hijo a su vez de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, I duque de Béjar (los duques de Béjar eran los parientes mayores del linaje, al punto de que Álvaro de Zúñiga impuso la castellanización definitiva de la antigua forma del apellido Estúñiga).

23 de noviembre de 2019

Doña Juana de Zúñiga, sobrina del duque de Béjar, segunda mujer de Hernán Cortés


 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

         Se la ha llamado la esposa sevillana de Hernán Cortés, pero nació en Yanguas (Soria), señorío de su padre Carlos Ramírez de Arellano, II conde de Aguilar de Inestrillas. Su madre era hermana de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar (*), y debido a la mayor importancia de este apellido -aunque ambos linajes eran de la línea real de Navarra- pasó a la historia como Juana de Zúñiga. Hermosa mujer, de carácter imperioso y arrogante, envanecida por sus noblezas, hay señales de que ella tomó la iniciativa para acercarse epistolarmente al conquistador de Nueva España, cuyas riquezas ambicionaba, con el pretexto de rehabilitarlo ante el emperador.  







          Cualesquiera fueran las influencias que movió la joven en la corte -tenía 19 años entonces y Cortés 44-, el hecho es que después de volver a España y entrevistarse con el monarca, el gobernador (y no virrey como él quería) y nuevo marqués del Valle (de Oaxaca) partió de esta corte el segundo día de Pascua Florida, que se contaron 29 de marzo;… a Béjar a casarse -con doña Juana de Zúñiga por cierto- y de allí a ver a su madre, y a Sevilla a embarcarse…  Por otra parte la reina Juana (madre del emperador) había ordenado que se concedieran honores y facilidades a la pareja en su viaje por Béjar y por Sevilla.    


26 de octubre de 2019

Los saltos hidráulicos de la cuenca media del río Cuerpo de Hombre y sus propietarios (3ª Parte). El Batán de Arriba


Autor: José Ignacio Díez Elcuaz
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2010.


EL BATÁN DE ARRIBA


El Batán de Arriba es uno de los edificios fabriles de mayor antigüedad en la ciudad de Béjar. Fue construido por iniciativa de los duques de Béjar entre 1670 y 1671, en el lugar en el que había existido con anterioridad un molino. A finales del siglo XVIII fue vendido a Luis Antonio Pizarro, conde de Las Navas. En 1837 estaba en manos de José Rodríguez y Miguel Faure y, posteriormente, fue regentado por Justo Pastor Martín Hernández[1].



Vista del Batán de Arriba y Navahonda



En 1897, se planeaban importantes reformas, tal como se escribía en la prensa de la época: “Se proyecta sustituir por una sola rueda metálica las dos pequeñas de madera que hoy existen, colocando transmisiones en todos los pisos de ambos edificios, con lo cual aumentará mucho la fuerza, pues la instalación que parece ha de realizarse suprimirá engranajes y evitará rozamientos, siendo de esperar por tanto que resulte más económica, útil y duradera. También tratan los dueños de esta finca de adquirir terrenos para mejorar el camino y ampliar las dependencias”[2].

19 de octubre de 2019

Los saltos hidráulicos de la cuenca media del río Cuerpo de Hombre (2ª Parte). Navahonda


NAVAHONDA


Autor: Ignacio Díez Elcuaz
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2010.

La fábrica Navahonda fue creada en 1842 por Cipriano Rodríguez Arias, aún se conserva la fecha sobre la entrada de uno de los pabellones del complejo industrial. Desde sus orígenes, la fuerza motriz era la hidráulica. Tal vez en su solar hubiera con anterioridad un molino, pero de los tiempos previos a la producción textil sólo se conserva una fuente de 1816. Su construcción fue un proceso progresivo, pues hay pabellones fechados en 1844, 1845, etc. Todos ellos presentan un magnífico estado de conservación, con unos criterios que debían ser tomados como modelo de referencia en las intervenciones sobre el patrimonio arquitectónico.

 Fábrica de Navahonda (Béjar)


Con motivo de la pretensión de Gregorio Ortín de construir un nuevo salto hidráulico, Gerónimo Rodríguez Yagüe solicitó, a su vez, a la Jefatura de Obras Públicas autorización para aumentar la altura de su presa de Navahonda, respaldado en el acuerdo al que había llegado con el mencionado Gregorio Ortín, por el cual este último se comprometía a no reclamar un recrecimiento de la presa en 32 centímetros de altura. 

 Pabellón de Navahonda

5 de octubre de 2019

Los Zúñiga en la boda y otras efemérides del emperador Carlos V


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez     

     Varios son los autores, modernos y contemporáneos, que dan cuenta del papel relevante del II duque de Béjar, Álvaro de Zúñiga y Pérez de Guzmán, y su círculo parental en actos importantes de la vida personal de Carlos V

       Sobre la boda, fray Prudencio de Sandoval señala en su Historia de la Vida y Hechos del Emperador Carlos V, 1634:

      "Llegado el tiempo concertado para celebrar sus bodas el emperador a dos días del mes de enero deste año (1526), partieron de Toledo para la ciudad de Badajoz, donde habían de recibir a la princesa, el duque de Calabria don Hernando de Aragón, y don Alfonso de Fonseca, arzobispo de Toledo, y don Álvaro de Zúñiga, duque de Béjar, con gran acompañamiento de señores muy principales… Con el duque de Béjar fueron el conde de Aguilar (Alonso Ramírez de Arellano y Zúñiga) y don Pedro de Ávila (y Zúñiga), que después fue marqués de las Navas. Y vinieron a Badajoz para se juntar con don Juan Alonso de Guzmán (Pérez de Guzmán y Zúñiga), duque de Medina Sidonia, (y) don Francisco de Zúñiga y Sotomayor, marqués de Ayamon(te) y conde de Benalcázar, que después fue duque de Béjar por ser casado con doña Teresa de Zúñiga, sobrina del dicho duque… los cuales todos fueron con el mayor y mejor acompañamiento que pudieron".
   

Edición de 1681 de la obra de fray Prudencio Sandoval

      Dos años antes, la comitiva que llevó a la infanta Catalina, hermana menor del emperador, a Badajoz para su matrimonio con Juan III de Portugal, estaba presidida por Álvaro de Zúñiga, duque de Béjar, y compuesta por fray Diego López Toledo, comendador de Herrera, Juan Alonso de Guzmán y Zúñiga, VII conde de Niebla y VI duque de Medina Sidonia, y su sobrino Francisco de Sotomayor (el mismo Francisco de Zúñiga y Sotomayor citado por Sandoval), V conde de Belalcázar, según advierte Menéndez Pidal en el tomo XX de la Historia de España.

30 de septiembre de 2019

Enarbolando la bandera de los bejaranos caídos por La Gloriosa en Madrid (4ª Parte y final)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio, 2017, pp. 52-57.

La última carta de Olleros y Lozano se fecha el 16 de octubre. Comentan que han vuelto a reunirse con los miembros de la Junta Superior Revolucionaria de Madrid para agradecerles el escrito de loa a Béjar publicado en La Gaceta de Madrid el día anterior[1]

Hemos sido acogidos por todos los individuos que la componen con gran entusiasmo y hemos tenido el placer de oir calurosos elogios en favor de Béjar. A ruego del señor Frasqui (se refieren a José Fronsky, una de las figuras revolucionarias bejaranas[2]), y creyendo que también debíamos hacerlo así, hemos dado al mismo tiempo las gracias a la Junta en su nombre por la parte del Acuerdo que a él toca, aunque haciendo constar que no es él solo el que se ha dirigido la defensa de Béjar, sino que hubo otros gefes que se distinguieron en ella”. 




 Grabado que representa la entrada de Prim en Madrid. 
Al lado de la fachada del Congreso de los Diputados se observa claramente la pancarta con el nombre de Béjar.

El escrito de la Junta demandaba que Béjar disfrutara de un diputado en Cortes propio denominado “de Béjar y que se recompensase a Fronsky por la defensa militar de la ciudad. 

12 de septiembre de 2019

Enarbolando la bandera de los bejaranos caídos por La Gloriosa en Madrid (2ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio, 2017, pp. 52-57.


            La primera de las cartas enviadas por los bejaranos Luis Olleros y Rafael Lozano desde el Madrid[1] está fechada el 12 de octubre de 1868 y se dirige al presidente de la Junta Revolucionaria de Béjar, Domingo Guijo, al que definen como “muy estimado amigo y compañero”, y en ella describen su entrevista del día anterior en el Ministerio de la Guerra (palacio de Buenavista) con el general Juan Prim y Prats, el símbolo de La Gloriosa. 

 El general Prim en sus tiempos como secretario del Consejo de ministros en 1869

       Quien poco más tarde ostentaría el cargo de presidente del Consejo de Ministros lideraba entonces el partido progresista y había protagonizado distintos y fracasados golpes de estado contra el sistema decadente y corrupto de Isabel II desde 1864, al no existir otra senda para que la democracia pasara de ser de una idea a una realidad. El triunfo se consiguió con la participación, a su pesar y más allá de la insurrección meramente militar, tanto del partido de la Unión Liberal como del demócrata, sin los cuales hubiera sido imposible la marcha de la reina a Francia. 

10 de septiembre de 2019

Enarbolando la bandera de los bejaranos caídos por La Gloriosa en Madrid (1ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2017, pp. 52-57.


       La euforia colectiva, mezclada con la impresión fijada para siempre en la retina de paisanos asesinados por las calles, continuaba desde septiembre de 1868. Béjar se había trocado en una suerte de símbolo de La Gloriosa mientras en España se vivía una situación de expectante incertidumbre. La revolución había resultado triunfante en la contienda militar de Alcolea, el pronunciamiento de la Armada en la bahía de Cádiz y la marcha a Francia de una Isabel II destronada por su propio pueblo. 

 Puerta del Sol de Madrid el 29 de septiembre de 1868. 
El Museo Universal

     Los engranajes de un nuevo sistema, desconocido hasta el momento en nuestro país y basado en la democracia y el sufragio universal, se ponían lentamente en marcha en los ámbitos políticos. Lejos permanecían, aunque no demasiado, los debates sobre la conveniencia de instaurar una monarquía o una república y las luchas enconadas entre los vencedores divididos en partidos (republicanos, unionistas, demócratas y progresistas) que no tardarían en estallar. 


31 de agosto de 2019

Mitos y verdades sobre dos Virreyes del Perú apellidados Zúñiga


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

En respuesta a Miguel Vallejera

Se trata de Diego López de Zúñiga y Velasco, que llevaba el apellido de su madre Francisca de Zúñiga, III condesa de Nieva, en primer lugar, para asegurar la sucesión del título que venía de Diego López de Zúñiga, hermano de Álvaro de Zúñiga, primer duque de Béjar; y de Gaspar de Zúñiga Acevedo y Velasco, hijo de Jerónimo de Zúñiga Acevedo y Fonseca, IV conde de Monterrey, sobrino nieto del mismo Álvaro de Zúñiga. A ambos, el servicio postal peruano les dedicó sellos en las series Virreyes del Perú, de 2004 y 2007 respectivamente*.



 


Serpost Perú. Stampsperu.com



A causa de tempranas tendencias lúdicas y galantes que manifestó Diego, a los veintidós años le casó su padre con María Enríquez de Almanza, hija del marqués de Alcañices, a quien luego abandonó para acompañar a Carlos V en las campañas de Túnez e Italia, y al príncipe Felipe en sus viajes por Flandes y Alemania. Sin que él mismo lo advirtiera, no obstante, la separación definitiva sobrevino cuando fue nombrado virrey del Perú, y dejó nuevamente a su esposa en España.


24 de agosto de 2019

Virreyes y gobernadores en el linaje de los Duques de Béjar


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

Al conjunto de territorios pertenecientes a la monarquía española entre los siglos XVI y XIX, que alcanzó su máxima extensión bajo el reinado de Felipe II se lo llamó Imperio Español. Es interesante notar que el símbolo que lo representaba, la Cruz de San Andrés introducida en España vía materna, permanece hasta hoy en la heráldica de la corona y que el poder que representó dio origen a la frase Dios es español.




Territorios en rojo. Es.pinterest.com



       Las autoridades fuera de la metrópoli eran los virreyes y gobernadores designados por el rey y su consejo, escogidos principalmente de entre la alta nobleza, de los cuales no pocos provenían del linaje de los duques de Béjar.         




Plato napolitano del siglo XVI con el blasón del virrey Juan de Zúñiga Avellaneda y Velasco. Contedipanico.blogspot.com


23 de junio de 2019

El Empecinado en Béjar: cartas en el Archivo Municipal


Autor: Carmen Cascón Matas 
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.801 (18/05/2018), p. 4.


       Fuertes pisadas resuenan en la calle Mayor. El sonido de los cascos de los caballos dejan su eco en el aire mientras los hombres cabalgan en amena conversación. El mes de mayo de 1823 acaba de comenzar y España está inmersa en el enfrentamiento entre liberales y absolutistas durante los últimos coletazos del Trienio Liberal. La todavía villa se despereza de un largo invierno y los tímidos rayos de sol animan a los paisanos a salir de sus viviendas. Algunos han cerrado los postigos de sus casas a cal y canto; otros reciben con jolgorio y vivas a los recién llegados. La división que desgaja España en dos mitades se deja sentir en la sociedad y aquí no ocurre de manera diferente. Un hombre recio, vestido con un uniforme rojo como la sangre, concentra las miradas. Su gesto impasible, su boca enmarcada por recios bigotes, no deja lugar para la sonrisa. Sus ojos han visto demasiada violencia. Es un héroe para unos y un villano para otros.  

 Juan Martín Díez, El Empecinado. 
Francisco de Goya

28 de abril de 2019

De los doce Duques de Béjar que pudieron ser diecisiete

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

      Tal vez por el arquetipo de los Doce Pares de Francia u otra razón, éste ha sido el número con que tradicionalmente se ha contado a los individuos de la misma familia y apellido que desde 1485 hasta 1777 se sucedieron como titulares del ducado de Béjar. La causa de tan singular y estricta progresión procede de casi un siglo antes, 1397, cuando Diego López de Estúñiga y Orozco (Diego López era el nombre de pila y el apellido Estúñiga, antes también Stúñiga y en 1476 castellanizado Zúñiga), primer señor de Béjar y de muchas otras villas, instituyó sobre todas ellas un mayorazgo que condicionaba legalmente el usufructo al apellido y lo estableció en su testamento. Más adelante, en 1565, doña Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar, declararía en el suyo lo siguiente: 

        Yten declaro y señalo por sucesor en la casa de Béjar y estado con el derecho de presencia a don Francisco de Zúñiga mi hijo mayor, el cual (sic) y sus sucesores encargo, así hayan mi bendición, que cumplan todos mis vínculos y condiciones que la dicha Casa tiene, y especialmente de traer las armas y apellido de Zúñiga a solas, sin traer otras ni otro apellido, porque haciendo lo contrario pierde la sucesión, según lo instituyó y mandó Diego López de Zúñiga, mi señor, institutor de la dicha Casa, en su testamento… (Rojo Vega, Anastasio: Documentos sobre los seis primeros duques de Béjar, 2008) Ambos testamentos están en el Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, etiqueta OSUNA, y el de Diego López de Estúñiga/Zúñiga se puede leer completo en la red  

Primer folio, de 102, del testamento de Diego López de Estúñiga/Zúñiga, Valladolid 24/02/1417. BNE 


4 de febrero de 2019

Historia de la muerte y entierro del curiel Vicentillo, muerto el 28 de septiembre de 1868 (3ª Parte y final)

Autor: José Francisco Fabián García
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2018, pp. 16-21.


         Alguien, vigilando su llegada en la entrada del pueblo, les vio, aún desde lejos, por el Arenal y fue a avisar. ¡Qué ya llegan! ¡Que ya le traen! Cruzando el pueblo, la gente, que estaba pendiente de ello, salía a las puertas y se santiguaban. Aquella madre que esperaba salió a buscarlo enloquecida. ¡Ay mi hijo, que me lo han matado con solo dieciocho años!¡Bandidos, canallas, no tenéis perdón!, decía abrazándose al ataúd atado a una de las caballerías. Un grupo de gente presenciaba la escena desde la puerta de la casa. Los hijos contuvieron a la madre en su desesperación y el padre, sin decir una palabra, llevó al animal cargado con el ataúd a la puerta de la casa. Varios hombres que esperaban se prestaron a ayudarle para desamarrar la caja. Encima de la mesa de la cocina la colocaron. Nadie pudo convencer a la madre de que no fuera ella la que lavara el cadáver de su hijo. Tenía que ser ella, que lo había parido y criado. Sacaron el cuerpo frio del ataúd. Allí estaba Vicentillo, el pobre Vicentillo, muerto para siempre, yerto, sin afeitar, con la sonrisa habitual perdida en la cara profundamente pálida, manchada de la sangre caída por la frente a través del pelo, donde, seca, se hacía pegotes. Estaba vestido con su chaquetilla y lo que fue una camisa blanca, ahora casi solo una única mancha oscura de sangre seca. No había consuelo para aquella madre abrazada al hijo muerto hasta que llegó el marido y la tomó del brazo. Vamos mujer, ya no hay remedio. Lávale pa que le velemos.



       Entre la madre, una hermana y otras mujeres de la familia, le desnudaron de medio cuerpo. Estaba reventado. Aquella herida abierta en el cuerpo de un joven tan joven estremecía contemplarla. ¿Por qué te tuviste que ir si sabías el peligro que había? ¿por qué te dejamos? ¡Ay, Dios mío, ¡Ay mi Vicentillo!, exclamaba desesperada sin consuelo. 

28 de enero de 2019

Historia de la muerte y entierro del curiel Vicentillo, muerto el 28 de septiembre de 1868 (2ª Parte)


 Autor: José Francisco Fabián García
 Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2018, pp. 16-21.

     En el hospital de sangre de la antigua iglesia de San Gil se agolpaba la gente. A la vez que unos salían, otros entraban. A la puerta, algunos hablaban en torno a una hoguera cuyas llamas iluminaban sus caras mostrando gestos graves que hacían entender mejor la situación. A la luz de los faroles se vio a alguno salir con vendajes apoyándose en los hombros de otros. Dentro ya de lo que fue en tiempos la nave de la iglesia, todo era un ir y venir de personas, orientados por la luz de faroles, velas, cirios y alguna antorcha, iluminando jergones en el suelo y en los que yacían heridos con vendajes en el cuerpo y en la cabeza, rodeados de familiares, sobre todo mujeres, de las que algunas eran monjas. Un murmullo grande se oía desde todas partes; a veces eran lamentos y, también, las voces de quienes se esforzaban por organizar aquella vorágine. 

 Foto antigua de San Gil cuando había dejado de ser hospital y funcionaba como Ayuntamiento de Béjar

21 de enero de 2019

Historia de la muerte y entierro del curiel Vicentillo, muerto el 28 de septiembre de 1868 (1ª Parte)

Autor: José Francisco Fabián García
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2018, pp. 16-21.

          Un hombre llegó al atardecer, descompuesto y alterado, a la plaza de Valdesangil procedente de Béjar, de donde, a pesar de la distancia, se habían oído explosiones y tiroteos sobrecogedores, corroborados por el testimonio directo de algunas mujeres con niños que habían llegado atemorizadas huyendo de la situación. El recién llegado vestía una chaqueta corta de tela gruesa, dejándose ver debajo de ella una camisa blanca con desgarros, sucia y manchada de sangre, sangre que, según aclaró, no era suya, porque no estaba herido. Como si le estuvieran esperando y, sobre todo, viéndole la cara de circunstancias, la gente fue arremolinándose en torno a él. Era joven, hablaba con dificultad haciendo grandes esfuerzos para ello, porque parecía haber perdido parte de la voz con la excitación. Después de oír lo primero que tenía que decir, algunos se retiraban de la primera fila con el gesto perturbado diciendo a los que llegaban: ¡Vicentillo, que han matado a Vicentillo!, a lo que los que recibían la noticia se llevaban las manos a la cabeza espantados. Mala era la noticia de la muerte de un paisano tan joven, pero aún peor era la incertidumbre en los corazones de los que recibían la noticia por lo que, según decía aquel hombre, estaba pasando en Béjar: por los muertos que había y por el enfrentamiento tan cruel que se había dado y que tal vez continuara en los próximos días. Contaba que las tropas militares habían cargado en La Corredera y en la Puerta de la Villa a tiros y cañonazos contra la gente y que habían saqueado casas persiguiendo a los que se les enfrentaban y hasta habían violentado a mujeres. Según decía, los militares no habían distinguido entre luchadores, mujeres, niños y ancianos; se había peleado en La Corredera y en la Puerta de la Villa y entre unos y otros había muchos muertos y heridos, uno de los cuales era el pobre Vicentillo. Él le había visto cuando le llevaban al hospital instalado en la iglesia de San Gil; tenía mucha sangre en el cuerpo, iba ya muerto, podía asegurarlo. Había muerto en la Puerta de la Villa. 

 Iglesia de Valdesangil
Foto sacada de aquí

         En esto apareció corriendo una mujer menuda, mayor, rondando los sesenta o más, toda vestida de negro, menos un mandil a rayas sobre el manteo y un pañuelo negro cubriéndole la cabeza. Al verla llegar gritando, sabiendo quién era, se le hizo un pasillo que la condujo al recién llegado. Al oír lo que este le decía, dirigido ahora solo a ella, se llevaba las manos a la cabeza y otras veces se golpeaba en el pecho con desesperación, a la vez que la sujetaban algunas otras mujeres de las que se congregaban en torno a ella. 

7 de enero de 2019

Béjar, o el afán de llamarse Zúñiga

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

      Tomándolo de una villa de Navarra que se llamaba Stúñiga (hoy Zúñiga), el primero en apellidarse con este nombre en 1080 y transmitirlo a su posteridad fue Íñigo Ortiz (por ser hijo de Ortún, según Koldo Mitxelena, cuando aún no existían los apellidos en la península) de Stúñiga, descendiente del primer rey de Pamplona Íñigo Arista, y señor y duque de la villa

      En 1274 el apellido pasó a Castilla con otro Íñigo del mismo linaje, cuyo nieto Diego López de Estúñiga (primera castellanización del apellido; Diego López era nombre de pila), primer señor de Béjar, se convirtió en el patriarca de la Casa de Zúñiga (segunda y definitiva castellanización).

 

Escudo de la Casa de Zúñiga, con historia desde el siglo XI, y de los duques de Béjar con la corona ducal 

       En 1485 los Reyes Católicos elevaron a ducado el estratégico señorío de Béjar en favor de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, nieto de Diego López de Estúñiga, y los sucesores, del mismo linaje y apellido, fueron doce hasta 1777 (trece si se considera el período en que gobernó la duquesa viuda doña María de Zúñiga). La Casa de Zúñiga se diversificó en muchas ramas con títulos de nobleza (duques, marqueses, condes) que reconocían a los duques de Béjar como Parientes Mayores (de hecho la castellanización definitiva del apellido la hizo Álvaro de Zúñiga y todos la acataron), y la de estos y la de los condes de Miranda del Castañar, recibieron en 1520 la Grandeza de España instituida por el emperador Carlos V (del conjunto surgieron virreyes, diplomáticos y gobernadores, que representaron al poder central por todo lo ancho del Imperio Español) 

3 de diciembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (3ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón nº18, Dic. 2015



Los Pizarro: el mayorazgo, sus propiedades y el palacio en Béjar


      La presencia de los Pizarro en el Béjar de la Edad Moderna, sobre todo entre los ss. XVII y XVIII, es constante: ejercen de padrinos de los hijos otros hidalgos, poseen extensas propiedades, molinos, tierras y rentas. Pero sin duda se les puede englobar en la lista de la nobleza tradicional, mas dedicada a mantenerse del trabajo que obtienen de sus tierras o de las rentas de sus molinos que a la inversión en las manufacturas textiles. Esta actividad, desarrollada desde la Edad Media en Béjar, viene a eclosionar en este momento gracias al patrocinio de los Zúñiga. Es entonces cuando algunos propietarios, deciden a imitación del duque invertir sus escasos ahorros en la compra de uno o dos telares. Las ganancias que les reporten serán sólo un complemento para sus pequeñas economías familiares[1]. Estos precarios comienzos se transformarán significativamente en el siglo posterior, convirtiendo Béjar en un foco industrial del oeste peninsular.



 Río Cuerpo de Hombre

       El caso de los Pizarro es abiertamente diferente: seguían manteniendo los ideales y privilegios de la nobleza castellana, lejos del trabajo manual y los negocios, fuera de los ideales ilustrados imperantes, atada a las rentas de la tierra, de la ganadería y de los beneficios extraídos de sus molinos.

26 de noviembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas 
Publicado:  Revista Cultural de Gibraleón (Huelva) nº17. Junio de 2015

         En 1713 dejará este mundo Francisco Pizarro y Pedraza y en 1729 le seguirá su esposa doña Ana López Dávila, según la partida de defunción, muerta “de repente”. Al fallecimiento de su padre heredará el mayorazgo de los Pizarro y el vínculo de los López Dávila, como hemos comentado, su hijo Francisco Pizarro y Pedraza quien, como clérigo, no tendrá descendencia legítima.

 Iglesia de El Salvador. Béjar

      A la hora de redactar su testamento en 1734 designará como heredero del mayorazgo a su sobrino Antonio Raimundo, hijo de Juan Vicente. El segundón de la familia había casado en tres ocasiones con mujeres nacidas en Gibraleón y con todas ellas tuvo descendencia, primero con María Camacho y Blanco, después con Mª Josefa Ojeda y Rivera y por último con su prima Mª Agustina Pizarro y Acorso. Nos interesa mencionar a algunos de ellos porque seguirán consolidando los intereses familiares en ambas villas hermanas. Con María Camacho y Blanco, Juan Vicente había tenido en Gibraleón en 1714 a Antonio Raimundo Pizarro y Pedraza, quien heredaría el mayorazgo fundado por su abuelo Francisco Pizarro y Pedraza en Béjar, como hemos dicho. Mientras sus hermanos José (habido con su prima Mª Agustina Pizarro Acorso), Francisco Tadeo (Gibraleón, 1737-1799), Antonia, Isabel, Juan Antonio (casado también con su prima Mª Antonia Pizarro y Acorso, nacido en Gibraleón y muerto en Béjar) y María (casada con el onubense José de Mora y Negro) permanecían Gibraleón, él se apartaría de la senda del linaje en tierras andaluzas para seguir la política de engrandecimiento familiar en tierras salamantinas. 

19 de noviembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón (Huelva) nº 17. Junio de 2015

       El apellido Pizarro resulta familiar a cualquier bejarano y no es la razón primordial que lo luzcan muchos paisanos en su carnet de identidad, no. Con el nombre de Pizarro se han bautizado a unos soportales situados en la antigua plaza del convento de monjas dominicas de la Piedad, fundado por los duques de Béjar a finales del siglo XVI en el antiguo Palacio Nuevo, hoy desaparecido. En el devenir cotidiano, en el transcurrir lento de las estaciones, cientos de bejaranos lo recorren arriba y abajo a lo largo de la calle Mayor, el eje principal que comunica el antiguo centro neurálgico de la villa, la plaza Mayor, y el moderno, La Corredera con su Parque Municipal a su vera. 

 Portales de Pizarro

       Pocos de ellos, sin embargo, saben que están pasando a la sombra de una antigua casa de mayorazgo que nada tiene que ver con el conquistador extremeño Francisco Pizarro y mucho con un linaje que vivió generación tras generación al servicio de la Casa de Zúñiga, entre Herrera, Belalcázar, Burguillos y sobre todo Gibraleón y Béjar. 

27 de agosto de 2018

El pragmatismo religioso de los Duques de Béjar y la resurrección de Juan de Zúñiga y Pimentel

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez 

       De un paganismo vernáculo, el ancestral linaje vascón de los duques de Béjar evolucionó primero hacia un sincretismo religioso romano y luego hacia un islamismo igualmente más político que religioso, para instalarse finalmente en la cúspide de la tardía introducción del cristianismo en Navarra (ss. VIII-IX). Este último paso se dio sólo al final de la dinastía Íñiga fundada por Íñigo Arista y tuvo también motivaciones políticas, sin perjuicio de que padres de la iglesia española, como Eulogio de Córdoba, se empeñaran en adelantar el trance calificando al inadvertido Arista (sobrenombre, no apellido) de christicolae princeps, y urdiendo en torno a él un manto de leyendas piadosas y fantásticas potenciadas hasta hoy. 


       Afincado en Castilla (s. XIII), el linaje navarro siguió los pasos de la nobleza local que lo había acogido como par, y se integró al régimen social que utilizaba la religión como instrumento de poder, avalado por la corona y la propia Iglesia.